viernes, 31 de julio de 2020

PORNO PARA PRINCIPIANTES

En un principio la idea resultaba de lo más sugestiva: Un cura recibe a un individuo en confesión y este le dice que está intentando reunir a todo el equipo que participó en la película; sabemos así que el cura participó en el pasado en una película. A partir de ahí un flashback nos transporta a los años 80 y ahí somos testigos de la historia de este cura y su relación con el cine. Resulta que es un cineasta amateur que con el fin de sacarse unos duros y así poder pagar la mitad de su boda (la otra mitad la paga el suegro), contactará con un empresario que le propone rodar una película porno. Este, auspiciado por la actriz principal para hacer una película pornográfica, pero también artística,  decide rodar una versión hard de “La novia de Frankenstein”. El cómo se desarrolla el rodaje  y los problemas que le trae con su familia el estar rodando una porno, componen el grueso de la trama. Un halo de posmodernismo mal traído hará el resto.
Se trata de una coproducción urguayo-argentina de factura técnica más que digna que, sin embargo, se las propone mucho más divertida de lo que realmente es. No estamos ante un bodrio tamaño, no nos aburrimos en exceso, pero la colección de clichés (un tipo con una camiseta de “Corrupción en Miami” cuando, probablemente, en aquella época no existía todavía ese tipo de memorabília, o el típico frikardo que trabaja en un vídeoclub), recurrir a la nostalgia y el estereotipo de lo que se supone que fueron los 80, irritan lo suyo.  No ayuda el hecho de que, pese a ser una comedia, hay una carencia de humor terrible. Y transcurriendo en el mundo del porno, el nivel de blancura que se impone durante toda la película (no sale ni una mala teta) es algo con lo que tampoco se cuenta a priori.
En definitiva, una película que de primeras expone unas expectativas que no se ven cumplidas en ningún momento. Todo lo contrario que la colombiana y muy discreta “El man del porno” que parece que va a ser un bodrio y al final es una película muy divertida y estimable.
Dirige Carlos Ameglio, quien hace más de una década, tuvo su momento de prestigio con una extraña película titulada “La Cáscara”, que sentó bastante bien a los consumidores habituales de cine de autor que, por otro lado, hoy ya no la recuerdan. Y ahora Ameglio se reinventa con una comedia de tirón comercial.
Mediocre.

miércoles, 29 de julio de 2020

LOS FOTOCROMOS Y EL PRESS-BOOK DE "LA FURIA DE CHICAGO"

Primera de dos tandas de fotocromos de un par de películas según san Jackie Chan. Dentro de siete días, la otra.












lunes, 27 de julio de 2020

¡YA SOY MUJER!

Si Manuel Summers viviera a día de hoy y se le ocurriera hacer una de las películas que hacía en los setenta, probablemente, le metieran en la cárcel sin ningún tipo de titubeos. Sin embargo la sociedad en los setenta era muy distinta a la actual y actitudes como forzar a una chica o intentar tener sexo con una menor se mostraban en pantalla con total naturalidad, no porque el director sea un amoral, sino porque las cosas en aquella sociedad tardofranquista eran así, y  Summers tan solo las retrataba sin hipocresías. Así, en este film suyo, vemos  de todo. Para empezar vemos desnuda a una menor (o al menos parece una menor. Como sea, no he sido capaz de contrastar la edad de la actriz Cristina Ramón cuando hizo esta película, la cual, después, apenas si apareció en media docena de títulos, todos ellos de corte erótico, por lo que intuyo que, si no era mayor de edad, estaba cercana a serlo), vemos niñas mostrándose sin rubor el vello púbico, vemos perros follando, adolescentes teniendo conversaciones sobre la eyaculación y la menstruación, confesando haber sido acosadas por pederastas o, más fuerte aún,  siendo  la protagonista menor, directamente acosada sexualmente por el padre de una amiga.
Lo que trata Summers, por supuesto, es de contarnos una historia dentro de un universo que parece que conocía muy bien como era el de las inquietudes sexuales adolescentes y no duda en mostrarnos una escena en la que el grupo de amigas juega a los papás y las mamás, como tantos pre-púberes de aquellos años (y supongo que actuales), que descubrían su temprana sexualidad con niños del mismo sexo. Y aquí, con Franco vivo, no pasaba nada porque, repito, las cosas eran así entonces, así de sórdidas y así de naturales. Mientras, la película, precisamente por estas anomalías sexuales aquí normales, se estrenaba en USA en cines para pajilleros bajo el título de “I`m a woman already”, como otras tantas películas de la filmografía de Summers.
Como sus películas anteriores “Adiós, cigüeña, adiós” y “El niño es nuestro” habían funcionado muy bien, Summers se procuró prácticamente el mismo reparto infantil y adolescente de aquellas y cambió de tercio esta vez dándole protagonismo a las chicas, a su despertar sexual y a sus miedos.
Celia es una niña de 12 o 13 años que comienza a experimentar cambios físicos a la vez que va creciendo junto a los niños de su clase. De este modo, va teniendo con ellos sus primeros morreillos, sus primeros tocamientos, sus primeras decepciones. En un determinado momento, el anciano profesor de religión de las chicas fallece por ahogamiento, por lo que es sustituido por un nuevo cura joven y atractivo que traerá por el camino de la amargura a la chicas, sobre todo a Celia, que se enamora perdidamente de él. Para que el cura la haga caso, en secreto de confesión, se inventa tórridas relaciones sexuales con todo tipo de hombres que, más que excitar al cura, le hacen pensar que la niña necesita ayuda psicológica o de lo contrario acabará sus días como una puta.
La película da lo que se espera de una propuesta de Summers, que es un funcional entretenimiento y un drama adolescente que, pese a lo rancio del asunto, por algún motivo funciona. Además, las películas de Summers cobran valor con el paso del tiempo porque poseen una manera de contar historias que hoy no podría ser de ninguna manera, y que se podría tachar absolutamente de sensacionalista, amén de ser una manera de hacer cine que conectara con los bajos instintos del gran público, que no dejaba, ni por lo más remoto, de ser cine de autor.
Vamos, que uno a estas alturas sabe a lo que se expone con Summers. Y está bien.
Obviamente, es uno de los grandes éxitos de Summers que llegó a llevar a los cines a 1.800.000 espectadores, que no es moco de pavo, y, seguramente, más que por el retrato sociológico del que les he estado hablando todo el tiempo, esto se deba al morbo.
En el reparto, habituales de la escudería Summers como su sobrino Currito Summers, su amante adolescente Beatriz Galbó, los hermanos Rodríguez o Emilio Fornet.

