Cuando a inicios de los 90 me dio por el cine de justicieros, muchas fueron las pelis del estilo que me zampé. Americanas, Francesas, Filipinas... pero nadie -obvio- copiaba mejor mis referentes que los inmortales Italianos. De todas ellas, destacaban las protagonizadas por Maurizio Merli, el Eastwood/Bronson de serie Z de aquellos lares (en prometedores pero decepcionantes vehículos). Algunas de esas joyas las firmaba un tal Stelvio Massi, el mismo responsable de la que ahora nos ocupa. Vi el cartel de "Black Cobra" por vez primera en las sabrosas páginas de la revista "Pantalla 3" (auténtico catálogo de videoclubadas de todo calibre), pero nunca jamás localicé el film. Al menos no durante el tiempo que me interesaba dar con el. Como ingrediente exótico estaba el protagonismo del legendario Fred Williamson, por aquellos tiempos inmerso de lleno en el mercado italiano y que, en mi fiebre justiciera, también me había aportado algunas escuetas horas de placer (como con "The Big Score", que se supone partía de un guión rechazado por Clint Eastwood para lo que hubiese sido otra aventura de "Harry Callahan"). La combinación era atractiva, al menos a priori: Williamson como poli duro, Massi a los mandos y una trama que revelaba el verdadero fin de la película, explotar el "Cobra" de Cosmatos/Stallone, producida un año antes. ¿El resultado?, vamos a ello...
Un grupo de psicópatas están tan hartos del sistema que deciden emprenderla a tiros y violencia desatada con las pobres gentes inocentes de la calle. En eso que una moza de lo más atractiva presencia uno de los crímenes, lo que la convierte en blanco de interés de los malos. ¿Y qué hace la policía?, pues encargar al duro durísimo Malone la protección de la muchacha, aún a sabiendas que este prefiere disparar antes que preguntar... o que cagar... o que dormir.
Que sí, que es igualita que "Cobra" (o, bueno, ¿que la famosa novela que la inspiró, "Fair Game"?). Empiezan igual, con el héroe acudiendo a salvar unos rehenes por la línea burra. El malo, en su afán por parecerse a Brian Thompson, y gracias a su vestimenta, termina siendo una imitación precaria de "Terminator". La chica prota, en "Cobra" modelo, aquí pasa al otro lado de la cámara, vamos, que es fotógrafa. En cierto momento, el asesino se tiñe el pelo a lo rudimentario para no ser descubierto. Si en la de Cosmatos era para colarse en el hospital donde está ingresada la testigo, en "Black Cobra" es por otros fines... aunque, claro, también tenemos escena de hospital. Joder, si hasta en la jugada sale perjudicado el amigo Callahan, a quien Malone/Williamson le roba la famosa tonadilla del "Sé lo que estás pensando...", aunque con mucha menos gracia, claro.
Por lo demás, pues algunas caras conocidas del exploit italiano (la morbosa Sabrina Siani), música electrónica tan cutre como efectiva, muchos zooms, el aceitoso objetivo de la cámara y en fin, un ritmo tirando a farragoso. Solo los italianos son capaces de producir películas de acción con tiros, sangre y explosiones y lograr que les salgan más chapa que la peor muestra de cine de vanguardia. Increíble.
A pesar de todo, la jugada salió bien, pues "Black Cobra" esputó tres secuelas más, dos dirigidas por Edoardo Margheriti, hijo de Antonio, ("Black Cobra 2 y 3") y una cuarta ("Detective Malone") con el sello Umberto Lenzi y parida a base de material rechazado de las pelis anteriores ya que, por lo que dicen en Imdb, el bueno de Fred Williamson ya no tenía ganas de hacer más. ¡Lógico!.