En esa ocasión, y a modo de sabroso "cliffhanger", comenté mi asistencia al Festival de Sitges para ver la tercera entrega y, a ser posible, traicionar mis principios haciéndome una foto junto a "Art". Bien, ya las adelanto que esto no ocurrió. Y no porque a último segundo decidiera evitar caer en la tentación, simplemente porque la ocasión jamás se presentó. De hecho, una de las grandes decepciones de mi experiencia (sí, hubo otras) fue que el actor oculto tras el maquillaje blanco, David Howard Thornton, acudió sin el disfraz. Vestido muy elegantemente con traje y corbata. Claro, normal, el hombre debe estar hasta la polla de pasar por la tortura de su caracterización... pero, en fin, habría sido gracioso. No obstante, sí es cierto que durante la presentación se prestó a efectuar algunas cucamonas muy ocurrentes "al estilo Art". Entre ellas, básicamente, mandar a la audiencia a tomar por culo (¡¡es lo que habría hecho el payaso infernal!!). Aquella noche hubo ambientazo en el cine. Estaba hasta la bandera y la predisposición al gozo era total. Aplausos, aullidos, gritos.... incluso el director, Damien Leone, comentó lo maravillosa que le parecía toda aquella energía acumulada.
Comenzó la película con, obvio, un primer crimen bien truculento, por aquello de dar la requerida carnaza a la hambrienta e impaciente manada. Y funcionó. Esta estalló de puro entusiasmo ante la imagen de un "Art" masacrando a una familia al completo el día de Navidad (eso sí, sin atreverse a mostrar el "escabechinamiento" de los críos). Sale el título... comienza la película... y con ella los problemas.
Pues eso. Ha llegado Santa Claus y todo son luces de colorines, abetos decorados y regalos. La "final girl" de la entrega precedente acude a casa de su tía para celebrarlo. Por desgracia, "Art" regresará "de la tumba" dispuesto a tomarse la revancha. Suerte que el trecho hasta su objetivo es largo, y viene repleto de personajes listos para ser desmembrados, aplastados, quemados, cercenados, congelados, reventados y desollados.
Además del parimiento de un nuevo psycho-killer icónico, lo que ha logrado la saga "Terrifier" (muy especialmente las segunda y esta tercera dosis) es parecido a lo que "Viernes 13", "Re-Animator" o "Hostel" lograron en sus respectivos momentos, hacer llegar el gore a las plateas mainstream y profanas. En cuanto estas se habituaban a un "tipo de carnicería", venía otra película que incrementaba la explicitud y transgresión. Y la rueda volvía a girar, para sorpresa y gozo de una nueva generación. Con "Hostel", aquella clase de guarrerías que, hasta entonces, solo podíamos ver en producciones alemanas semi-amateurs grabadas con cámara de vídeo, a base de violencia sexual, sadismo y sordidez, llegaron a las grandes pantallas apadrinadas por el "hombre del momento", Quentin Tarantino, y fue todo un éxito (cojones, si hasta mi padre la vio únicamente porque el director de "Pulp Fiction" brillaba por encima del auténtico perpetrador de la jugada, Eli Roth). Con "Terrifier 3" ese sadismo y esa violencia sexual (sí, me refiero a la escena de la sierra mecánica. Materia que podría considerarse la respuesta de Damien Leone a ciertas acusaciones de misoginia. Bien mirado, no deja de ser como el famoso aserramiento de coño de la entrega precedente, pero "al revés") llegan hasta los telediarios de canales generalistas, los móviles de medio mundo, los impresionables ojos teenagers y sus respectivas aplicaciones. Es el gore llevado a una cantidad, calidad, detallado sadismo y explicitez jamás vista por el espectador medio. "Hostel" todavía incorporaba una trama en desarrollo, un "algo". "Terrifier 3" es puro "efecto porno". Todo el mundo sabe, asume y perdona que las escenas intermedias, aquellas que los intérpretes abordan con mayor interés, considerándolas un escaparate de sus genuinos talentos, y Leone -al que siempre le ha gustado mucho culebronear a base de dramas familiares-, con la ambición de demostrar sus capacidades como director de actores, importan un pimiento. ¡¡Y con razón!! Son mero relleno. Lo que queremos ver, lo que dejará huella, recorriendo el mundo a través de internet, aquello de lo que se hablará, son las escenas de Art mutilando alegremente. Por lo que duelen, pueden ofender, molar en su demencia... y, a lo tonto, tal vez, gracias al éxito de la franquicia, el efecto especial físico, a base de látex y goma, recupere su condición de estrella del espectáculo. Damien Leone está demostrando a las nuevas generaciones, acostumbradas al CGI, que el gore hecho a mano es mucho más efectivo y llamativo.
