
Un niño misterioso aparece "de la nada" y es adoptado por una familia típicamente yankee. El chaval se lleva de maravilla con todos y resulta ser anormalmente infalible en todo aquello que hace. Naturalmente no se trata de un niño normal, más bien de un especie de robot inventado por el ejército, que corre a reclamarlo. Pronto, estos entenderán su "humanidad" como un problema y deciden destruirlo, lo que propiciará la huída del chaval directa a los brazos de aquellos que le adoptaron.
Como veis, el parentesco que decía tener con "E.T." no era tan exagerado. Cambia a un marciano, por un niño robot. Haz que ejército y científicos sean los malos y solo quieren destruirle. Mete a una familia de clase media típica de los suburbios que se muere por tener al crío entre los suyos. Y sí, aunque sea un "spoiler" de esos, mata al chaval para resucitarlo luego... y tendrás una platea repleeeeta de lágrimas y cleenex usados, que era algo muy de moda entonces entre productos familiares de esta calaña.
El problema viene cuando, mientras la parte de integración entre humanos del niño está potable y entretenida, toda la huída se hace plomiza de cojones y aburre. Redondeado todo por un happy end lacrimógeno que no funciona porque, básicamente, a "D.a.r.y.l." no le coges tanto afecto como al marciano del dedo luminoso.
En el reparto destacan el crío en cuestión, Barret Oliver, entonces "famoso" por haber protagonizado la -chaposa- adaptación a la gran pantalla de "La historia interminable", sus padres adoptivos, Michael McKean ("Cluedo, el juego de la sospecha", "Mejor solo que mal acompañado" o "Memorias de un hombre invisible") y Mary Beth Hurt ("La edad de la inocencia", "Aflicción" o "El exorcismo de Emily Rose"), y el científico de turno, Josef Sommer ("Único Testigo", "Shaft: the return" o la tercera de "X-Men"). El dire es Simon Wincer, Australiano de nacimiento, que pasaría a firmar pelis tan populares como "¡Liberad a Willy!", "The Phantom: El hombre enmascarado" o "Cocodrilo Dundee en Los Ángeles".
En cuanto a "D.A.R.Y.L.", ni tan siquiera la nostalgia la salva de su mediocridad.