viernes, 3 de noviembre de 2017

BAD BOYS

“Bad Boys” a estas alturas es una de esas películas de corte carcelario tan míticas de los ochenta, que obtuvo una buena repercusión en su momento pero que, extrañamente, ha pasado a quedar un poquito olvidada con el tiempo.
A parte de que se trate del primer papel importante de Sean Penn, o de que se trate de una película cuyo modelo a seguir sea, en cierto modo “The Warriors”, yo quiero destacar el hecho, absolutamente casual, del parecido que guarda con películas como “Perros Callejeros” y por ende, con el “Cine Quinqui”. Más que parecérsele, podemos decir que se trata del equivalente americano, si bien, esta vertiente juvenil del drama carcelario, no tuvo una continuidad los suficientemente fluida como para hablar de géneros parejos. Todo esto, por supuesto, guardando las distancias.
Dirigida por Rick Rosenthal, director resultón de la era Reagan que también realizó “Halloween 2: ¡Sanguinario!” (que curiosamente, un cine que aparece en “Bad Boys”, tiene este film en cartelera),  “Ruskies” o “Hallowen: Resurrección” y que acabó dando con sus huesos, como tantos otros, en la televisión, cuenta la historia de un par de bandas juveniles que el día de un atraco se topan en las calles de Chicago, originando un enfrentamiento. Este encontronazo degenera en un tiroteo en el que uno de estos muchachos, mata al hermano pequeño del lider de la banda rival. Es capturado e ingresa en prisión, donde se hace el amo de la misma. Buscando venganza, el hermano del niño muerto, acaba violando  la novia del asesino de su hermano, y por ende, entra también en prisión. El encuentro de estos dos delincuentes, además de conformar el grueso de la película, resulta una bomba de relojería.
Condenadamente entretenida esta “Bad Boys”, amén de tener un trabajo de dirección encomiable, y una ambientación desasosegante, en parte, porque el elenco estaba compuesto por carceleros y reclusos reales. Conocida es la anécdota en la que al pasar por el pasillo, Penn, nada más ingresar su personaje en prisión, es cosido a escupitajos por los reclusos. Esto fue idea del actor, que instó a estos a que lo hicieran, y desde luego se consigue una de las escenas más impactantes del film, por su realismo. Y todo funciona como un reloj en la película, porque se apoya en un excelente guion, que estructura con maestría Richard di Lello (que de lelo no tenía nada), que continuó en esta línea firmando unos años después el libreto e “Colors: Colores de guerra” de Dennis Hooper. Y tanto Sean Penn como Esai Morales —al que hemos podido ver, por ejemplo, en “La Bamba”—, están estupendos.
Penn demostraba ser un actor metódico desde el principio del rodaje, sugiriendo que se le hiciera un prótesis que deformara sus dientes para hacerlos parecer castigados por la vida, o yéndose por la noche a  patrullar con la policía, y el director Rosenthal, a los barrios bajos, donde un buen día fue tomado por un pandillero real y fue asaltado por otros que le suponían del bando contrario. Un entusiasmo que ya no tendría hasta “Yo soy Sam”. No el vano, fue el elegido dentro de un largísimo casting que tenía a Kevin Bacon o a un emergente Tom Cruise como firmes candidatos al papel protagonista.
Otra de las excentricidades de Penn, mientras trabajó en la película, es que no permitió que nadie le llamara Sean; a partir de los ensayos todo el mundo tenía que dirigirse a él con el nombre del personaje, o sea, Mike.
Desde luego, su actuación no pasó inadvertida, por lo que durante aquellos años se le consideró el mejor actor joven de su generación. Incluso, consciente de este estatus, poco después de “Bad Boys”, Penn se permitió el lujo de aconsejarle a Tom Cruise que no hiciera el papel que se le había ofrecido en la “Screwball Comedy” “Ir a perderlo... y perderse”, la comedia tipo “Porky´s” que protagonizó Tom Cruise. Obviamente, este no hizo caso, y más, cuando el propio Sean Penn, se había ganado una reputación protagonizando una cinta de las mismas características: “Aquél excitante curso”.
Por otro lado, Penn actuaba con tanta intensidad, que en una escena en la que se fuga del correccional y corre campo a través, este se cayó, rompiéndose el tobillo en la vida real, motivo este por el cual le escayolaron y el rodaje se tuvo que suspender durante las 8 semanas que estuvo con el tobillo roto.
A la vista de todos está lo que ha sido la carrera de Sean Penn a partir de entonces, pero yo creo, que pocas veces ha estado tan bien como en “Bad Boys”; a posteriori, Penn a tendido a sobreactuar, por no hablar de cuando ha hecho de retrasado mental.
La película es un pequeño clásico moderno, una joyita de los 80 casi olvidada, a la que en nuestro país le fue regular, cuando al ser estrenada tan solo congregó a 423.000 espectadores.
De todas formas, estoy pensando, que igual, “Bad Boys”, mejora con los años.
Muy recomendable.