domingo, 26 de julio de 2020

CINE DE VER ANO: GEORGE KUCHAR, THE COMEDY OF THE UNDERGROUND

Estas son las cosas que me empujan a odiar internet. Pero también a amarlo.
Hace muchos años que me enteré de la existencia de "George Kuchar: The comedy of the underground". Probablemente fue gracias al estupendo libro "Cine Independiente Americano: Una introducción". Por entonces ya era fan de George Kuchar, mi creador favorito (me produce urticaria usar la palabra artista). Pero pensar en ver el documental era un sueño imposible. Pasaron algunos años más hasta que pude hacerme con una copia de VHS comprada a través de Ebay a un yanki tarado. Era ilegal, así que no se veía demasiado bien... pero se veía. Y fui feliz.
Quien me iba a decir a mi que, transcurrido más tiempo, aparecería en YouTube, entero, a una calidad acojonante (sobre todo si la comparamos con mi copia) y subida -hace una escasa semana- por el hijo de uno de los dos directores, David Hallinger, que poco después se vería metido en algunos reconocidos productos mainstream como 
dire de foto. El otro, Gustavo Vázquez Orozco, era un cineasta que se movía en los márgenes y sigue siéndolo a día de hoy. Como nota curiosa, añadir que el montaje se lo debemos a Curt McDowell, responsable de ese clásico bizarro del porno titulado "Thundercrack!" -según guion de Kuchar- del que hablamos profusamente en un antiguo AVT Podcast (busquen en Ivoox!).
"George Kuchar: The comedy of the undergorund"  es de naturaleza marginal (dura una escasa hora y su vida comercial se ha limitado a festivales) y se rodó en 16mm el año 1983. Gira en torno a la figura del, probablemente, único cineasta underground por el que vale la pena interesarse, George Kuchar. Genuino, divertido, honesto y amante del cine Hollywoodiense y la cultura pop. Olvídense de pretenciosidades, proto-artistas y demás gilipollas afectados. Lo de este señor (y un poco su hermano Mike, pero menos) es distinto, y si no que se lo digan a John Waters, que les robó TODO, lo desprendió de su esencia, añadió una dosis de elemento shock para hacerlo más comercial y se forró a su costa.
Décadas después, se haría otro documental sobre los hermanos, "It came from Kuchar" (recomendado! rula también por YouTube y con subtítulos en inglés), pero carece del encanto de este que les dejamos hoy aquí, completo y en versión original (es lo que hay). Tal vez será por sus 16mm o porque retrata la que es, pa mi, la etapa más interesante de George Kuchar, los años 70. 
Aprovechen! a mi me costó un sindios poder verlo, ustedes lo tienen muy fácil. Y, siendo verano, y con toda la mierda esta del virus, es el momento ideal para sentarse frente a la pantalla, relajarse y darle al play.



DENLE "CLICK" EN LA IMAGEN PARA VER!!

sábado, 25 de julio de 2020

LA CASA DEL TERROR (HAUNT)

A estas alturas casi ofende que pretendan vendernos una película con la trama de "Haunt" (que, para rematarlo, cuenta con una caratula mas bien sosa y un título español anodinamente inimaginativo y previamente explotado para otras dos pelis, "Dark Ride", de trama semejante a la reseñada, y esta): Es la noche de Halloween. Un grupo de adolescentes recalan en una antigua fábrica abandonada convertida para la ocasión en una siniestra casa de los horrores comandada por un grupo de inquietantes individuos enmascarados, entre los que no falta el payaso de rigor. Una vez dentro, descubrirán que todas las pruebas y trampas son genuinas y aquí el que palma, palma.
Pues sí, así de previsible, tópica, recurrente y escandalosamente trillada es esta "Haunt" producida por Eli Roth y escrita/dirigida por Scott Beck y Bryan Woods, señores con algo de bagaje a sus espaldas pero un único título de renombre, "Un lugar tranquilo", donde ejercieron de guionistas. Es casi sorprendente que unos mendas que demostraron tanta creatividad en aquella, hagan gala aquí de tan pocas ideas frescas. "Haunt" recuerda a chorrocientas películas, pero probablemente a "Saw" más que a muchas otras, por aquello de la elaborada ristra de trampichuelas mortales que deberán superar los protagonistas. Hay unas pequeñas pero llamativas dosis de gore, nada del otro jueves, aunque siempre se agradecen.
No obstante, y ahí está la gracia, resulta que la peli funciona. Te lo ves venir todo y los sustos van acompañados de la inevitable e irritante subida de volumen, pero sí, en conjunto está entretenida, luce un acabado digno y cuenta con unos villanos especialmente inspirados y resultones. Puede que el final sea lo más flojo, aunque tampoco es que a estas alturas vaya a hacer mucho por jorobarnos la sensación tirando a positiva que nos deja.
Visible nomás.