Y la cosa ha salido de fenómenos. Al menos a nivel popular, mediático, "Terrifier 3" está cumpliendo con su cometido. Hay quien dice maravillas de ella, dejando que el gore le ciegue. No, amigos, no, "Terrifier 3" es muy muy mediocre como conjunto. Tirando más a palizas. Solo que, sí, cuando Art asoma, gana muchos enteros y "disfrutas" presenciando la ultra-salvajada de turno (se habla sin parar de los trucajes físicos, pero el audio tiene un papel super importante en esos buenos resultados). Ello provoca que, mucha parte de ese público, que jamás iría a ver una película como esta si no fuese porque todo dios habla de ella y sale un payaso malo estilo "It", acuda y se encuentre con semejantes barbaridades, tan brutalmente milimetradas, que le superan e invitan a salir por patas o incluso, dicen, echar la pota. Algo que, siendo la clase de producto que es, resulta harto beneficioso para su reputación.
Siendo justos, diré que, escenas cruentas aparte, funcionan también bastante bien aquellas un tanto surrealistas, casi Lynchianas, que nos presentan al payaso criminal en su "intimidad", acompañado por la tiparraca del rostro hecho puré. Son bastante inquietantes. Y mola mucho el momento en que Art "hiberna" en su balancín. Me recuerda a uno de los mejores momentos del primer "Terrifier", la escena de la pizzería con el asesino mirando fijamente a sus dos futuras víctimas. ¿Me estás viniendo con el cuento de que esa sutilidad, esa atmósfera, esa sensación de peligro y amenaza, supera en méritos a todo el gore que le sigue? ¿de verdad te vas a poner en modo "crítico rancio"?.... ¡¡naaaah!! por supuesto que la escabechina consiguiente está que te cagas pero, en fin, al menos remarcar que, cuando quiere, Damien Leone sabe parapetarse tras algo más que litros de hemoglobina. Y, si es necesario, pediré perdón por mi descarado atrevimiento.
No olvidemos mentar los cameos de las celebridades "cult" en "Terrifier 3", muy pensadas para los ojos del fan, siempre tan conformista si le das lo que se pirra por ver: Clint Howard, Daniel ("Los Tachuelas") Roebuck, Tom Savini + una que se me escapó, Jason Patric. Obviamente, ninguno se hubiese prestado a ello de no ser la franquicia el fenómeno que es hoy, uno del que no tengo muy claro aún los motivos pero, indiscutiblemente, funciona. Resulta muy difícil evitar sentir cierta simpatía por "Terrifier" y su peculiar universo. A pesar de los pesares. De momento, se ha llevado mejores críticas que la secuela de "Joker". Y habrá que ver cómo le va en su paso por salas, allí in the USA (se estrenó justo ayer). Como arrase, será la repolla. Que un producto tan radical, extremo, semi-marginal y de nicho se convirtiera en un "hit", sería lo -casi- nunca visto. Me imagino a los directivos de las grandes corporaciones rascarse la cabeza azuzados por la pura incomprensión. "Pero esto no podemos replicarlo, es demasiado violento" dirían. ¿Fichar a Damien Leone? ¿invertir capital en "Terrifier 34"? ¿rebajarle el ultra gore, cuando es su absoluta razón de ser? El director, consciente que el éxito depende totalmente de la fidelidad hacia su audiencia, ha sido lo suficientemente asusto como para esquivar esa imposición por parte de sendos estudios interesados en contribuir económicamente a la tercera entrega. ¿Hasta cuándo aguantará? No sé ustedes, pero a mi este culebrón me pone requetemucho.