lunes, 4 de noviembre de 2013

AU NOM DU FILS

Co-producción Franco-Belga cuya rabia, mala leche y dosis de realidad me han cautivado desde el principio.
Una película así no puede ser concebida desde la ingenuidad. Productos que pretenden ser una bofetada en la cara a la iglesia, por ejemplo la mediocre “Camino” de Javier Fesser, lo hacen desde el respeto y desde la ambigüedad, no sea que alguien se vaya a ofenderse y haya problemas.
El director Vicent Lannoo sabe que va a ha haber problemas, los busca y crea, no ya una bofetada en la cara de la iglesia, si no una rompida de culo, contra  su voluntad,  y lo hace de una manera descarnada, abordando el tema desde el cine de género, y desde el sensacionalismo, a sabiendas de que cuando esos problemas vengan, su película va a ser un éxito. Y además, es buena.
Cuenta la historia de una familia ultra-católica que está en contacto con los sacerdotes porque  la madre lleva un programa católico en la radio. Todo es muy bonito hasta que un buen día su marido aparece muerto sin que quede muy claro lo que estaba haciendo. Por otro lado, descubre que el cura con el que colabora en el programa se está follando a su hijo de 10 años, que “Se le pone dura de solo pensar en enseñarle el culo” según el obispo, quien trata de silenciar ese acto de pedofília, el cual llevó al chaval a volarse la tapa de los sesos con una escopeta. Ante tal cúmulo de barbaridades,  no es de extrañar que esta señora pierda la fe, así que revienta la cabeza al obispo y cuando toma la lista de curas  acusados de pedofilia de su mesa y descubre qué hacía su esposo cuando murió, decide irse a matar a todos los curas de esa lista.
Todo contado de la manera más sórdida y con el mayor desprecio hacia  la Iglesia, “Au nom du fils” es una película con dos cojones. Desde el minuto uno, cuestionando todas y cada una de las palabras que salen de Biblia y demás manuales, y dándonos a entender que el verdadero mal es aquel que nos vende estar haciendo el bien. Cosa que ya sabíamos, pero por si pican los católicos.
Luego, como película se sale. Un cocktail de géneros dentro de una envoltura de corte social, con giros que la hacen circular por el cine de justicieros, el gore y el drama, siendo todo lo más violento posible. Una maravilla.
En el reparto tenemos a clásicos del cine de género francés, como pueda ser Phillipe Nahon, que, sin duda, le van los rollos duros como pudimos ver en cosas como “Alta Tensión”, “Seul contra todos” e “Irreversible”, y que interpreta a otro cura, uno que parece  el personaje positivo de la película, hasta que esta pega otro giro. Y como beaturra que pierde la fe y toma las armas tenemos a Astrid Whettnall  de prestigiosa carrera, pero de escaso interés para nosotros. Sin embargo, interpreta un papel memorable.
Muy recomendable e intensa, puesto que es una película concebida desde el más puro odio.