viernes, 24 de julio de 2020

LOS CHICOS DEL MÁIZ

Clásico del horror ochentero que en su momento supuso un auténtico hit en nuestro país con casi 800.000 espectadores en salas de cine y una sustanciosa vida en videoclubes y que, basada en un cuento corto de Stephen King, fue una mala película en su momento y es una mala película ahora.
Pese a estar basada en un relato de King, desde luego, y aunque sea demasiado obvio compararlas, “Los chicos del maíz” no deja de ser una mala versión de “¿Quién puede matar a un niño?” De Chicho Ibáñez Serrador.
La cosa va de unos críos que rinden culto a una extraña deidad de los campos de máiz, que, liderados por un extraño niño llamado Isaac, asesinan a todos los adultos del pueblo y sacrifican a los adolescentes que hayan cumplido los 18 años.
Una pareja formada por Linda Hamilton y el de “Treintaytantos” (jejejejeje!) están de paso por el pueblo y atropellan accidentalmente, con su vehículo, a un niño que está en medio de la carretera. Al examinar el cadaver descubren que la garganta del niño había sido cercenada previamente al atropello, por lo que deducen que este ya estaba muerto antes de que ellos 'pasarán por allí' y, metiendo las narices donde no les llaman, comienzan a investigar y se topan con todo el pifostio. Se las tendrán que ver, pues, con todo esos niños tan fanáticos y repelentes.
Revisada con una diferencia de casi treinta años desde que la vi por primera vez —que no me gustó— hasta el día de hoy —que tampoco— la película no funciona por culpa de una cadencia televisiva que provoca el tedio, mientras que todo lo interesante que podría ofrecernos, que es  lo relativo a la secta formada por niños, se ve relegado a un segundo plano por la presencia de los dos adultos protagonistas que nos importan muy poquito y que, para nuestra desgracia, son el móvil de la película entera. En resumidas cuentas, es un coñazo.
Sin embargo,  tiene una puesta en escena estupenda, con esos niños en la cafetería o ese Isaac con su sombrero de amish asomando de manera inquietante por la ventana y dando la orden para que los otros chicos ejecuten una masacre con los adultos. Empieza bien la jodía… lástima que tras ese prólogo se da paso a los títulos de crédito y a partir de ahí todo va para abajo hasta llegar a ese estúpido desenlace con un demonio realizado a base de colorines y animación barata que resulta hasta molesto.
Stephen King, abomina absolutamente de la película alegando que se trata de una de las peores adaptaciones para el cine que se han hecho de una novela suya (y mira que se han hecho malas adaptaciones), pero su opinión cuenta más bien poco. Durante la preproducción estuvo involucrado en la escritura del guion, y cuando los productores se percataron de que las primeras 35 páginas las conformaban una sola escena el la que la Hamilton y el de “Treintaytantos” discutían, su guion fue desestimado y se le encargó una nueva escritura a George Goldsmith. El motivo que se le dio para ser rechazado (casi, despreciado) es que el cine era un medio audiovisual que requería un guion técnico, y que King, sin tener ni puta idea de esto, escribió el guion de manera literaria, como si fuera una novela, algo que, por descontado, no servía. Vamos, que le llamaron inútil. No es de extrañar que tras esto, King arremetiese contra la película de manera descarnada. Aunque verdaderamente, le va a la zaga, porque casualmente, sí que se trata de una película un tanto mediocre.
Como fuere, la cosa tiró para adelante, salió rentable, y hasta el día de hoy se han ido realizando espantosas secuelas que, muy probablemente, no verán reseñadas por aquí, al menos por mi parte.
Sin embargo, no injustamente, “Los chicos del maíz” se ha vuelto con el tiempo un clásico, una película reconocible de la cultura popular, que hasta en nuestro país ha generado que un grupo de rap formado por muchachos con cierta deficiencia mental, tome el título de la película para dar nombre a su apestoso grupo. Eso sí, cambiando la C final de “Chicos” por la K, porque son muy de izquierdas y muy radicales estos Chikos del máiz, cuyos discos no hay un dios que los escuche de lo rematadamente malos, aburridos y machacones que son.  Bien pensado, hasta hacen justo honor a la película.
Muy mala.

miércoles, 22 de julio de 2020

MIS FOTOGRUMOS FAVORITOS 2 - BLOCKBUSTERS (1)

Hace unas semanas pasé por un trance perturbador. Daban "Indiana Jones y el templo maldito" en la tele, así que me senté en el sofá, sonrisa en ristre, dispuesto a disfrutarla como un enano, ya que, como producto genuinamente ochentero que es, afín a los excitantes años de mi adolescencia, siempre me hace gozar mucho y, quieras que no, despierta cierta nostalgia. Todo arrancó bien, como era de esperar. Pero, poco a poco, fui sintiendo una serie de nuevas sensaciones, respecto al film, nada agradables. Comenzaron a molestarme mucho sus arrebatos de comedia. Incluso me incomodaban. Vergüenza ajena lo llaman. Y pronto, vi como mis sentidos se saturaban. Tanto ruido, tantas emociones extremas, tanto movimiento, tanta acción, tanta locura. Se convirtió en un molesto carrusel descontrolado. ¿Qué hice? Quitarla antes de llegar al final.
Sí, duele. Mucho!. ¿Qué había pasado?. ¿Acaso la madurez impedía que disfrutara del que, otrora, era un film que siempre me funcionaba?. A ver, no soy ningún super-devoto de la saga "Indiana". De hecho, ni siquiera la tengo en formato doméstico. Pero sí es cierto que, obvio, son productos que me gustan y de los que gocé mucho siendo jovenzuelo. Ese giro terrorífico no tenía ningún sentido. ¿O sí?.
Reflexionando, me di cuenta de que solo siete días antes había revisado "En busca del arca perdida". Y, fíjense en este detalle: tampoco la terminé, creo que cambié de canal, PERO en este caso no me sentí perturbado ante semejante reacción. ¿Por qué? ¿quizás porque consideraba el "Templo maldito" mejor o la viví más en la época? No lo sé. Lo que sí noté, y mucho, era un descenso de calidad en la secuela con respecto a la película previa. El "Arca perdida" respondía al Steven Spielberg forjado en los setenta, con un sentido del espectáculo elegante, comedido, visualmente muy excitante. El mismo de "Tiburón" o "Encuentros en la tercera fase". Por el contrario, el Spielberg de "Indiana Jones y el templo maldito" era el que iba a piñón, a por la guita fácil. El de los ochenta. El de películas milimétricamente confeccionadas para satisfacer totalmente a la plebe. Productos que parecían más parques de atracciones que largometrajes.
Y entonces, para acabar de poner la guinda amarga a la historia, lo entendí. Estaba opinando igual que los críticos que machacaron el film y lo acusaron, más o menos, de lo mismo que lo acuso yo. ¡¡Qué horror!! me había puesto del lado del enemigo o, aún más acongojante, ahora tenía la misma edad que ellos cuando escribieron sus críticas biliosas. ¡Dolor!.
Claro que también podría ser aquello que, a veces nos pasa, de sentarse a ver una peli que damos por hecho nos encanta y que, por alguna extraña combinación de factores, ocurre casi lo contrario. Pero del mismo modo, también se da el efecto opuesto cuando, transcurrido un tiempo prudente, lo intentamos de nuevo y, ahora sí, el río vuelve a su cauce. No sé.
En cualquier caso, todo este rollete solo era la excusa para soltarles el reportaje oficial que en su día la revista "Fotogrumos" dedicó al estreno de "Indiana Jones y el templo maldito". Sí, ese en el que ya solo viendo las fotos me subía por las paredes de excitación incontrolada. Días en los que, ni por asomo, se me habría ocurrido que, pasadas más de tres décadas, aquella misma película sería capaz de proporcionarme las nada gratificantes sensaciones de las que, cual confesión, he hablado hoy.
¡Que dios se apiade de mi sucia alma!.



