viernes, 29 de junio de 2018

ESTOY EN CRISIS

Una muestra seminal de lo que acabó siendo la comedia madrileña de principios de los ochenta; un estilo que, compartiendo cartelera con el cine de consumo y perdiendo la batalla de la taquilla contra este por aquél entonces, ganó paradójicamente la guerra en cuanto entró en vigor la famosa ley Miró. Aunque murió por el cambio generacional a principios de los 90.
Asimismo, con este tipo de comedia vista de manera retrospectiva, pasa lo mismo que ocurriría con el Landismo o el cine de Mariano Ozores; qué acaba traduciéndose como retrato de la época en que esta se rodó.
En este caso, con su director Fernando Colomo, considerado el padre de la comedia madrileña, volviendo a lo que sabía que funcionaba tras el fracaso de  su anterior película, “La mano negra”, en la que mezcló comedia con cine policiaco en lo que resultó ser su primer fracaso de taquilla.
Aquí, en “Estoy en crisis”, anulando todo atisbo de género opuesto a la comedia madrileña, la jugada le sale medio rana, y contra todo pronostico, no consiguió el beneplácito de la crítica ni el público no llegando al millón de espectadores en la taquilla ni teniendo reseñas demasiado entusiastas, no así en la Mostra de Venecia de aquél año, que reacia como era a programar comedias en sus secciones, hace una excepción con “Estoy en crisis”, y se mete al público en el bolsillo, pese a las demoledoras críticas que recibió.
“Estoy en crisis” cuenta la historia de un directivo publicitario en plena crisis de los cuarenta, que abandona todo para irse a vivir al campo con una modelo con la que ha trabajado, cuando esta acaba llevando a la casa  de este a todos sus amigos, poco menos que una comuna hippie, que se ponen a arar en la vuelta, mientras la muchachita que nuestro hombre pretende seducir se pasa toda su estancia allí acusándole de montar todo ese tinglado en el campo como una sucia artimaña para acostarse con ella, cosa que por otro lado es verdad. Cuando este se da cuenta de que esa chica no es más que un capricho infantil para él, será demasiado tarde para recuperar su vida.
De tono desenfadado y ritmo ágil, “Estoy en crisis” llega a 2018 con una frescura inusual en el cine español de los 80. Si nos dicen que es una película rodada en esta década, da el pego. Y eso es porque en su momento, 1982, se prodigaba como una película que retrataba una sociedad y unos personajes rematadamente modernos, por lo que han perdurado estupendamente, ya que no posee la película ningún agente externo que la haga chirriar en ese sentido.
Entretenida sin más, la importancia de esta película reside en que sería el film que da el pistoletazo al estilo de Colomo en particular y a la nueva comedia madrileña en general, siendo la mamá de títulos ya clásicos de Colomo como “Bajarse al moro”, “La vida alegre” o “Rosa Rosae”.
Se puede ver.
En el reparto tenemos a un  José Sacristán todavía no tan pedante como lo sería cuando los argentinos se lo disputaron para hacer bodrios petulantes, pero en estupenda forma y en el mejor momento de su carrera, cuando se hacía un hueco en el cine de autor a fuerza de despojarse, poco a poco, de los ramalazos adquiridos en la comedia clásica de la que proviene, de los años 60 y 70.
Con él, Cristina Marsillach, bellísima, pero enchufada a tope y sin una pizca de talento como actriz, Marta Fernández Muro, Quique SanFrancisco y Mercedes Samprieto.

