Ahí va otro exploitation de "Tiburón", con gran oso asesino en lugar de escualo, facturado un año después de la más popular "Grizzly". De hecho, "Fauces" podría ser perfectamente explotación de las dos, ya que ambas fueron éxitos. La primera más que la segunda, obvio, pero éxitos al fin y al cabo. Es más, en algún lugar del planeta, "Fauces" se llegó a estrenar como secuela directa de "Grizzly" (la real anduvo perdida hasta hace bien poco), aprovechando que las dos criaturas peludas protagonistas eran de la misma subespecie. Aunque la reseñada gana en un aspecto, el título. En versión original, "Fauces" se titula "Claws" (garras), que suena muy parecido a "Jaws". Estamos en terreno setentero. Segunda mitad para ser más exactos. Y en el caso de "Fauces", concretamente, el año de la explosión punk en Inglaterra, 1977.
Un enorme oso grizzly es mal herido por unos cazadores furtivos. Tanto se cabrea, que comienza a atacar y matar a todos los seres humanos con los que se cruza. Entre ellos un honesto leñador que acababa de iniciar una relación amorosa. No se lo carga, pero le jode un brazo y le convierte en alguien amargado y lleno de manías. El oso desaparece y, con él, el matrimonio del leñador, que se queda sin mujer ni hijo adolescente. Pero entonces, el animal vuelve de su retiro y lo primero que hace es intentar matar al crío. Ya es mala pata. Así las cosas, el leñador decidirá dejar su vida ermitaña para aniquilarlo.
Les voy a hacer una confesión. "Fauces" es un coñazo. Aburridísima. Las escenas de oso asesino son escasas, aunque en general estén bien facturadas para lo que son esta clase de productos, especialmente porque en la mayoría de planos el animal es genuino. Solo se reservan el disfraz o el muñecote para encuadres fugaces y el desenlace. Casi todo es bla, bla y mucha caminata senderista. Molesta especialmente el culebrón de desamores y esa continua lluvia de absurdos flash-backs, algunos francamente hilarantes. Sin embargo, y a pesar de ello, la disfruté. Hastiado como estoy de muchos de los "tics" del cine moderno, su imagen ultra-limpia, el hiper-realismo, los insuperables efectos infográficos, la frialdad, las intenciones políticamente correctas y esa ausencia de personalidad y carisma, localizar esta mierdecilla de formato cuadrado, look setentero, celuloide roído, trucajes chapuceros y uso/abuso de imágenes documentales de osos y otros animales mal incorporadas a la ficción, pues fue un verdadero soplo de aire fresco. Un gusto total y absoluto (destacando, en este último apartado, toda la secuencia con la que se abre el film, una tremenda pelea real entre dos grizzlys, con cámara tambaleante y la vida del operador en juego. O la imagen de un oso levantándose puesta en "reverse" para que parezca que cae abatido por un disparo. Obviamente lo prefiero a que se lo carguen de verdad, algo no tan raro de ver en la época).
Del personal implicado poco hay que decir, quizás podamos destacar al protagonista, Jason Evers, habitual en productos de segunda y series/telefilms que alcanzó cierto estatus de culto tras encabezar el reparto del clásico del "trash" "The Brain That Wouldn't Die". De hecho, uno de los mayores fans de aquella, Frank Henenlotter -quien quería rodar una secuela directa que nunca pudo llevar a cabo-, le dio un papelito a Evers en "Basket Case 2". Sería el último de su extensa carrera.
sábado, 31 de julio de 2021
viernes, 30 de julio de 2021
PLATO'S RETREAT WEST
Tenía yo gana de ver algún pornete de los que hizo Ray Dennis Steckler y di con este de su etapa ochentera. No es un porno sin alma, porque lo que Steckler recoge con su cámara es poco menos que un legado cultural.
El Plato’s Retreat es una de las primeras franquicias de los llamados clubs de intercambio de parejas o Swinger’s Club, que tras abrir un par de locales, uno mixto y otro para homosexuales en Nueva York, expandió sus horizontes hasta la costa oeste, teniendo su apertura un nuevo local en Los Angeles. Estos locales en aquellos momentos —e igual que ahora— no estaban socialmente bien vistos, máxime, cuando al principio la clientela la componía gente de lo más excéntrica e insalubre. En los interiores se celebraban todo tipo de orgías y se habilitaban zonas de relax, ya sean yacuzzis, ya sean saunas, piscinas o discoteca, donde los socios de aquellos clubs se lo pasaban pipa.
Cuentan que, frecuentados sobre todo por gentes de mal vivir, no era raro encontrarse miembros de la contracultura yankee en sus instalaciones, así como se convirtió en refugio de actores porno que acudían al Plato’s Retreat a seguir follando después de sus duras jornadas de trabajo. Bette Midler era una habitual, pero no iba a los clubes mixtos; ella frecuentaba el local habilitado para homosexuales, o sea, que no iba a follar, iba allí a pasar el rato con los gays que, por otro lado, eran sus mayores fans y aliados.
Por supuesto, las fuerzas vivas querían parar la actividad de estos locales y, en 1985, con la epidemia de Sida (y la evasión de impuestos por parte de sus propietarios, lógicamente), el estado encontró el motivo perfecto para cerrar sus puertas, por lo que Plato’s Retreat, apenas tuvo una vida comprendida entre los años 1979 y 1985.
Por otro lado, el Plato’s Retreat West de Los Angeles, no funcionó como se esperaba y tan solo duró abierto 6 meses, pero estos fueron más que suficientes para que el bueno de Ray Dennis Steckler rodara dentro de sus instalaciones, una película completa sobre el tema.
En “Plato’s Retreat West”, Steckler, se limita a filmar una orgía en el interior del local, con actores y actrices que ya estaban acostumbrados a ese tipo de filmaciones, por lo que la película, en verdad, no tiene ninguna trama ni ningún argumento. Tan solo vislumbramos a gente de todo tipo de tamaño y anatomías teniendo sexo en grupo. Los swingers, hacen algún parón en la actividad sexual para calzarse unos patines y patinar en pelotas por la pista de baile, dando una nota de color al film, para después continuar follando. De vez en cuando la voz en off de Ray Dennis Steckler hace acto de presencia para explicar en qué consiste el modo de vida swinger. No hay más.
Lo curioso es que, todo lo que tiene de negado Steckler a la hora de abordar el cine convencional, lo tiene de habilidoso para filmar porno (y eso que, según se dice, lo detestaba), porque, y créanme, me puse a ver la película con la intención de quitarla si no había algo que me llamara mínimamente la atención y me la acabé viendo entera ¡una película porno en la que solo follan! ¿Que es lo que hace condenadamente entretenida esta película porno, incluso por encima de cualquiera de las películas convencionales de Steckler? Sin duda, su ritmazo. El montaje es una absoluta barbaridad para tratarse de una película porno. Por lo general, los planos en el porno son larguísimos, se recrean durante minutos en las mamadas o las folladas, pero aquí, Steckler se encuentra en la tesitura de que tiene que filmar a un montón de personas que follan al unísono, así que opta, quizás por pura inercia, por detenerse tan solo unos segundos en cada acto sexual de los cientos que se están ejecutando a la vez, tan solo prestando más atención cuando alguno de los actores se corre, por lo que todo son planos de poca duración y no da descanso. La película no sirve para pajearse porque salta de una pareja a otra cada pocos segundos sin que nos podamos concentrar en ninguna de ellas, imposible pajearse, pero desde luego, sirve para que el espectador no se aburra terriblemente y se convierte, sin que ni el propio Ray Dennis sea consciente, en una compleja obra audiovisual de funcional entretenimiento.
Ayudan a que la película sea visionable, al estilo de un film estándar, su corta duración, el look setentero/ochentero de todos los actores y actrices, con bigotazos, mucho vello púbico, grandes ubres, caras de pasárselo bien, e incluso alguno hay que luce una escayola en un brazo, la música psicodélica que desquicia durante todo el metraje, y un detalle muy gracioso que consiste en que, cuando alguno de los actores eyacula, suena un clarinete muy fuerte, insertado en la postproducción, cuya finalidad es subrayar la corrida.
Por lo demás, se impone una estética casposa, lúgubre y desagradable que le va muy bien a los actos sexuales de los que somos testigos.
Una curiosidad, sin más, que sacia la intriga que pudiéramos tener por ver como se lo monta el director de “Las extrañas criaturas” en el porno.
Por cierto, el seudónimo con el que firma esta película es femenino: Cindy Lou Sutters.
El Plato’s Retreat es una de las primeras franquicias de los llamados clubs de intercambio de parejas o Swinger’s Club, que tras abrir un par de locales, uno mixto y otro para homosexuales en Nueva York, expandió sus horizontes hasta la costa oeste, teniendo su apertura un nuevo local en Los Angeles. Estos locales en aquellos momentos —e igual que ahora— no estaban socialmente bien vistos, máxime, cuando al principio la clientela la componía gente de lo más excéntrica e insalubre. En los interiores se celebraban todo tipo de orgías y se habilitaban zonas de relax, ya sean yacuzzis, ya sean saunas, piscinas o discoteca, donde los socios de aquellos clubs se lo pasaban pipa.
Cuentan que, frecuentados sobre todo por gentes de mal vivir, no era raro encontrarse miembros de la contracultura yankee en sus instalaciones, así como se convirtió en refugio de actores porno que acudían al Plato’s Retreat a seguir follando después de sus duras jornadas de trabajo. Bette Midler era una habitual, pero no iba a los clubes mixtos; ella frecuentaba el local habilitado para homosexuales, o sea, que no iba a follar, iba allí a pasar el rato con los gays que, por otro lado, eran sus mayores fans y aliados.
Por supuesto, las fuerzas vivas querían parar la actividad de estos locales y, en 1985, con la epidemia de Sida (y la evasión de impuestos por parte de sus propietarios, lógicamente), el estado encontró el motivo perfecto para cerrar sus puertas, por lo que Plato’s Retreat, apenas tuvo una vida comprendida entre los años 1979 y 1985.
Por otro lado, el Plato’s Retreat West de Los Angeles, no funcionó como se esperaba y tan solo duró abierto 6 meses, pero estos fueron más que suficientes para que el bueno de Ray Dennis Steckler rodara dentro de sus instalaciones, una película completa sobre el tema.
En “Plato’s Retreat West”, Steckler, se limita a filmar una orgía en el interior del local, con actores y actrices que ya estaban acostumbrados a ese tipo de filmaciones, por lo que la película, en verdad, no tiene ninguna trama ni ningún argumento. Tan solo vislumbramos a gente de todo tipo de tamaño y anatomías teniendo sexo en grupo. Los swingers, hacen algún parón en la actividad sexual para calzarse unos patines y patinar en pelotas por la pista de baile, dando una nota de color al film, para después continuar follando. De vez en cuando la voz en off de Ray Dennis Steckler hace acto de presencia para explicar en qué consiste el modo de vida swinger. No hay más.
Lo curioso es que, todo lo que tiene de negado Steckler a la hora de abordar el cine convencional, lo tiene de habilidoso para filmar porno (y eso que, según se dice, lo detestaba), porque, y créanme, me puse a ver la película con la intención de quitarla si no había algo que me llamara mínimamente la atención y me la acabé viendo entera ¡una película porno en la que solo follan! ¿Que es lo que hace condenadamente entretenida esta película porno, incluso por encima de cualquiera de las películas convencionales de Steckler? Sin duda, su ritmazo. El montaje es una absoluta barbaridad para tratarse de una película porno. Por lo general, los planos en el porno son larguísimos, se recrean durante minutos en las mamadas o las folladas, pero aquí, Steckler se encuentra en la tesitura de que tiene que filmar a un montón de personas que follan al unísono, así que opta, quizás por pura inercia, por detenerse tan solo unos segundos en cada acto sexual de los cientos que se están ejecutando a la vez, tan solo prestando más atención cuando alguno de los actores se corre, por lo que todo son planos de poca duración y no da descanso. La película no sirve para pajearse porque salta de una pareja a otra cada pocos segundos sin que nos podamos concentrar en ninguna de ellas, imposible pajearse, pero desde luego, sirve para que el espectador no se aburra terriblemente y se convierte, sin que ni el propio Ray Dennis sea consciente, en una compleja obra audiovisual de funcional entretenimiento.
Ayudan a que la película sea visionable, al estilo de un film estándar, su corta duración, el look setentero/ochentero de todos los actores y actrices, con bigotazos, mucho vello púbico, grandes ubres, caras de pasárselo bien, e incluso alguno hay que luce una escayola en un brazo, la música psicodélica que desquicia durante todo el metraje, y un detalle muy gracioso que consiste en que, cuando alguno de los actores eyacula, suena un clarinete muy fuerte, insertado en la postproducción, cuya finalidad es subrayar la corrida.
Por lo demás, se impone una estética casposa, lúgubre y desagradable que le va muy bien a los actos sexuales de los que somos testigos.
Una curiosidad, sin más, que sacia la intriga que pudiéramos tener por ver como se lo monta el director de “Las extrañas criaturas” en el porno.
Por cierto, el seudónimo con el que firma esta película es femenino: Cindy Lou Sutters.
miércoles, 28 de julio de 2021
EL BAÚL DE TÍO VICENTE - 10
La verdad es que no tengo muy claro por qué me decanté por este recorte concreto surgido de las páginas de la ya entrañable revista "Shows". Tal vez fue la parodia porno de "Regreso al futuro". Lo desconozco. Pero la cuestión es que, una vez visto en perspectiva, lo gracioso del asunto es la combinación de temas tan opuestos. Porque mientras por un lado hablan de cine de mete-saca, por otro se anuncia la llegada de los "Snorkels", ese plagio de los "Pitufos" que muchos recordarán con cariño. Es decir, porno y dibujos para críos en el mismo cuadro. Sensacional. Pone la guinda algo muy típico de la época, la denuncia de rigor al pirateo de cintas, con mención directa a unos cuantos muy gloriosos títulos. Nostalgia pura, my dear friends.
Griten todos al unísono: ¡Graaaaacias tío Vicenteeee!
Griten todos al unísono: ¡Graaaaacias tío Vicenteeee!
martes, 27 de julio de 2021
SALUD MENTAL Y HORROR (¡EN SERIO!)
Cualquiera que nos visite asiduamente, sabe de nuestra devoción por el cine norteamericano. De nuestra simpatía por aquellas gentes. Al fin y al cabo, una gran porción de la subcultura que consumimos, casi cual oxígeno, surgió allí. En el país de las barras y estrellas. Es SU materia, ellos la dominan y conocen más/mejor que nadie (razón por la que, si han de pillarse un libro especializado, que sea yanki. Los que se hacen aquí suelen ser incompletos, zopencos y, generalmente, malas copias de aquellos). Así que pecaríamos de hipócritas y rastreros si nos diera por ponerlos verdes.
Ahora bien, que seamos muy pro-USA no significa, ni por el forro, que estemos ciegos ante sus defectos. Sus incontables irritantes manías. O, cuanto menos, los de la Norteamérica mainstream. Empezando por esa tendencia al positivismo, al babosismo, al buenrollismo, al "todo me gusta" sin cuestionarse nada, la obsesión con reivindicar y defender los valores familiares (ugh!!) y, muy especialmente, un exceso de emocionalidad que aplican a cualquier cosa, hasta resultar empalagoso y ridículo. Con lo superficiales y elementales que, solo ocasionalmente, parecen, sorprende ver lo demasiado en serio que se toman algunas movidas. Como el cine de terror.
No me va nadie a discutir mi adoración hacia el mismo, lo mucho que lo gozo y lo importante que es... pero siempre desde una óptica racional. Procurando no perder los papeles. Al fin y al cabo hablamos de películas, muchas de ellas facturadas con una mentalidad muy mercantil, muy capitalista, muy norteamericana. Y que estas den sentido a tu todo, es tan lamentable como aquel que, negándose a formar parte del sistema, se tira a la vida callejera porque un cantante que vive en una enorme mansión llena de comodidades lo esputó una vez, hace varias décadas, a través de un micro.
