Al mismo tiempo que en los años 40 nacía en los USA de la mano de la E.C. cómics su TALES FROM THE CRYPT, nacía en México EL MONJE LOCO, que sería un equivalente prácticamente exacto. El tal monje, sería una suerte latina del “Crypt Keeper” en una colección que adquiriría un gran éxito en aquellas tempranas épocas.
Lo que nos ocupa, es la adaptación “videográfica” de estos cómics. Y digo videográfica, no ya por que solo se explotara en vídeo, si no porque está rodada en un temprano vídeo de 1984, de maravillosa y costrosa textura, que deja otras producciones de similar índole al nivel de una súper producción Hollywoodiense. ¡Esto si que es video señores! con sus colores apareciendo en los cortes, y esos tonos verdosos taaaaaan maravillosos (si saben algo de vídeo, sabrán a que me refiero).
Hay que decir también, que el amateurismo de la producción se respira por los cuatro costados, lo detectamos en los torpes movimientos de cámara, y los golpes al trípode, como si de un vídeo de boda se tratase, amén de unos encuadres totalmente incompetentes. En el campo del montaje, la cosa mejora… aunque no demasiado.
La película, consta de dos historias anfitrionadas por el monje loco, que si bien no hace acto de presencia hasta el final de la primera historia, luego en la segunda se convertirá en un personaje mas.
En la primera, un seminarista se enamorará de una de sus feligresas hasta llegar a traspasar la frontera entre cordura y locura, y tras ser repudiado por Dios, este decide tomar a su amada, eso si, por la fuerza, lo que desencadenará un trágico final, como no podía ser de otra manera. En el segundo capítulo, dos pobres campesinos se ven agobiados por las deudas. Poseen un crucifijo que el propio monje loco quiere, y que como estos se niegan a entregárselo, les lanza una maldición.
La película no dista en absoluto, tanto en las maneras como en los sosos diálogos de un culebrón mexicano ochentero, de hecho solo falta que salga Verónica Castro por ahí. Y sus argumentos son tan endebles, que hay que rellenar metraje como sea; en este caso, en el primer capitulo lo hacen con el cura y su amada, cantándose el “Ave María” al órgano, enterito. Y para alargar mas todavía, el cura se canta otra canción entera a la guitarra mas adelante.
Mas delirante todavía resulta la presencia del monje loco. En los cómics, este tiene un ojo medio salido y en blanco. En la película han solucionado ese tema, poniéndole al actor en el ojo ¡una pelota de ping pong sujeta con una goma! Y les aseguro que no hay intención cómica (o de “spoof”) alguna en la película. Por cosas del rellenar metraje, también el monje, aparece tocando el mismo órgano que sirvió al cura de la primera historia para cantarse el “Ave Maria”, mientras se pega una sobreactuadísima carcajada de varios minutos. Hilaridad asegurada.
Más chocante resulta el confuso desarrollo de la segunda historia, en la que no pasa nada, no nos enteramos de nada, y se hace referencia en el título a un talismán maldito, que no aparece en todo el capítulo. Menudo despropósito.
Obviamente, la película es para darle de comer aparte. El concepto ritmo no existe en esto, que no parece querer avanzar ni a empujones, pero si estamos armados de la paciencia necesaria, al final sabremos sacarle cosas positivas a esta joyita del infra-infra-cine, que hay que tener muy en cuenta por pionera (en cuanto a vídeo en México, se entiende) y por completamente desquiciada.
Dirige un tal Julio Aldama, de filmografía discreta para lo que son los Mexicanos, y que de lleno en el “Home vídeo”, se marcó un par de películas con títulos tan llamativos como EL EXTERMINADOR NOCTURNO o AGENTE 0013: HERMELINDA LINDA 2.
A descubrir, y reivindicar.