lunes, 25 de junio de 2018

THE LONELY LADY

Como icono homosexual que es, Pia Zadora, la protagonista de la película que nos ocupa, posiblemente no sea muy popular en nuestro país más que para el colectivo gay, y de hecho ninguna de sus películas llegaron a estrenarse en nuestro país en formato alguno. Sin embargo, es un personaje lo suficientemente interesante como para que me tomara mi tiempo en visionar su película más conocida, esta “The Lonely Lady”.
Zadora, con más pinta de actriz porno que de otra cosa, debutó en el cine en un papel corto, como niña extraterrestre en la mítica “Santa Claus conquista los marcianos” siendo aún muy pequeña, deambulando su carrera posteriormente entre pequeñas obras de teatro y musicales de Broadway. Eso sí, se trataba de una actriz muy guapa —pese a esa cara de patata cocida que tiene—, así que cuando el empresario multimillonario e israelí Meshulam Ricklis la  vio en un espectáculo musical, se encaprichó de ella. La Zadora, ni corta ni perezosa y con la clara idea de solucionarse la vida, se enamoró también del empresario judío. Este, le sacaba 30 años de edad. La cosa prosperó y años después se casaron —su matrimonio duró cerca de 20 años—, con lo que trabajar ya era una cosa secundaria. Pero la Zadora, que no era una mujer en exceso talentosa, se aburría, así que su marido se dedicó a producir y/o participar en películas que tenían a Pia Zadora como protagonista porque esa era la principal condición de Riklis, si alguien quería que pusiera su pasta en su película. Con lo cual, el grueso de la carrera como estrella de Pia Zadora se reduce a dos películas co-producidas por su marido; la primera de ellas “Butterfly”, una historia sobre incesto en la que Zadora compartió casting con Orson Welles, y la que nos ocupa, “The Lonenly Lady”.
La película es la adaptación de un best-seller homónimo escrito por Harold Robbins, que se inspira ligeramente en las correrías de la actriz y escritora Jacqueline Susann. Una bala perdida de la farándula de principios del siglo XX.
En un principio, el estudio que produjo la cinta, y que tenía los derechos para la adaptación de la novela, Universal, concibió este proyecto para que fuera interpretado por Susan Blakely quién gozaba de su momento de mayor popularidad gracias a la serie televisiva “Hombre rico, hombre pobre”. Sin embargo, el guion con el que se contaba no era muy brillante, era más bien tirando a soso y ridículo. Así que, pensándoselo dos veces, y aún teniendo un contrato por tres películas con Universal, Susan Blakely optó por rechazar hacer una película que desde la preproducción no presagiaba nada bueno.
Universal estaba ya a punto de archivar el proyecto cuando entra en escena el señor Meshulan Ricklis con la firme intención de levantar esa película a golpe de talonario. Como ya hizo con la anterior película de Zadora, “Butterfly”, Ricklis se ofreció a financiar la mitad del film, siempre y cuando este lo protagonizara su señora. Universal aceptó. Tras darle un par de vueltas al guion con distintos guionistas, el director previsto, Matt Cimber, se retira del proyecto porque no lo ve factible, y se contrató en su lugar al director Peter Sasdy quien proveniente del mundo de la televisión destacaba por haber dirigido un par de buenos títulos de la Hammer tales como “El poder de la sangre de Drácula” o “Las manos del destripador”, y se pusieron manos a la obra con este “The Lonely Lady”. Desde el día uno fueron palpables los problemas en el set de rodaje, con un señor que no sabía cogerle el pulso a un drama romántico como este. Pia Zadora se quejó en su momento de que estaba todo, en aquél rodaje, muy mal hecho, pero Sasdy dijo que era imposible trabajar con una persona como Zadora, desprovista de sus facultades mentales y más preocupada de cómo aparecían sus tetas en pantalla que de decir con corrección sus frases. Un desbarajuste, vaya.
