viernes, 29 de septiembre de 2017

CLOWNTERGEIST

Los italianos eran la monda con todo esto del “Exploitation”, tanto que en lo que ha aprovecharse de films de éxito se refiere, crearon cierta escuela. O eso me gusta pensar cuando cutres productoras americanas deciden sacar provecho del éxito de turno, máxime si como es el caso de la película que nos ocupa, se dedica a expoliar santísimas películas en una sola.
Aunque dudo ciertamente que los artífices de esto tengan siquiera referencias italianas a las que imitar. Por otro lado, aquellos plagios italianos buscaban engañar al espectador ingenuo y  europeo, y un tanto desinformado, aquél espectador que posiblemente fuera a ver el plagio italiano pensando que era el original.
Ahora los tiempos han cambiado, el espectador sigue siendo tonto, pero tiene más mala leche, y un vulgar exploit del éxito de turno ya no cuela. Ahora lo que consigue que cierto exploit se venda, es el hecho de que es un expolio descarado de un film de éxito, y su público, fandom postmoderno dispuesto a zamparse el mayor truño porque en sus círculos eso es “Cool”. El mismo público que endiosó en su momento “Troll 2” y que luego cuando se cansó lo condenó al ostracismo.
Justo en ese tipo de exploit se haya “Clowntergeist”. Y su condición de película  jeta y cara dura es el principal atractivo de cara a la galería.
“Clowntergeist” aparece en vídeo y plataformas digitales justo la misma semana en que se estrena mundialmente en cines el remake de “It”. Pero para rizar el rizo —consecuencia de las descabelladas propuestas de, por ejemplo, “Sharknado”— además de ofrecernos en su poster un estupendo payaso malo, se aprovecha también de otra franquicia con  payasos en su haber como es la de “Poltergeist”, teniendo en cuenta que recientemente Tobe Hooper ha fallecido. Doble dosis de cara dura. El público fandom, con la fiebre de la adaptación de Stephen King, se percata de esta nueva serie B direct-to-video, y ya que está la compra. Negocio asegurado.
Y por supuesto, para no perder la tradición, el poster chanante engaña vilmente al personal, porque luego el payaso que aparece en la película no tiene nada que ver con el del poster; es un señor disfrazado de payaso y ya está, más cercano al payaso de “Gacy” que al de “It”. Pero da lo mismo, porque la película es guay también por esto. Y así.
Dispuesto a a enfrentarme a este pedazo de bodrio, comienzo a verla, y la cara dura se hace patente desde el primer minuto, dónde vemos que, al igual que en “It”, los globitos rojos hacen acto de presencia y se prodigan como los grandes protagonistas de la cinta, si bien, ese es el único punto en común que “Clowntergeist” pueda tener con “It”. Tampoco se parece en nada a “Poltergeist”. A lo que voy es que el engaño esta tan solo en la forma de venderla, porque luego la película tiene vida independiente, me refiero a que es un film que no mama en absoluto de los dos de los que en su promo se aprovecha.
E incluso, no es tan, tan malo como cabía  esperar, es malo sin más.
Cuenta la historia de un par de chavalitas que hacen su vida en un pueblucho cualquiera de la América profunda. Una de ellas tiene terror a los payasos. Así que vemos el día a día de estas chicas en sus trabajos, sus amigos, cuando un buen día, un payaso demoníaco hace acto de presencia en sus vidas y les hará la vida imposible. Empieza así un festival de sillas que se mueven, algo de gore, y un payaso del infierno que deglute carne humana. Luego ya el tedio hace el resto.
Sin más, un producto que nace y muere en sus intenciones mercantiles. No tan pestilente como pensaba.
Claro, eso es porque el director, un cortometrajista en ciernes con aspiraciones a ganarse la vida haciendo cine, está hambriento, y en esta, su primer película, pone toda la carne en el asador, poniendo algo de ritmo y dignidad a un producto que se le encarga con malsanas intenciones.
Por ponerle algo, decir que me han gustado mucho las dos actrices protagonistas, lejos de ser los bellezones característicos de este tipo de películas, son dos “vecinitas de al lado” que hacen sus interpretaciones lo mejor que pueden, y no lo hacen nada mal. Ellas son Britany Belland y Monica Baker, forjadas ambas en el mundo del cortometraje de terror independiente y la serie Z del nuevo milenio, siendo este su trabajo más destacado.
Ver y olvidar.

miércoles, 27 de septiembre de 2017

LOS FOTOCROMOS DE "CIUDAD MUY CALIENTE"

Un hito —no muy allá— que juntaba en una misma pelí a Clint EastwoodBurt Reynolds.
Y aquí, sus fotocrometes!!