Paradójicamente, es a partir de que los fans del terror comienzan a hacer películas afines, es decir, aquellos que las aman y las ven como algo más que una fuente de ingresos, que estas se tornan insoportablemente malas. ¡Como echo de menos los tiempos en que las facturaban talentosos y solventes artesanos, sin especial predilección por el género, en lugar de fans auto-indulgentes!. Esos mismos artesanos que, curiosamente, demostraban mayor talento cuanto más les avergonzaba verse asociados a ese género tan incómodo. En el momento que arrancaron los halagos, sus carreras entraron en serio declive.
Sea como fuere, y recuperando la idea de que los yankis se toman el cine de terror demasiado a pecho, tenemos un ejemplo reciente con un documental en proceso de finalización: "Mental Health and Horror", dirigido por Jonathan Barkan. Es decir "Salud Mental y Horror". ¿Suena terrorífico, verdad?. Y no es para menos, ya que gira en torno a la supuesta capacidad de la ficción terrorífica para poner orden a los problemas mentales. Historias de gente desesperada, víctimas de abusos, con tendencias suicidas y tal, que vieron la luz a través de... ¡¡"Pesadilla en Elm Street", "Posesión Infernal", "La matanza de Texas", "Re-Animator" o "Viernes 13"!! por citar algunas de las más notorias. Habrá quien considere que es algo bonito, positivo e importante. Pues lo siento, pero a mi me parece una estupidez. Un rizar el rizo a la permanente desaliñada. La plasmación en imágenes de aquel concepto al que hacía mención en mi reseña de "Hail to the deadites" que copio y pego: "fans que consideran que el terror ejerce casi de cura para el cáncer, el tifus o la gonorrea". De vergüenza ajena, oiga.
Intentando comprender tal postura, en un alarde de extraña madurez y empatía, me pregunto si esta obsesión de unificar cine de miedo con temas serios y positividad jipi no lo motivará el hecho de que, en los USA, el "media" tiende más bien a considerarlo como mera carnaza e incluso mala influencia para las juventudes. Sus adoradores más talibanes no querrán sentirse como si formaran parte de algo maligno, algo sucio, y se encabezonan en demostrar que tras la pasión hacia estas pelis hay materia profunda, espiritual, e incluso -en el caso que nos ocupa- beneficiosa para nuestra salud. Loable intento, amigos, pero sigo creyendo que se equivocan. Nunca he comprendido como los hay que, a la hora de dignificar aquello que les gusta de cara a hacerlo aceptable para quienes lo desprecian, tienden a rebajarlo aplicándole adjetivos que, en el fondo, saben que no le pertocan. ¿Por qué marcarlo con las etiquetas que a ELLOS les dejen contentos? ¿Qué necesidad hay de recibir su aprobación, su visto bueno? ¿por qué situarse a su mismo nivel? Es algo que también podemos ver en la serie "Eli Roth´s History of Horror", donde intercalan interesantes pasajes prácticos e históricos con una absurda búsqueda de metáforas, simbologías y lecturas rimbombantes. No cabe en mis meninges.
El cine de terror es entretenido, divertido, banal, tontaina, formulático, violento, es explotación, es una fuente segura de dinero (me hacen gracia muchos pipiolos que separan terror de "cine comercial", sin entender que es el más comercial de todos los géneros, y de todos los cines), es MUCHAS cosas que habrá quien considere MALAS. Pero... ¡¿y qué?! Pues sí, ASÍ ES EXACTAMENTE, lo adoro por ello con orgullo, no tengo intención de cambiarlo, y aplicándole palabrejas e intenciones más elevadas únicamente logras mimetizarte con los mentecatos que lo desprecian. Anda y que les den morcilla.
Resumiendo, ¿veré el documental? Pues hombre, desde luego no puedo decir que lo espere con candeletas. Entre otras cosas porque, pal caso, lo que logrará es DAÑAR mi salud mental más que arreglarla. Aún así, enfocándolo como una comedia desternillante, igual podría funcionar.
Ahora bien, que seamos muy pro-USA no significa, ni por el forro, que estemos ciegos ante sus defectos. Sus incontables irritantes manías. O, cuanto menos, los de la Norteamérica mainstream. Empezando por esa tendencia al positivismo, al babosismo, al buenrollismo, al "todo me gusta" sin cuestionarse nada, la obsesión con reivindicar y defender los valores familiares (ugh!!) y, muy especialmente, un exceso de emocionalidad que aplican a cualquier cosa, hasta resultar empalagoso y ridículo. Con lo superficiales y elementales que, solo ocasionalmente, parecen, sorprende ver lo demasiado en serio que se toman algunas movidas. Como el cine de terror.
No me va nadie a discutir mi adoración hacia el mismo, lo mucho que lo gozo y lo importante que es... pero siempre desde una óptica racional. Procurando no perder los papeles. Al fin y al cabo hablamos de películas, muchas de ellas facturadas con una mentalidad muy mercantil, muy capitalista, muy norteamericana. Y que estas den sentido a tu todo, es tan lamentable como aquel que, negándose a formar parte del sistema, se tira a la vida callejera porque un cantante que vive en una enorme mansión llena de comodidades lo esputó una vez, hace varias décadas, a través de un micro.
Paradójicamente, es a partir de que los fans del terror comienzan a hacer películas afines, es decir, aquellos que las aman y las ven como algo más que una fuente de ingresos, que estas se tornan insoportablemente malas. ¡Como echo de menos los tiempos en que las facturaban talentosos y solventes artesanos, sin especial predilección por el género, en lugar de fans auto-indulgentes!. Esos mismos artesanos que, curiosamente, demostraban mayor talento cuanto más les avergonzaba verse asociados a ese género tan incómodo. En el momento que arrancaron los halagos, sus carreras entraron en serio declive.
Sea como fuere, y recuperando la idea de que los yankis se toman el cine de terror demasiado a pecho, tenemos un ejemplo reciente con un documental en proceso de finalización: "Mental Health and Horror", dirigido por Jonathan Barkan. Es decir "Salud Mental y Horror". ¿Suena terrorífico, verdad?. Y no es para menos, ya que gira en torno a la supuesta capacidad de la ficción terrorífica para poner orden a los problemas mentales. Historias de gente desesperada, víctimas de abusos, con tendencias suicidas y tal, que vieron la luz a través de... ¡¡"Pesadilla en Elm Street", "Posesión Infernal", "La matanza de Texas", "Re-Animator" o "Viernes 13"!! por citar algunas de las más notorias. Habrá quien considere que es algo bonito, positivo e importante. Pues lo siento, pero a mi me parece una estupidez. Un rizar el rizo a la permanente desaliñada. La plasmación en imágenes de aquel concepto al que hacía mención en mi reseña de "Hail to the deadites" que copio y pego: "fans que consideran que el terror ejerce casi de cura para el cáncer, el tifus o la gonorrea". De vergüenza ajena, oiga.
Intentando comprender tal postura, en un alarde de extraña madurez y empatía, me pregunto si esta obsesión de unificar cine de miedo con temas serios y positividad jipi no lo motivará el hecho de que, en los USA, el "media" tiende más bien a considerarlo como mera carnaza e incluso mala influencia para las juventudes. Sus adoradores más talibanes no querrán sentirse como si formaran parte de algo maligno, algo sucio, y se encabezonan en demostrar que tras la pasión hacia estas pelis hay materia profunda, espiritual, e incluso -en el caso que nos ocupa- beneficiosa para nuestra salud. Loable intento, amigos, pero sigo creyendo que se equivocan. Nunca he comprendido como los hay que, a la hora de dignificar aquello que les gusta de cara a hacerlo aceptable para quienes lo desprecian, tienden a rebajarlo aplicándole adjetivos que, en el fondo, saben que no le pertocan. ¿Por qué marcarlo con las etiquetas que a ELLOS les dejen contentos? ¿Qué necesidad hay de recibir su aprobación, su visto bueno? ¿por qué situarse a su mismo nivel? Es algo que también podemos ver en la serie "Eli Roth´s History of Horror", donde intercalan interesantes pasajes prácticos e históricos con una absurda búsqueda de metáforas, simbologías y lecturas rimbombantes. No cabe en mis meninges.
El cine de terror es entretenido, divertido, banal, tontaina, formulático, violento, es explotación, es una fuente segura de dinero (me hacen gracia muchos pipiolos que separan terror de "cine comercial", sin entender que es el más comercial de todos los géneros, y de todos los cines), es MUCHAS cosas que habrá quien considere MALAS. Pero... ¡¿y qué?! Pues sí, ASÍ ES EXACTAMENTE, lo adoro por ello con orgullo, no tengo intención de cambiarlo, y aplicándole palabrejas e intenciones más elevadas únicamente logras mimetizarte con los mentecatos que lo desprecian. Anda y que les den morcilla.
Resumiendo, ¿veré el documental? Pues hombre, desde luego no puedo decir que lo espere con candeletas. Entre otras cosas porque, pal caso, lo que logrará es DAÑAR mi salud mental más que arreglarla. Aún así, enfocándolo como una comedia desternillante, igual podría funcionar.
lunes, 26 de julio de 2021
LUPIN THE THIRD: STRANGE PSICHOKINETIC STRATEGY
La primera adaptación de imagen real de las aventuras de Lupin III, llegó en 1974, después de la primera serie de dibujos animados de 1971, y antes de la que todos pudimos ver en los 90 en Tele 5, la de 1977. Produce la Toho y está claramente inspirada en esas primeras animaciones, por lo tanto, hay diferencias estilísticas en cuanto al look de los personajes con respecto a la que emitió la cadena amiga, además de faltar algún personaje principal. Falta Francis —y los puristas disculparán que me refiera a estos con los nombres españoles que se les puso en el doblaje de la serie de animación del 77, porque, que quieren que les diga, así es como los conozco yo, que soy fan en concreto y particular de esa serie. Ni de los largos animados, ni del cómic, ni de otra cosa que no sea ESA serie—.
Por otro lado, la película es un producto absolutamente de su tiempo, es setentera hasta el paroxismo y abundan las campanas, los flequillazos, pañuelitos proto gay al cuello y los tacones cubanos. Del mismo modo, la combinación de slapstick, ciertos gags y equívocos propios del vodevil y cierto erotismo ligero, casi hacen parecer a la película una de Alfredo Landa. A eso hay que sumarle las ingentes dosis de incomprensible, tontorrón e infantiloide humor japonés. El resultado de todo esto, visto a día de hoy, resulta un tanto desconcertante, pero la película se desarrolla a mil por hora, pasan muchas cosas, y procura por todos los medios parecer un cartoon, por lo que, aunque muchas veces nos descoloque, lo cierto es que está entretenida y se deja ver sin mayores aspavientos. Es muy ligerita toda ella.
Lo bueno, también, es que se trata de una especie de origen de los personajes, por lo que somos testigos de elipsis que nos muestran la infancia de Lupin III, de cómo se conocen él y su eterno secuaz Óscar, del flechazo a primera vista que tiene con Patricia, y, más importante, el por qué el Inspector Basilio le tiene tanto odio.
El argumento, no obstante, es un poco difuso: Un joven apuesto y salido como una mona, se enamora de una ladrona a la que trasladan a la cárcel en un furgón blindado. Como tiran dos tetas que dos carretas, este utilizará sus habilidades para ayudarla a escapar, sin embargo, esta, una vez fugada, pasará de él y lo abandonará a su suerte hipnotizándole (o algo por el estilo). Así que es llevado a comisaría donde el Inspector Basilio le interrogará, dejándole libre poco después.
Como el hijo de Lupin II fue abandonado en un orfanato y lleva en la sangre la criminalidad, un experto en esta estirpe, Óscar, considera que el joven que ha ayudado a escaparse a una famosa ladrona como la que nos concierne, puede que sea el descendiente directo de Arsenio Lupin, por lo que le buscará para asociarse con él. Por otro lado, el Inspector Basilio, que le ha tenido frente a él, es asignado a su búsqueda y captura, con el fin de que el famoso nieto del criminal más peligroso de todos los tiempos, no la líe parda. Al mismo tiempo, un clan mafioso intentará asesinar a Lupin III, y entre tanto pifostio, este y Patricia, se entretienen robando una valiosa joya. Todo muy caótico y lioso, pero funcional. Naturalmente, la cosa terminará como terminaría cualquiera de los episodios de la serie.
Pues sin más. Está curiosa porque es una película que hasta que alguien ripeó y subtituló al castellano para colgarla en la red, era bastante ignota y llevaba años queriendo verla. No sabía muy bien que esperar de ella, y sigo sin saber muy bien lo que he visto. En cualquier caso no me ha dejado indiferente y eso ya es mucho.
Sin ser una maravilla, resulta simpática e infinitamente mejor que la adaptación de 2014, mucho más fiel a los personajes, rodada con la tecnología actual y pensada para una platea internacional —esta es muy japonesa y concebida exclusivamente para los japoneses— que era, un verdadero coñazo.
Y con dos o tres gags de los que aparecen, la verdad es que te mueres de risa.
Dirige Takashi Tsuboshima, firmando con esta su penúltima película, en una filmografía plagada de pelís de samuráis y esos rollos, que jamás llegaron a estrenarse en España.
Por otro lado, la película es un producto absolutamente de su tiempo, es setentera hasta el paroxismo y abundan las campanas, los flequillazos, pañuelitos proto gay al cuello y los tacones cubanos. Del mismo modo, la combinación de slapstick, ciertos gags y equívocos propios del vodevil y cierto erotismo ligero, casi hacen parecer a la película una de Alfredo Landa. A eso hay que sumarle las ingentes dosis de incomprensible, tontorrón e infantiloide humor japonés. El resultado de todo esto, visto a día de hoy, resulta un tanto desconcertante, pero la película se desarrolla a mil por hora, pasan muchas cosas, y procura por todos los medios parecer un cartoon, por lo que, aunque muchas veces nos descoloque, lo cierto es que está entretenida y se deja ver sin mayores aspavientos. Es muy ligerita toda ella.
Lo bueno, también, es que se trata de una especie de origen de los personajes, por lo que somos testigos de elipsis que nos muestran la infancia de Lupin III, de cómo se conocen él y su eterno secuaz Óscar, del flechazo a primera vista que tiene con Patricia, y, más importante, el por qué el Inspector Basilio le tiene tanto odio.
El argumento, no obstante, es un poco difuso: Un joven apuesto y salido como una mona, se enamora de una ladrona a la que trasladan a la cárcel en un furgón blindado. Como tiran dos tetas que dos carretas, este utilizará sus habilidades para ayudarla a escapar, sin embargo, esta, una vez fugada, pasará de él y lo abandonará a su suerte hipnotizándole (o algo por el estilo). Así que es llevado a comisaría donde el Inspector Basilio le interrogará, dejándole libre poco después.
Como el hijo de Lupin II fue abandonado en un orfanato y lleva en la sangre la criminalidad, un experto en esta estirpe, Óscar, considera que el joven que ha ayudado a escaparse a una famosa ladrona como la que nos concierne, puede que sea el descendiente directo de Arsenio Lupin, por lo que le buscará para asociarse con él. Por otro lado, el Inspector Basilio, que le ha tenido frente a él, es asignado a su búsqueda y captura, con el fin de que el famoso nieto del criminal más peligroso de todos los tiempos, no la líe parda. Al mismo tiempo, un clan mafioso intentará asesinar a Lupin III, y entre tanto pifostio, este y Patricia, se entretienen robando una valiosa joya. Todo muy caótico y lioso, pero funcional. Naturalmente, la cosa terminará como terminaría cualquiera de los episodios de la serie.
Pues sin más. Está curiosa porque es una película que hasta que alguien ripeó y subtituló al castellano para colgarla en la red, era bastante ignota y llevaba años queriendo verla. No sabía muy bien que esperar de ella, y sigo sin saber muy bien lo que he visto. En cualquier caso no me ha dejado indiferente y eso ya es mucho.
Sin ser una maravilla, resulta simpática e infinitamente mejor que la adaptación de 2014, mucho más fiel a los personajes, rodada con la tecnología actual y pensada para una platea internacional —esta es muy japonesa y concebida exclusivamente para los japoneses— que era, un verdadero coñazo.
Y con dos o tres gags de los que aparecen, la verdad es que te mueres de risa.