lunes, 20 de julio de 2020

TEENAGE MOTHER

El legendario Jerry Gross, antes de convertirse en el rey de la sesión doble y en uno de los distribuidores de cine exploitation con más vista comercial de la historia, dirigió un par de películas en las que ya dejaba más que patente su gusto por el sensacionalismo y lo escabroso. Así que en 1967 y como segunda película de su escueta filmografía, se casca un film de aires modernistas, de naturaleza tan marcadamente exploit, que su visionado casi abruma por la cantidad de incorrección política que se gasta en apenas hora y diez de metraje. Se trata de “Teenage Mother”. 
El tema de las adolescentes embarazadas es algo que les encanta a los americanos. De hecho, hasta el día de hoy, sigue siendo uno de los temas líderes a la hora de tocar el morbo, con reality shows como el “Embarazada a los 16” de MTV, que tenía unas audiencias de miedo. Pero en esta extraña película, el embarazo de la protagonista, no es más que una forma comercial de llamar la atención, para una película que, sí, tiene una adolescente embarazada, pero también traficantes de droga, jóvenes adictos a la marihuana y la cocaína, varios intentos de violación, delincuencia juvenil y, para aumentar el morbo, una escena de archivo con el nacimiento de un bebé que, para traerlo al mundo, se han tenido que servir del uso de violentos fórceps, en lo que es la secuencia más explícita de toda la película. Esa escena, más la inclusión de una subtrama en la que una profesora da clases de anatomía y sexo a los adolescentes, ya la convalidan como una cinta adscrita a esa repugnante corriente de falso cine educativo que fueron los “higyene films”. A todo eso, y para captar al público adolescente, añádanle unas ingentes dosis de música yeyé con las consiguientes escenitas de jovencitos bailoteando el los guateques. Todo muy de los 60.
Olvídense de la muchacha con barrigón del póster: No hay bombos tan contundentes en la película, del mismo modo que ni tan siquiera aparece en esta la muchacha que lo porta en ese cartel.
Así tenemos una parejita que tiene relaciones extramatrimoniales. Por otro lado, tenemos a la profesora de anatomía que les instruye en la materia sexual. Tras pegar un polvo, la parejita protagonista se las verá y deseará con su progenie, cuando ella finge quedarse  embarazada. La asociación de padres de alumnos, culpará del embarazo de la adolescente a la profesora, que por designios de nuestro señor, será asaltada y casi violada por unos jovencitos drogados, liderados por un cocainómano que está a las órdenes de un narco de la tercera edad que le instará a que venda la droga en el instituto de manera violenta. Y, por supuesto, el niño nacerá en un quirófano —o eso parece representar el material de archivo metido ahí a cholón—.
Todo eso nos cuenta “Teenage Mother”. Pero no se dejen engañar por el dinamismo con el que desarrollo la sinopsis: La película se toma su tiempo, y por cada escena más o menos interesante o con un mínimo de acción, veremos eternas escenas de diálogo o escenas correspondientes a las clases de anatomía de la profesora protagonista. Así que, evidentemente, nos aburrimos un poco. Pero dentro de lo que es el cine exploitation de aquella época, esta está medio divertida, gracias a que todo lo que sucede en la película es excesivo.
Más divertido resulta el hecho de que, con el revival sufrido en los USA con este tipo de films a mediados de la década de 00, los aficionados lleguen a afirmar que el equivalente actual a una película con las características de “Teenage Mother” sería “Juno” de Jason Reitman, y no van mal encaminados, sólo que “Juno” es, sin duda, mucho más aburrida que “Teenage Mother” y además tenemos que soportar a la estúpida de Ellen Page.
Por otro lado cabe destacar la frase promocional con la que va acompañada la película, que viene a decir algo así como “La película que explica todo lo que los padres no se atreven a contar”. Pero es que si en la vida real sucedieran las cosas que, con tanta alegría, suceden en el filme, es normal que los padres no se atrevan a contarlo…
Del reparto, compuesto por actores muy malos que no volvieron a aparecer en más películas, destaco el permanente rictus risueño del protagonista, Frederick Riccio, que parece un sosias de John Stamos customizado para aparecer en una película de los años 60. Sin embargo la chica, Arlenne Farber, mostró alegremente su culito al lado del de una jovencísima, pizpireta y deshinibida Debra Winger en la sex comedy “Slumber Party (Fantasías sexuales)”, así como apareció en otros títulos de naturaleza exploit, para acabar apareciendo en calidad de muy secundaria en “French Connection”.
Por otro lado, tenemos la aparición de un joven Fred Willard, que hacía unos de sus primeros pinitos en el cine con esta fruslería.
Dicho lo dicho, bien, divertida. Se puede ver y se puede uno echar unas risillas.

sábado, 18 de julio de 2020

SESIÓN DOBLE: HABITACIÓN SIN SALIDA + EL HIJO

HABITACIÓN SIN SALIDA : Una pareja en plena crisis recala de mala gana en un sucio y siniestro motel apartado del resto del mundo. Metidos en la mugrienta habitación, el marido descubre unas cintas de vídeo. Las pone en el reproductor y lo que se encuentra son escalofriantes imágenes de unos tipos enmascarados asesinado cruentamente a inocentes. Lo peor es que dicho material ha sido grabado en la misma habitación que ellos ocupan. Pronto, se convertirán en las nuevas estrellas del espectáculo "snuff", salvo por el hecho de que no piensan ponérselo fácil a los "cineastas".
El tema de las "snuff movies" es siempre un valor seguro para una trama de horror y/o misterio. La diferencia es que, en este caso, es tratado de manera no excesivamente sórdida. Eso es realmente lo único reprochable a "Habitación sin salida", su falta de crudeza. Considerando el mal rollo que da el asunto, les quedó una película bastante inofensiva aunque, no por ello, menos entretenida, con sus ajustadas dosis de suspense e intensa acción. Dirige Nimród Antal, el típico artesano capaz de facturar cualquier cosa que, sin ser
brillante, resulta perfectamente consumible, caso de sus siguientes incursiones en el ultra-mainstream con "Blindado" o la muy olvidable "Predators".
"Habitación sin salida" tuvo secuela, que en verdad era precuela, producida única y exclusivamente para el mercado del dvd. Recomendable.