La cosa va de una joven aspirante a guionista que tras recibir un premio de escritura, conoce a gente del mundo de Hollywood, en una fiesta previa, con la que se irá con el firme propósito de escribir una gran película. Estando en casa de uno de ellos, es golpeada, insultada y violada, por uno de ellos. Y sin venir a cuento, incluso le agrede sexualmente ¡¡Con una mangera!! Poco después se casa con el otro, con el que no la ha violado, y la cosa, mientras intenta medrar en Hollywood, va como el culo porque el marido no hace más que echarle en cara que disfrutara de aquella violación con manguera. Verídico. Así, el resto de la película no es más que el ir y venir de la aspirante a guionista follándose todo lo que se mueve sin importar si es hombre o mujer, para al final de la película, cuando consigue el premio al mejor guion por la película que acaba de realizar, soltar un discurso de denuncia en el que deja caer que el éxito en Hollywood, solo se consigue a fuerza de dejarse follar. Y fin.
Mala hasta decir basta, se trata de uno de los grande baluartes del humor involuntario americano, y también, una seria aspirante a peor película de la historia.
En consecuencia, Universal no tenía previsto estrenar algo tan malo, pero, una vez más, Meshulan Ricklis intervino dando al estudio una millonada para que la película se estrenase con tratamiento de gran producción. Y así lo hizo Universal.  Su estreno fue sonado porque muchos de los asistentes, que ya se olían el percal —muchos de ellos miembros de los Razzies— fueron a ver la película para pitorrearse de ella, y fue recibida con alaridos, risas, gritos en insultos. Intentando parecer ajena a todo aquello, muy digna, Pia Zadora se ofreció a firmar autógrafos después de la película a todo aquél que así lo deseara.
Esta película, que debía suponer la puesta de largo de la actriz, supuso el batacazo definitivo. A eso ayudaban sus declaraciones en sus intervenciones televisivas para promocionar la película en las que afirmaba, basándose en vayan ustedes a saber qué, que “The Lonely Lady” era una mezcla entre “Rocky” y “Emmanuelle”.
Y si el año anterior ganó un globo de oro a la mejor nueva estrella (dicen que su marido pagó para que ese galardón se lo concedieran a su esposa) y un premio Razzie a la peor actriz por “Butterfly”, con “The Lonely Lady”, se llevó de uevo el premio consecutivamente, amén de llevarse la película todos los razzies habidos y por haber. Más que afianzar su carrera, la película le hizo perder a Pia Zadora toda su posible credibilidad. De hecho, en un evento de los Golden Rapsberry en el que se premiaba a la peor actriz del siglo XX, Pia Zadora era una seria aspirante al galardón; por suerte para ella, andaba por ahí Madonna que se llevó dicho premio. Visto lo visto, Zadora decidió dejar a un lado su carrera como actriz. Pero como buena ama de casa millonaria, se seguía aburriendo, por lo que emprendió una carrera como cantante pop dónde le fue bastante mejor.
Huelga decir, que cuando el autor de la novela, Harold Robbins, vio la película, se llevó las manos a la cabeza y entró en cólera, diciendo: “Pero ¿qué es esta puta mierda?” No quiso saber más al respecto.
Enfrentándome a su visonado, puedo decir sin despeinarme, que la película es mala de pelotas, pero sin más. Es cierto que Pia Zadora es horrorosa, como la película entera, que los diálogos hacen a uno sonrojarse y que hasta la banda sonora da vergüenza ajena, pero, por un lado, la Zadora está buena. Sale desnuda; para pajilla, da la peli. Y por otro, decir que no es menos mala y risible que cualquiera de las teleseries que, al mismo estilo, gozaron de éxito en los primeros ochenta, rollo “Dallas”, “Dinastía” o “Falcon Crest”. Vamos, que “The Lonely Lady” es ideal para señoras con menopausia que le vienen los calores al ver a un cuarentón de buen ver.
Como anécdota, decir que el violador que le mete a la “Dama solitaria” la manguera por el coño, no es otro que un Ray Liotta que debutaba para la gran pantalla. Y si creen que la Zadora es mala actriz, espérense a ver a Liotta totalmente fuera de sí, sobreactuado hasta la exasperación, gritando y emitiendo una risa más falsa que judas, que deja más que claro que su paso por las grandes producciones posteriormente, no es más que una cuestión de suerte. Ray Liotta es malísimo. Risible.
Obviamente, la peor parada de todo esto fue Pia Zadora, a la que ya nunca jamás se la tomó en serio y su figura en la cultura popular americana, vendría a ser el equivalente de lo que fue, por poner un ejemplo muy a bote pronto, nuestra Tamara/Ambar/Yurena. Un caricato, una retrasada mental de la que se ríe todo el mundo.
Con todo, el culto que se le rinde a la película, ha propiciado que recientemente, se editase una edición en DVD con todos los lujos.
Simpática historia, la de “The Lonely Lady” y Pia Zadora.