lunes, 25 de septiembre de 2017

MANOS DE SEDA

Una pava de buena familia, ya entrada en años, está casada con un déspota que la ningunea, además de ver porno –sin masturbarse- y llegar a asegurarle que las chicas del porno que ve no le dan la brasa como si se la da ella. Harta de esta situación, se tira a un pasmarote que previamente le roba la cartera, se enamora de él, y como este es un viva la virgen que juega al poker, juntos planean desplumar al borde del marido ya que considera que el tipo con problemas para  hablar que ha conocido en un portal mientras la robaba,  es mejor que el marido que parece el mismísimo Dr. Muerte de lo malo y canalla que es. Todo ello descifrado como en un jeroglífico, durante la hora y veinte que dura la película. La hora y veinte más dura de mi vida.
Película Española de finales de los 90, adscrita al thriller, género este que siempre se ha dado muy mal en nuestro país, y del que se estrenaron como churros durante esos años, finales de los 90, primeros de los 2000, una variada paleta de títulos.
Son todas esas películas muy malas; la que gozó de más prestigio y popularidad, “La caja 507” en realidad está sobrevaloradísima. “X”, era más mala que un dolor. E incluso cuando se mezclaba el género con la comedia, con “Dos tipos duros”, el resultado era un espanto.  Y en todas ellas estaba Antonio Resines.
“Manos de Seda”, sin embargo, destaca y brilla con luz propia por encima de todas aquellas basuras, en primer lugar, porque en ella no está Antonio Resines, y en segundo porque probablemente, no haya encontrado jamás peor película que esta. Pero olvídense del concepto “Malas que son buenas” (o como el título de nuestro Pest Seller reza, “Malas pero divertidas”). Les juro que me ha costado sangre, sudor y lágrimas acabar el visionado de esta cosa tan insulsa.  Es insufrible: Desprovista del más mínimo carisma, con unos actores que están pensando en el cheque, dirigidos con el ojal, y soltando por esa bocaza de mala manera, las frases y diálogos más estúpidos del cine Español.
Jorge Sanz, el protagonista, aparte de lo mal actor que ha sido siempre, está espantoso. No llega a las cotas de patetismo que alcanzó cuando su personaje se emborrachaba en “Tocando Fondo” (que, paradójicamente, aquella película estaba muy bien), pero no se me ocurre peor actor para que interprete a un carterista que sobrevive shirlando carteras y jugando timbas de poker. Es tan malo, que hasta se nota que está recordando las frases mientas interpreta.
Su partenaire, Carmen Elias, es bastante mejor actriz que Sanz, pero como toda la existencia de su personaje, es ridícula, pues ella, pobrecita mía, parece imbécil.
Por no hablar del que interpreta al marido, Puede que sea Jorge de Juan, porque no le he visto en muchas más pelis. Pues como sea, este maromo, para que veamos que es malo habla siempre como entre dientes, y forzando la voz, poniendola ronca como si fuera un Viggo Mortensen cualquiera en “Alatriste”.
Y los exteriores de la película, de barrios perifericos imprecisos, son los más feos que he visto en mi vida.
Espantosa, espantosa, y espantosa.
La película, por su época, está rodada en 35 mm. pero mientras la veía, me la imaginaba filmada en vídeo, que es como se rodaría a día de hoy,  y por una mera cuestión de texturas, se notaría el poco talento que tiene, no ya el director, sino todo el equipo, a la hora de hacer este despropósito. El 35 mm. camuflaba bastante la incompetencia de los cineastas.
A mi me gusta ver películas malas y Españolas cuando me reuno con los compañeros de este blog (Disfrutamos mucho en su momento de “88” y disfrutamos de “Skizo”), pero mucho me temo, que “Manos de Seda”, vista en parroquia, hubiera sufrido una pulsación de “Stop”, pasados diez minutos. Casi mejor solo, al menos, para poder llevarme las manos a la cabeza con este “WTF”, la he visto entera.
La película la distribuyó Columbia Pictures, el director César Martínez Herrera asegura que gran parte de los 180 millones de pesetas que costó (no se lo creen ni ellos) se fue en promoción, y consiguió congregar 48.000 espectadores en las salas de cine.
Teniendo en cuenta que los primeros 40.000 son de entradas compradas por la misma compañía para cubrir la cuota, saquen sus propias conclusiones.
Por todo ello, merece la pena echarle un vistazo, que es lo mínimo que merece una película. Por espantosa que sea.

jueves, 21 de septiembre de 2017

THE DEFENDERS

A rasgos generales me gustan las series que Marvel elabora para el canal Netflix. La primera temporada de "Daredevil" fue una grata sorpresa gracias a su tono oscuro y su tremenda violencia. La segunda me complació menos. Creo que el rollo místico no casaba bien con el resto de ingredientes, salvo por el más sabroso de todos ellos, "The Punisher". "Luke Cage" me aburrió soberanamente, parecía un dramón dirigido por Spike Lee, y el segundo capítulo fue el último para mí. Ni me molesté con "Jessica Jones", pero por puros prejuicios. No me gustan los superhéroes con vagina (y esta es especialmente cargante por su rollo macarrilla). Y finalmente tenemos a "Iron Fist". En un principio dudé, venía de "Luke Cage" y temía encontrarme con idéntico "muermismo", pero resultó ser una serie tontuna y simpática que, a diferencia del segundo "Daredevil", hacía buenas migas con el misticismo (un poco de chichinabo, eso sí).
Por todo esto, era inevitable que la curiosidad me matara con respecto a "The Defenders", el "Vengadores" de baratillo que junta a todos los arriba mentados. Para la ocasión los malos que han ido apareciendo a lo largo de las series previas -al menos las que he visto-, La Mano, están preparando una buena escabechina en la ciudad de Nueva York. Ello hace que, por avatares del destino -que no se materializan hasta el tercer capítulo-, "Daredevil", "Iron Fist", Luke Cage y Jessica Jones se rejunten, unan fuerzas y decidan desbaratar los planes de la "villanada" que, con el fin de darle más caché al proyecto, cuenta con Sigourney Weaver como jefa y la resurrección de... bueno, mejor lo ven.
En cualquier caso, consumí todos los capítulos y los soporté bien, pero al finiquitar el tránsito me quedé con un poso raro. Como que lo visionado no acababa de funcionar ni trascender. Una serie con cuatro superhéroes juntos y una villana de alto copete creo que tendría que haber sido más explosiva. No sé. Y lo que le sobra es prescindible palique y más palique. Entiendo que cuando el presupuesto no es muy generoso hay que buscarse la vida para compensar la falta de chicha... pero justamente el talento reside en saber salirse airoso de tal desafío, y eso es algo que no se acaba de vislumbrar en "The Defenders". No solo es que haya mucho "bla, bla", es que este resulta repetitivo y materializa en palabras lo que nuestros ojos y cerebro ya habían captado previamente a través de las imágenes. Es tan verdad como que las secuencias de yoyas molan mucho, sobre todo la primera que reúne a la súper pandi, pero hay pocas y, a la larga, se hacen también muy repetitivas. ¡¿Pa cuando otras maneras de combatir el mal que no estén ligadas a rasgos propios de las artes marciales?!. Al final lo que ocurre con "The Defenders" es lo que lleva ocurriendo con el arte audiovisual desde lustros: Si no tienes muchos medios a tu alcance, evita ambiciones desproporcionadas.
No obstante, y a pesar de mis vocablos, pienso seguir dándole una oportunidad a todo producto Marvel/Netflix que me pongan a disposición. Siempre hay algo interesante en ellos y merece la pena por lo menos testearlos. Ahora le toca el turno a la serie del "Punisher" en la que, entiendo, se recuperará el tono urbano, realista, crudo y contundente de la primera temporada de "Daredevil" (y las partes de la segunda en las que salía el de la calavera). Dicho de otra manera, me cago de ganas de verla.

