
Lundgren interpreta a un super-soldado Ruso que envían a África con una misión, hacerse amigo de la mano derecha de un revolucionario negro, y llegar a este para matarlo. En el periplo, el muchacho sentirá excesiva simpatía por sus supestas víctimas, lo que le hará dudar y, por ende, fracasar. De nuevo entre los suyos, es puteado de mala manera, pero logra escapar y acaba medio muerto en pleno desierto. Es rescatado por un nómada que le tatúa un escorpión en el pecho y le abre los ojos. A partir de ahí, el soldado se pondrá de lado de los oprimidos y luchará contra los suyos.
Como decía, a "Red Scorpion" le sobra mucho bla, bla... y mucho momento muerto. No sacar más jugo a un Lundgren en estado de gracia, más cachas y bruto que nunca, es un total y absoluto desperdicio. Su relación con el nómada es de lo mejor de toda la peli. Al final, y tras mucho esperar, el baranda se arma a lo bestia y masacra a todos los Rusos malos de la historia. Pero incluso ni tan siquiera esta secuencia nos la pone dura, al estar rodada sin nervio y gracejo alguno. Además, Dolph luce unas pintas algo ridículas (¡¡esos pantalones cortos!!).
Los efectos especiales están guapos, mucha explosión espectacular. Los de maquillaje llevan el sello Tom Savini, que se luce en otro de los mejores momentos de "Red Scorpion", una secuencia de tortura bastante burra... al menos para la época.
En el reparto destacan también M. Emmet Walsh como cargante americano odia-rojos y el carismático Brion James haciendo de... sí, de malo.
Años después hubo una segunda parte totalmente desvinculada de la peli madre y sin los mismos actores. Una serie Z en toda regla carente de interés.