lunes, 22 de agosto de 2011

MUSTANG SALLY

Unos jóvenes universitarios, de lo mas repelente que he visto en una película, escuchan a unos moteros hablar sobre los placeres que proporcionan las chicas de un burdel que han abierto a las afueras. Estos, mas salidos que una mona, deciden ir al burdel. Allí, no les da tiempo a practicar el sexo, ya que son masacrados por las chicas.
La película tiene su gracia y hasta esas dosis de justicia facha que tanto nos gusta a nosotros. Entretiene y cumple con su función, por otro lado, la película esta rodada a todo correr, tiene una cantidad de raccord que es raro ver hoy en día en cualquier película por muy video-clubera que esta sea.
Bruta en sus pretensiones, sin embargo, escatiman la sangre todo lo que pueden y mas, incluso hay asesinatos en los que aunque esa sangre debería salir del cuerpo de las victimas, no lo hace, y los asesinatos son ridículos a mas no poder.
Aunque se nos vende sexo y destete a tutiplén, este se reduce a morreos de minuto y medio con las chicas completamente vestidas.
También te echas unas risas con algunos diálogos, algunos planos y, sobretodo, y como ya he dicho antes, con ese raccord criminal y lo cutre de las muertes.
En fin, que la película es muy Ligth, pero con todo, se deja ver. Yo me la zampé tranquilamente. La grandeza de la película reside en que a rasgos generales, la película rezuma simpatía por los cuatro costados.
Dirige Iren Koster, quien en su momento me aseguró personalmente (era un contacto mío de las redes sociales), que a él, el cine de terror, se la trae bien floja. Se trata de una promesa. El hijo de un viejo amigo de Koster, murió en un accidente de coche. Cuando el director le preguntó a su amigo si podía hacer algo por el, le dijo que hiciera una película con su otro hijo, y tras prometérselo, decidieron hacer este pseudo – Slasher, y ese es el motivo de la existencia de esta película.
La editó en nuestro país, en su día, hace ya cuatro años, el sub-sello “Amazing!” que se dedicaba a editar material directo para video-club. Una iniciativa maravillosa, pero que murió, lógicamente, porque en España no hay apenas mercado para este tipo de productos.