lunes, 18 de septiembre de 2017

POPEYE

Popeye es un personaje que de siempre me ha obsesionado. Poco a poco he ido coleccionando una buena cantidad de sus cortometrajes animados, o de los largometrajes a base de cortos que se estrenaban en cines españoles, que me instaron incluso a montar el mío propio, aprovechando la coyuntura que me ofrece el dominio público de esos cortos, y ser uno de los responsables del sello “Vial of Delicatessens”.
Y ahora esa obsesión se acrecenta con el descubrimiento de las tiras cómicas de su creador, Segar,  y de Bobby London, quién magistralmente continuó con el trabajo de Segar en los ochenta, modernizando a los personajes y utilizándoles como portavoces de sus protestas hacia unos editores que eran más tontos que la madre que los parió, y cuya estrechez de miras contribuyó al despido de uno de los más grandes dibujantes de Popeye, y cargarse así una obra  maestra del cómic contemporáneo y quedarse tan panchos. Pero eso es otra cuestión mucho más larga de la que quizás les hable en otro momento. Pero si gustan, “Kraken” está editando esas maravillas en España ahora mismo. Del autor que más dibujó a Popeye, Bob Sagendorf, poco he visto, y lo poco que he visto tampoco era muy sugestivo,  como tampoco lo es lo de su actual dibujante en prensa, Hy Eisman. Me gustan, sí, pero lo de Segar y London es que me vuelve loco.
Al margen de esto, que yo soy consumidor de Popeye hasta límites insospechados, me resistía a volver a ver la famosa película de RobertAltman. Es unánime, todos la vimos de pequeños esperando una cosa, y recibimos otra, en el recuerdo, bastante aburrida. Así que en plena fiebre “Popeyera”, considero que es un buen momento para recuperarla y ver como afecta el visionado a mi mediana edad, y sin volver a  haberla visto desde que era un infante. “Popeye” es una cosa muy rara, muy bizarra, y he llegado a la siguiente conclusión; o bien mi amor hacia el personaje me ha hecho perder toda objetividad, o bien “Popeye” es una película muy buena pero muy poco indicada para el  público infantil.
Como fuere, “Popeye” cuenta la historia de un marinero rudo y tuerto, que en busca de su padre perdido, llega a un lugar llamado Puerto Dulce, y se amoldará a esa fauna a las mil maravillas. Conocerá a Rosario (Olivia) de a cual se enamorará, a Pilón que come hamburguesas, a Perendengue que las cocina, y a Brutus, el pretendiente de Rosario, al cual se la levantará y se convertirá en su acérrimo enemigo. Hasta adoptará a un bebé que habla al que llama Cocoliso; y por supuesto, encuentra a su padre. Es así de sencillo. No hay más, eso es lo que cuenta.
Lo que pasa, es que la película, y por eso no me gustó de niño, es una extravagancia de tomo y lomo; sin embargo, es lo más fiel que hay a las primeras tiras de Segar a las que antes hacía referencia, ya que en ellas se basa, a pesar de que cuando se rodó, el concepto de Segar y sus años 30, estaba ya bastante desfasado. El Popeye al que estaba acostumbrado todo el mundo, posiblemente fuera en de los dibujos animados de los años 50 y 60, o bien, el de los 80 de la factoría Hanna Barbera. Entonces, si buscamos ese Popeye, está claro que no lo vamos a encontrar en esta película. Es más, la película es rara hasta si la comparamos con las tiras de Segar. Pero eso no es malo en absoluto.
En definitiva, que me ha gustado, y mucho.
La película está considerada uno de los grandes fracasos de Hollywood, pero este fracaso es relativo. Relativísimo, porque la película tuvo un coste de 20 millónes de dólares de la época, y recaudó en taquilla cerca de sesenta. Pero para las expectativas de los directivos de Paramount eran de sobrepasar los 100, por lo tanto, al no alcanzar esas cifras, relegaron la película al ostracismo. Nuestro país era un fiel reflejo de la medianía de taquilla, y siendo una película distribuida por Disney, que tenía los derechos de explotación para Europa, 426.000 espectadores no están  mal, pero no son nada del otro mundo.
Todo esto viene dado por la falta de cabeza y el exceso de coca de “El chico que conquistó Hollywood”, Robert Evans. La adaptación al cine del musical “Annie” era un proyecto acariciado por los grandes estudios. En concreto, los derechos del mismo se los disputaban Universal y Paramount, para los que trabajaba Evans. Tras una ardua lucha para conseguirlos, se ve que el mejor postor fue Universal, quienes se quedaron con los derechos y produjeron uno de los musicales más célebres de los 80.
Evans, caprichoso y testarudo como pocos, que quería quedarse sin si musical de moda con el que hacerle la competencia a “Annie”, y sabiendo que Paramount tenia un buen número de personajes de cómic y de ficción en su poder, congregó una reunión con los ejecutivos para ver con cual de todos esos personajes podían realizar una superproducción. En cuanto alguien dijo Popeye, Evans ya no se lo pensó más. Se puso manos a la obra con la producción de esa cinta. Los derechos del personaje pertenecían a la King Factures Sindicate a efectos televisivos, radiofónicos y editoriales, pero, Paramount conservaba los derechos de explotación del personaje para cines y teatros, con lo que era totalmente lícito hacer una película con el personaje, que no solo se valdría de su fama para triunfar, sino que además, serviría para darle un empujón de audiencia a la serie que sobre el personaje estaba en aquellos momentos en televisión “La hora de Popeye”, los míticos dibujos animados de Hanna-Barbera, con los que nos criamos todos los cuarentones. Así pues, el tema del papeleo fue sobre ruedas.