viernes, 22 de junio de 2018

JUSTINO, UN ASESINO DE LA TERCERA EDAD

“Justino, un asesino de la tercera edad” cuenta la historia de un apuntillador que se jubila. Ante el estupor que le produce la vida contemplativa, y la falta de respeto que recibe de su propia famila, se dedica a asesinar gente para para pasar el rato, mientras sueña con irse de vacaciones a Benidorm. La gracia está en que, como se trata de un anciano, nadie puede imaginarse que el artífice de estos asesinatos, pueda ser Justino.
“La cuadrilla”, tandem de directores españoles formado por Santiago Aguilar y Luis Guridi, irrumpe en el cine español en un momento bastante propicio para hacerlo; en plenos años 90 y con el boom del cine gore y la  caspa a pleno apogeo.
Son tiempos en los que se impone un cine gamberro (e irritante) con nombres como Santiago Segura o Alex de la Iglesia capitaneando lo que es también un relevo generacional, tiempos en el que el cortometraje de género español, lejos de ser relegado al ostracismo, se programa incluso en televisión, y tiempos en los que una película pequeñita, de no más de 13 millones de pesetas y rodada en 16 mm y blanco y negro, sobre un anciano que asesina gente para pasar el rato, aspira a varios Goya, e incluso se lleva alguno.
Ergo, perteneciendo esta película a aquella época fatídica, en la que incluso un director tan oscuro y personal como Juanma Bajo Ulloa cambia de registro para hacer el cafre de mala manera con la exasperante “Airbag”, “Justino, un asesino de la tercera edad” no gozaba en absoluto de mis simpatías.
Sin embargo, quedando lejos aquellos tiempos infames y siendo sus directores los más auténticos de aquella hornada , despojándome de los prejuicios que en mí generan aquellos tiempos, me siento frente al televisor dispuesto a ver y juzgar objetivamente, una película que, sin embargo, lleva en mi videoteca una buena ristra de años. Y, a parte de que posiblemente el paso de los años haya beneficiado a la cinta, así como el buen aspecto que brindan los 16 mm. en blanco y negro (que a poco que ilumines con un foquito bien colocado, ya le da a todo aspecto expresionista), lo cierto es que esta película, pequeña, barata, es demasiado extraña para tratarse de un producto mainstream, y demasiado ostentosa si la calibramos como un producto amateur, que es de lo que tiene alma.
Al margen de esto, yo diría que es un poco una revisión de aquellas comedias negras  españolas de los años 50 tipo “El Pisito”, pasada por la turmix de las tendencias de mediados de los 90 (o sea, gamberrismo, sangre, asesinatos…), lo cual, en cierto modo, es siempre positivo pese a que a los directores les precediesen cortos como “La hija de Fu – Manchú 72”, que derrochaba enojoso postmodernismo, y que podía hacernos intuir erróneamente que  los tiros de este “Justino…” iban a ir por ahí. Pero no.
Y es que, al margen de ese look a lo Marco Ferreri (¿voluntario o consecuencia directa del 16 mm. en blanco y negro?), la posible gracia que tenga la película, la puesta en escena vanguardista y lo divertido de la historia que nos cuenta, a mitad de película, cuando “La cuadrilla” tratan de inculcar a la caótica escena en la que Justino asesina a su vecina cierto toquecito “slapstick”, se ve que “La Cuadrilla” no estaban todavía muy curtidos y el ritmo que hasta ese momento tenían tan bien medido, se va al carajo  en adelante. La escena final, con la carnicería en la residencia de ancianos, se ve solapada por el humor chabacano que traen los policías que irrumpen en la escena del crimen, quedando todo, no solo muy de andar por casa, sino tonto. Queda mal.
Pero, para cuando hemos llegado a ese punto, ya la película esta a punto de acabar, y lo cierto es que es una hora y media que pasa en un santiamén, y en la que, sin duda, nos hemos entretenido. Y lo que es mejor, nos hemos hasta reído. No está mal la cosa.
“Justino, un asesino de la tercera edad”, sería, a pesar de todas sus carencias económicas, la primera —y la mejor— de la trilogía de “La Cuadrilla” a la que tuvieron a bien llamar “España por la puerta de atrás”, y si bien “Justino…” tiene cierta gracia y montones de aciertos estéticos y narrativos (tantos como fallos), sus siguientes películas, “Matías, Juez de línea” y “Atilano, presidente”, películas que debido al revuelo que tuvo “Justino…” en el media español, gozaron de mayor presupuesto, son ya una cosa aburrida, lenta y carente de la personalidad que sí tiene esta.
Con Saturnino García, Carlos Lucas y Paco Maestre encabezando el reparto, tenemos pequeños papelitos para Juanjo Puigcorbé, Popocho Ayestarán, Félix Rotaeta o la mítica Marta Fernández Muro.
“La Cuadrilla”, tras su trilogía, no volvieron a hacer más cine, ni juntos, ni separados, a parte de un documental muy triste que Santiago Aguilar dedicó a  Carlos Lucas; “De reparto”. Eso sí, se han ganado la vida en el audiovisual después.