Dirige Takashi Tsuboshima, firmando con esta su penúltima película, en una filmografía plagada de pelís de samuráis y esos rollos, que jamás llegaron a estrenarse en España.
domingo, 25 de julio de 2021
TRAILER DE "KANSAS (DOS HOMBRES, DOS CAMINOS)"
Hay varias cosas que, estoy seguro, nunca haré a lo largo de mi fútil existencia. Subir al Everest. Disponer de mi propio y lujoso yate. Tener sexo con Alexandra Daddario (hablo de contacto físico... ya me entienden). Escupir en un ojo a Marian Dora. O charlar amigablemente con George A. Romero sobre las maravillas de "Creepshow".
Al grupo añadan el no-visionado de "Kansas (Dos hombres, dos caminos)". Aunque en este caso sea algo voluntario.
Se trata de un drama criminal del año 1988 protagonizado por... dos hombres, Matt Dillon y Andrew McCarthy. De cuando alteraban el flujo vaginal de las adolescentes de medio mundo. Fue la última película como director de David Stevens (RIP). Y no digo que no la veré porque le tenga manía, ni nada. De hecho, hasta podría estar bien. Simplemente que hay muchas cosas en la vida por ver y escaso tiempo para ello. "Kansas (dos hombres, dos caminos)" no entra en mis prioridades. Pero el trailer sí, que es cortito. Y ustedes también...
Al grupo añadan el no-visionado de "Kansas (Dos hombres, dos caminos)". Aunque en este caso sea algo voluntario.
Se trata de un drama criminal del año 1988 protagonizado por... dos hombres, Matt Dillon y Andrew McCarthy. De cuando alteraban el flujo vaginal de las adolescentes de medio mundo. Fue la última película como director de David Stevens (RIP). Y no digo que no la veré porque le tenga manía, ni nada. De hecho, hasta podría estar bien. Simplemente que hay muchas cosas en la vida por ver y escaso tiempo para ello. "Kansas (dos hombres, dos caminos)" no entra en mis prioridades. Pero el trailer sí, que es cortito. Y ustedes también...
sábado, 24 de julio de 2021
CON LA BESTIA DENTRO
Desde luego, la carrera de Philippe Mora es un rato marciana. Parisino de origen, pero afincado en Australia, dispone de un bagaje totalmente artístico dedicado a la pintura y/o ilustración. Poco podía pensarse entonces que este señor acabaría esputando títulos tan reconocibles, por su negación, como las dos primeras secuelas de "Aullidos" (la segunda de las cuales tenemos reseñada por acá). Mora siempre lo ha justificado afirmando que, cinematográficamente, se ha ido moviendo entre lo personal y lo comercial. Supongo que dentro de este segundo grupo situará el título que reseñamos a continuación, "Con la bestia dentro". Tampoco me sorprendería que, considerando tal dato, y a vista de los resultados, el filmmaker no tuviese demasiada estima por el género terrorífico, que únicamente abordaría con soberbia cuando tocaba agenciarse un bocata.
Una mujer es atacada por una especie de bestia peluda con forma humana que la viola y se pira. Sobrevive y da a luz a un chavalote en apariencia normal... hasta que llega a la adolescencia y las hormonas comienzan a fluctuar. Es aquí cuando se comporta raro y descubrimos que el espíritu de la bestia anda en su interior y piensa utilizarlo para vengarse de los que le condenaron a ser lo que fue.
Mis dos primeros intentos de consumir "Con la bestia dentro" fueron una cinta de VHS, cortesía de Warner Home Video, y un ripeo de la misma. En ambas ocasiones lo que vi me aburrió. El otro día repetí mediante plataforma digital con una versión restaurada, HD y el copón bendito. Vamos, que se veía de puta madre. Y me gustó un poco más. Así, deduzco que, aún siendo un amante de lo lo-fi, en ocasiones la buena calidad también puede obrar milagros en mi enfermiza psique. Aunque cuando digo que me gustó más, tampoco estoy hablando aquí de jarana, bailes y celebraciones. Dejémoslo en un "ta bien" de esos que "ta bien" me vienen ocasionalmente.
"Con la bestia dentro", "The beast within" en v.o., está basada en una novela de Edward Levy y quien se encargó de mutarla a guion fue nada menos que Tom Holland, entonces futuro guionista de "Psicosis 2, El regreso de Norman" o "Curso 1984" y director de "Noche de miedo" o "Muñeco Diabólico". Bonito currículum. Obviamente, lo más destacable son las escenas del monstruo atacando, no excesivamente sangrantes pero que nos dejan contentos. Y, por supuesto, ese final delirante en el que nuestro joven protagonista se convierte en la bestia, a base de babas, deformidades y algún cantoso muñecote de látex. Contaban en "In search of darkness 2" que en aquellos momentos acababan de perfeccionar el truquito para hinchar artificialmente el rostro de los actores. En "Aullidos" y "Un hombre lobo americano en Londres" dieron buena cuenta de ello. Aquí, sin embargo, tan entusiasmados estaban con el juguete, que perdieron el pedal y decidieron ir más allá, dándole a los pulmones hasta que la cabeza del actor parecía un auténtico globo sonda que por poco no estalla. Debajo de tanta goma y tanto aire estaba Paul Clemens, un tipo que con sus peculiares facciones y, sobre todo, su exagerada e histriónica interpretación, aporta un aire "raruno". Agobiante. Le siguen nombres tan agradecidos como los de Ronny Cox y un montón de esos segundones carismáticos que has visto en chorromil películas: Don Gordon, R.G. Armstrong o L.Q. Jones. Bien por todos ellos.
A día de hoy, y aunque no haga mucho ruido, Phillipe Mora sigue activo. Activísimo. Tiene la cartera a rebosar de proyectos. Entre todos destaca, por curioso, "Philippe Mora's The Growling", que no queda muy claro si es un documental, una ficción o una mezcla de ambos. Obviamente, va vinculada a sus dos infames aportaciones a la saga de "Aullidos". Y es que estamos con lo de siempre: el cineasta que, por cuestiones alimenticias, se ve obligado a tirar de esos títulos en su filmografía que, mala prensa mediante, le avergüenzan. Sin embargo, y gracias justamente a esa misma mala prensa, son los más famosillos de los que dispone y le otorgan aún cierta velada popularidad (aunque por los motivos equivocados). Triste. Son los peligros de tontear con el cine comercial, de género, y afrontarlo con arrogancia y desdén, mirándolo por encima del hombro y considerándolo basurilla. Con el tiempo, siempre vuelve para tomarse la revancha. Como la misma bestia interior de esta película.
Una mujer es atacada por una especie de bestia peluda con forma humana que la viola y se pira. Sobrevive y da a luz a un chavalote en apariencia normal... hasta que llega a la adolescencia y las hormonas comienzan a fluctuar. Es aquí cuando se comporta raro y descubrimos que el espíritu de la bestia anda en su interior y piensa utilizarlo para vengarse de los que le condenaron a ser lo que fue.
Mis dos primeros intentos de consumir "Con la bestia dentro" fueron una cinta de VHS, cortesía de Warner Home Video, y un ripeo de la misma. En ambas ocasiones lo que vi me aburrió. El otro día repetí mediante plataforma digital con una versión restaurada, HD y el copón bendito. Vamos, que se veía de puta madre. Y me gustó un poco más. Así, deduzco que, aún siendo un amante de lo lo-fi, en ocasiones la buena calidad también puede obrar milagros en mi enfermiza psique. Aunque cuando digo que me gustó más, tampoco estoy hablando aquí de jarana, bailes y celebraciones. Dejémoslo en un "ta bien" de esos que "ta bien" me vienen ocasionalmente.
"Con la bestia dentro", "The beast within" en v.o., está basada en una novela de Edward Levy y quien se encargó de mutarla a guion fue nada menos que Tom Holland, entonces futuro guionista de "Psicosis 2, El regreso de Norman" o "Curso 1984" y director de "Noche de miedo" o "Muñeco Diabólico". Bonito currículum. Obviamente, lo más destacable son las escenas del monstruo atacando, no excesivamente sangrantes pero que nos dejan contentos. Y, por supuesto, ese final delirante en el que nuestro joven protagonista se convierte en la bestia, a base de babas, deformidades y algún cantoso muñecote de látex. Contaban en "In search of darkness 2" que en aquellos momentos acababan de perfeccionar el truquito para hinchar artificialmente el rostro de los actores. En "Aullidos" y "Un hombre lobo americano en Londres" dieron buena cuenta de ello. Aquí, sin embargo, tan entusiasmados estaban con el juguete, que perdieron el pedal y decidieron ir más allá, dándole a los pulmones hasta que la cabeza del actor parecía un auténtico globo sonda que por poco no estalla. Debajo de tanta goma y tanto aire estaba Paul Clemens, un tipo que con sus peculiares facciones y, sobre todo, su exagerada e histriónica interpretación, aporta un aire "raruno". Agobiante. Le siguen nombres tan agradecidos como los de Ronny Cox y un montón de esos segundones carismáticos que has visto en chorromil películas: Don Gordon, R.G. Armstrong o L.Q. Jones. Bien por todos ellos.
A día de hoy, y aunque no haga mucho ruido, Phillipe Mora sigue activo. Activísimo. Tiene la cartera a rebosar de proyectos. Entre todos destaca, por curioso, "Philippe Mora's The Growling", que no queda muy claro si es un documental, una ficción o una mezcla de ambos. Obviamente, va vinculada a sus dos infames aportaciones a la saga de "Aullidos". Y es que estamos con lo de siempre: el cineasta que, por cuestiones alimenticias, se ve obligado a tirar de esos títulos en su filmografía que, mala prensa mediante, le avergüenzan. Sin embargo, y gracias justamente a esa misma mala prensa, son los más famosillos de los que dispone y le otorgan aún cierta velada popularidad (aunque por los motivos equivocados). Triste. Son los peligros de tontear con el cine comercial, de género, y afrontarlo con arrogancia y desdén, mirándolo por encima del hombro y considerándolo basurilla. Con el tiempo, siempre vuelve para tomarse la revancha. Como la misma bestia interior de esta película.
viernes, 23 de julio de 2021
ZIPPERFACE
Lo que principalmente me llama la atención de este slasher tardío es la fecha de producción, 1992, de cuando el género estaba ya muerto y enterrado y a “Scream” le quedaba todavía un poquito para ser concebida y volver a ponerlo de moda. Y tirando de cliché, “Zipperface”, pone en pantalla a un nuevo asesino con máscara, que viste de cuero (con lo incómodo que ha de ser ir uniformado de esa guisa) y tira de machetón, y pone a la historia unos toquecitos de erotismo sado-maso rancio, pero inherente en cierto modo a la época en la que se rueda. Estaban de moda “Instinto Básico” y sucedáneos. “Zipperface” es un buen ejemplo de cómo de mal estaba, en general, el cine de terror de bajo presupuesto a primeros de los 90.
La cosa, que termina un poco a la “Scooby Doo”, no podía ser más plana: Un individuo vestido de cuero se dedica a asesinar a tías con indumentaria sado (¿), por lo que una pareja de detectives investigará el caso. Mientras el asesino da machete a hembras variopintas, a los policías se les van presentando diferentes sospechosos durante la investigación. A lo largo del clímax, con el enfrentamiento final entre el asesino y los polis, y con una final girl dando vueltas por ahí, se desenmascara al asesino y tanto los protagonistas como el espectador averiguan de quién se trata. Fin. Y entre medias, aburrimiento, aburrimiento y aburrimiento.
Por supuesto, nos sentamos delante de una película que hace alarde de todos los vicios de estéticos de los 90, con la imagen cubierta por una especie de nebulosa típica de la fotografía de baja estofa de la época. Luego, queriendo dar a entender que el asesino es de lo más macabro que ha parido madre, el nivel de sangre, vísceras o cualquier cosa que se le parezca, es una anécdota, casi al nivel de una película infantil. Mucho cuero, mucho látex, mucha connotación sexual, mucho modelito sexy con el que se pavonean las víctimas del asesino, pero, paradójicamente, no se ve ni una sola tetilla. En absoluto concuerda con el nivel de sadismo que a priori se nos propone. “Zipperface” es, hablando en plata, una mierda.
Los tiempos cambiaban, y si en los 80 los slasher tenían acostumbrada a la platea a los acuchillamientos de hembras de manera más o menos gráfica y gratuita, en los 90 una cosa de este estilo podía chocar a los colectivos biempensantes, motivo este por el que la película fue tachada de misógina y sexista en la famosa TV Guide, revistilla cuyo cometido es informar de la programación de las cadenas de televisión, cuyo equivalente español lo encontramos en la mítica Teleprograma.
Por supuesto, como todo buen truño que se precie de serlo, a “Zipperface” no le faltan sus admiradores, hasta el punto que un grupo de estudiantes de la Universidad Estatal de Rutgers, en New Jersey, parodiaron la película para una musical off Broadway que prepararon el año 2009, titulado “Zipperface!!?!: The Hobo Musical”. Adoro a los americanos pero, a veces, son muy tontos con estas cosas.
En cuanto al director, Mansour Pourmand, de origen iraní, venía de rodar una serie y una película en su país en los 70, rodó “Zipperface” en los 90, y ya no volvió a hacer nada más hasta 2010, año en el que rodó un corto en vídeo titulado “Aladin’s Untold Story”. En la actualidad tiene un Instagram con 25 seguidores, dos publicaciones y, mientras escribo esto, el muy cabrito no me acepta.
La cosa, que termina un poco a la “Scooby Doo”, no podía ser más plana: Un individuo vestido de cuero se dedica a asesinar a tías con indumentaria sado (¿), por lo que una pareja de detectives investigará el caso. Mientras el asesino da machete a hembras variopintas, a los policías se les van presentando diferentes sospechosos durante la investigación. A lo largo del clímax, con el enfrentamiento final entre el asesino y los polis, y con una final girl dando vueltas por ahí, se desenmascara al asesino y tanto los protagonistas como el espectador averiguan de quién se trata. Fin. Y entre medias, aburrimiento, aburrimiento y aburrimiento.
Por supuesto, nos sentamos delante de una película que hace alarde de todos los vicios de estéticos de los 90, con la imagen cubierta por una especie de nebulosa típica de la fotografía de baja estofa de la época. Luego, queriendo dar a entender que el asesino es de lo más macabro que ha parido madre, el nivel de sangre, vísceras o cualquier cosa que se le parezca, es una anécdota, casi al nivel de una película infantil. Mucho cuero, mucho látex, mucha connotación sexual, mucho modelito sexy con el que se pavonean las víctimas del asesino, pero, paradójicamente, no se ve ni una sola tetilla. En absoluto concuerda con el nivel de sadismo que a priori se nos propone. “Zipperface” es, hablando en plata, una mierda.
Los tiempos cambiaban, y si en los 80 los slasher tenían acostumbrada a la platea a los acuchillamientos de hembras de manera más o menos gráfica y gratuita, en los 90 una cosa de este estilo podía chocar a los colectivos biempensantes, motivo este por el que la película fue tachada de misógina y sexista en la famosa TV Guide, revistilla cuyo cometido es informar de la programación de las cadenas de televisión, cuyo equivalente español lo encontramos en la mítica Teleprograma.
Por supuesto, como todo buen truño que se precie de serlo, a “Zipperface” no le faltan sus admiradores, hasta el punto que un grupo de estudiantes de la Universidad Estatal de Rutgers, en New Jersey, parodiaron la película para una musical off Broadway que prepararon el año 2009, titulado “Zipperface!!?!: The Hobo Musical”. Adoro a los americanos pero, a veces, son muy tontos con estas cosas.
En cuanto al director, Mansour Pourmand, de origen iraní, venía de rodar una serie y una película en su país en los 70, rodó “Zipperface” en los 90, y ya no volvió a hacer nada más hasta 2010, año en el que rodó un corto en vídeo titulado “Aladin’s Untold Story”. En la actualidad tiene un Instagram con 25 seguidores, dos publicaciones y, mientras escribo esto, el muy cabrito no me acepta.
lunes, 19 de julio de 2021
SANKY PANKY 3
Tercera parte de una saga del cine dominicano que me cae simpática y que vengo reseñado aquí desde que la descubrí hace casi 15 años, “Sanky Panky”, sobre esos pobres diablos que se dedican a seducir mujeres en los resort vacacionales.
