INDIGNACIÓN: Nada más aterrizar, nos encontramos el poster original de la época de la mejor película de Larry Cohen, "La serpiente voladora", vilmente destruído y masacrado. Mal tirado en el suelo. Resultaba genuinamente doloroso ser testigo de cada pisotón que recibía. ¡Mecagontó!, de estar en condiciones, me lo hubiera comprado sin pestañear (bueno, vale, según el precio).
PERPLEJIDAD: ¿Qué otra reacción puede provocar este extraño, horrible, precioso e inquietante cuadro?. A saber de dónde lo sacó el amable caballero que lo tenía expuesto para la venta en su stand... su paradita... hum, bueno, su puta alfombra llena de mierda. ¿Quién lo pintó?, ¿por qué?, ¿qué pretendía?... terrorífico, ¿no?.
ALGARABÍA: A falta de cintas de vídeo, nos conformamos con hurgar en una caja llena de muñequitos. Y Norman localizó para mi este que véis, el de Fraga (muy oportuno, ¿era una señal?) perteneciente a la colección de los "Monclis". La gracia de todo esto es que, tal y como contaba en la entrada que hice dedicada a tales muñecos hace unas semanas atrás, el de Fraga era mi favorito, y por algún extraño motivo, lo extravié... por eso, volver a disponer de el, en un estado de conservación perfecto, y por solo 1 euro, fue toda una alegría.
Hubieron algunas cosillas más (como localizar un tebeo de "Juez Anderson" justo en el momento en que hablábamos de ella, el fascinante álbum de recortes deportivos del año de la pera, muchas cámaras de super 8, un inquietante hombre lobo de gomaespuma...), pero las más destacadas son las tres que aquí les dejo en formato pseudo-fotográfico. Ir a los "Encants" es siempre una aventura.