
Un tipo es invitado al cumpleaños de su padre, un empresario hotelero, y descubre que los camareros son en realidad los adoradores de un dios que va a nacer en ese hotel.
La película arranca de manera interesante, con un Corey Feldman que recuerda ligeramente a Woody Allen (debe ser por el doblaje), sobreactuando y tartamudeando, que seguramente sea lo mas destacable, por entrañable, de la peli, teniendo en cuenta también que este hombre entre raya de coca y pinchazo de heroína, hacía papelillos poco relevantes en producciones como CITIZEN TOXIE. Ver ese año de gracia una vez más y en plena forma en una peli al amigo pequeño de Zach Galligan en GREMLINS, está muy bien.
La película avanza, lenta y pesadamente, hasta que pasa algo interesante, aunque poco después, eso que en un principio parecía interesante, deja de serlo. Y cuando parece que algo bueno va a pasar, la cosa decrece hasta arrastrarnos de lleno al más absoluto de los aburrimientos. Nada de sangre (que por otro lado, tampoco tiene por qué tenerla, ¡oye!), una trama absolutamente idiota, una secta en la película que al espectador le importa un bledo, y sensación de haber estado perdiendo el tiempo durante su visionado (por lo menos yo, que tengo tantísimas películas que ver en casa...)
Una autentica lastima, con lo entregado que me tumbé yo a disfrutar de esta peli....
Algún plano guapo, guiños a John Waters, en una peli opuesta totalmente al estilo y espíritu de las pelis de Waters, y algún tufillo a DELICATESSEN, y no hablo de homenaje, sino mas bien de plagio. El homenaje al cine de los 80, que se supone que es esta película, no lo vi yo, por ningún lado.
Eso si, Eugeni Mira es un estéta, y todo lo referente al diseño de producción, es bonito y poco habitual en el cine español.
Por lo demás, poca cosa. Bastante mala. Pero con un “algo”, que hará que dentro de meses (o de años) quiera volver a revisarla.