La fama de la franquicia se movilizó al resto de países latinos y, en esta ocasión, la acción se traslada a Puerto Rico. Además se contrata para la dirección a alguien de eficacia demostrada, Eduardo “Transfor” Ortiz, afamado director borincano responsable de películas como “Vasos de papel” (el famoso plagio de “Admiradora Secreta”) o de “Vico C. La vida del filósofo”, el biopic sobre el más popular de los raperos portorriqueños, sustituyendo al director de las dos películas previas, José Enrique Pintor (que curiosamente, es un director de origen español afincado en la República Dominicana). Sin embargo, y pese al cambio de dirección y escenario, esta “Sanky Panky 3” se ve resuelta con menos medios, si cabe, que sus dos antecesoras, del mismo modo que el guion es menos divertido y su trío protagonista, Fausto Mata, Tony Pascual y Aquíles Córrea, están menos desmadrados que de costumbre. La película se ve de un cutre que tira de espaldas y, aun así, fue concebida para estrenarse, además de en los países de habla hispana, en los Estados Unidos, exhibiéndose de manera reducida en algunos cines donde se proyecta cine en español para las minorías latinas.
En esta ocasión tenemos a Genaro viviendo en Puerto Rico tras divorciarse, puesto que su mujer le pone los cuernos. Sus amigos Chelo y Carlitos también están allí malviviendo, ganándose la vida como pueden vendiendo DVDs piratas y falsificaciones, cuando deciden volver a intentar ligarse gringas en lugares destinados a los turistas. Pero, Genaro, intentando vivir de las mujeres, conoce a una bella portorriqueña de la que se enamora, con lo cual volvemos a una repetición del argumento del primer “Sanky Panky”. La gracia esta vez radica en el rival de Genaro que se nos presenta, y que también bebe los vientos por el interés romántico de este, Manolo Castañeda, un empresario andaluz que se las hará pasar canutas. Me hace especial gracia la presencia de este andaluz porque, en realidad, se trata de un actor portorriqueño poniendo acento, lo que resulta hilarante, no porque lo haga mal, que en absoluto, sino porque resulta tan extraño ver a un latino poniendo acento andaluz… al margen de eso, me hace mucha gracia también como los caribeños se agarran al estereotipo a la hora de representar a este español; Es empresario de vinos, es muy chulo, lleva una pulserita con la banderita de España y le gustan los toros. Además, cada vez que está él en escena suena música flamenca.
Por lo demás, el ir y venir de personajes propio de las películas de la saga, humor dominicano que a nosotros los españoles unas veces nos funcionará y otras no, en una tercera entrega muy, muy inferior a las dos entregas anteriores, que quizás se ha visto encarecida por la participación portorriqueña; Esta vez la película, en comparación, se ve francamente tercermundista. Sin embargo, esta falta de medios se antoja un factor secundario cuando consigue reventar las taquillas tanto de República Dominicana como de Puerto Rico al mismo tiempo, convirtiéndose en una de las películas caribeñas más taquilleras de todos los tiempos. Esto es bueno hasta cierto punto, porque es como si a partir de ahora tuvieran carta blanca, en sucesivas entregas, para ser cutres. Ya saben que a menos inversión, mayor rendimiento.
Con todo, como comedia tontorrona de enredo para toda la familia que es, se deja ver sin mayor problema, y siempre es curioso acercarse de vez en cuando a ver como le van las cosas a una cinematografía primo-hermana que emerge progresivamente con mas fuerza.
La fama de la franquicia se movilizó al resto de países latinos y, en esta ocasión, la acción se traslada a Puerto Rico. Además se contrata para la dirección a alguien de eficacia demostrada, Eduardo “Transfor” Ortiz, afamado director borincano responsable de películas como “Vasos de papel” (el famoso plagio de “Admiradora Secreta”) o de “Vico C. La vida del filósofo”, el biopic sobre el más popular de los raperos portorriqueños, sustituyendo al director de las dos películas previas, José Enrique Pintor (que curiosamente, es un director de origen español afincado en la República Dominicana). Sin embargo, y pese al cambio de dirección y escenario, esta “Sanky Panky 3” se ve resuelta con menos medios, si cabe, que sus dos antecesoras, del mismo modo que el guion es menos divertido y su trío protagonista, Fausto Mata, Tony Pascual y Aquíles Córrea, están menos desmadrados que de costumbre. La película se ve de un cutre que tira de espaldas y, aun así, fue concebida para estrenarse, además de en los países de habla hispana, en los Estados Unidos, exhibiéndose de manera reducida en algunos cines donde se proyecta cine en español para las minorías latinas.
En esta ocasión tenemos a Genaro viviendo en Puerto Rico tras divorciarse, puesto que su mujer le pone los cuernos. Sus amigos Chelo y Carlitos también están allí malviviendo, ganándose la vida como pueden vendiendo DVDs piratas y falsificaciones, cuando deciden volver a intentar ligarse gringas en lugares destinados a los turistas. Pero, Genaro, intentando vivir de las mujeres, conoce a una bella portorriqueña de la que se enamora, con lo cual volvemos a una repetición del argumento del primer “Sanky Panky”. La gracia esta vez radica en el rival de Genaro que se nos presenta, y que también bebe los vientos por el interés romántico de este, Manolo Castañeda, un empresario andaluz que se las hará pasar canutas. Me hace especial gracia la presencia de este andaluz porque, en realidad, se trata de un actor portorriqueño poniendo acento, lo que resulta hilarante, no porque lo haga mal, que en absoluto, sino porque resulta tan extraño ver a un latino poniendo acento andaluz… al margen de eso, me hace mucha gracia también como los caribeños se agarran al estereotipo a la hora de representar a este español; Es empresario de vinos, es muy chulo, lleva una pulserita con la banderita de España y le gustan los toros. Además, cada vez que está él en escena suena música flamenca.
Por lo demás, el ir y venir de personajes propio de las películas de la saga, humor dominicano que a nosotros los españoles unas veces nos funcionará y otras no, en una tercera entrega muy, muy inferior a las dos entregas anteriores, que quizás se ha visto encarecida por la participación portorriqueña; Esta vez la película, en comparación, se ve francamente tercermundista. Sin embargo, esta falta de medios se antoja un factor secundario cuando consigue reventar las taquillas tanto de República Dominicana como de Puerto Rico al mismo tiempo, convirtiéndose en una de las películas caribeñas más taquilleras de todos los tiempos. Esto es bueno hasta cierto punto, porque es como si a partir de ahora tuvieran carta blanca, en sucesivas entregas, para ser cutres. Ya saben que a menos inversión, mayor rendimiento.
Con todo, como comedia tontorrona de enredo para toda la familia que es, se deja ver sin mayor problema, y siempre es curioso acercarse de vez en cuando a ver como le van las cosas a una cinematografía primo-hermana que emerge progresivamente con mas fuerza.
domingo, 18 de julio de 2021
TRAILER DE "MISTERIO EN EL BARCO PERDIDO"
Cuando eres un adolescente sediento no solo de sexo, sino también de un cine repleto de emociones
fuertes, títulos como "Misterio en el barco perdido" te ponen alerta. Luego indagas, descubres que
se trata de un producto del año 1959 protagonizado por Gary Cooper y Charlton Heston y exclamas
aquello de "Buuuuh, me aburroooo".
Es por ello que nunca jamás la alquilé (aunque, creo recordar, anduve un tiempo confundiéndola con "El barco de la muerte"). Pero tenemos el trailer, y ni que sea por acompañarlo del comentario expuesto, o disfrutar con esa cantosa maqueta del barco del título, se lo dejamos aquí, today.
Es por ello que nunca jamás la alquilé (aunque, creo recordar, anduve un tiempo confundiéndola con "El barco de la muerte"). Pero tenemos el trailer, y ni que sea por acompañarlo del comentario expuesto, o disfrutar con esa cantosa maqueta del barco del título, se lo dejamos aquí, today.
sábado, 17 de julio de 2021
HOLOCAUSTO CANIBAL 2
A mediados de los ochenta, mis puntuales visitas a la feria de Sonimag solían darme algunas sorpresas. El apartado dedicado a las distribuidoras de vídeo contaba con coloristas pósters y pantallas en las que se proyectaban futuros lanzamientos. De esta guisa supe de "Sardu", "Redneck Zombies" o "El oráculo", con los consiguientes subidones y posteriores decepciones... aunque solo en algunos casos. Sin duda, uno de los más sonados fue este "Holocausto Caníbal 2", con el que flipé pepinillos el día que vi su cartel, básicamente una costrosa réplica del de la peli de Ruggero Deodato. En cuanto la descubrí para alquilar en un vídeo-club situado en la calle Sants de Barcelona, que de tan estrecho la peña tenía que rozar espalda con espalda para moverse en su interior, me llevé la copia a casa. Lo siguiente fue uno de los mayores hostiazos que me he zampado en mi vida cinéfaga. Y durante años, muchos años, consideré aquel truñete como lo peor consumido por estos cansados ojos. Por eso, cuando recientemente nos reencontramos, pensé que sería gracioso enfrentarme de nuevo a ella, sabiendo ya todo lo que sabía y con los huevos pelados de ver tantísima mierda.
Obviamente el título original de esto NO es "Holocausto Caníbal 2", eso es un invento de sendas distribuidoras en distintos lugares del mundo. En realidad fue parida como "Schiave bianche, Violenza in Amazzonia", aunque resulta obvio que sus artífices pretendían aprovecharse del "reciente" éxito de "Holocausto Caníbal", parida cinco años antes por la misma descarada cinematografía, la italiana. De esta guisa, se comprende la sucia estrategia de algunos distribuidores. Te venden el cuento de que está basada en un hecho real. Mentira. El tema musical que abre el film recuerda mucho, demasiado, al clásico de Riz Ortolani. Y, bueno, tenemos la típica ristra de imágenes de archivo de violencia entre animales (aunque al menos no es de humanos contra animales) además de ese gore tan característico de su tierra, entre lo gráfico y lo cutre, a base de primerísimos primeros planos altamente detallados. Sin llegar, por supuesto, al nivel de la peli de Deodato... ni de ninguna otra considerada de caníbales, porque este "Holocausto Caníbal 2" no va de antropófagos, ni vemos a ninguno comer carne humana, pero sí nos regalan algunas escenas de crueldad a base de supuestos rituales despiadados de la tribu de turno. Hay quien ha soltado la cantinela de que racista y bla, bla. Que si, hombre que si. Pero no suelo tener en demasiada buena consideración a los pelacañas que se toman el cine de explotación tan en serio.
La trama va así: Una adolescente rica que estudia en Londres se pira a la Amazonia a pasar el verano con sus papás. Allí son atacados por una tribu, matan a los viejos, secuestran a la chavala y esta, poco a poco, se va adaptando a la situación, hasta enamorarse de un autóctono. Luego descubre que el asesinato de los padres fue cometido en realidad por quien menos te lo esperas -o eso se supone-, lo que hará que decida vengarse a lo burro, aprovechando su actual condición asalvajada.
La trama va así: Una adolescente rica que estudia en Londres se pira a la Amazonia a pasar el verano con sus papás. Allí son atacados por una tribu, matan a los viejos, secuestran a la chavala y esta, poco a poco, se va adaptando a la situación, hasta enamorarse de un autóctono. Luego descubre que el asesinato de los padres fue cometido en realidad por quien menos te lo esperas -o eso se supone-, lo que hará que decida vengarse a lo burro, aprovechando su actual condición asalvajada.
Pues bueno, vista ya, puedo decir que, efectivamente, es un rato coñazo. Como toda fiesta de exploit made in italy, al final lo único que disfrutas son los estallidos de truculencia. Luego algo de destete, pero poco. Y los actores, pues acartonados como un tetra break. Especialmente la chavala prota. Hay romance hortera y, en fin, toda la tosquedad tan inevitable como necesaria. No terminas por odiarla, pero se olvida al micorsegundo de salir el "Fine".
El director no es otro que Mario Gariazzo, oculto tras su nombre de guerra habitual, Roy Garrett, quien, como cualquier artesano de su estilo, tiene un currículum en el que toca toda suerte de géneros populares (como ESTE), destacando a gusto personal "Hermano del espacio", una explotación ítalo-española de "E.T." que igual hasta sería diver revisar un día de estos.
Como postre, dejen que les deje ¿? aquí un recorte publicitario extraído de las páginas de la revista "Shows" en el que se da cancha a las "dos entregas" de "Holocausto Caníbal". Por procedencia debería estar en su propia sección, la del "Baúl de tío Vicente", peeeero por naturaleza, encaja mucho mejor como acompañamiento de la presente reseña. Y, así, pueden jugar al juego de las comparaciones y diferencias.... con un detalle que, si no lo digo reviento: en el cartel de la "secuela", la chica empalada se tapa las partes pudientes ella misma, mientras que en el del film de Deodato, esa tarea recae en manos del hambriento caníbal. La decencia es lo primero. Ver a una tía muerta con un palo que le entra por el culo y le sale por la boca, va después.
El director no es otro que Mario Gariazzo, oculto tras su nombre de guerra habitual, Roy Garrett, quien, como cualquier artesano de su estilo, tiene un currículum en el que toca toda suerte de géneros populares (como ESTE), destacando a gusto personal "Hermano del espacio", una explotación ítalo-española de "E.T." que igual hasta sería diver revisar un día de estos.
Como postre, dejen que les deje ¿? aquí un recorte publicitario extraído de las páginas de la revista "Shows" en el que se da cancha a las "dos entregas" de "Holocausto Caníbal". Por procedencia debería estar en su propia sección, la del "Baúl de tío Vicente", peeeero por naturaleza, encaja mucho mejor como acompañamiento de la presente reseña. Y, así, pueden jugar al juego de las comparaciones y diferencias.... con un detalle que, si no lo digo reviento: en el cartel de la "secuela", la chica empalada se tapa las partes pudientes ella misma, mientras que en el del film de Deodato, esa tarea recae en manos del hambriento caníbal. La decencia es lo primero. Ver a una tía muerta con un palo que le entra por el culo y le sale por la boca, va después.
viernes, 16 de julio de 2021
THE ACID EATERS
“The Acid Eaters” es una de las películas más marcianas que he podido ver últimamente, porque, al tratarse de un nudie pergeñado cuando este subgénero está ya dando sus últimos coletazos, coquetea (quizás involuntariamente) con el cine experimental, aporta unos toques de comedia socarrona muy extraños y combina los consabidos bailecillos y las estupendas tetas sesenteras con una extraña trama de consumo de LSD. Pero ¡Ojo! No estamos ante una de esas películas denuncia a la Dwain Esper de años atrás, sino todo lo contrario. “The Acid Eaters” podría ser perfectamente una reivindicación del uso de drogas, una vía de escape para la rutina, según el prólogo.
La película, casi sin diálogos, abre con una serie de imágenes sin demasiado sentido en las que vemos bocas que mastican comida basura, gente currando de 8 a 5, y manos que sellan cheques. Así hasta la llegada del viernes, que es justo cuando unos fornidos trabajadores de oficina agarran sus motocicletas y se van al campo para reunirse con unas jamonas que quitan el hipo. Bailarán, pintarán sus cuerpos desnudos y practicarán sexo en grupo hasta que, tras unos paseos en moto, se topan con una gran pirámide por la que escalarán para hacer el amor en cada uno de sus niveles. Se trata de una montaña de ácido en cuyo interior hay un demonio que les promete cumplir todos sus deseos y les enseña a fumar canutos al tiempo que los campistas pretenden conseguir los enormes terrones de azúcar impregnados en ácido que alberga la pirámide.
Una película en la que pasan un montón de cosas pero en la que en realidad no pasa nada… O mejor dicho, no pasa nada hasta que finalmente, pasa algo. Asimismo, “The Acid Eaters”, con sus tiempos muertos y sus largas escenas de folleteo barato, bailecitos y demás situaciones absurdas, es lo suficiente colorida como para que, a pesar de todo eso, la veamos sin agobiarnos demasiado. Además que, a pesar de otras películas de la época sobre el LSD, o como pasaría con todo el cine contracultural de unos años después, huye de las escenas oníricas y las representaciones psicodélicas en pro de unas escenas más teatrales (y baratas de producir) como el bailecito que nos ofrece una tetuda sobre un fondo negro, que danza para el diablo. El diablo, por supuesto, es un señor con un traje de demonio naranja interpretado por un comediante de la época llamado Buck Kartalian que para la ocasión aparece acreditado como Buck Bucky. Kartalian, combinaba pequeños papeles en producciones mainstream con otros más extensos en películas de bajo presupuesto. Llegó a salir, ya en los 90, en cosas como “La Roca”.
