Grandes caserones aislados. Noches azotadas por lluvia, truenos y relámpagos. Un puñado de personajes, habitualmente adinerados, se reúnen para celebrar algo, y mientras hablan y se lanzan pullas con victoriana educación, una aterradora silueta negra recorre los pasadizos secretos de la mansión dispuesta a asesinarlos uno por uno, motivado por la codicia o la ocultación de algún secreto. Pero ¿quién es el asesino?.
Bien, todos esos ingredientes, bien mezclados y no menos bien servidos, conforman un tipo de película que, al menos a mi, me chifla. Los más ignorantes podrían confundirlo con el "slasher", pero no. En realidad si hay una etiqueta adecuada es aquella bautizada como "whodunnit", que vendría a traducirse en "¿quién lo ha hecho?". Me encantan estas películas, sin importar mucho a que género real pertenezcan, ya sean serias y clásicas como "Asesinato en el Orient Express", modernas como "La trampa de la muerte" (¡que gran desperdicio que fue "Identidad"!), cómicas como "Un cadáver a los postres" (o ya puestos, "Detectives casi privados") o incluso pornográficas ("Thundercrack!"), la cuestión es que molan... o molan sus atmósferas, sus misterios, su tremebundo suspense... y eso ya es motivo suficiente para sentarme a verlas.
"El gato y el canario" es, justamente, una de las más célebres aportaciones al "whodunnit". Nacida originalmente en 1922 como obra teatral escita por John Willard, a lo largo de la historia conoció hasta cuatro versiones cinematográficas distintas, una muda, otra extraviada, otra en tono de comedia (y con Bob Hope de prota) y la más moderna, del año 1978, que hoy comentaré y viene firmada nada menos que por un pornógrafo. Pero todo a su tiempo. Antes, el drama...
Por lo visto vi "El gato y el canario" por primera vez en televisión siendo muy jovencito y algunas de sus imágenes se quedaron incrustadas en mi poco formado cerebro. Me acompañaron durante años, tiempo este en el que intenté dotarlas de título, confundiéndolas muchas veces con otros films, especialmente la adaptación que en 1974 se hizo de "Diez negritos" (en la que España andaba metida como país co-productor junto a un puñado más). Finalmente acerté y comencé con la pertinente búsqueda. Sin éxito. Me enteré que una distribuidora de esas mierdosas y piratas la había editado en España en dvd, y di con ella en una tienda que no citaré porque no les recomiendo que la visiten. Pagué mis casi 5 euros y, todo ilusionado, llegué a casa. Me puse el dvd y ¡¡ostras!!, aunque en el disco venía impreso el título correcto, la película era otra, un western de serie B por el que tenía nulo interés. Muy disgustado, al día siguiente volví al antro en cuestión y reclamé. Me dieron otra copia. Vale, me dije, pero ¿quién me asegura a mi que no será también defectuosa?, es lógico pensar que los dvd´s no se fabrican uno por uno, van por remesas que parten del mismo master, así que seguramente todas las copias del almacén anden defectuosas. Le pregunté al de la tienda si podía hacer la pertinente comprobación. Ante mis atónitos oídos, dijo no disponer de tele y reproductor de dvd, y que el ordenador que usaban en caja no estaba configurado para tal menester. Pero bueno, ¿qué clase de comercio de dvd´s es ese?... es como si vas a un puesto de helados y no disponen de cucharitas para las tarrinas, "No señor, tendrá que ayudarse con los dedos, gracias". Absurdo. Naturalmente, la nueva copia estaba igualmente defectuosa, con el mismo indeseado western en sus tripas. La diferencia es que no podía volver a reclamar porque los días siguientes me iba de viaje. Y para cuando volví, ya no me quedaban ganas. Afortunadamente, mi querido hermano Luis buscó, removió cielo y tierra y localizó un ripeo que descargó para mi. Y la noche del Domingo, antes de que empezara "Cuarto Milenio", pude por fin saciarme. Obviamente con semejantes expectativas y deseos de consumir "El gato y el canario" iba a ser muuuy difícil que me encantara... y no lo hizo, pero tampoco es que el resultado pueda tildarse de enorme decepción. Veamos por qué.
El párrafo inicial de este innecesario texto resume bastante bien lo que encontrarán en "El gato y el canario", pero para hacerlo más emocionante añádanle un inquietante asesino loco escapado del manicomio que se cree un gato y luce largas uñas con las que mata a sus víctimas, así como la lectura de un testamento. Bueno, más que una lectura es un... er... visionado. Naturalmente, hablamos de un "whodunnit", lo que significa que hay algo más, un misterio que no desvelaré aquí y ahora, pero que enriquece la historia y le da un simpático tono "pulp". Al mismo tiempo, tampoco debemos olvidar su origen teatral, lo que se traduce en largos y en ocasiones espesos diálogos. Aunque "El gato y el canario" juega bastante con sus elementos atmosféricos, su ambientación y su capacidad de inquietar, no lo hace de modo generoso, se queda corta y nos lleva al borde del bostezo a falta de mayor emoción y engundia. Sus responsables se conforman con lo mínimo y es una pena, semejante material daba para más, mucho más, más miedo, más gran guiñol, más truenos, más gritos en la noche... incluso más misterios. Quizás el film peque de prudente, de temor a no ser tomado en serio por críticos sesudos.
La culpa de todo eso, tanto de lo malo como de lo bueno, la tiene su curioso director, Redley Metzger, más conocido en términos generales por su faceta como "sexploiter" y, mucho más llamativo si cabe, pornógrafo bajo el alias de Henri Paris. Pero no les hablo de un pornógrafo cualquiera de como ahora los hay a miles... les hablo de los años 70, de cuando el cine para pajilleros se hacía con intenciones genuinamente cinematográficas, se rodaba con celuloide, se procuraba contar una historia digna que acompañara a las escenas de sexo, se solía interpretar con cierta decencia y se mostraba una tendencia a tirar por ambientes elegantes y burgueses, algo que los especialistas llaman "porno chic". Metzger/Paris puede que sea uno de los cineastas más representativos de dicha etiqueta y, dicen, su película "The Opening of Misty Beethoven" el título estandarte de la misma.
En el reparto de "El gato y el canario", y poniendo rostro, planta aristocrática y, sobre todo, mucha verborrea, tenemos nombres de los más variopintos de los cuales únicamente me resultan familiares los de Honor Blackman, Edward Fox, Carol Lynley, Wilfrid Hyde-White y, sobre todo, Olivia Hussey, cuya hermosa y angelical faz se ha dejado ver en títulos tan propios de este blog como "El imperio de la muerte", "Navidades negras", "A lo loco y con la cara del otro", "Exterminio", "It" y "Psicosis 4, el comienzo".
Resumiendo, que sin ser un absoluto descalabro, "El gato y el canario" flojea, demasiado bla,bla y doloroso desaprovechamiento de sus elementos más sugerentes. De haber molado, les recomendaría que la vieran a altas horas de la noche, pero dadas las circunstancias, la tarde del Domingo ya vale... y sobra.