EL HIJO
: A James Gunn ya le va eso de darle una pátina de oscuridad al concepto del superhéroe. Lo hizo, y muy bien, en su película "Super", la que le abrió las puertas al universo de "Marvel Studios". Ya asentado en el mainstream total, no podía dirigir un producto tan sombrío y "mal lechado" como "El Hijo", pero sí apadrinarlo desde la producción. Y así procedió.
Y es que "El Hijo" parte de un concepto muy interesante: revisitar el origen del mismísimo "Superman" pero desde una óptica terrorífica. ¿Y si el famoso alienígena con super poderes hubiese sido enviado a la tierra para conquistarla? ¿Y si fuese, en esencia, un ser malvado que sacara provecho de sus capacidades para destruir a la humanidad? Exactamente es eso lo que presenciaremos a lo largo de los 90 minutos que dura esta película, la lenta conversión del "Clark Kent" de turno en una criatura diabólica para mayor asombro, ofuscación y terror de sus sufridos padres adoptivos y los habitantes de esa especie de "Smallville" donde se sucede todo.
Naturalmente, y por razones presupuestarias, nos detenemos antes de que el alienígena se haga adulto, decida lucir su respectivo uniforme superheróico y arrasar a lo grande, pero no importa, porque "El Hijo" funciona un rato. Es entretenida, es inquietante, está bien parida a todos los niveles, reserva algunos momentos de impacto (el gore es limitado pero contundente) y, en definitiva, que está muy bien.
Dirige David Yarovesky.

viernes, 17 de julio de 2020

PSYCHO A GO GO

Cuando Al  Adamson lanzó “Blood of Ghastly horror” en realidad lo que estaba lanzando era un mejunje descontrolado de una vieja y fallida película suya a la que le había añadido metraje nuevo protagonizado por John Carradine para la ocasión. El material que reutilizó, pertenecía inicialmente a la película que nos ocupa, “Psycho  a Go-Go”, que ya de por sí era todo un desbarajuste. Pero ni por esas, ni por más que lo intente, logro conectar un ápice con el universo de Adamson.
Me llamó la atención de esta película, a priori, el trailer que prometía algo realmente descerebrado sobre un sátiro que se divertía violando y torturando a señoritas mientras el actor que le daba vida ofrecía un recital de gestos y sobreactuaciones que suelen ser muy de agradecer en esto del cine de mierda. Y no es exactamente eso; se trata de una película sobre robos de joyas, muy sesentera que, de mal resuelta, acaba, efectivamente, con un desenlace en el que tiene que ver una especie de psicópata retorcido que hace la vida imposible a las señoras. Vamos, que un tipo roba unas joyas, las guarda dentro de una muñeca y luego acosará  la dueña de la muñeca y a su madre, en escenarios nevados o en el puto desierto, con el fin de recuperar lo que ha robado. De las sobreactuaciones del trailer, poco más que en el trailer. Nada, película muerta.
Lo gracioso del asunto está en que por aquél entonces, había una actriz y cantante llamada Tacey Robbins a la que Al Adamson se quería tirar. Para lograrlo, convirtió este extraño thriller en una película para el lucimiento de Robbins, y rodó numeritos cabareteros de la artista en clubes nocturnos, que luego añade a la película sin orden ni concierto,  tornándose un bodrio inclasificable de muy difícil digestión. Ni por esas la película consigue funcionar a ningún nivel.
Desconozco si Adamson llegó a follarse a Tacey Robbins, pero lo cierto es que mientras pudo, enamoradizo como era,  metió a todas las mujeres que se quería beneficiar en sus películas, hasta que dio con la tetuda Regina Carol con la que incluso se casó, y a la que conoció en similares circunstancias que a Tacey Robbins.
Como fuera, la película se estrenó en 1965 y, como no la vio nadie, cuatro años después se reutilizó este material, introdujo nuevo metraje de corte fantástico con  mad doctors de por medio y la estrenó bajo el título de “The fiend with the electronic fiend” para luego en 1971 añadir más material nuevo y  pasar a la posteridad bajo el título anteriormente citado, “Blood of Ghastly horror”, que, paradójicamente, sería una de sus películas más populares. En ninguna de sus versiones este material mejora.
Como suele pasar con mucho del material de Adamson, se creía “Psycho a Go-Go” perdida para siempre… hasta que apareció integra en unas latas en su primera versión y los chicos de Troma la explotaron en DVD con extras más interesantes que la propia película.
No diré de este agua no beberé y puede que regrese con otra reseña de alguna película de Adamson en un futuro… pero, hoy por hoy, aquí se acaba mi relación con él.

miércoles, 15 de julio de 2020

LOS FOTOCROMOS DE "EL CABALLERO VERDE"

James Bond contra Ator. Y los dos luciendo atuendos ridículos. Estos son los fotocromos completos de una marcianada acojonante que nunca he tenido el valor de ver.
¿Osarían ustedes?














lunes, 13 de julio de 2020

MR. SKIN'S THE GRATEST STRIPPER SCENES

Este resumen no está disponible. Haz clic en este enlace para ver la entrada.

sábado, 11 de julio de 2020

ESCALOFRÍO (THE CHILLING)