Poco más. Quizás sea una película exploit un pelín superior a otras propuestas de la época que, por los motivos que sean, cae simpática, por lo que no se entiende que otros títulos más coñazo tanto del nudie como del drugxploitation tengan hoy un estatus de culto y que “The Acid Eaters” sea completamente ninguneada.
Dirige Byron Made, director de toda suerte de exploits que solía firmar la mayoría de sus películas, esta incluida, bajo el seudónimo de B. Ron Elliot. Su película más popular sería una de corte parecido a esta titulada “She Freak” que sí firmaría bajo su nombre real (y produjo el legendario David F. Friedman).
Por cierto, estupendas, estupendas, estupendas señoritas las que aparecen en esta película. Vamos, una cosa fuera de lo normal.
La película, casi sin diálogos, abre con una serie de imágenes sin demasiado sentido en las que vemos bocas que mastican comida basura, gente currando de 8 a 5, y manos que sellan cheques. Así hasta la llegada del viernes, que es justo cuando unos fornidos trabajadores de oficina agarran sus motocicletas y se van al campo para reunirse con unas jamonas que quitan el hipo. Bailarán, pintarán sus cuerpos desnudos y practicarán sexo en grupo hasta que, tras unos paseos en moto, se topan con una gran pirámide por la que escalarán para hacer el amor en cada uno de sus niveles. Se trata de una montaña de ácido en cuyo interior hay un demonio que les promete cumplir todos sus deseos y les enseña a fumar canutos al tiempo que los campistas pretenden conseguir los enormes terrones de azúcar impregnados en ácido que alberga la pirámide.
Una película en la que pasan un montón de cosas pero en la que en realidad no pasa nada… O mejor dicho, no pasa nada hasta que finalmente, pasa algo. Asimismo, “The Acid Eaters”, con sus tiempos muertos y sus largas escenas de folleteo barato, bailecitos y demás situaciones absurdas, es lo suficiente colorida como para que, a pesar de todo eso, la veamos sin agobiarnos demasiado. Además que, a pesar de otras películas de la época sobre el LSD, o como pasaría con todo el cine contracultural de unos años después, huye de las escenas oníricas y las representaciones psicodélicas en pro de unas escenas más teatrales (y baratas de producir) como el bailecito que nos ofrece una tetuda sobre un fondo negro, que danza para el diablo. El diablo, por supuesto, es un señor con un traje de demonio naranja interpretado por un comediante de la época llamado Buck Kartalian que para la ocasión aparece acreditado como Buck Bucky. Kartalian, combinaba pequeños papeles en producciones mainstream con otros más extensos en películas de bajo presupuesto. Llegó a salir, ya en los 90, en cosas como “La Roca”.
Poco más. Quizás sea una película exploit un pelín superior a otras propuestas de la época que, por los motivos que sean, cae simpática, por lo que no se entiende que otros títulos más coñazo tanto del nudie como del drugxploitation tengan hoy un estatus de culto y que “The Acid Eaters” sea completamente ninguneada.
Dirige Byron Made, director de toda suerte de exploits que solía firmar la mayoría de sus películas, esta incluida, bajo el seudónimo de B. Ron Elliot. Su película más popular sería una de corte parecido a esta titulada “She Freak” que sí firmaría bajo su nombre real (y produjo el legendario David F. Friedman).
Por cierto, estupendas, estupendas, estupendas señoritas las que aparecen en esta película. Vamos, una cosa fuera de lo normal.
miércoles, 14 de julio de 2021
EL ÚLTIMO FOTOCROMO (DE "MISTERIO EN LA ISLA DE LOS MONSTRUOS")
Aunque me consta que Don Olid tiene varios juegos de fotocromos en espera de ser publicados, los míos ya se han agotado. Fin. No hay más. La tontería comenzó hace ya cinco años con ayuda de Alex Gardés y ha sido un camino realmente divertido, ameno y, en ocasiones, un poco coñazo. Indudablemente este material arrastra consigo una fuerte dosis de nostalgia y es muy difícil no dejarse empapar por ella, sobre todo si fuiste un chaval en la época en la que eran carne de vestíbulo de cine y alimentaban tu imaginación cuando los mirabas embobado.
Para chapar la paradita, me he quedado con un macro-fotocromo (de esos de tamaño doble) la mar de soso, pero perteneciente a una película un rato peculiar, "Misterio en la isla de los monstruos" de Don Juan Piquer Simón.
¡A disfrutarlo!
martes, 13 de julio de 2021
EL REBOOT DE LA TRILOGÍA DE LAS SECUELAS
No, este no es un blog de noticias. Para nada. Pero el caso de hoy bien merece ser destacado... aunque por otras razones. Recientemente publicado en redes y demás, se anuncia con felicidad que Jon Favreau y Dave Filoni sí planean hacer un reboot de la trilogía de secuelas. De "Star Wars", obvio. Bueno, remarcan que se trata solo de un rumore, rumore, que diría Raffaella (RIP). Porque hoy las cosas están así, amigos. Rumores, teorías absurdas y locuras varias, todo con el fin de saturar aún más de información innecesaria el ciber-espacio.
Bien, a nosotros nos la sopla tal titular. Es decir, y aunque suene predecible y facilón, para este blog solo existen tres películas de "Star Wars" que merezcan aplausos y atenciones. Las primeras. De cuando los espectadores esperábamos con candeletas cada nuevo estreno porque, entonces, era sinónimo de celebración, de algo especial. Hoy tenemos "Star Wars" hasta en la puta sopa, y la franquicia ha perdido toda capacidad de ser única y digna de conmemorarse.
Lo que nos mola de la presente noticia es cómo está redactada, atención: "Planean hacer un reboot de la trilogía de secuelas". Necesitaremos a un físico cuántico para que nos aclare qué demonios es eso. Tras darle mucho al coco, creemos entender que se refiere a que van a comenzar de cero con las tres pelis de la franquicia que siguieron a la segunda trilogía que, a su vez, iba tras la primera, la original. Aparcaremos el funesto hecho de que se les ocurra semejante locura, y la obsesión de Hollywood por rehacer películas (o sagas completas) con escasos años de diferencia, y nos centraremos en la jerga. Odiamos hablar como críticos rancios pero... es que la ocasión lo hace del todo inevitable. Hemos llegado a un punto de tanto reinicio (es decir, reboot), tanta precuela, tanta saga y tanta mandanga que ya no nos enteramos de nada. Ante tal panorama, surgen galimatías como este "Reboot de la trilogía de secuelas".
¿En serio Jorge (Lucas)? ¿vas a permitirlo?
Bien, a nosotros nos la sopla tal titular. Es decir, y aunque suene predecible y facilón, para este blog solo existen tres películas de "Star Wars" que merezcan aplausos y atenciones. Las primeras. De cuando los espectadores esperábamos con candeletas cada nuevo estreno porque, entonces, era sinónimo de celebración, de algo especial. Hoy tenemos "Star Wars" hasta en la puta sopa, y la franquicia ha perdido toda capacidad de ser única y digna de conmemorarse.
Lo que nos mola de la presente noticia es cómo está redactada, atención: "Planean hacer un reboot de la trilogía de secuelas". Necesitaremos a un físico cuántico para que nos aclare qué demonios es eso. Tras darle mucho al coco, creemos entender que se refiere a que van a comenzar de cero con las tres pelis de la franquicia que siguieron a la segunda trilogía que, a su vez, iba tras la primera, la original. Aparcaremos el funesto hecho de que se les ocurra semejante locura, y la obsesión de Hollywood por rehacer películas (o sagas completas) con escasos años de diferencia, y nos centraremos en la jerga. Odiamos hablar como críticos rancios pero... es que la ocasión lo hace del todo inevitable. Hemos llegado a un punto de tanto reinicio (es decir, reboot), tanta precuela, tanta saga y tanta mandanga que ya no nos enteramos de nada. Ante tal panorama, surgen galimatías como este "Reboot de la trilogía de secuelas".
¿En serio Jorge (Lucas)? ¿vas a permitirlo?
lunes, 12 de julio de 2021
HEMBRAS SALVAJES EN IBIZA
Una parejita de guiris va a Ibiza y nada más llegar, la mala suerte se cierne sobre ellos cuando comprueban que, por error, la habitación de hotel donde se han de hospedar ya está ocupada y se deberán quedar en la isla sin un techo bajo el cual refugiarse. No es problema porque, con las mismas, conocen a un grupo de jóvenes que vive el día a día en la isla balear que les acogerán en su seno y, con esa gente, comenzarán a divertirse, a desfasar y, lo más importante, a vivir toda suerte de relaciones sexuales.
Comedia sexy bávara dirigida por el inefable Sigi Rothemund (alias Siggi Götz), cuyo único objetivo era cubrir el cupo de tetas y culos que demandaban los exhibidores alemanes de los años 80. Y vaya si lo cubre… “Hembras salvajes en Ibiza”, sin ser desde luego una de las peores muestras del subgénero, es bastante tediosa y anodina, pero no se le puede negar que tiene algunas de las mujeres en pelotas más bellas que se han podido ver en un film de estas características. Lo demás es tan solo una sucesión de situaciones divertidas que se van desarrollando y que complementarán lo que de verdad interesa que son las poco inspiradas escenas de folleteo. Mucha playa, mucho mamoneo y tantas escenas de discoteca que podríamos adscribir la película a otro subgénero, el de las Disco Movies, sin ningún tipo de problemas, amén de la mucha y reconocible música Disco que suena en la banda sonora (Earth Wind & Fire, Lipps. Inc…). Götz ya suele combinar sexy comedia bávara con Disco Movies habitualmente. Sin embargo, “Hembras salvajes en Ibiza” se antoja, por un lado una película muy extraña y, por otro, una película muy moderna para la época, en el sentido que, en una vorágine de escenas frívolas y de contenido sexual, introduce una pequeña trama, también con su folleteo, con dos homosexuales, uno de ellos en proceso de heterosexualización instado por su padre (¡), que practican sexo y que, sin venir demasiado a cuento, son asaltados por un grupo fascista que, además, prenderá fuego la choza donde hacen el amor…Así, de golpe y porrazo, se introduce una escena de contenido social para acto seguido volver a las cochinadas como si nada hubiera pasado de un plano a otro. Por otro lado, que una película de tetas y culos alemana destinada a un público eminentemente heterosexual ofrezca escenas de sexo gay en pleno 1980, me parece estar muy adelantado a su tiempo. Vamos, que ni el indie de los 90… Asimismo, ya como el colmo de la modernidad, en una escena, y haciendo acopio de clichés y estereotipos, un chulo de piscina se liga a una tía y esta resulta ser un travesti. Se asumen todas las consecuencias cuando, además, le vemos todo el pingajillo a la actriz transexual que lo interpreta. Lo que pasa es que luego acaba algo mal parado ya que, cuando el chulito le ve el rabo al travelo, sale disparado de la habitación en la que se encuentran. Un gag de lo más tonto y manido, a día de hoy sin duda ofensivo, pero que en la época a los alemanes les debió resultar muy gracioso porque, no contentos con la ejecución de este gag una vez ¡Lo repiten otra más hacia el final de la película como si este fuera el gag estrella de la misma!
En definitiva, un título perteneciente a un subgénero muy afín a nuestro género “S”, sólo que, a diferencia de este, daba, entre millones de bodrios, títulos ligeramente divertidos. “Hembras salvajes en Ibiza”, podía ser uno de los que andan a medio camino de eso.
En la época llegaron a estrenarse en nuestro país un buen número de estas comedias eróticas. Esta también llegaría a los cines “S” congregando un total de 122.000 espectadores, probablemente masculinos, que, sin duda, le dieron al manubrio recordando la película cuando llegaron a casa. O quizás, en el interior de la sala.
Por otro lado, decir que las carátulas de las recientes ediciones en DVD son completamente engañosas haciendo lucir esta peli de folleteo como si de una sugestiva película actual se tratara… Gogleén, porque aquí lo que ilustrará la reseña, será el rancio póster español de su estreno en cines.
Comedia sexy bávara dirigida por el inefable Sigi Rothemund (alias Siggi Götz), cuyo único objetivo era cubrir el cupo de tetas y culos que demandaban los exhibidores alemanes de los años 80. Y vaya si lo cubre… “Hembras salvajes en Ibiza”, sin ser desde luego una de las peores muestras del subgénero, es bastante tediosa y anodina, pero no se le puede negar que tiene algunas de las mujeres en pelotas más bellas que se han podido ver en un film de estas características. Lo demás es tan solo una sucesión de situaciones divertidas que se van desarrollando y que complementarán lo que de verdad interesa que son las poco inspiradas escenas de folleteo. Mucha playa, mucho mamoneo y tantas escenas de discoteca que podríamos adscribir la película a otro subgénero, el de las Disco Movies, sin ningún tipo de problemas, amén de la mucha y reconocible música Disco que suena en la banda sonora (Earth Wind & Fire, Lipps. Inc…). Götz ya suele combinar sexy comedia bávara con Disco Movies habitualmente. Sin embargo, “Hembras salvajes en Ibiza” se antoja, por un lado una película muy extraña y, por otro, una película muy moderna para la época, en el sentido que, en una vorágine de escenas frívolas y de contenido sexual, introduce una pequeña trama, también con su folleteo, con dos homosexuales, uno de ellos en proceso de heterosexualización instado por su padre (¡), que practican sexo y que, sin venir demasiado a cuento, son asaltados por un grupo fascista que, además, prenderá fuego la choza donde hacen el amor…Así, de golpe y porrazo, se introduce una escena de contenido social para acto seguido volver a las cochinadas como si nada hubiera pasado de un plano a otro. Por otro lado, que una película de tetas y culos alemana destinada a un público eminentemente heterosexual ofrezca escenas de sexo gay en pleno 1980, me parece estar muy adelantado a su tiempo. Vamos, que ni el indie de los 90… Asimismo, ya como el colmo de la modernidad, en una escena, y haciendo acopio de clichés y estereotipos, un chulo de piscina se liga a una tía y esta resulta ser un travesti. Se asumen todas las consecuencias cuando, además, le vemos todo el pingajillo a la actriz transexual que lo interpreta. Lo que pasa es que luego acaba algo mal parado ya que, cuando el chulito le ve el rabo al travelo, sale disparado de la habitación en la que se encuentran. Un gag de lo más tonto y manido, a día de hoy sin duda ofensivo, pero que en la época a los alemanes les debió resultar muy gracioso porque, no contentos con la ejecución de este gag una vez ¡Lo repiten otra más hacia el final de la película como si este fuera el gag estrella de la misma!
En definitiva, un título perteneciente a un subgénero muy afín a nuestro género “S”, sólo que, a diferencia de este, daba, entre millones de bodrios, títulos ligeramente divertidos. “Hembras salvajes en Ibiza”, podía ser uno de los que andan a medio camino de eso.
En la época llegaron a estrenarse en nuestro país un buen número de estas comedias eróticas. Esta también llegaría a los cines “S” congregando un total de 122.000 espectadores, probablemente masculinos, que, sin duda, le dieron al manubrio recordando la película cuando llegaron a casa. O quizás, en el interior de la sala.
Por otro lado, decir que las carátulas de las recientes ediciones en DVD son completamente engañosas haciendo lucir esta peli de folleteo como si de una sugestiva película actual se tratara… Gogleén, porque aquí lo que ilustrará la reseña, será el rancio póster español de su estreno en cines.
domingo, 11 de julio de 2021
TRAILER DE "CHINA GIRL"
Se lo digo así, a lo bestia: No me gusta Abel Ferrara. No me cae bien, sus pelis son un coñazo pretencioso (salvaría "Teniente Corrupto", que tampoco es como para echar cohetes) y está extremadamente sobrevalorado. O lo estuvo entre 1992 y 1999. Luego, afortunadamente, el tema se desinfló. Antes de todo aquello, era un director que hacía lo que podía y aceptaba muchos encargos despersonalizados, categoría a la que bien podría pertenecer esta "China Girl" -aunque él la cite como su favorita-, la enésima revisión del rollo de Romeo y Julieta, trasladada al lumpen neoyorquino y bla, bla. En 1987/88 salió en vídeo en España. Por entonces andaba yo intentando pillarle el gusto al cine de Ferrara, a pesar del hostión que supuso -para mí y muchos otros- "El asesino del taladro" o ese "Ángel de venganza" que estaba bien, pero no tanto como las de Bronson. O "The Gladiator", telefilm que pintaba a "Castigador" de chichinabo y luego, na de na. El problema es que "China Girl" era una historia de amor y esas cosas, entonces, no me atraían nada (bueno, y ahora tampoco). Así que jamás la vi. Ni la veré. Pero, como saben si son asiduos a nuestros "trailers de domingo", eso es algo habitual.