Robert Evans, no era muy listo, pero no muy inteligente, y contratando al historietista Jules Feiffer para que escribiera el guion, pensó en películas exitosas del estudio, y se acordó de “Cowboy de medianoche”, por lo que quería a su director, John Schlesinger, y a la estrella de la película, Dustin Hofman (¿) como director y protagonista, respectivamente, se su adaptación de Popeye.
Feiffer, conocedor de los cómic, lógicamente, escribió un libreto que adaptaba fielmente el universo creado por Segar, al mismo tiempo que introducía elementos propios de los cortometrajes para cine de la factoría Fleischer. Así, tenemos en la película personajes primigenios de “Thimber Teather” –que es como se llamaba la tira de Popeye en su momento- como puedan ser Castor Oyl, hermano de Olivia, o su primer novio, Ham Gravy, o detallitos como el hecho de que a Popeye no le gusten las espinacas, y tenemos una fuerte presencia de Brutus, como en los dibujos animados de Fleischer, mientras que en la tira cómica este aparecía tan solo de pasada.
Aunque Schlesinger no era el director adecuado, finalmente se contrató a uno que tampoco lo era demasiado, por su condición autoral; Robert Altman.  Robert Evans estaba hasta los cojones que Altman llevara varios fracasos de taquilla seguidos desde que rodó “Nashville”.  Y estando de farra una noche, se lo encontró en un bar, alicaído, borracho, enfarlopado. Evans ante tan patética imagen, tuvo una idea; para que Altman volviera a estar en primera linea, debería dirigir un éxito comercial, y como “Popeye” estaba concebida para que fuera eso mismo, contrató a Altman para dirigir la película. Es entonces cuando entran en casting Robin Williams como Popeye, Shelley Duvall como Rosario (Olivia) y Paul Smith –el clon de Bud Spencer- com Brutus. Y sin duda, es el mejor casting que puede tener una película. A mí no se me ocurre ninguno mejor que ese.
Disney que entró en proyecto porque estaba en su momento de mayor decadencia y quería hacer películas de imagen real que enganchara a un público más o menos adulto, puso toda la carne sobre el asador.
Previo al inicio del rodaje, se construyó en Malta un enorme plató que representaría el pueblo donde transcurrían las tiras de “Thimble Theater”, Puerto Dulce. Un plató que, un tanto abandonado, aún permanece en el lugar dónde se construyó, y que supone una de las atracciones turísticas de la zona
Una vez iniciado el rodaje todo eran problemas, sobretodo entre productor y director. Evans se presentaba en el rodaje y no hacía más que increpar a Altman, que llevaba cinco fracasos a sus espaldas, que si no convertía esta película en un éxito, estaba acabado. Y Rober Altman pedía que se le dejara hacer su trabajo y que no tocara los cojones.
Es muy probable que el tono Bizarro y enrarecido de la película, más que una cuestión estilística, sea debido a los excesos lisérgicos, ya que  la cocaína circuló por ese rodaje como en pocos. Altman y Evans la consumían con avidez, lo que originó que en uno de sus constantes enfrentamientos, acabaran a puñetazos, a hostia limpia, mientras que Robin Williams y Shelley Duvall, estaban más centrados en esnifar entre toma y toma que en interpretar sus, por otro lado, ensayadísimos papeles. Paul Smith, que no tenía los mismo hábitos que las estrellitas, no consumía ningún tipo de drogas, motivo este por el que fue ninguneado. Evans llegó a decirle que si llega a saber lo soso que era, hubiera contratado a ese  actor Italiano al que suplantaba –refiriendose a Bud Spencer- pero que por el caché de aquél, tendría tres Paul Smiths haciendo nada.
Por otro lado, Altman no se hacia con la dirección, estaba tan drogado que cuando había muchos actores en plano, no sabía bien lo que hacer. Los técnicos también le daban a la cocaína cosa mala, y todo era un pifostio de tres pares de cojones. Por eso es una película tan extraña.
Cundo se estrenó, aunque dobló su presupuesto, no fue suficiente para Evans, con lo que declaró a la película y a su director, non gratos.
La película tampoco recibió críticas halagueñas, y en general, se prodigó como uno de los grandes fracasos de la historia del cine. Vista ahora, yo creo que ni tanto ni tan calvo. La verdad es que está muy bien, y todo ese halo de rareza, yo creo que la convierte en una película única, más cercana a cierto cine de autor Europeo ( “Sweet Movie” tiene algunas similitudes estéticas) que al cine comercial americano, y sin embargo, su estética le viene muy bien al universo Popeye.
Robert Altman, por otro lado, recuperaría el prestigio perdido poco a poco, y con los años.
También, y como todos esos films que Hollywood se empeña en marginar y etiquetar de fracaso –Ya sea “Isthar”, ya sea “Howard, un nuevohéroe”, ya sea “Cuatro Fantásticos” (esta hundida en el fango más por parte de los fans)- se trata de una película injustamente olvidada. Y lo que son las cosas, teniendo en mi psique durante años y años la percepción de que “Popeye” era una basura infecta, hay que ver cuanto me ha gustado verla la otra noche. Mucho, de hecho.

