miércoles, 20 de noviembre de 2013

PESADILLA PARA UN RICO

Parece mentira que en 1996 un director entonces veterano, con prestigio y hasta con un público adepto como era Fernando Fernán-Gómez, rodara semejante despropósito. Un truño de tal calibre que sin duda, por derecho propio, entra en la categoría de “Tan malas que son buenas”. Porque se trata de una película mala a rabiar, con un presupuesto, se me antoja, paupérrimo, estúpida y desfasada, pero concebida para el gran público y con afán de cine negro. Quizás Fernán-Gómez ya estaba gagá y no atinaba,  o es que nunca tuvo talento y  esto se camufabla gracias al buen hacer de un equipo de profesionales, porque esto parece la obra de un desquiciado, de un loco.
Fernán Gómez se quejaba de que nunca había tenido la completa libertad para hacer una película como a él le hubiera gustado, dónde lucirse como director, que nunca le habían dado ofertas ni presupuestos acordes a eso, pero que cuando alguien le requería para hacer una película, siempre se le llamaba  para parir algo de autor, y que le cabreaba sobremanera, que no se contara con él para hacer algo de género, de consumo masivo que atrajera  a los espectadores a las salas. Así que alguien le contrató para que hiciera una película con esas características, y así nace esta “Pesadilla para un rico”. La idea era hacer un “hit” del cine español.
Así, creyendo ingenuamente que lo que funciona en televisión, ha de funcionar también en taquilla, Fernán-Gómez contrató los servicios actorales de Carlos Larrañaga, entonces muy popular gracias a su papel en la serie “Farmacia de Guardia” y a Beatriz Rico, también muy famosa por el programa juvenil “Hugo” de tele 5.
Además, como para darle el sello de calidad al producto, este parte de un argumento que nunca llegó a convertir en guión el guionista habitual de Luis Buñuel , Luis Alcoriza, que falleció años atrás. Partiendo de esa idea, Fernando Fernán-Gómez elaboró el mongoloide libreto de esta película.
Cuenta la historia de un individuo que va a ascender a presidente en una gran corporación empresarial, con el poder que eso conlleva. El día de una fiesta que organiza en su casa para políticos y demás entes, una muchacha proveniente de un ambiente marginal se le sube al coche ya que está siendo perseguida por su pareja y sus amigos delincuentes. En cuanto bajan de este, es para ir a tomar champagne, y acto seguido, tras una llamada a casa advirtiendo que llegará tarde, se van a un apartamento dónde follarán… hasta que de repente, la muchacha, aparentemente, yace muerta en el lecho. Ante tal tesitura, el hombre tendrá que ingeniárselas para hacer desaparecer el cuerpo y que su vida, y sobretodo, su estatus, no corran peligro.
Rodada con una torpeza de principiante, iluminada con linternas y montada por un tipo que, o bien se estaba vengando por algo que le habían hecho o bien, como le pagaban poco, le hacía a desgana, esto es una autentica joya del cine “Trash” -del involuntario, el de verdad-, puesto que, aunque inevitablemente con el tiempo sus autores debieron percatarse de que aquello que habían creado era un pedazo de mierda cuyo interés brillaba por sus ausencia, se rodó con idea de hacer un producto, no ya comercial, si no súper comercial.
Es el típico guión escrito por un señor ya muy mayor, que al introducir en la trama personajes jóvenes y de ambientes marginales, escribe los diálogos de estos como él cree  que hablan, alejándose esa jerga millones de kilómetros de la realidad y provocando la vergüenza ajena del espectador. Así, si encima vemos como escupe esas mamarrachadas una actriz, follable, eso sí, pero tan limitadita como es Beatriz Rico, las risas están aseguradas. A saber: “Para el carro, que yo de prosti nada”, “¿No tienes un refu al que podamos ir?”, “Me gustas hasta mojarme, pero ahora tengo el Niagara entre las piernas” o, sobretodo, “¿En que estás pringado?” para preguntar que a qué se dedica, son las perlitas que asoman por la boca de la actriz, dando vida a su personaje. Personaje que por otro lado, proviene del macarrerío y los barrios bajos, dónde los raterillos de unos quince años llevan coleta, suelen violar a sus novias saliendo indemnes y amenazan con una navaja a una Beatriz Rico que rondará los 30 tacos, pero que rula con ellos aquí y allá e incluso es pareja de uno. Las conversaciones que tienen en la discoteca a base de jerga de esta inventada por Fernán-Gómez, que se creería muy probo  pero que demostró que era un ignorante con este guión, por lo menos a lo que a la marginalidad se refiere.
Por otro lado, la voz en off de Larrañaga que de vez en cuando aparece para contarnos lo que va a hacer o la escenificación de los pensamientos del personaje son de absoluta vergüenza ajena, dignas de alguien que no sabe hacer una película y tras estrujarse mucho los sesos, decide añadir estos elementos.
Además, diré que la iluminación es nefasta, y si en las escenas nocturnas no se ve absolutamente nada, las de día no se ve mucho más… eso si, lo suficiente para percatarnos, en las escenas en las que Larrañaga conduce, que por la altura, este está en lo alto de un trailer, o eso, o los neumáticos de su Jaguar descapotable han de medir dos metros.
Y ya para rematar, la banda sonora de un tal Alexander Lubomirov Kandov. Esta se compone de metálicas melodías de sintetizador, cercanas a las canciones de Luixy Toledo pero con intención de Walter Carlos, que no solo no pegan con las imágenes que estamos viendo, sino que además son una porquería. Unos chirridos que no dejan de sonar, prácticamente, durante todo el metraje, llegando a poner al espectador de los nervios.
Y es que todo en “Pesadilla para un rico” es ridículo y estúpido, todo es lamentable y risible, situaciones, diálogos, interpretaciones… ¡Todo! Lo que por otro lado significa que, para los amantes del cine malo, esto es una delicatessen.
Fíjense que en España se han hecho toneladas de cine malo, incluyendo las de Michael Skaife (o Miguel Madrid) o las de Germán Monzó. Bien, pues “Pesadilla para un rico” es peor que todo eso, y encima, los responsables en ningún momento son conscientes de la basura que están haciendo.
No me despeino afirmando que, probablemente, sea la peor película del cine español. Les invito a comprobarlo. Y no la dirigió ningún “outsider” un poco “borderline” ni ningún paleto, la dirigió Fernando Fernán-Gómez, al que los plumillas tienen mucho respeto y que consideran películas suyas como “El Extraño Viaje” o “El viaje a ninguna parte” obras maestras. Pero pasan por alto esta, y cuando no lo hacen, se refieran a ella como “La película más maldita de Fernán-Gómez” cubriéndola con ello con una pátina de misterio. Hipócritas
Fue un fracaso absoluto que consiguió congregar en salas únicamente unos 80.000 espectadores, en tiempos en los que el cine español estaba de moda y en alza.
En el reparto, haciéndolo igual de mal que todos, Álvaro de Luna, Carmen Elías, Manuel Alexandre (este lo hace bien, como siempre), y como macarrilla violador, el “triunfito” Naim Thomas.
A descubrir.