Lo mismo que la coletilla que sigue: En cualquier caso, ahí tienen el jodido avance...
Lo mismo que la coletilla que sigue: En cualquier caso, ahí tienen el jodido avance...
sábado, 10 de julio de 2021
MEMORIAS DE UN HOMBRE INVISIBLE
Es de suponer que los expertos de rigor considerarán "Memorias de un hombre invisible" como una de las películas menores de su apreciado director, John Carpenter. Desde luego no se encuentra entre las más socorridas cuando toca hablar de su filmografía. Estamos en 1992 y marcaba su regreso al terreno de las grandes producciones apadrinadas por compañías tan poderosas como "Warner Brothers", tras el paseo por pastos más humildes que supusieron "El príncipe de las tinieblas" y "Están Vivos" (consecuencias ambas del hostión de "Golpe en la pequeña China"). Digamos que, para entonces, la estrella del papá de "La noche de Halloween" ya no brillaba tanto. Como tampoco lo hacían las de los dos protagonistas elegidos, Chevy Chase y Daryl Hannah. Con ese plantel, no acabo de entender como alguien se atrevió a invertir nada menos que 40 millones de dólares en la juerga... pero, en fin, así son las cosas de Hollywood. Aunque lo que menos me cabe en la cabeza es por qué le dieron el rol principal al actor y comediante de la "Chiflada familia americana". No es que lo haga mal, ni mucho menos, pero algo falla con él. Creo que la cosa podría haber funcionado un poco mejor con otro protagonista. Cuando la prensa, algo asombrada, le preguntaba al respecto a Carpenter, él afirmaba que consideraba a Chevy Chase su actor favorito. ¿Verdad o mero trámite?. Con los años, el cineasta ha reconocido que currar con el actor fue una experiencia horrible, una que casi le hace abandonar la profesión. Cuestión aclarada, pues. En cualquier caso, y en lo interpretativo, sin duda es Sam Neill, dando vida a un carismático villano, el que se lleva el gato al agua.
Chase interpreta a un yuppie que, a causa de un accidente, termina convertido en invisible. Un pérfido agente de la CIA quiere hacer de él el espía perfecto, por la fuerza si es necesario. El desesperado yuppie dedicará los días siguientes a escapar de sus perseguidores hasta que decide plantarse y sacar partido de su condición -con ayuda de la mujer que le enamoró justo antes de todo el cristo- para dar la vuelta a la tortilla.
Basada en una novela, y con el prestigioso William Goldman entre los guionistas, "Memorias de un hombre invisible" se erige como un simpático thriller fantástico de aventuras, con gotas de humor -aportadas, inevitablemente, por su prota- y algo de romanticismo, así como un notable despliegue de efectos especiales -aunque tampoco se abuse de ellos-, destacando a gusto personal el edificio lleno de agujeros. Con todo, mi parte favorita es aquella que se desarrolla en la casa junto a la playa, mucho más tranquila, en la que Chase asiste sorprendido a una charla donde sus amigos le ponen verde.
En el lado de las curiosidades y apreciaciones puñeteras, cabe señalar la breve mención que se hace a Bodega Bay, lugar real que ha servido de escenario para clásicos como "Los Pájaros" o la misma "La niebla" de Carpenter o que, a pesar de la fama de subversivo del cineasta, "Memorias de un hombre invisible" no puede evitar cierto moralismo hollywoodiense. Tal vez deberíamos culpar de ello al material de origen. O a los magnates de "Warner" y sus imposiciones (que fueron muchas). Pero el caso es que se presenta a Chevy Chase como alguien despreciable porque es egoísta, no le gusta currar, tampoco tiene pareja estable ni mucho menos familia. Al final encuentra el amor y deja preñada a su santa esposa, por supuesto. En fin...
Junto al comediante, la Hannah y el Neill, localizamos sendos rostros familiares en el reparto, como los de Michael McKean dando vida a un eyaculador precoz, Stephen Tobolowsky en plan agente de la CIA y Donald Li haciendo de taxista. Algunos le recordarán como parte del equipo de "Jack Burton" en su batalla contra "Lo Pan".
"Memorias de un hombre invisible" es un producto perfectamente consumible. Nada especial. Nada que recordar toda la vida, ni tan siquiera situar en un puesto de honor entre tus DVDs. Pero sí entretenimiento moderado para el fin de semana.
Por suerte o por desgracia, supuso otro fracaso en la carrera de Carpenter, y otra mancha más en su expediente de cara a las "majors", por lo que se vio obligado a regresar a cotas más modestas con la que sería una de sus últimas pelis de terror más o menos decentes, "En la boca del miedo" (protagonizada por Sam Neill, con quien suponemos haría buenas migas). Sin embargo, la carrera del magno cineasta ya nunca más se acabaría de recuperar del todo.
Chase interpreta a un yuppie que, a causa de un accidente, termina convertido en invisible. Un pérfido agente de la CIA quiere hacer de él el espía perfecto, por la fuerza si es necesario. El desesperado yuppie dedicará los días siguientes a escapar de sus perseguidores hasta que decide plantarse y sacar partido de su condición -con ayuda de la mujer que le enamoró justo antes de todo el cristo- para dar la vuelta a la tortilla.
Basada en una novela, y con el prestigioso William Goldman entre los guionistas, "Memorias de un hombre invisible" se erige como un simpático thriller fantástico de aventuras, con gotas de humor -aportadas, inevitablemente, por su prota- y algo de romanticismo, así como un notable despliegue de efectos especiales -aunque tampoco se abuse de ellos-, destacando a gusto personal el edificio lleno de agujeros. Con todo, mi parte favorita es aquella que se desarrolla en la casa junto a la playa, mucho más tranquila, en la que Chase asiste sorprendido a una charla donde sus amigos le ponen verde.
En el lado de las curiosidades y apreciaciones puñeteras, cabe señalar la breve mención que se hace a Bodega Bay, lugar real que ha servido de escenario para clásicos como "Los Pájaros" o la misma "La niebla" de Carpenter o que, a pesar de la fama de subversivo del cineasta, "Memorias de un hombre invisible" no puede evitar cierto moralismo hollywoodiense. Tal vez deberíamos culpar de ello al material de origen. O a los magnates de "Warner" y sus imposiciones (que fueron muchas). Pero el caso es que se presenta a Chevy Chase como alguien despreciable porque es egoísta, no le gusta currar, tampoco tiene pareja estable ni mucho menos familia. Al final encuentra el amor y deja preñada a su santa esposa, por supuesto. En fin...
Junto al comediante, la Hannah y el Neill, localizamos sendos rostros familiares en el reparto, como los de Michael McKean dando vida a un eyaculador precoz, Stephen Tobolowsky en plan agente de la CIA y Donald Li haciendo de taxista. Algunos le recordarán como parte del equipo de "Jack Burton" en su batalla contra "Lo Pan".
"Memorias de un hombre invisible" es un producto perfectamente consumible. Nada especial. Nada que recordar toda la vida, ni tan siquiera situar en un puesto de honor entre tus DVDs. Pero sí entretenimiento moderado para el fin de semana.
Por suerte o por desgracia, supuso otro fracaso en la carrera de Carpenter, y otra mancha más en su expediente de cara a las "majors", por lo que se vio obligado a regresar a cotas más modestas con la que sería una de sus últimas pelis de terror más o menos decentes, "En la boca del miedo" (protagonizada por Sam Neill, con quien suponemos haría buenas migas). Sin embargo, la carrera del magno cineasta ya nunca más se acabaría de recuperar del todo.
viernes, 9 de julio de 2021
EL SEDUCTOR
Empezaré esta reseña diciendo lo que, en pleno 2021, es ya un cliché: que “El seductor” es una película que sería imposible rodar hoy.
Pero en los 90, y deudoras directas de “El Graduado”, “My Tutor” y tantas otras sex comedies, era normal y corriente que en cine español se hicieran películas de iniciación sexual. Un par de años antes fue “Chechu y familia”, película que comparte con esta guionista (ambas están escritas por Rafael Azcona) y argumento —Un joven de 15 años hará lo imposible por follarse a una tía mayor que forma parte de su día a día— y, siendo prácticamente idénticas, lo único que cambian son las circunstancias. En “Chechu y familia” el chaval se queda prendado de la criada, en esta “El seductor”, el protagonista bebe los vientos por la lasciva (y con pinta de tener dos o tres venéreas de las chungas) vecina del chalet de al lado. Así, tenemos a Cosme, un quinceañero que tiene muy buenas notas y que se dispone a pasar las vacaciones con sus padres en algún lugar de la costa, cuando al chalet vecino llega un matrimonio que, de primeras, parece llevarse mal. Como fuera, desde la puerta del chalet de sus progenitores, Cosme queda prendado con la hembra de unos 35 años que, pizpireta, muestra cacha y escote. Como ve que, más o menos, la tipa traga, falsificará sus notas compuestas de nueves y dieces, para entregarles a sus padres un boletín lleno de suspensos, motivo por el cual no se podrá ir a la playa; se quedará en Madrid estudiando con un profesor particular. Obviamente, como el curso lo tiene aprobado, se pasará las clases por los huevos con el único fin de ver si se folla a la zorrupia de al lado. Para ello, el muchacho urdirá toda suerte de estratagemas para conseguir su lúdico objetivo. Y —spoiler— no solo lo consigue en un momento de debilidad de la libidinosa damisela, sino que, en consecuencia, su novia adolescente que días previos no le dejaba ni meterle mano, le ofrecerá su virgo sin problemas tras enterarse de que se ha tirado a una vieja calenturienta. No podía salirle mejor la cosa al puto mocoso. —fin del spoiler—.
Pues está entretenida la cosa. Sin más. Exactamente igual que con la cinta anterior con la que la comparamos, “Chechu y familia”, aunque ligeramente inferior. Sin embargo su inferioridad técnica y artística beneficia el resultado de la película con el paso de los años, por un lado, porque todos los actores están para matarlos y, por otro, porque se gastan todos los personajes unas pintas noventeras que provocan, sin duda, la hilaridad del respetable.
Así, tenemos en pantalla a un debutante Antonio Hortelano pre “Compañeros”, que ya era una colección de tics y gestos —y que por momentos recuerda, curiosamente, a Robert Carradine (¡manda cojones!)— que va para arriba y para abajo ingeniándoselas para que la vecina le haga caso, y tenemos a Maria Barranco, cuya presencia siempre me causa desasosiego y me parece una elección de casting de lo más fallida. Con ese aspecto yonki, delgada y de atributos anatómicos poco destacables, ese personaje pedía a gritos una tía buena. Porque, que quieren que les diga, la tercera en discordia, la novia adolescente de Cosme interpretada por una veinteañera Alicia Bogo, está infinitamente más buena que la escuchimizada de la Barranco… ¡No hay quien se crea que el protagonista prefiera a la vieja tísica antes que al bombón fresco y ternesco que es la novia! Aunque bueno, al final la cosa se reduce a una única cosa; darle gusto al pajarito y ahí, en un momento dado, da lo mismo ocho que ochenta.
Por lo general me encantan estas películas de chaval que se inicia en el sexo con una mujer madura y, “El Seductor”, que se ha quedado terriblemente anticuada, sirve para pasar una hora y media tonta sin mayores pretensiones. Hay que sentarse, dejarse llevar y disfrutar viendo si al final el mequetrefe se jode a la buscona. Luego apagamos el vídeo y nos vamos a dar una vuelta por ahí, que mañana ya nos olvidaremos de que existe una cosa llamada “El Seductor”.
Dirige José Luis García Sánchez, director español que me cae muy simpático pero cuya carrera es de lo más irregular.
Pero en los 90, y deudoras directas de “El Graduado”, “My Tutor” y tantas otras sex comedies, era normal y corriente que en cine español se hicieran películas de iniciación sexual. Un par de años antes fue “Chechu y familia”, película que comparte con esta guionista (ambas están escritas por Rafael Azcona) y argumento —Un joven de 15 años hará lo imposible por follarse a una tía mayor que forma parte de su día a día— y, siendo prácticamente idénticas, lo único que cambian son las circunstancias. En “Chechu y familia” el chaval se queda prendado de la criada, en esta “El seductor”, el protagonista bebe los vientos por la lasciva (y con pinta de tener dos o tres venéreas de las chungas) vecina del chalet de al lado. Así, tenemos a Cosme, un quinceañero que tiene muy buenas notas y que se dispone a pasar las vacaciones con sus padres en algún lugar de la costa, cuando al chalet vecino llega un matrimonio que, de primeras, parece llevarse mal. Como fuera, desde la puerta del chalet de sus progenitores, Cosme queda prendado con la hembra de unos 35 años que, pizpireta, muestra cacha y escote. Como ve que, más o menos, la tipa traga, falsificará sus notas compuestas de nueves y dieces, para entregarles a sus padres un boletín lleno de suspensos, motivo por el cual no se podrá ir a la playa; se quedará en Madrid estudiando con un profesor particular. Obviamente, como el curso lo tiene aprobado, se pasará las clases por los huevos con el único fin de ver si se folla a la zorrupia de al lado. Para ello, el muchacho urdirá toda suerte de estratagemas para conseguir su lúdico objetivo. Y —spoiler— no solo lo consigue en un momento de debilidad de la libidinosa damisela, sino que, en consecuencia, su novia adolescente que días previos no le dejaba ni meterle mano, le ofrecerá su virgo sin problemas tras enterarse de que se ha tirado a una vieja calenturienta. No podía salirle mejor la cosa al puto mocoso. —fin del spoiler—.
Pues está entretenida la cosa. Sin más. Exactamente igual que con la cinta anterior con la que la comparamos, “Chechu y familia”, aunque ligeramente inferior. Sin embargo su inferioridad técnica y artística beneficia el resultado de la película con el paso de los años, por un lado, porque todos los actores están para matarlos y, por otro, porque se gastan todos los personajes unas pintas noventeras que provocan, sin duda, la hilaridad del respetable.
Así, tenemos en pantalla a un debutante Antonio Hortelano pre “Compañeros”, que ya era una colección de tics y gestos —y que por momentos recuerda, curiosamente, a Robert Carradine (¡manda cojones!)— que va para arriba y para abajo ingeniándoselas para que la vecina le haga caso, y tenemos a Maria Barranco, cuya presencia siempre me causa desasosiego y me parece una elección de casting de lo más fallida. Con ese aspecto yonki, delgada y de atributos anatómicos poco destacables, ese personaje pedía a gritos una tía buena. Porque, que quieren que les diga, la tercera en discordia, la novia adolescente de Cosme interpretada por una veinteañera Alicia Bogo, está infinitamente más buena que la escuchimizada de la Barranco… ¡No hay quien se crea que el protagonista prefiera a la vieja tísica antes que al bombón fresco y ternesco que es la novia! Aunque bueno, al final la cosa se reduce a una única cosa; darle gusto al pajarito y ahí, en un momento dado, da lo mismo ocho que ochenta.
Por lo general me encantan estas películas de chaval que se inicia en el sexo con una mujer madura y, “El Seductor”, que se ha quedado terriblemente anticuada, sirve para pasar una hora y media tonta sin mayores pretensiones. Hay que sentarse, dejarse llevar y disfrutar viendo si al final el mequetrefe se jode a la buscona. Luego apagamos el vídeo y nos vamos a dar una vuelta por ahí, que mañana ya nos olvidaremos de que existe una cosa llamada “El Seductor”.