viernes, 15 de septiembre de 2017

LA FUERZA DEL CARIÑO

Otra de las película clave de los ochenta al margen de los Spielbergs de turno. A nosotros nos gustaba “Gremlins” e Indiana Jones, pero a nuestras madres, que tenían la misma edad que nosotros hoy, les gustaba “Oficial y Caballero” y  la que nos ocupa; “Terms of endearment”, por estos lares conocida como “La fuerza del cariño”. Un autentico pelotazo en los cines, una baza segura en cualquier videoclub y, sobretodo, un rompeshares de los pases televisivos, en su momento y 30 años después. Raró será que alguno de ustedes, lectores, no la haya visto aunque sea de pasada.
No entraba en mis intereses cuando esta película era novedad, pero si recuerdo haberla visto. Sin embargo, enfrentarme a ella a esta edad ha supesto un revulsivo en el sentido de que, creyendo que a mis 40 palos me gustaría, me ha parecido no solo una película aburrida, mal contada, lenta y carente de interés, sino además, mal hecha.
Supongo que la delicadeza con la que nos cuenta todo en 1983 sería de recibo, pero en pleno 2017, con todo lo que ya hemos visto, esto me ha resultado de lo más insulso y de manual.
Una tragicomedia que contándonos eventos intrascendentes de la vida cotidiana, bien podía ser una consecuencia del neo-realismo, eso si, neorrealismo disfrazado con vestidos, sombreros, collares y pulseras made in Hollywood, con los que es bastante difícil identificarse en modo alguno, si es lo que buscamos. Y si lo que buscamos es entretenernos, sin más, me temo que el tiempo se ha follado al tempo –valga la redundancia-. Es un coñazo que quizás a nuestras madres les funcionaría, pero a las madres de hoy, no se yo que decirles.
En cualquier caso, la sinopsis cabe en un par de lineas. Basada en la novela del mismo título de Larry McMurty, el debut en la dirección del , por otro lado, prestigioso guionista James L. Brooks, cuenta las relaciones familiares de una madre y una hija durante un periodo comprendido en unos 20 años. Las alegrías y las tristezas se van sucediendo por parte de ambas; la hija no hace más que parir, la madre se folla a un astronauta retirado y al final nos cuelan un evento para que todas las señoras lloren a moco tendido. Insisto, en su momento, esto llegaría al alma, a día de hoy, nos quedamos tan panchos con ese final que, obvio, no desvelaré.
La película, fue un fenómeno social y un saco de Oscars, llevandose el de mejor director, mejor película, actor secundario para Jack Nicholson, actriz principal para Shirley McLaine y mejor guion adaptado.
“En Hollywood no conceden el premio al más gilipollas” fue la frase que soltó Burt Reynolds al ver el éxito de la película. James L. Brooks, había escrito el papel de Garret Breedlove, el astrounauta al que da vida Nicholson, pensando en él. Sin embargo lo rechazó porque prefirió irse a rodar una estupidez mayúscula sin ninguna trascendencia como fue “As de plumas”, uno de los grandes fracasos de su carrera. ¿Cuanto habría cambiado la carrera de Reynolds de haberse decidido por “La fuerza del cariño”? nunca lo sabremos, pero él se estuvo dando cabezazos contra la pared mogollón de años.
Por otro lado, sonadas fueron las disputas en el set entre la McLaine y la otra protagonista, Debra Winger, maravillosa, estupenda y muy de moda en aquellos años. Por lo visto, el divismo de las dos estrellas las llevó a tener momentos de mucha tensión en el plató. En alardes de divismo, se pisaban con morcillas la una a la otra en  las escenas de mayor calado, llegando al insulto en algún momento debido a los celos y el narcisismo. L. Brooks, en una entrevista declaró que raro era el día que no estaba tenso trabajando con las actrices, y que en muchos momentos le hubiera gustado arrancarles la cabeza a las dos divas, pero que, una vez visto el resultado final de la película y ver lo increíbles que estaban en ella, ese resultado brillante (según él), justificaba todas las excentricidades de las dos niñas mimadas.
Sin embargo, cuenta también que Jack Nicholson, sus excesos y sus energías, ponían las pilas en el rodaje: Tenía siempre el guion consigo, y de vez en cuando le echaba un ojo haciendo ver que  lo estudiaba. Pero una vez dada la voz de acción, Nicholson hacía exactamente lo que le salía de los cojones. Unas veces estaba magistral, otras se pasaba en histrionismo, pero sin duda, siempre aportaba algo en la película. Nicholson sin embargo, se llevó muy bien durante el rodaje con la McLaine, quien aseguró que estaba loco y que cuando le tocaba actuar con él, no sabía lo que iba a pasar, lo cual beneficiaba a la interrelación de ambos, y destaca la escena en la que van conduciendo con los pies en el volante, sobre la arena de la playa, y  él, sale disparado tras un frenazo, al agua. En el guión ella se acercaba a él y este le besaba apasionadamente. Sin embargo, lo que Nicholson hizo, fue besarla y agarrarla una teta por dentro del vestido, cosa esta que la actriz no se esperaba en absoluto; lo que se ve en la película es real, la metida de mano, y posterior enfado de ella. Y así quedó una de las escenas más memorables del film. No es más que una ida de olla de Jack Nicholson. Muy bien traída, eso si.
La película en españa fue un éxito, como en el resto del mundo, pero moderado con su 1.600.000 espectadores. Sin embargo, en un pase televisivo que se le dedicó a la película, la vieron caso 8 millones de personas nada menos. Uno de los hits de televisión Española a finales de los ochenta.
James L. Brooks, no se prodigó mucho dirigiendo, apenas dirigió seis películas, muchas de ellas en busca de nuevos Oscars, consiguiendolo con “Mejor…Imposible”, o recibiendo críticas nefastas con “Spanglish” al servicio de ¡Adam Sandler! Y con una Paz Vega a la que, como siempre, da penita verla actuar. “Al filo de la noticia” sería su siguiente película,  y “¿Cómo sabes si?” la última hasta la fecha, siendo la más popular de su carrera, sin duda, “La fuerza del cariño”.
14 años después, en plenos 90, la película tuvo su secuela, “La fuerza del cariño: La historia continúa”, que resultó ser lo opuesto a esta. Y en España pasó casi inadvertida acumulando un total de 64.000 espectadores.