Siempre me pregunté si los bichos que asoman en la caratula de "Escalofrío (The Chilling)", algo toscos pero bastante espectaculares, saldrían o no en la película. Ya saben cómo funciona esto. Y sí, puedo decir que salen. Todos ellos. El problema es que lucen mejor en la caratula que en la pantalla. Ya no solo por lo oscuro de todo ello (aunque seguramente sea cosa de la copia cerda que vi), también por el nulo gracejo con el que están filmados. De hecho, casi me atrevo a decir que, como peli de zombies, "The Chilling" deja de ser medianamente interesante cuando salen estos.
La trama no está mal. Tiene su coña. Resulta que hay una empresa que se dedica a criogenizar a gente adinerada. Ya saben, para poder revivirla en el futuro. Pero sus responsables no son trigo limpio, trafican con los órganos internos de los fallecidos. En eso que, paralelamente, asistimos a las hazañas de un delincuente la mar de malvado que se llama Joe. Es herido de gravedad durante el robo a un banco. Así que su padre, un ricachón que tiene a media familia criogenizada, decide incluir al chaval en el pack. Llega la noche de Halloween y comienza una fuerte tormenta. El edificio donde están los criogenizados se queda sin electricidad, así que unos seguratas los cogen uno por uno y los llevan al exterior, donde hace más frío. Allí cada uno recibe el impacto directo de un relámpago, que lo hará revivir con aspecto de lechuga antropomorfa. Eso obligará al reparto a combatirlos y destruirlos.
Pues como era de esperar, todo se queda en una buena idea totalmente desaprovechada por un sentido de la estética bastante miserable y la incapacidad de sacar jugo a cualquier elemento más o menos llamativo. Es una de esas pelis planas, frías, impersonales y aburridas que encajarían más como producto televisivo. Una pena.
Nada más comenzar, vemos varios contenedores de criogenizados (a los que llaman "Cryonoids") con nombres tan famosos como los de Chaplin, Disney o Roosvelt. Claro, cuando luego se abren y salen los zombies, ¿entendemos que son esas mismas personalidades que han regresado de la muerte? En ningún momento se aclara el dato, pero resulta hilarante pensarlo.
Al final de la peli todo se resuelve con un gran tiroteo y sendas explosiones que se cargan los contenedores. Su condición de maqueta en un principio convincente queda vilmente delatada con la aparición de un fuego proporcionalmente más grande que los objetos que destruye, un defecto muy propio del cine de bajo presupuesto.
En el reparto sobresalen tres nombres viviendo momentos muy bajos en sus respectivas carreras, Linda Blair, Troy Donahue y Dan Haggerty. Justo entonces, la Blair luchaba para quitarse de encima sus habituales roles juveniles y, por lo visto, aceptó el de "Escalofrío" únicamente porque, por fin, iba a poder dar vida a una mujer adulta de su misma edad. Haggerty era alcohólico y preguntó a uno de los directores si podía llevarse una botella de vodka al rodaje, cosa que, lógicamente, le fue negada, lo que dio pie a algunos problemillas, como cuando desaparecía de plató sin dar explicaciones. También Donahue le había pegado a la botella durante años, solo que en el momento del rodaje ya lo tenía superado y se comportó como todo un profesional.
Jack Sunseri, uno de los directores acreditados, había producido "El foso de la muerte" y quería ser el hombre para todo en "Escalofrío", producir, dirigir y escribir (retocó mucho el guion original). Pero no tenía ni puta idea de nada. De hecho, había jornadas de rodaje en las que ni se presentaba víctima del pánico, así que el director de fotografía, Deland Nuse, acabó viéndose obligado a co-firmar la paternidad del pifostio. 
Guy Messenger se encargó de teclear el libreto, de cuando el proyecto se titulaba "The Frozen Dead", pero accedió a dar todo el crédito a Sunresi y convertirse en "escritor fantasma". Así anduvo varios años hasta que se hartó y puso su nombre en Imdb. Aunque su verdadero interés siempre fue la interpretación. Se le puede ver fugazmente dando vida a uno de los universitarios golfos en "Desmadre a la americana" y recientemente en el "Creepshow" de la caja tonta.
Cuando terminó la post producción, la película se pasó en plan "test" por un autocine y luego tuvo una proyección por todo lo alto + party posterior. Jack Sunseri luchó por conseguir un distribuidor pero no logró estrenarla en salas, así que terminó con el formato recortado en los estantes de los vídeo-clubs.
Ciertamente, no merecía más.

Gracias a Norman por la copia y por localizar la caratula.

viernes, 10 de julio de 2020

EL VIAJE

Película de Roger Corman adscrita al drugsploitation que, en cierto modo, es un pequeño antecedente de “Easy Rider”. Por un lado, porque esta tiene en su haber media plantilla de aquella. Jack Nicholson escribe el guion —con toques autobiográficos basados en sus experiencias y en su ruptura marital—, Peter Fonda y Dennis Hooper, la protagonizan. También tenemos por ahí a Bruce Dern. Y por otro, porque,  indiscutiblemente, esta película le sirvió a Hooper y Fonda de espejo en el que mirarse. Es obvio que tomaron buena nota de esta serie B en la que trabajaron para luego plasmar su locura en “Easy Rider”… Solo que si aquella es una película que pasó a los anales como uno de los pilares del cine de los setenta, esta es bastante mala, tediosa y ridícula.
La cosa va de un individuo que se da a las drogas, concretamente el LSD, en el momento que se entera que su mujer le ha puesto los cuernos. Empieza a frecuentar ambientes de hippies y drogadictos, y comenzará a consumir drogas con ellos. Así, tendrá buenos y agradables colocones a la vez que los tendrá malrolleros; sirvan ambos tipos de colocón para mostrarnos escenas psicodélicas y experimentaloides que compondrán el grueso de la película. Imágenes calidoscópicas, proyecciones psicodélicas sobre los actores que simulan hacer el amor, y toda suerte de efectos baratos para conseguir recrear algo bastante parecido a lo que es un viaje de tripi. Y de verdad, Corman, lo consigue. No es gratuito; durante la preproducción de la cinta, tanto Corman como su séquito de futuras estrellas consumirían LSD con el fin de saber cuáles eran sus efectos para poder plasmarlos en imágenes de la manera más rigurosa posible.  Bruce Dern no, Bruce Dern no quería saber nada del asunto.
El guion fue concebido por Nicholson para hacer él mismo uno de los papeles protagonistas (el de Bruce Dern), pero tras estudiarlo concienzudamente, Corman sugirió que mejor él no apareciera en la película. Y como buen discípulo, Nicholson obedeció.
Pese a que la película abre con unos créditos que, para curarse en salud, advierten al espectador sobre los efectos nocivos de esta droga (cuando lo que pretende en realidad es mostrarnos a gente tomándola sin ningún motivo y pegándose un buen viaje), en Reino Unido, el BBFC consideró que se trataba de una obra de corte sensacionalista y una apología del consumo de LSD, por lo que la película quedó prohibida en Inglaterra hasta 2002 que por fin se pudo comercializar. Claro que en Inglaterra eran muy dados a prohibir todo lo que se alejara un mínimo de lo políticamente correcto. No obstante, aunque estuvo casi 40 años prohibida, durante lustros la película circuló de mano en mano de manera clandestina y pirata.
El film es bastante chungo, puede dar la sensación de que estamos ante una película más o menos cuidada porque su fotografía es estupenda, pero luego el montaje es un amasijo de conceptos e ideas soltadas a su ser a modo de máquina de gotelé. Por otro lado,  hay escenarios y vestuario del medievo que se cuelan en algunos de los momentos oníricos en los que Fonda se come un tripi. No he podido contrastarlo pero es fácil deducir que esos escenarios y vestuario fueron reaprovechados de otra película en ciernes. No sería descabellado.
También tenemos por ahí el cameo imprescindible de Dick Miller… y poco más. Mucha lucecita, mucho colorín, y millones de planos para una trama casi inexistente y que, en el fondo, da bastante lo mismo. La gracia está en ver a toda esa tropa pasándoselo de puta madre en el rodaje y, curiosamente, actuando espantosamente, sin plantearse siquiera lo que les sucedería años después.
Para matar el gusanillo y poco más.