Dirige José Luis García Sánchez, director español que me cae muy simpático pero cuya carrera es de lo más irregular.
miércoles, 7 de julio de 2021
EL BAÚL DE TÍO VICENTE - 9
En esta entrevista "Shows" da voz a uno de los grandes de nuestra comedia, Juanito Navarro. No olviden que estamos a finales de los 80, y el vídeo va pegando con más fuerza cada día que pasa. Es aquí donde nos sorprende ver que Juanito era un tío moderno, encabezonado en no aferrarse demasiado al pasado y celebrar el presente, incluso el futuro, soltando maravillas sobre las posibilidades de tan sensacional nuevo formato. De hecho, asegura que se papeará con patatas al viejo y caduco cine. Aunque estuvo cerca, no llegó ocurrir. Eso van camino de conseguirlo las plataformas de streaming... con ayuda de un virus tocapelotas.
En el lado humano, mentar ese "Haber" en lugar de "A ver" que tanto chirría pero, a su vez, tanto aproxima el material a la naturaleza analfabeta propia de este blog. Gracias Juanito. Gracias "Shows" y......
Griten todos al unísono: ¡Graaaaacias tío Vicenteeee!
En el lado humano, mentar ese "Haber" en lugar de "A ver" que tanto chirría pero, a su vez, tanto aproxima el material a la naturaleza analfabeta propia de este blog. Gracias Juanito. Gracias "Shows" y......
Griten todos al unísono: ¡Graaaaacias tío Vicenteeee!
martes, 6 de julio de 2021
MIERDCADERÍAS : LAS MALDITAS ENCHILADAS
Retomamos esa especie de sección titulada "Mierdcaderías" cuya finalidad es, no ya reírse del merchandising ridículo -por cutre-, que sería lo típico, sino de aquel que podríamos tildar de excesivo. El tipo de mercaderías superficiales y banales que desprenden de magia, misterio e incluso dignidad a la película de la que churrupetean (y veremos cuánto tardan en plagiárnosla, igual que unos cuantos han hecho ya con la de caratuleo chungo). En esta ocasión contamos con la presencia de un aficionado al cine de terror que, por aspecto, solo puede habitar en los Estados Unidos. Bien, a poco que nos fijemos en su camiseta leeremos "It´s them damn enchiladas". Así de entrada puede no decirnos nada, pero si bajamos la vista localizaremos, en letra algo más pequeña, un título bien reconocible: "Viernes 13, 5ª parte: Un nuevo comienzo". Film que hemos reseñado, del que se han publicado los fotocromos (+ póster) y que se erige como una de nuestras entregas favoritas en lo que respecta a las desventuras asesinas de Jason Voorhees (o su imitador).
¿Y qué tienen que ver las enchiladas con "Viernes 13"? Si hacen un poco de memoria, recordarán la presencia en el film de una especie de Michael Jackson de tercera regional que habita la parte trasera de una furgo (pal caso interpretado por toda una leyenda, Miguel A. Núñez Jr., que también se dejaba ver como punko en "El regreso de los muertos vivientes"). En un momento dado, al tipo le entran retortijones y sale corriendo directo al cagadero, donde será vilmente asesinado. Justo antes exclama -en la versión española-: "¡Son las malditas enchiladas!".Bien, esa frase, en su versión original, es la que luce estampada en la camiseta del amable caballero de la imagen. Sí, claro, a todos nos hizo gracia en su día pero... de ahí a verla en una camiseta en letras gigantescas, va un trecho. Hay que ser muy..... ¿¿fricazo?? para fijarse en algo así como materia prima de merchandising. Una vez más, nos asombra descubrir cómo el abuso de aquel saca jugo de hasta las piedras que hay debajo de las piedras, convirtiendo la tonterida más insignificante e imperceptible en carne de mierdcaderías.
No se salva nada. Estamos condenados.
Actualización 22/07/21 - Por lo visto tan mala idea se la debemos a una peña que responde al nombre de "Sadist Art Designs". Sabiendo como sabemos que muchos de ustedes son unos mastuerzos que han flipado con la camiseta y se pirran por tenerla, comentarles que, además de esa, disponen de muchas otras del mismo estilo en su catálogo. ¿Dónde dar con ellos?. ¡¡Usen Google, panda de vagos!!.
lunes, 5 de julio de 2021
DEATH SHOCK
“Death Shock”, SOV británico del año 1981, deja en entredicho la autoría de “Agresión en la casa del terror” como primera película de corte comercial filmada enteramente en formato vídeo. Aunque en realidad es difícil determinar, en aquellos años convulsos entre finales de los 70 y primeros 80, cual sería la primera película en ostentar el título de pionera, lo que está claro es que, de alguna forma, “Death Shock” es al menos una de las primeras.
Se trata de un soft perpetrado por gente del porno que, en su afán por coquetear con géneros cinematográficos comerciales, le dan unas pinceladitas de terror al asunto. No muchas, pero las suficientes para que los fanáticos recuerden a día de hoy esta película y la acojan en su seno sin demasiados prejuicios.
En realidad es un experimento llevado a cabo por el señor Frank Thring, un actor de formación clásica que, tras aparecer en un sinfín de películas de Hollywood en calidad de secundario (aparecía, por ejemplo, en “Ben-Hur”) decide darle un vuelco a su carrera metiéndose de lleno en la producción de cine para adultos. Para ello, se estrena en la dirección con este “Death Shock” en la que filmaría escenas de sexo no explícitas. Por otro lado tenemos a Lindsay Honey, antiguo aspirante a estrella de Glam-Rock y stripper masculino, que tras fracasar en el mundo de la música prueba suerte como modelo para revistas pornográficas, campo este en el que le va algo mejor y que le lleva, irremediablemente, al nicho del cine para adultos. En su transición hacia este campo, en el que con el tiempo se convertiría en un director premiado y relevante, se topa con Frank Thring y sus 5000 Libras de presupuesto para hacer una película de corte fantástico para adultos, y es contratado como asistente del director. Sin embargo, al ver el resultado final de la película una vez rodada, Thring, avergonzado, se negó a firmarla cediéndole este honor a Honey quien, visto lo visto, aceptaría la autoría de la película, pero adoptando un nuevo pseudónimo para ello, el de Ben Dover. Así aparecería el muchacho acreditado en la cinta. Finalmente, se le reconoce la autoría de la misma a los dos, y Thring decidió acreditarse bajo el sobrenombre de Bill Wright. En adelante, haría carrera en el porno como director, utilizando este nombre en varias ocasiones.
Protagonizada por Linzy Drew, que posteriormente desarrollaría una carrera como actriz porno que compaginaría con sus apariciones en el cine convencional —apareció en “Un hombre lobo americano en Londres” y en unas cuantas películas de Ken Russell como por ejemplo, “La guarida del gusano blanco”—, la cosa va sobre un grupo de parejas liberadas sexualmente que acuden a la campiña de Nortwich a tener sexo al aire libre. Lo que no saben es que por la zona ha habido recientemente sacrificios humanos ejecutados por lo que intuimos que es una secta satánica. Al caer la noche, este grupo de divertidos amigos, acaba dando con sus huesos en una enorme casa en la que son recibidos con los brazos abiertos. Una vez instalados, se ponen a follar alegremente asumiendo todas las combinaciones posibles entre ellos, con tan mala pata que resulta que la casa a la que han ido a parar es propiedad de esa secta demoníaca que pulula por la zona y que preparará un sacrificio con una de las chicas.
Básicamente, “Death Shock” es una peli porno en la que hay mucho, mucho sexo, pero en la que, por su naturaleza soft —el gobierno británico se tomaba muy a pecho la ley contra la obscenidad en el cine y los productores no querían pasar a mayores para evitar líos— no se ven ni penetraciones ni corridas. Pero los actores tienen la boca muy sucia… los “chúpame la polla” y los “mira que tetas tengo” no paran de escucharse durante toda la película. Del mismo modo, los ramalazos fantásticos parece que había que meterlos con calzador, pero que molestaban a sus directores que se los ventilan en un visto y no visto. Así, tan solo vemos una especie de sacrificio humano al principio de la película, en la que un grupo de tíos en pelotas ponen a una tipa en un altar junto a una calavera feísima (la de la carátula, of course) y, fuera de plano, se supone que la matan. Después, una escena de tortura a mitad de la película en la que un mayordomo feísimo le hace perrerías a una de las muchachas y, finalmente, la escena de sacrificio final en otro altar, que se combina con escenas de folleteo de lo más cutre. Nada de sangre, ningún efecto especial. Solo intencionalidad de desarrollar todo en un contexto fantástico que en verdad no existe. Esta película está adscrita al terror porque sus artífices así lo dicen, pero podría pasar por cualquier otro género; la comedia, también valdría. Y el drama. Y el thriller. Si me apuran, incluso la animación.
En definitiva, no he encontrado nada en “Death Shock”, más allá de su condición de SOV primigenio, que justifique el visionado completo de la película. Tampoco se justifica un visionado parcial… No sirve para entretenerse, no sirve para pajearse, no sientes miedo y ni tan siquiera funciona como comedia involuntaria. Es la nada más absoluta. Por suerte tan solo dura 45 minutos y la agonía se hace corta.
Con todo, las frases que sueltan cuando están follando, a poco que te haga gracia el caca-culo-pedo-pis, te harán esbozar una leve sonrisilla, como es mi caso. Por lo demás…visionado testimonial.
Se trata de un soft perpetrado por gente del porno que, en su afán por coquetear con géneros cinematográficos comerciales, le dan unas pinceladitas de terror al asunto. No muchas, pero las suficientes para que los fanáticos recuerden a día de hoy esta película y la acojan en su seno sin demasiados prejuicios.
En realidad es un experimento llevado a cabo por el señor Frank Thring, un actor de formación clásica que, tras aparecer en un sinfín de películas de Hollywood en calidad de secundario (aparecía, por ejemplo, en “Ben-Hur”) decide darle un vuelco a su carrera metiéndose de lleno en la producción de cine para adultos. Para ello, se estrena en la dirección con este “Death Shock” en la que filmaría escenas de sexo no explícitas. Por otro lado tenemos a Lindsay Honey, antiguo aspirante a estrella de Glam-Rock y stripper masculino, que tras fracasar en el mundo de la música prueba suerte como modelo para revistas pornográficas, campo este en el que le va algo mejor y que le lleva, irremediablemente, al nicho del cine para adultos. En su transición hacia este campo, en el que con el tiempo se convertiría en un director premiado y relevante, se topa con Frank Thring y sus 5000 Libras de presupuesto para hacer una película de corte fantástico para adultos, y es contratado como asistente del director. Sin embargo, al ver el resultado final de la película una vez rodada, Thring, avergonzado, se negó a firmarla cediéndole este honor a Honey quien, visto lo visto, aceptaría la autoría de la película, pero adoptando un nuevo pseudónimo para ello, el de Ben Dover. Así aparecería el muchacho acreditado en la cinta. Finalmente, se le reconoce la autoría de la misma a los dos, y Thring decidió acreditarse bajo el sobrenombre de Bill Wright. En adelante, haría carrera en el porno como director, utilizando este nombre en varias ocasiones.
Protagonizada por Linzy Drew, que posteriormente desarrollaría una carrera como actriz porno que compaginaría con sus apariciones en el cine convencional —apareció en “Un hombre lobo americano en Londres” y en unas cuantas películas de Ken Russell como por ejemplo, “La guarida del gusano blanco”—, la cosa va sobre un grupo de parejas liberadas sexualmente que acuden a la campiña de Nortwich a tener sexo al aire libre. Lo que no saben es que por la zona ha habido recientemente sacrificios humanos ejecutados por lo que intuimos que es una secta satánica. Al caer la noche, este grupo de divertidos amigos, acaba dando con sus huesos en una enorme casa en la que son recibidos con los brazos abiertos. Una vez instalados, se ponen a follar alegremente asumiendo todas las combinaciones posibles entre ellos, con tan mala pata que resulta que la casa a la que han ido a parar es propiedad de esa secta demoníaca que pulula por la zona y que preparará un sacrificio con una de las chicas.
Básicamente, “Death Shock” es una peli porno en la que hay mucho, mucho sexo, pero en la que, por su naturaleza soft —el gobierno británico se tomaba muy a pecho la ley contra la obscenidad en el cine y los productores no querían pasar a mayores para evitar líos— no se ven ni penetraciones ni corridas. Pero los actores tienen la boca muy sucia… los “chúpame la polla” y los “mira que tetas tengo” no paran de escucharse durante toda la película. Del mismo modo, los ramalazos fantásticos parece que había que meterlos con calzador, pero que molestaban a sus directores que se los ventilan en un visto y no visto. Así, tan solo vemos una especie de sacrificio humano al principio de la película, en la que un grupo de tíos en pelotas ponen a una tipa en un altar junto a una calavera feísima (la de la carátula, of course) y, fuera de plano, se supone que la matan. Después, una escena de tortura a mitad de la película en la que un mayordomo feísimo le hace perrerías a una de las muchachas y, finalmente, la escena de sacrificio final en otro altar, que se combina con escenas de folleteo de lo más cutre. Nada de sangre, ningún efecto especial. Solo intencionalidad de desarrollar todo en un contexto fantástico que en verdad no existe. Esta película está adscrita al terror porque sus artífices así lo dicen, pero podría pasar por cualquier otro género; la comedia, también valdría. Y el drama. Y el thriller. Si me apuran, incluso la animación.
En definitiva, no he encontrado nada en “Death Shock”, más allá de su condición de SOV primigenio, que justifique el visionado completo de la película. Tampoco se justifica un visionado parcial… No sirve para entretenerse, no sirve para pajearse, no sientes miedo y ni tan siquiera funciona como comedia involuntaria. Es la nada más absoluta. Por suerte tan solo dura 45 minutos y la agonía se hace corta.
Con todo, las frases que sueltan cuando están follando, a poco que te haga gracia el caca-culo-pedo-pis, te harán esbozar una leve sonrisilla, como es mi caso. Por lo demás…visionado testimonial.
domingo, 4 de julio de 2021
TRAILER DE "TIEMPO PARA MORIR"
Si hasta ahora les parecía que esta sección de trailers sacados de viejos VHSs era anodina y un poco prescindible, esperen a ver lo que les ofrecemos hoy... y todo lo que está por llegar. Hasta el momento habíamos ido tirando de títulos populares, o cosillas curiosas, como "Cocodrilo Dundee", "La Mosca", "Killer Klowns" e incluso una de "Star Wars". Sin embargo, a partir de hoy -salvo una excepción, siendo generosos- lo que tendrán cada domingo son productos total y completamente olvidables, sin valor alguno, cero reconocibles, de esos que no solían alquilar cuando los veían en sus añorados video-clubs. Y, justamente, ahí está la gracia. Lo normal y habitual en un blog sería tirar de famosos blockbusters o cine fantástico y de terror, en caso de pretender echar mano de films un pelín más oscuros (pero perfectamente adorados en circuitos de fans). Solo "Aquí Vale Todo" osa dar voz y voto a films invisibles. A causas perdidas, cosa que nos pirra (seguramente porque nosotros también lo somos. Y abrazamos con orgullo). Exactamente como este "Tiempo para morir", "Nightkill" en v.o., un thriller de misterio y crímenes de 1980 que, a pesar de su invisibilidad, cuenta con personal más que solvente: El director es Ted Post, al que algunos reconocerán como responsable de "Harry, el fuerte", "Regreso al planeta de los simios" o "Los valientes visten de negro". Y en el reparto, pues Robert Mitchum, Jaclyn Smith, James Franciscus, Fritz "Re-Animator" Weaver, Sybil Danning y la estrella del "trash" Belinda Mayne de "Alien 2" y "White Fire".
Es obvio mentar que no he visto "Tiempo para morir" y probablemente no lo haga nunca.