jueves, 14 de septiembre de 2017

NO CUELGUES

No considero que empatizar con el asesino de una película sea algo normal. Únicamente le encuentro media lógica si hablamos de "slashers". En este tipo de productos los adolescentes protagonistas suelen ser tan desagradables y estúpidos que difícilmente vas a evitar ponerte de lado del criminal, sobre todo si tiene un mínimo de carisma. Pero el caso de "No cuelgues" ("Don´t Hang Up" en USA) es exagerado, porque no únicamente el homicida está motivado por una venganza completamente justa, además resulta que las víctimas son, adolescentes aparte, youtubers insufribles y cargantes que gustan de hacer bromas pesadas por teléfono, grabar un vídeo del proceso y colgarlo con el fin de reunir miles de "likes" y visionados. Como ven, los responsables del film nos lo han puesto muy fácil. Y más a mí, que por una cuestión generacional y de gusto, no puedo sufrir a esa clase de individuos. En serio.
Así pues, lo que aquí tenemos es la historia de unos youtubers que un día se encuentran que la tortilla ha dado un vuelco completo, y han pasado de cazadores a cazados gracias a un menda que ha dedicado meses a preparar lo que es una evidente, y agradecidamente previsible, revancha. ¿Se puede pedir más?. Sí, se puede. Se puede pedir suspense, ritmo, algún susto y en esencia, entretenimiento. Y la peli consigue parte de eso... en cotas no demasiado elevadas, cierto, se queda justita y aprueba por los pelos... pero aprueba, y eso ya es más de lo que puedo decir del ingente montón de películas de terror que he visto los últimos tiempos y lo único que han hecho es proporcionarme bostezos e incluso algún leve mosqueo de indignación.
Los directores de "No cuelgues" son Damien Macé y Alexis Wajsbort, que cuentan con un largo currículo facturando efectos visuales para películas bien mainstream y que, acorde al cambio de los tiempos, aseguraban que su obra era un tributo al "slasher"... ¡pero al de los 90!, es decir, "Scream" y "Sé lo que hicisteis el último verano"... snif... aunque también se detecta mucho de los thrillers de David Fincher.
No debería hacer eso que llaman spoiler, pero es evidente que lo que todo espectador con cerebro desea antes de que "No cuelgues" concluya, y más conociendo las razones del "asesino" (con un look bastante chanin y del que nunca jamás se desprende, lo que está muy bien), es que este "gane". Si les digo que terminé el visionado con una satisfecha sonrisa igual les estoy destrozando la diversión pero... ¿¿es que podía acabar de otra manera??.

miércoles, 13 de septiembre de 2017

LOS FOTOCROMOS DE "2010, ODISEA DOS"