martes, 19 de junio de 2018

FRANK

En cuanto tuve noticia de esta película, me entusiasmé ante lo que parecía el biopic oficial del extravagante cantante inglés Frank Sidebottom (nombre real Chris Sievey), un tipo con raíces en el punk y que sería lo que hoy los más ignorantes llaman "friki mediático". Un poco como "Rodolfo Chikilicuatre" pero con más estilo, actitud, engundia y una intención creativa real detrás. Frank Sidebottom solía cantar acompañado de un ukelele o un teclado, tirando de irritante voz nasal, desafinando y, lo más llamativo, ocultando su rostro tras una divertida falsa cabeza. Justamente esa cabeza ha sido replicada exactamente en "Frank", película británica/irlandesa que, aunque finalmente no narra la vida real del amigo Sidebottom, sí reconoce que ha sido su inspiración tal y como reza un texto en los créditos finales. Y así ha de ser, por supuesto.
Jon es un frustrado músico mediocre que sueña con la fama y un talento que no posee. Del modo más casual termina incrustado en las filas de un extravagante grupo, "The Soronprfbs", compuesto por un puñado de personajes de lo más excéntricos y chalados, siendo el jefe de todos ellos el enigmático Frank, que es el que lleva la falsa cabeza que no se quita jamás. Fascinado ante todo ello, Jon luchará no solo por integrarse, también por hacer famosos a los "Soronprfbs" y, de paso, usarlos como impulso para lograr su deseada popularidad. Pero claro, el personal y atípico universo de Frank y los suyos está inevitablemente reñido con el éxito y la aceptación masiva, lo que dará pié a un montón de problemas y situaciones tremebundas.
"Frank" es, principalmente, una comedia. Pero al ser británico-irlandesa, denota también un incuestionable tono amargo. Y dramático. Aunque en esencia el "mensaje" es muy trillado y generalmente algo hipócrita viniendo un cine más bien "convencional" -Mantén tus maneras incorruptibles y no las destruyas aspirando a la fama efímera-, en este caso se ve un poco más honesto y coherente. En un producto Hollywoodiense -cosa que no es "Frank"- sería mucho peor. Y es que, en el fondo, estamos ante la primera película que retrata de modo oficial, y desde dentro, un fenómeno que no por ocasionalmente insufrible resulta fascinante: La música "outsider" o, lo que es lo mismo, partituras creadas, tocadas y cantadas por individuos con genuinas taras mentales (la lista es larga: The Shaggs, Wesley Willis, Tiny Tim, Daniel Johnston, Jandek, Wild Man Fischer o Captain Beefheart, que sirve de inspiración para la parte de la película en la que la banda se encierra en una casa de campo con la finalidad de grabar un disco. Por lo visto algunas de las cosas que ahí suceden ocurrieron en la vida real durante una grabación del mentado Captain Beefheart).
El resultado final es una película entretenida, nada facilona, en la que se mete un palo a la fama que crean las redes sociales. Esa basada en el chascarrillo tontaina de aquellos que no ven más allá de su flequillo y solo se quedan en la superficie. Que "disfrutan" a través de la arrogancia, mirando por encima del hombro, y que en cuatro días se cansarán y buscarán otro fenómeno al que despellejar agotadoramente para poder decir aquello de "Yo lo ví primero" y "Desde que le gustan a tanta gente, ya no molan". Y en eso no puedo estar más de acuerdo con la peli reseñada.
Complementan el show un reparto excelente (Domhnall Gleeson, Scoot McNairy, Maggie Gyllenhaal y un Michael Fassbender que no se quita la falsa cabeza hasta la parte final) y unas canciones en general bastante curiosas (entre ellas una versión relentizada de "I want to marry a lighthouse keeper" de Erika Eigen, tema que pasó a la inmortalidad cuando fue elegido por Stanley Kubrick para figurar en el soundtrack de "La naranja mecánica"), el cénit de las cuales es la estupendísima "I love you all" que pueden escuchar aquí para su mayor disfrute.
Recomendable película, sí señor.

lunes, 18 de junio de 2018

UN HOMBRE LOBO EN EL DORMITORIO DE MUJERES

Película italiana de relativo culto, más que por su condición de película de corte fantástico, por su procedencia precedida de un halo de oscurantismo/malditísmo que ha llevado a curiosos a buscarla y a hablar de ella en diversas publicaciones. Claro, que todo ese oscurantismo cae en saco roto en el momento en que esta pieza perdida se edita en DVD y ya no es tan jodido localizarla. En esta ocasión, “Un hombre lobo en un dormitorio de mujeres” se editó hará unos 10 años en España por Trash Collectors.
Huelga decir que una vez vista y saciada la curiosidad, uno entiende el por qué este tipo de películas, una vez estrenadas en su momento, caen en el olvido. Hay joyas oscuras por ahí perdidas, perfecto; pero otras son una mierdecilla sin alma, y eso es lo que le pasa al film que nos ocupa.
A una institución para chicas problemáticas, llega un nuevo profesor. Este tiene que aguantar los envites desagradables de este grupo de féminas, motivo por el cual se desconfía de él en el momento que  un licántropo hace acto de presencia en la zona, y se va papeando a las jovencitas. El grueso del argumento, en realidad, lo ocupa la investigación que surge a raíz de esos hechos.
Rodada íntegramente en los famosos estudios de Cinecittá, “Un hombre lobo en un dormitorio de mujeres”, “Licanthropus” en su versión original, o “Werewolfs in a girl´s dormitory” en la versión americana (la cual destrozaron metiéndole rock-n-roll en la banda sonora y alterando los diálogos en el doblaje), es una de esas producciones europeas que se vendían al mercado extranjero intentando hacerlas pasar por americanas.  Por eso, el director Paolo Heusch, tuvo que firmarla bajo el pseudónimo de Richard Benson.
Sin embargo, la película tiene muy poquito de americana; es más bien europea, pero tampoco parece italiana, dado que el argumento bien podría ser deudor de un “noir” de tres pesetas, mientras que el estilo de dirección es un calco del expresionismo aleman, seguramente más por un problema de iluminacion más que por una declaración de estilo. Y desde luego, la ambientación terrorífica brilla por su ausencia. Al hombre lobo lo vemos de pascuas a ramos, eso si, cuando se le ve el careto, mola mucho —un maquillaje muy discreto, pero efectivo— siendo este el único punto respetable de la película. Por lo demás, es de un insulso… la desidia se apodera de uno a mitad de visionado y se plantea si darle un rato al fase forward hasta que salga el lobo, o bien, quitarla directamente. Pero bueno, echarle un ojo no hace mal a nadie.
Paolo Heusch, director artesanal de la vieja escuela italiana, destacó más como ayudante de dirección de otras películas (puesto este por el que han pasado todos los directores italianos de los años dorados del cine popular), que como director de películas, pero en ninguno de los dos campos se ha prodigado demasiado. Rodó alguna película para lucimiento de Totó, en la que además no se le acredita, y poco más que trascienda.
Esta sería su película más importante, aunque sea solo por el culto que le profesan ciertos sectores del público especializado.