Pero ahí está el trailer, que dice asín...
sábado, 3 de julio de 2021
13 FANTASMAS
1999 fue un año fundamental para el cine de terror. Coincidieron en la temporada de estrenos dos películas tremendamente distintas. Por un lado, el semi-amateurismo de "El proyecto de la bruja de Blair", con sus traqueteos de cámara, la utilización del vídeo como formato y su apuesta por un miedo puro, duro, sin efectos especiales, ni hemoglobina, ni nada. Y por otro una gran producción de estudio, "La guarida", remake del clásico "The Haunting" con actores de primer orden, un montón de guita invertida en impresionantes decorados y unos efectos especiales elaborados, incluyendo CGI. Bien, ¿qué pasó? que la humildad del film independiente de la bruja arrasó, mientras que la aparatosa muestra de terror mainstream pinchó. El público se cagaba de miedo con la primera, pero se pitorreaba de la segunda. Una auténtica lección para los mandamases y ejecutivos de las grandes compañías que entenderían que el terror (y especialmente el miedo), si quería funcionar, tenía que ser sutil, simple y atmosférico. Que el exceso de efectos y grandilocuencia era algo que, por naturaleza, iba en contra de sus mecanismos. Pero la pregunta es ¿se aplicaron la lección? pues no. Ese mismo año, dos integrantes de las altas esferas del entretenimiento como Robert Zemeckis y Joel Silver, se sacan de la manga "Dark Castle Entertainment", una productora especializada en parir terror de lo más mainstream, con la excusa de poner al día (algunas de) las viejas películas de William Castle. Claro, unas mentes creativas tan alejadas del género, y acostumbradas a manejar guita y tirar de grandilocuentes escenas de acción y aventura, solo podía dar como resultado producciones de terror donde encontrábamos absolutamente todo lo que había fallado en "La guarida", con ideas visuales de esas tan recargadas e imposibles, y tan insistentes, que te sacaban de la película e imposibilitaban cualquier atisbo de crear atmósfera. Títulos como "House on Haunted Hill", "Barco Fantasma", "La casa de cera" o esta "13 Fantasmas".
El padre de una familia humilde, que vive con el trauma de haber perdido a la madre en un incendio, recibe de inesperada herencia una enorme y extravagante mansión construida a base de paredes de cristal y estrambóticos mecanismos de relojería. Acuden para retozar por ahí, desconociendo que al antiguo dueño del lugar le gustaba cazar fantasmas chungos. Muy malotes. Como los que hay encerrados en el sótano y que, no por casualidad, saldrán de sus celdas con ganas de llevárselo todo por delante, comenzando con un abogado -¡cómo no!- que sufre una muerte de lo más espectacular y truculenta y que, al final, se erige como el único momento realmente meritorio de "13 Fantasmas".
Vi la película original de William Castle hace muchos años y no la recuerdo. Pero me consta que el parecido con este remake es escaso. Solo en lo superficial. Destaca la coñeta de las gafas especiales para ver a los fantasmas. En la de Castle eran unas de 3D que el público también se ponía. En el caso que nos ocupa, únicamente se valen de ellas los personajes. Como gran producción que es, y teniendo claro a estas alturas que todo excesivo dispendio monetario en un caso así se vuelve contra la finalidad de la película, los diseños de las almas en pena son espectacularmente barrocos y, en algunos casos, un poco ridículos. Tampoco la mansión es moco de pavo.
Pero ninguna de esas excentricidades puede superar en capacidad de agotamiento a la interpretación de Matthew Lillard, cuya tendencia a la sobreactuación -algo a lo que ayuda esa cara tan "cartoon" que gasta- en "13 Fantasmas" estalla de manera totalmente descontrolada. Le siguen el siempre eficaz Tony Shalhoub, la más o menos sexy Shannon Elizabeth -que en aquella época se había convertido en la fantasía pajillera de adolescentes yankis gracias a su papel + topless en "American Pie"- y F. Murray Abraham añadiendo unas gotas de categoría... sin lograrlo del todo.
El resultado es una película que te deja físicamente agotado al terminar, especialmente gracias a muchas de las salidas estéticas que se impusieron entonces y que, por fortuna, duraron poco (flashes cegadores, micro-aceleraciones, montaje sincopado, etc, etc). No diré que no sirve para una tarde de máximo sopor. Sobre todo el arranque, que siempre suele estar muy bien en todo producto Hollywoodiense. Luego bostezas unas cuantas veces hasta que llegas al clímax, que te despierta a puñetazos, y se acaba.
Puro "fast food", etiqueta que, pal caso, encaja como un guante.
El padre de una familia humilde, que vive con el trauma de haber perdido a la madre en un incendio, recibe de inesperada herencia una enorme y extravagante mansión construida a base de paredes de cristal y estrambóticos mecanismos de relojería. Acuden para retozar por ahí, desconociendo que al antiguo dueño del lugar le gustaba cazar fantasmas chungos. Muy malotes. Como los que hay encerrados en el sótano y que, no por casualidad, saldrán de sus celdas con ganas de llevárselo todo por delante, comenzando con un abogado -¡cómo no!- que sufre una muerte de lo más espectacular y truculenta y que, al final, se erige como el único momento realmente meritorio de "13 Fantasmas".
Vi la película original de William Castle hace muchos años y no la recuerdo. Pero me consta que el parecido con este remake es escaso. Solo en lo superficial. Destaca la coñeta de las gafas especiales para ver a los fantasmas. En la de Castle eran unas de 3D que el público también se ponía. En el caso que nos ocupa, únicamente se valen de ellas los personajes. Como gran producción que es, y teniendo claro a estas alturas que todo excesivo dispendio monetario en un caso así se vuelve contra la finalidad de la película, los diseños de las almas en pena son espectacularmente barrocos y, en algunos casos, un poco ridículos. Tampoco la mansión es moco de pavo.
Pero ninguna de esas excentricidades puede superar en capacidad de agotamiento a la interpretación de Matthew Lillard, cuya tendencia a la sobreactuación -algo a lo que ayuda esa cara tan "cartoon" que gasta- en "13 Fantasmas" estalla de manera totalmente descontrolada. Le siguen el siempre eficaz Tony Shalhoub, la más o menos sexy Shannon Elizabeth -que en aquella época se había convertido en la fantasía pajillera de adolescentes yankis gracias a su papel + topless en "American Pie"- y F. Murray Abraham añadiendo unas gotas de categoría... sin lograrlo del todo.
El resultado es una película que te deja físicamente agotado al terminar, especialmente gracias a muchas de las salidas estéticas que se impusieron entonces y que, por fortuna, duraron poco (flashes cegadores, micro-aceleraciones, montaje sincopado, etc, etc). No diré que no sirve para una tarde de máximo sopor. Sobre todo el arranque, que siempre suele estar muy bien en todo producto Hollywoodiense. Luego bostezas unas cuantas veces hasta que llegas al clímax, que te despierta a puñetazos, y se acaba.
Puro "fast food", etiqueta que, pal caso, encaja como un guante.
viernes, 2 de julio de 2021
LA VERGÜENZA DE LA JUNGLA
Clásico de la animación franco-belga para adultos que en su momento, 1975, desató polémica debido a su contenido erótico y violento, siendo prohibido en infinidad de países, retenido en otros y censurado en la mayoría de ellos. En los USA fue la primera película de dibujos animados calificada con una “X”, del mismo modo que en España, prohibida el año de su lanzamiento, tuvo a bien ser estrenada años después, en 1979, con Franco ya muerto y clasificada “S”. El nombre de su creador, animador y director, no puede ser más descacharrante; se llama Picha.
Se trata de una serie de segmentos cortos de contenido semi pornográfico enlazados a través de un fino hilo argumental en los que Tarzoon —una versión animada y pornográfica de Tarzán— regresa a la jungla tras no adaptarse a las modernidades de la gran ciudad. Allí, en lo hondo del follaje, dentro de unas plantas con forma de coño, vive una maquiavélica reina que tiene un serio problema de alopecia. Debido a esto, decidirá hacerse un implante con la cabellera de la novia de Tarzoon, así que la secuestra, y la vergüenza de la jungla tendrá que ir a rescatarla. Por el camino se topará con infinidad de monos que se masturban, negros bien dotados y, sobre todo, un ejército de penes con vida propia y sin dueño generados en un laboratorio (la forma en la que son creados es una salvajada inexplicable… si deciden ver la película, verán a qué me refiero). Un argumento muy cafre, sin embargo, resulta todo muy light en términos pornográficos si la comparamos con otras películas de animación de la época también europeas (como aquellas cosas provenientes de Alemania tipo “La isla de las perversiones”), ya que aquí no hay penetraciones ni apenas relaciones sexuales con féminas, y sí un montón de penes chocando y atacando a todo lo que se meneé. En todo caso, lo que sí que tiene “La vergüenza de la jungla” son toneladas ingentes de violencia y racismo. Aquí hay personas gráficamente partidas en dos, patas de elefante cortadas con hacha y, sobre todo, montones de negritos que responden al estereotipo coon. Sin embargo, la película sembró la polémica por lo referente al sexo, nunca por estas otras cuestiones.
En el festival de Cannes del 74, lugar donde la cosa cayó especialmente bien, se presentó un avance de 15 minutos que propició que los herederos de E.R. Burroughs, creador de Tarzán, denunciaran a la Fox, que se encargó de su distribución en Europa, por plagiar al personaje que obraba en poder de la familia. Obviamente, se trataba de una parodia, ni tan siquiera usaba el mismo nombre, por lo que el juez falló a favor de los productores sin que hubiera una sentencia al respecto. Esto, más que un impedimento supuso publicidad gratuita y, gracias a eso, “Tarzoon, la vergüenza de la jungla” fue inmediatamente exportada a otros países como el nuestro, o a los USA, con algún que otro aliciente; para la versión americana, los yankees, efectistas como ya suelen ser, la remontaron a gusto del público norteamericano y nombraron al gato Fritz en los carteles con el fin de darse publicidad, amén de haber contado para el doblaje con la flor y nata de la comedia USA, así, dando vida a los personajes y a todas esas pollas vivientes tenemos a gente como John Belushi, Bill Murray, su hermano Brian Doyle y, como Tarzoon, tenemos nada menos que a Johnny Weissmuller Jr. hijo de quien diera vida a Tarzán en las míticas películas de la Metro. Naturalmente, las versiones europeas nos perdemos esa gracia. No obstante la versión americana, al ser calificada con una “X”, reducía el número de salas a exhibir considerablemente, Fox no supo sacar partido a la película estrellándose en la taquilla pese a que, sólo en San Francisco, esta había funcionado de perlas.
Para acabar de liar la madeja, se estrenó una nueva versión recalificada y que eliminaba el “Tarzoon” del título, debido a una nueva demanda de los herederos de Burroughs por manchar el nombre de la obra original. Esta vez el juez falló a favor de los herederos quedando el título acortado a “The Shame of the Jungle”, lo que originó que esta versión más light, generara aún menos dinero que la hardcore. Curiosamente, a su paso por cines en España, quizás porque la exportación de la película llegara directamente de los USA y no de Francia, la película se llamó inicialmente “La vergüenza de la jungla”, si bien, posteriormente se la conoció popularmente como “Tarzoon, la vergüenza de la jungla” o, sin ningún tipo de pudor, como “Tarzán, la vergüenza de la jungla”.
Yo llevaba años detrás de esta película, quizás desde adolescente, y jamás di con ella. Cuando por fin doy con una copia gracias a Internet y al altruismo de los usuarios, me encuentro con un coñazo de padre y muy señor mío que, quizás sea por los tiempos que corren, pero resulta de lo menos sugerente. No tiene ni gracia la cosa. Ahora, curiosa, es un rato largo, sobre todo por todo esto que les cuento.
El tal Picha es una eminencia de la animación para adultos en Bélgica y, quizás, su obra más popular sea la serie “Animalimpycs” de la que también hay un resumen en forma de largo y que, si algún día me encuentro con el cuerpo golfo, quizá la vea y hasta la reseñe. Pero eso no será a corto plazo. Adjunto aquí, a modo de curiosidad, un recorte de prensa que anunciaba el estreno de la película que nos ocupa, en un céntrico cine madrileño.
Se trata de una serie de segmentos cortos de contenido semi pornográfico enlazados a través de un fino hilo argumental en los que Tarzoon —una versión animada y pornográfica de Tarzán— regresa a la jungla tras no adaptarse a las modernidades de la gran ciudad. Allí, en lo hondo del follaje, dentro de unas plantas con forma de coño, vive una maquiavélica reina que tiene un serio problema de alopecia. Debido a esto, decidirá hacerse un implante con la cabellera de la novia de Tarzoon, así que la secuestra, y la vergüenza de la jungla tendrá que ir a rescatarla. Por el camino se topará con infinidad de monos que se masturban, negros bien dotados y, sobre todo, un ejército de penes con vida propia y sin dueño generados en un laboratorio (la forma en la que son creados es una salvajada inexplicable… si deciden ver la película, verán a qué me refiero). Un argumento muy cafre, sin embargo, resulta todo muy light en términos pornográficos si la comparamos con otras películas de animación de la época también europeas (como aquellas cosas provenientes de Alemania tipo “La isla de las perversiones”), ya que aquí no hay penetraciones ni apenas relaciones sexuales con féminas, y sí un montón de penes chocando y atacando a todo lo que se meneé. En todo caso, lo que sí que tiene “La vergüenza de la jungla” son toneladas ingentes de violencia y racismo. Aquí hay personas gráficamente partidas en dos, patas de elefante cortadas con hacha y, sobre todo, montones de negritos que responden al estereotipo coon. Sin embargo, la película sembró la polémica por lo referente al sexo, nunca por estas otras cuestiones.
En el festival de Cannes del 74, lugar donde la cosa cayó especialmente bien, se presentó un avance de 15 minutos que propició que los herederos de E.R. Burroughs, creador de Tarzán, denunciaran a la Fox, que se encargó de su distribución en Europa, por plagiar al personaje que obraba en poder de la familia. Obviamente, se trataba de una parodia, ni tan siquiera usaba el mismo nombre, por lo que el juez falló a favor de los productores sin que hubiera una sentencia al respecto. Esto, más que un impedimento supuso publicidad gratuita y, gracias a eso, “Tarzoon, la vergüenza de la jungla” fue inmediatamente exportada a otros países como el nuestro, o a los USA, con algún que otro aliciente; para la versión americana, los yankees, efectistas como ya suelen ser, la remontaron a gusto del público norteamericano y nombraron al gato Fritz en los carteles con el fin de darse publicidad, amén de haber contado para el doblaje con la flor y nata de la comedia USA, así, dando vida a los personajes y a todas esas pollas vivientes tenemos a gente como John Belushi, Bill Murray, su hermano Brian Doyle y, como Tarzoon, tenemos nada menos que a Johnny Weissmuller Jr. hijo de quien diera vida a Tarzán en las míticas películas de la Metro. Naturalmente, las versiones europeas nos perdemos esa gracia. No obstante la versión americana, al ser calificada con una “X”, reducía el número de salas a exhibir considerablemente, Fox no supo sacar partido a la película estrellándose en la taquilla pese a que, sólo en San Francisco, esta había funcionado de perlas.
Para acabar de liar la madeja, se estrenó una nueva versión recalificada y que eliminaba el “Tarzoon” del título, debido a una nueva demanda de los herederos de Burroughs por manchar el nombre de la obra original. Esta vez el juez falló a favor de los herederos quedando el título acortado a “The Shame of the Jungle”, lo que originó que esta versión más light, generara aún menos dinero que la hardcore. Curiosamente, a su paso por cines en España, quizás porque la exportación de la película llegara directamente de los USA y no de Francia, la película se llamó inicialmente “La vergüenza de la jungla”, si bien, posteriormente se la conoció popularmente como “Tarzoon, la vergüenza de la jungla” o, sin ningún tipo de pudor, como “Tarzán, la vergüenza de la jungla”.
Yo llevaba años detrás de esta película, quizás desde adolescente, y jamás di con ella. Cuando por fin doy con una copia gracias a Internet y al altruismo de los usuarios, me encuentro con un coñazo de padre y muy señor mío que, quizás sea por los tiempos que corren, pero resulta de lo menos sugerente. No tiene ni gracia la cosa. Ahora, curiosa, es un rato largo, sobre todo por todo esto que les cuento.
El tal Picha es una eminencia de la animación para adultos en Bélgica y, quizás, su obra más popular sea la serie “Animalimpycs” de la que también hay un resumen en forma de largo y que, si algún día me encuentro con el cuerpo golfo, quizá la vea y hasta la reseñe. Pero eso no será a corto plazo. Adjunto aquí, a modo de curiosidad, un recorte de prensa que anunciaba el estreno de la película que nos ocupa, en un céntrico cine madrileño.
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