miércoles, 8 de julio de 2020

EL TRAILER DE "HYSTERICAL"

Por fin actualizamos nuestro recién remozado canal de Youtube. Y lo hacemos de la mejor manera posible, con el trailer de una comedia ochentera de segunda división que, al menos yo, siempre he tenido en gran estima, "Hysterical", parodia del cine de terror a mayor gloria de los Hermanos Hudson.
AQUÍ tienen una reseña completa de la interfecta (y la caratula del VHS). Y debajo, disponen del simpático trailer, extraído cerdamente de una sucia cinta de vídeo, como bien demuestra su baja calidad.
Para completar esta entrada, les dejo al final un cartel alternativo de lo más molón.
Espero que disfruten del pitote. Y si no, ya saben que... ¡me impogta un cagajo!.





lunes, 6 de julio de 2020

BEATS

“Beats” es la rara avis de las películas que ambientan sus argumentos dentro de la cultura Hip Hop, porque si estas se centran SIEMPRE en la figura del rapero —exceptuando, quizás, las películas primigenias del género (“Beat Street”, “Wild Style”) que se centraban en la figura de graffitero o el breaker y que eran de un carácter marcadamente documental al intentar retratar un movimiento relativamente nuevo— “Beats” deja al rapero a un segundo plano para centrarse en la figura del “Beatmaker” o “Productor” —que es la persona que se encarga de hacer los ritmos sobre los que el rapero soltará sus rimas—. Entonces, aquí tenemos una historia clásica de superación personal, de salir del barrio hostil a través del talento, en un drama (que le va mucho el drama a las películas sobre Hip Hop) muy al gusto de señoras de mediana edad, que se mueve en un terreno francamente difícil porque, si el rapero tiene el campo de acción de las batallas de rap o de desmostar su valía en los escenarios, el “Beatmaker” es un individuo que no necesita salir de su habitación para demostrar su talento y habilidad. Cualquier escena de elaboración de un ritmo frente a una caja de ritmos o un ordenador, será aburrida y carente de emoción. Lejos de amedrentarse con eso, “Beats” lo utiliza a su favor y nos muestra a un individuo confinado en su habitación por motivos de salud mental. Doble superación.
Un adolescente sufre de agorafobia tras presenciar el asesinato de su hermana, por lo que no puede salir de casa sin que le den ataques de pánico. Pero resulta que este muchacho encerrado en casa, hace unos ritmos asombrosos. Por otro lado tenemos a un ex manager de grupos de rap que en la actualidad trabaja como guardia de seguridad en el instituto. Como este muchacho, debido a su trauma, lleva un largo tiempo sin ir al instituto, el guardia de seguridad se persona en su casa para ver que sucede, y es hablando con su madre cuando se da cuenta de que el chaval hace unos ritmos innovadores. Cuando en un descuido de su madre, este se mete en la habitación del muchacho, será testigo de uno de sus ataques de pánico. No obstante, se las igeniará para, con el talento del chico, volver a primera fila de la industria musical. Pero lo tendrá difícil porque, claro, el chico no puede ni quiere salir de casa, lo que dificultará todo un poco.
Precedida de críticas positivas, se trata de un producto Netflix de lo más curioso, que aun entretenido (que lo tenía chungo) y original en su planteamiento, al final se prodiga como un drama de estructura televisiva que, difícilmente, llega a enganchar del todo y a duras penas pasa del aprobado. Aunque se valora el intento de hacer algo diferente. Sin embargo, el neófito se quedará igual que estaba después del visionado, porque el tema de realizar ritmos no queda muy bien explicado. Es más, si no sabes de que va el rollo, el espectador se quedará un poco extrañado porque no comprenderá que hace ese individuo tocando botones, ni entenderá el proceso de lo que es hacer un ritmo. Aunque, supongo, que serán pocos los neófitos que se acerquen a una película sobre un individuo que hace ritmos de rap.
La estructura televisiva, no es culpa de la plataforma que se empeñe en lanzar productos de esta índole (dios sabe que intenta hacer películas lo más mainstream posible, otra cosa es que les salga), más bien sería culpa de su director, Chris Robinson, que si bien se ha ganado la vida realizando videoclips para reputados raperos, su experiencia en la ficción es eminentemente televisiva y se reduce a un par de escarceos con el cine indie con la película “ATL” y, luego ya,  “Beats” y uno de los episodios de la serie “Wu Tang: An American Saga”. Vamos, que no le tiene el pulso medido a la ficción porque es medio novato en esas lides.
En el reparto, jóvenes promesas del mundo del espectáculo de Chicago, lugar donde se desarrolla la película, y el protagonismo de un delgadísimo Anthony Anderson que, curiosamente, dio vida a un “Beatmaker” en la estupenda “Hustler & Flow”, con lo que algo familiarizado estaría con el tema. Aquí, es el ex manager entendido en la materia.
Normalita. Se puede ver.