Hoy les dejo con los fotocromos de una secuela de la película más emblematica de Stanley Kubrick, que lógicamente, no necesitaba secuelas. No obstante, resulta una película un tanto curiosa que en su momento tuvo algo de bombo pero que, con las mismas, pasó a olvidarse.
Aquí sus fotocromos












lunes, 11 de septiembre de 2017

RADIO SPEED

“Radio Speed” también conocida como “La Ràdio Folla” (título en catalán que, traducido literalmente, sería "La radio loca") es una película Catalana del popularísimo Francesc Bellmunt, que por un lado pasa a engrosar la lista de películas ambientadas en la radio -muy de moda en el cine español progre de los 70 y 80-, y por otro lado sería la antitesis postmoderna de películas como “Solos en la madrugada” del Garci.
Y es que Bellmunt, conocido sobretodo por “La Orgía”, con “Radio Speed” lo que intenta es plasmar en una sola película todos sus gustos; quiere ofrecer una comedia catalana contemporánea, quiere darle unos toques de thriller, y quiere darle su sello de autor, y su pinceladita vanguardista, por lo que tenemos un revoltijo de géneros y conceptos que por momentos pueden ser interesantes, pero que acaban volviéndose indigestos. Digamos que comienza como una comedia propia de la movida como “La Vida Alegre” de Colomo, para terminar pareciéndose a “Arrebato” de Zulueta.
Entonces, “Radio Speed” resulta una extraña mezcla de Colomo, Agustín Villaronga,  Ivan Zulueta y Mariano Ozores. Ahí es nada.
Y una película absolutamente malsana en el aspecto y desarrollo. Una cosa rarísima.
Cuenta el día a día de una emisora de radio en la cual, un locutor de un programa nocturno de esos que llaman lo oyentes a contar sus penas,  anuncia en directo el horario de un hospital de guardia dónde hacen falta urgentemente transfusiones de cierto tipo de sangre. Resulta que es justo el grupo sanguíneo del locutor, por lo que, instado por los oyentes, se acerca al hospital a donar. Tras donar la sangre, el locutor empieza a cambiar de personalidad, pasando de ser un tipo coherente y cabal a ser un individuo oscuro y violento que utiliza la radio para tener conversaciones de tipo sexual, con la intención de follarse a sus interlocutoras, o menospreciar a los oyentes que no le caen en gracia. La cosa se irá complicando poco a poco hasta que el espectador no sabe que cojones está viendo. Las subtramas las ponen un grupo de variopintos actores secundarios, cada una de ellas más extraña. No perder el ojo al personaje llamado “Sipi”.
La película resulta trasnochada y un poco antigua, además el hecho de irse convirtiendo poco a poco en “Arrebato”, le hace flaco favor, pero como es tan rara en ningún momento aburre y la continuamos viendo por curiosidad.
Y ahí radica todo interés, en el hecho de ser más rara que un perro verde. Por lo demás, Bellmunt se hace la picha un lío con su propio material, y al final confunde al espectador soberanamente de forma involuntaria, porque en esencia, lo que quiere contar no es tan raro como lo resultante, que lo es, 50% intencionadamente, 50% por incapacidad de poner en escena todo eso.
El guion lo escribe Bellmunt a medias con otro tío raro como es Carles Benpar.
El reparto lo componen Sergi Mateu, Carmen Conesa, Pep Munné o Pere Ponce.

viernes, 8 de septiembre de 2017

URBAN MASSACRE

En una industria tan corrupta como la que envuelve en mundo del rap, los tejemanejes se suceden, y en medio del lanzamiento de un nuevo súpergrupo, The Supernatchralz, un individuo disfrazado de payaso, irá dando cuenta, uno por uno, de todos los raperos que encuentra a su paso. The Supernatchralz intentarán darle caza… pero igual es el payaso el que los caza a ellos.
Ya he hablado aquí con anterioridad de Dale Resteghini, director de vídeoclips de los más importantes artístas, que cuando se aburre, realiza con una camarita de vídeo películas de terror semi amateur en las que, aprovechando la coyuntura, saca a todos sus amigotes raperos que le otorgarán a sus producciones de presupuesto casi cero, el  suficiente interés como para que rentabilice en el mercado del vídeo la inversión.
Para esta ocasión se ha rodeado de nombres de sobra conocidos en el hip-hop como los de Krumbsnatcha, Guru, Jermaine Hopkins, Capone o G-Flex, así como lo cuaja todo de de raperos locales y desconocidos.
“Urban Massacre” sería un “Slasher” que sucede dentro del  mundo del  hip-hop, y como en todo “Slasher” que se precie, un 70% de la película la conforman eternas conversaciones. Entonces, la película se desarrolla entre tramas de contratos fraudulentos de discográficas y diatribas de raperos. Pero, consciente Dale Resteghini de que eso puede ser muy aburrido, introduce, además, actuaciones en directo de los raperos protagonistas. Y las introduce completas, con lo que si tienen tres actuaciones durante la película, ya se quita de encima 15 minutos… la siguiente hora entre cuchilladas y bla, bla, bla, ya es coser y cantar.
Obviamente, es una película chapucera, los asesinatos son de lo más chabacanos y poco gráficos y la ambientación nula. No busquen terror en “Urban Massacre” porque no lo encontrarán. Ni mucha sangre tampoco. Sin embargo, el disfraz de payaso —que lo viste el mismo director, dicho sea de paso— mola tanto y es tan fardón, que al final, una película como esta, completamente incompetente, se torna graciosa y simpática, sin ella proponérselo. Atención a los efectos de sonido.
Por otro lado, posee una de las calificaciones más bajas de los usuarios en IMDB, un mísero 1,6 de 10. Es mala de solemnidad, pero no por ello, menos divertida.
A españa, obviamente, no ha llegado —ni llegará— de ninguna de las maneras, pero si que llegó en su momento una de las pelis de Resteghini: “El proyecto de la bruja del Hip-Hop”. ¿Qué por qué llegó? Supongo que porque en ella aparecía un momentin Eminem.
Muy curiosa.