jueves, 14 de junio de 2018

YENDO HACIA TI

Poco antes de que las terceras partes de "Viernes 13" y "Tiburón" pusieran temporalmente en el mapa el formato del 3-D (hasta el punto de que en algunos países se llegaría a reestrenar la clásica "Los crímenes del museo de cera", también para aprovechar la segunda juventud que por aquella época vivía la carrera de Bronson gracias a sus films para la Cannon), antes de todo esto, decíamos, existió una propuesta pionera en lo que a las tres dimensiones se refiere que, además, llegaría de la mano de los autores más insospechados: en concreto de dos individuos que a lo largo de sus irregulares trayectorias habían intentado suplir su obvia falta de talento con una osadía sin límites y de carácter prácticamente kamikaze; es decir los intérpretes/ guionistas/ productores Gene Quintano y Tony Anthony.
Centrándonos en este último, Anthony (que en realidad atiende al mucho más racial apelativo de Roger Petito) decidió emigrar a Italia a mediados de los 60 con el objetivo de estelarizar su propio spaguetti western y, quizás, emular así la suerte que había corrido su compatriota Clint Eastwood al protagonizar "La trilogía del dólar". A pesar de ser un actor de lo más negado, y de carecer del más mínimo carisma, Anthony tiene la fortuna de escribir, producir y protagonizar su propia trilogía del oeste (la del "Straniero" compuesta por "Un dólar entre los dientes", "Un uomo, un cavallo, una pistola" y "Lo straniero di silenzio"), terceto de películas éste que, si bien no logra convertirle en una estrella, sí que cosecharía en cambio el éxito suficiente como para que su protagonista tuviera la ocasión de llevar el género un paso más allá con la heterodoxa "El justiciero ciego", film que, por cierto, comparte más de un punto en común con este "Yendo hacia ti": y es que, además de estar localizados en nuestro país y de ser dirigidos por Ferdinando Baldi ("Carambola"), ambos títulos coinciden a la hora de desestimar los duelos al sol y los tiroteos consustanciales al subgénero en favor de un muy particular concepto del western mediterráneo (entre gótico y espectacular, infantil y aventurero) el cual incluiría peleas cuerpo a cuerpo, espectaculares explosiones y torturas más dignas de un serial de Fu Manchú que de un film de Sergio Leone.
Anthony & Baldi continuarían expandiendo esta misma línea excéntrica con su siguiente colaboración, la aún más insólita "Get Mean", película que en plena decadencia del género proponía un revulsivo en forma de anacrónico cóctel: un spaguetti tan delirante como imposible situado en la España medieval que mezclaba moros, cowboys, vikingas lesbianas, bandoleros a lo Curro Jiménez, jorobados, villanos homosexuales e, incluso, a un hombre lobo, rematado todo ello además con música country al más puro estilo hillbilly. Como era de prever tal disparate no logra igualar los resultados en taquilla de los esfuerzos previos de sus responsables, hasta el punto de que en nuestro país "Get Mean" no llegaría a conocer estreno comercial en salas de cine.
Pero, como suele decirse, las desgracias nunca vienen solas: tras este fracaso Anthony entra en contacto con Gene Quintano, actor y aspirante a escritor - además de gran aficionado al western - cuyas únicas credenciales hasta el momento habían sido el haber trabajado en cafés teatro y en cortos educativos para televisiones regionales de quinta fila. A Quintano y a Anthony se les ocurre que estaría bien rodar un western en 3-D, precisamente para intentar combatir la pujanza del relativamente novedoso invento del video doméstico.
De esta manera, y sin tener ni idea del tema, se trasladan junto a Baldi a Almería para realizar una serie de pruebas con cámaras que alquilan en nuestro país y a las que ajustan una lente proveniente de los Estados Unidos, un prototipo sin patentar llamado Optimax III. Sin embargo, las pruebas resultan ser desde el principio un absoluto desastre: en consecuencia nuestro trío de la muerte (Anthony, Baldi y Quintano) se ve obligado tras más de un mes de trabajo a despedir al director de fotografía italiano para contratar en su lugar a Fernando Arribas, uno de nuestros profesionales más dúctiles, especializado además en fotografiar producciones internacionales - o coproducciones rodadas en nuestro país - como pudieran ser "Virus", "Diez negritos" o "Escarabajos asesinos". Según declaraba  Arribas en el libro "Almería, plató de cine", "Cuando Anthony y Baldi conectaron conmigo estaban bastante desanimados ya que al ponerse las gafas polarizadas para ver la proyección solo se veían imágenes borrosas y desenfocadas. El objetivo era un prototipo, no estaba fabricado industrialmente, sino que era puramente artesanal y se patentaría a partir del resultado de la película […] Gracias a un par de ideas mías, que lograron corregir los problemas de la convergencia en cada plano, las pruebas empezaron a mejorar hasta conseguir resultados sorprendentes. Con los buenos resultados empezó a llegar el dinero de los Estados Unidos y la producción se puso en marcha.”
Lo peor de "Yendo hacia ti" es que, una vez resueltos estos problemas con la lente, sus responsables se olvidaron por completo de idear una historia que sirviera de base a tanta tecnología, siendo así el guión resultante una versión sintetizada de sus anteriores libretos, ya de por sí bastante simples. Así, la película nos cuenta la historia de H. H. Hart (encarnado por un Tony Anthony con su habitual cara de estreñimiento), un forajido que es atacado el día de su boda por los hermanos Thompson (interpretados por Gene Quintano y nuestro Ricardo Palacios), los cuales le dejan malherido para, a continuación, secuestrar a su esposa (una jovencita Victoria Abril) con la intención de venderla posteriormente en algún burdel mexicano. El resto de la película se centraría en el intento del personaje de Hart por liberar a su mujer de las garras de esta familia de puteros y violadores. Y esta sería toda la premisa: en realidad la película no tiene más.
De este modo, y con el fin de explotar al máximo el gimmick de las tres dimensiones, "Yendo hacia ti" se compone básicamente de una sucesión de escenas aleatorias metidas con calzador dentro de la trama con el propósito de, en teoría, sacarle el máximo partido posible al invento. Así las cosas, en pro de una pretendida espectacularidad y venga o no a cuento, a lo largo de la película serán arrojados todo tipo de objetos a cámara, desde flechas a murciélagos de goma, pasando por balas, dardos, hachas, machetes, cucharones, ratas e, incluso y por si no fuera suficiente, los propios especialistas; además, nos encontraremos con una secuencia de 5 minutos en la que los villanos de la función no pararán también de tirar cosas hacia el objetivo como, por ejemplo y entre otras cosas, un Yo-yo (¿?) o una monda de manzana (¿¡!?)
La película de Baldi se acerca así, suponemos que sin pretenderlo, más a una parodia del superficial uso que en la década de los 50 se le daba al 3-D antes que a un intento serio por renovar y resucitar el ya agotado filón del cine del oeste. Por desgracia, y aunque méritos no le falten, "Yendo hacia ti" se ve ralentizada y limitada en cuanto a ritmo por culpa del formato en el que está rodada, resultando así demasiado coñazo como para merecer ser incluida siquiera en la categoría de "buenas/malas películas": y es que si como curiosidad o como experimento cinematográfico puede tener un pase, como película termina siendo un verdadero suplicio. Y por si "Yendo hacia ti" no fuera ya suficientemente insoportable tal y como es, Anthony optó hace un par de años por ofrecernos con motivo de su salida en Blu-ray un nuevo montaje en el que se alteraba el color de algunas escenas, o se dejaban secuencias completas en blanco y negro para después insertar a los actores en color: tal y como hizo Robert Rodríguez en "Sin City", para entendernos.
A pesar de que en España apenas congregó a 50.000 espectadores Anthony y Quintano declararían en su momento que la película recuperó de largo la inversión incluso antes de estrenarse gracias al dinero que, en la preventa, habían adelantado los distribuidores, volviendo de este modo a reincidir el mismo equipo tiempo después en "El tesoro de las cuatro coronas", película nuevamente filmada en 3-D pero esta vez en colaboración con la Cannon.
En cuanto a "Yendo hacia ti", y aunque sea rara como ella sola, también es uno de los westerns más inconexos que puedes echarte a la cara además de, en términos generales, una de las películas más soporíferas: y es que no hay nada peor que un film efectista que no produce absolutamente ningún efecto... salvo aburrimiento. Eso sí, si tienes mucha curiosidad por verle las tetillas a Victoria Abril (que aquí también las enseña... para variar) supongo que siempre podrás echarle un ojo.