sábado, 4 de julio de 2020

PESADILLA INTERMINABLE

Hablar de "Pesadilla Interminable" significa hacerlo de "Noche en el tren del terror", indiscutible clásico del "trash" que por estos lares hemos tratado a fondo en formato escrito y audiovisual. Si no la conocen, decirles que se trata de una película de capítulos con la curiosidad de que, la mitad de ellos, son largometrajes con vida comercial propia que el productor redujo a trizas y manipuló hasta convertirlos en cortometrajes estética y narrativamente afines al pitote. Lo que viene a continuación es la reseña de la versión larga de uno de esos capítulos, se titula "Pesadilla Interminable" e internacionalmente se la conoce como "The Nightmare Never Ends" o "Cataclysm".
Cuenta la historia de un abuelo judío que reconoce, tele mediante, al nazi que le atormentó durante su estancia como prisionero en un campo de concentración. Pero hay un problema, el tipo en cuestión no ha envejecido nada. Se lo explica a un detective amigo y vecino que decide investigar cuando el judío la palma, descubriendo que el ex-nazi es en realidad el mismísimo demonio. Paralelamente a esta historia, nos narran la de un escritor que se ha hecho famoso porque en su nuevo libro habla de la demostrada no-existencia del Todopoderoso. Resulta que su mujer tiene pesadillas (interminables) con el ex-nazi/demonio, quien se ha encaprichado de su esposo y le va a proponer que se una a sus filas de adoradores.
Pues bien, había visto "Pesadilla Interminable" en su versión resumida para "Noche en el tren del terror" y, claro, gracias a los patéticos monstruos de stop-motion y demás trucajes cutres que aparecen en esta, estaba convencido de que, en versión íntegra, debería ser una fiesta de risa y descojoncio. ¡Sacro error!. La cruda realidad es que se trata de un thriller sobrenatural algo tosco y pobre, sí, pero bastante sobrio y no excesivamente peñazo. Lo más sorprendente es descubrir que los monstruos horribilis y los demonios de careta carnavalesca son añadidos que le encasquetaron para la versión acortada de la antología, pero que en la original no están por ningún lado. Únicamente en el desenlace ambas versiones coinciden en cuanto a truculencia y tal, pero es evidente que el artífice de "Noche en el tren del terror" buscaba contentar a la audiencia juvenil con los efectos especiales y las guarrerías que tanto escasean en "Pesadilla Interminable". Fascinante y regocijante. A cambio, tenemos alguna idea descabellada y que a día de hoy aún no comprendo, como la inexplicable aparición de una tribu de indios mohawk en el salón de casa del demonio (???).
Los actores son los mismos que "Noche en el tren del terror", claro, el alcoholizado Cameron Mitchell y un Richard Moll luciendo peluca... o un pelo que lo parece. La obra la firman tres energúmenos: Phillip Marshak, Tom McGowan y Gregg C. Tallas. El guión sigue siendo cosa de Philip Yordan, que aún sin estar a la altura de sus títulos clásicos y logros, es evidente que no alcanza las cotas de patetismo extremo bien visible en la versión acortada de esta curiosa peliculita.

viernes, 3 de julio de 2020

THE SEXPLOITERS

El título no puede ser más explícito ni más acertado, ya que estamos ante un genuino nudie cutie de mediados de los sesenta —de los de más baja estofa— que, efectivamente, tiene como principal premisa explotar el sexo.
Pero en este film, el término “Sexploiter” es utilizado para denominar a señoras y señoritas que se prostituyen a cambio de unas monedas. Obviamente, los sesenta y el subgénero son muy ingenuos, y el tipo de prostitución que estas señoras ofrecen es tan solo dejarse fotografiar por señores de mediana edad que lucen las sienes plateadas en el mejor de los casos, son calvos en el peor o, directamente, igual de feos que gorilas. La cosa comienza con un prólogo en el que una de nuestras protagonistas acude a casa de un gañán que pide ser fustigado con un látigo, en una secuencia desopilante.
Así, estas señoras (o señoritas), acuden a lo que se supone que es una academia de modelos desde la cual les indicarán cual es el servicio que deben ofrecer al cliente. Y, de esta forma, tenemos el festival de bailecitos, destetes, tías jamonas posando en pose provocativa, y tíos asquerosos sacándoles fotos mientras ponen cara de salidos. No hay más.
La gracia del asunto está en el poco cuidado que se le pone a todo lo técnico en la película, por lo que predomina un montaje terrible con saltos de eje criminales, desencuadres a cascoporro, y una escena que representa una sesión de fotos en la que, mientras que las chicas que posan están en el interior de un estudio, el tipo que les saca fotos están en plena calle, en el campo, pero se supone que están todos en el mismo lugar... Por lo demás, nada nuevo que no hayamos visto en otros nudies. No tenemos atisbos de comedieta a lo Herschell Gordon Lewis, no tenemos imaginería pop a la “La vida sexual deFrankenstein”, ni tenemos nada. Si acaso un par de jamelgas muy monas y otras que parecen orcos.
Sin embargo es una película que goza de cierto culto en los USA por tratarse de uno de los nudies más olvidados de la época, que estaba práctimente olvidado hasta que, en un alarde de postmodernismo, alguna distribuidora lo recuperó, restauró —de aquella manera— y lo puso a disposición de los retro-pajilleros.
Más interesante resulta alguno de los implicados en esta película porque, por un lado, tenemos a la dirección a Al Ruban, que firma con esta su única película como director, pero que en años posteriores se convertiría en productor de los films más populares de John Cassavetes (“Opening Night”, “Así habla el amor”) o cintas mainstream como “París Texas”, mientras que toda su carrera la desarrolló haciendo distintos oficios para el cine, ya fuera como actor (aparece en “La cosa del pantano” de Wes Craven) o como director de fotografía de las más variopintas y oscuras películas. También aparece como actor en esta, sin acreditar, del mismo modo que lo hace C. Davis Smith, también involucrado en el cine de Cassavetes, director de sexploits los cuales firmaba con diversos pseudónimos (Charles Lamont sería el más conocido) y que cogió la cámara en infinidad de películas. Ambos, Ruban y Davis Smith, dan vida en “The Sexploiters” a los señores calvos, feos y agorilados a los que hacía mención al principio de la reseña.
Por lo demás, poca cosa. Una gota en un mar de nudies. Ni tan siquiera destaca por ser la niña fea de la clase.