miércoles, 6 de septiembre de 2017

LOS FOTOCROMOS DE "MALAS CALLES"

Hoy no tengo muchas ganas de escribir, así que, sin más, aquí les dejo la película con la que Scorsese empezó a ganarse algo de prestigio.















lunes, 4 de septiembre de 2017

VIDA NOCTURNA

Una película concebida para la televisión de finales de los 90 que mezcla comedia con cine fantástico. El pastiche finalmente ni hace demasiada gracia, ni mucho menos nos causa escalofríos. En realidad es una tontería, pero tan, tan tonta, que es imposible que no me caiga simpática.
En un museo de México, donde tienen expuestas unas momias, una de ellas resulta ser una vampiro, nada menos que la esposa de Drácula que vuelve a la vida. Este, se percata de este hecho, e irá tras ella. Sin embargo, ella, muy libertina, prefiere entregarse a los placeres de la vida moderna, yéndose a vivir a un apartamento y contratando a una asistenta latina. Para más inri, esta acaba enamorándose de un médico. Los tejemanejes del vampiro por recuperar a su alocada mujer, compondrán el resto.
No se dejen engañar por la alocada sinopsis; “Vida Nocturna”, como buen telefilme, hace alarde de un ritmo lento, amén de una factura entre pobretona y lúgubre, que anula cualquier atisbo de comedia; es decir, el espectador detecta que ahí hay un argumento divertido, pero está ejecutado sin ninguna gracia, como si costara un montón el causar la hilaridad, todo muy torpe, muy de encargo…y bizarro. Sin más.
El reparto es igualmente bizarro, encabezado por la preciosísima Maryam D’abo, quien se hiciera popular como chica Bond en “007: Alta Tensión”y quien antes de eso, mostrara chicha en “Xtro” –Si, esa es la película porno-terrorífica del pasado de la actriz, según un crítico- y cuya carrera sería a posteriori intermitente, pero nunca relevante, sería secundada por Ben Cross, que el papel le va a la zaga, porque ya fue el vampiro Barnabás Collins en la versión televisiva de “Dark Shadows” y es un habitual de productos de serie B, como por ejemplo la curiosa “Reto al diablo” de la “Vestron”.
Por su parte, el director, Daniel Taplitz, que suyo es el guion de “Los tramposos de la Loto” dirigió unos cuantos más productos televisivos y su zenit en el mundo del cine está en la película “Como romper con tu pareja” que protagonizada por Jamie Foxx, nos propone una comedia romántica destinada al público Afro-Americano.
Y ¡Eso es todo, y todo es esto!

viernes, 1 de septiembre de 2017

ULTIMAS VACACIONES

Producción trasnochadísima Italo-Española, con producción de un, por aquél entonces, decadente Andrés Vicente Gómez y el hijo de Dino de Laurentiis, Aurelio en la que con el reclamo para nuestro país de Paula Vázquez, que no era peor actriz que muchas que ganaban Goyas, pero que vio su carrera lastrada por su presencia televisiva y por aparecer en la película más maldita del cine español, “Kibris, la ley del equilibrio” del inefable Germán Monzó, y con la presencia de Christian de Sica en un rol protagónico, lo que en realidad se nos está vendiendo es una entrega de la saga “Natale”, dirigida por Neri Parenti, que sería una serie de películas ambientadas en Navidad  en muchas partes del mundo, y para lucimiento de De Sica, Mássimo Boldi y los cómicos I Fichi D’india.
Aunque esta saga de películas es súper popular en Italia, dónde se siguen haciendo, de hecho, en España la película se estrenó como si se tratase de una película independiente de esta saga.
Se trata de un vodevil del siglo pasado con actores metidos en enredos y entrando y saliendo de las puertas, viviendo situaciones hilarantes y entremezclándose entre si todos sus personajes.
En esta ocasión, la acción se traslada a Holanda. Un piloto de avión que tiene una esposa y su correspondiente familia en Roma, y otra esposa con su correspondiente familia en Milán, se ve las navidades en un Hotel Holandés, con tan mala suerte que sus dos familias deciden presentarse de sorpresa allí, para pasar las navidades con él. Como ustedes supondrán, se pasara toda la película ingeniándoselas, para que ninguna de sus esposas sepa de la existencia de la otra, a la vez que los otros protagonistas, un señor de avanzada edad y su yerno, se van de vacaciones para conocerse mejor, y que así, el suegro, apruebe al yerno como futuro padre de sus nietos. Para acabar de hacerlo todo más enrevesado y cansino, hay que añadirle los líos a lo slapstick en los que se meten los cómicos I Ficchi D’india, que serían los terceros en discordia.
Muy mala, muy rancia, apenas divertida y con muy pocos momentos a los que dedicarle un pensamiento una vez vista. De hecho, aunque todas estas películas son pepinos en Italia, en su estreno en nuestro país en 2003, tan solo fueron a verla al cine 63.000 espectadores, que en realidad fueron a ver a Paula Vázquez, porque en su momento se rumoreó que salía en pelotas. Lo hace, pero no se la ve nada.
Para curiosos.