lunes, 11 de junio de 2018

LOS RESUCITADOS

Desde luego, cuando  supe que una película como “Los Resucitados” iba a salir a la luz, no pude hacer otra cosa que arder en deseos de verla.
Se trata de una película en la que estuvo involucrado Paul Naschy en 1995, que figura como incompleta en sus filmografías y que por ese motivo, y porque por lo visto desapareció el material  filmado, quedó  catalogada como película maldita. Vamos, que parecía que nunca se iba a poder ver.
Ahora, 22 años después de su rodaje aparece el material, y el director, un extraño individuo proveniente del fandom del cine de terror de los 90 llamado Arturo de Bobadilla, encuentra gran parte de lo grabado, lo monta, lo dobla, y lanza la película en DVD.
Claro, que no se por qué extraño motivo yo pensaba que se trataba de una película baratita pero con un acabado estándar. Muy ingenuo soy yo…
Cuando por fin sale en DVD no tardo nada en agenciarme una copia y al verla… ¿Cómo decirlo? “Los Resucitados” ha superado con creces todas mis expectativas. Yo pensaba que sería malísima. Sin embargo esta película supera con creces los conceptos “bueno” o “malo” en su grado máximo. Resulta de tal incompetencia que una vez terminada no me explico como los implicados no han decidido esconderla para siempre o destruirla que es lo que hubiera hecho una persona cuerda y cabal. Por suerte, orgullosos de ello, su director, su equipo técnico y sus actores (hasta Santiago Segura se ha prestado a doblar sus intervenciones) la estrenan con honores, la sacan en DVD en una cuidada edición y se dan golpes en el pecho sacando al mercado lo que se considera una película maldita.  Hay algo incluso de patético en todo ello.
Ustedes se preguntarán ¿Y esto significa que no te ha gustado? Al contrario, ha sucedido todo lo contrario, me he enamorado de esta jodida película. Me encanta, me fascina. Es digna de estudio y digna de convertirse en una obra de culto.
Pero me gusta, me encanta de hecho, no porque sea una buena película —¿De verdad lo creen los artífices? Supongo que no, que serán conscientes de lo que tenían entre manos— si no porque rebasa con creces los límites de la basura, porque su cutrez e inutilidad me sorprenden como no puede hacerlo una película perfectamente elaborada, como  asimismo me sorprendieron genuinos films chungos tales como “The Room”, “Magic London” o “Condenado en la pequeña Roma” (que dan mil vueltas a esto), porque entre tanto esfuerzo y dedicación que ha puesto el equipo, primero en rodarla en su momento, en montarla y sonorizarla ahora, han demostrado tener una falta total de talento y un ego que, ni por lo más remoto, les ha permitido dejar esta película en el maldito ordenador que la montó. Tuvieron que estrenarla y sacarla a la venta. Y sin ningún tipo de vergüenza. Eso, convierte a “Los Resucitados” en una película única.
Por otro lado, las circunstancias en que se concibe la película, hacen que me guste aún más.
Porque el tal Bobadilla, en 1995 consigue convencer a un grupo de profesionales como son Paul Naschy —la película entera es un homenaje/comida de polla a su cine—, el anteriormente mentado Segura, LucianoBerriatúa, su hijo Zoe o Manuel Tallafé, entre otros, de embarcarse en el rodaje de un video casero ambientado en el medievo, basado en leyendas de Gustavo Adolfo Bequer, y hacerlo con una lata de sardinas como todo presupuesto. Mucha Labia y mucho arrojo debía tener el tal Bobadilla, porque que iba a salir un churro se vería venir antes del rodaje viendo los disfraces que usan los actores y sabiendo que la grabación sería a caballo entre Madrid, Toledo y la casa de la madre del director.  Vamos, yo todavía estoy flipando… Pero se hizo.
Por otro lado,  me encanta el despropósito, el lío de formatos en que está rodada. Unas escenas en Super VHS, otras en ¿Mini-DV?, otras en Super 8… saltando de cine a vídeo sin orden ni concierto ¿por qué? ¿Cuestión estilística? ¿Cine experimental?, no. Me temo que es que el director, sencillamente no se aclara.
Luego, de golpe y porrazo, desaparece el metraje como por arte de magia en 1995. Eso dice en un texto al comienzo de la película. También dice que 20 años después, vuelve a aparecer ese metraje —o parte de él, supongo—, también como por arte de magia, y deciden montarlo y doblarlo, una tarea para la que tardan dos años. Pero claro, la película se rodó sin guion, improvisando sobre la marcha. Bobadilla daba las indicaciones a los actores en el momento y estos hacían lo que este les indicaba, con la mala suerte de que cuando este material aparece, lo hace mudo, sin sonido, y de ahí lo del doblaje. Así que se monta sin sonido, y se le procura dar coherencia en el  posterior doblaje para lo que tuvieron que escribir un guion a partir de ese material insonoro previamente montado, y ahí darle coherencia. ¿Y se consigue la coherencia? Para nada. Las frases, encajadas en el doblaje más mal que bien, parecen escritas por un esquizofrénico, es lo peor de la película sin duda, unos diálogos absolutamente demenciales que  por más que intentan explicar lo que ocurre ahí no lo consigue de ninguna manera. Son frases ahí soltadas, como escupidas por una máquina de gotelé. Y es que el guionista puede que no tenga ninguna pericia como guionista que es lo más probable, pero a parte de eso, es UNA LOCURA ponerse a escribir un guion viendo unas imágenes en las que no sabes que cojones está pasando o están diciendo. Y el espectador ve la película, y lo único que detecta es un video casero en el que unos señores disfrazados van para arriba y para abajo, se baten en duelo con espada y dicen frases molonas sueltas. Porque para hacer justicia a la sinopsis oficial hay que echarle dos huevos gordos. Lo que pone ahí, pasará en la cabeza de bobadilla, porque lo que es en la peli...
Sin embargo, aún con lo incomprensible de la trama, la película está montada a un ritmo endiablado, va a mil por hora, y aunque no sabemos lo que pasa, esto pasa a toda hostia, con lo que es imposible aburrirse. No nos aburriríamos ni aunque fuese lenta, de hecho. Porque, es que da igual todo.
Y da igual, porque esta es una película hecha por el fandom y para el fandom, más concretamente de los fans de Paul Naschy para los fans de Paul Naschy. Y a todos ellos esto les va a parecer una recuperación maravillosa y querrán ver gigantes dónde solo hay molinos. Y ojito con decir que no son gigantes ¡Que se te comerán! Entonces, esta película dentro de ese fandom tiene todo el sentido del mundo, imagínense, una película inédita de Paul Naschy (Woooooaaaaouh!!!) rescatada de las latas (de las cintas de vídeo en este caso). Ya están tardando en salir pomposas y vacías reseñas ensalzando sus virtudes, restándole importancia a los defectos y, en todo caso, achacando estos a la falta de presupuesto y nunca a la de talento, que por otro lado es la que impera.
Entonces, fuera de ese circulo endogámico, la película tan solo parecerá una broma. Ningún espectador estándar aguantará más de dos minutos.
Para el cinéfilo inquieto sin embargo (o sea, para mí) esto es maná del cielo. Y me hacía falta ver una cosa como esta para que tenga un lugar de honor en mi videoteca, junto al resto de película únicas que tanto me fascinan, esas películas subnormales entre las que “Los Resucitados”, no es que  sea una más, es que es la jodida reina.
Me encanta.

viernes, 8 de junio de 2018

HISTORIAS DEL KRONEN

En los albores de los 90, en los USA se hablaba de un cambio generacional, o no se que zarandajas, metiendo en un mismo saco a un determinado tipo de jóvenes al que bautizaron como “Generation X”.
A la culturilla española —madrileña más bien— de aquellos años le hizo gracia el término, por lo que no tardaría en dedicarle en gacetas, suplementos dominicales y revistas de tendencias, extensos artículos sobre la “Generation X” y el desencanto que provocaba pertenecer a esa generación desarraigada y en tierra de nadie, bla,bla,ba.
Como en España tampoco se puede decir que la culturilla tenga muchas ideas propias, sí en los 80 copiaron el concepto de la gala de los Oscar haciendo un plagio de la misma en lo que llamaron premios Goya —y encima esa misma culturilla, se tiró ventitantos años despreciando, a posteriori, los Oscar y todo lo americano, manda cojones—, en los 90, como niño con rabieta que anhela el soldadito del otro niño, la culturilla también quiso tener su propia “Generación X”.
Casualmente, un niñato pijo que se dedicaba a salir de copas por ahí y ponerse hasta el culo de todo, José Ángel Mañas, escribe una novela titulada “Historias del Kronen” en la que, inspirándose levemente en sus vivencias, un grupo de jóvenes de entre 20 y 25 años, salen por ahí de fiesta, se ponen hasta el culo de todo y follan. Vamos, una novela que podría escribir cualquiera con unas nociones mínimas de literatura. Pero como la novela habla de drogarse, de follar y de ese tipo de excesos, resulta entretenida.
Entonces, una cosa así viene de perlas para que toda esa culturilla tenga, por fin,  al máximo representante de nuestra patria “Generación X”, y en consecuencia, la novela es promocionada a bombo y platillo, y Mañas comparado con Brett Easton Ellis, e incluso con Hemingway. Ya teníamos a un escritor joven y outsider con el que reivindicar nuestro derecho a tener las mismas etiquetas generacionales que los americanos. Y la flauta sonó para Mañas que desde entonces no ha parado de escribir, si bien es cierto que en los últimos años ha tenido que volver a revisitar el universo “Kronen” para que se le haga algo de caso.
Poco después, como era de prever, se rueda una adaptación al cine. Entonces, qué mejor para que se nos cuente la historia de unos veiteañeros desfasados, que un viejo trasnochado meta sus manos en todo este asunto. Así, Elias Querejeta produce una película en la que Montxo Armendáriz dirige, además de co-escribir el guion junto a José Ángel Mañas.
Entonces tenemos una película con unos jóvenes que no se sabe muy bien a que extracto social pertenecen, porque por un lado parecen pijazos niños de papá, pero asisten a conciertos punk que muy poco (o nada) tienen que ver con su aspecto o maneras, que se divierten bebiendo, esnifando, viendo cine gore —como no…— y follando todo lo que se mueve, mientras se cuestionan sus identidades sexuales constantemente, y un final en el que se recurre a una primigenia estética “Found Footage” (antes del “Found Footage”). Todo esto, con unos diálogos surgidos de la mente de un viejo que imagina como hablan los jóvenes en los 90 y mete expresiones de treinta años atrás, cuando él era joven y usaba jerga. Cosa que no se explica, estando el autor de la novela escribiendo el guion ahí con él (¿o es que, quizás, si hablaban así los jóvenes en los 90?).
Y pasa como con la novela, que como es de drogas y de follar, la película resulta harto entretenida.
En su momento se estrenó, se marcó sus buenos 700. 000 espectadores (aunque se rumorea por ahí que ni por esas recuperaron los 450 millones de pesetas del presupuesto gastado) e incluso tuvo su buen tirón mediático. Ya se consolidaba la tan deseada “Generación X” española. Pero como eso resultó ser una moda, la película se evaporó con ella quedando relegada posteriormente a pases televisivos, si bien, sigue siendo recordada por los jóvenes que la vieron en su momento, pero como una peli entretenida, sin más, no como el símbolo generacional que pretendía ser.
La gracia está en que la película es una puta mierda y casi 25 años después, la manera en la que ha envejecido, los diálogos y las interpretaciones, llevan a uno a hacerse la pregunta de cómo percibiría la cinta en la época del estreno, porque no tiene ningún desperdicio. Por lo que a mí respecta, “Historias del Kronen”, hoy por hoy, es una obra cumbre del “Trash” español. Te descojonas vivo, comedia involuntaria de primer calibre, a la altura de “The Room” por lo menos. O peor.
Tiene primeros papeles para actores que debutaban y que, al menos, si perteneces a una generación; la de la hornada de actores jóvenes de los 90. El enchufado de Juan Diego Botto. Enchufado, no, enchufadísimo, porque si no fuera hijo de quién es ¿A santo de qué un actor tan HORRIBLE iba a hacer carrera en el cine? Claro, luego con los años, a fuerza de hacer muchas películas ha aprendido a actuar algo, pero aquí…. Madre de mi vida ¡verlo para creerlo! Cuando suelta por su boca torcida la frase “La amistad es para débiles, los fuertes no necesitamos amigos”, en un momento en el que el personaje está borracho y puesto de coca, es el bochorno, la vergüenza ajena, el despiporre. ¿Qué opinará Botto de su interpretación en esta película? También decir, que el parecido de Botto con Sylvester Stallone  de joven en esta película, es alarmante.
También están, risibles completamente, Jordi Mollá, Aitor Merino y Armando del Río. ¡Qué panda tan graciosa!
Así pues, recomiendo su visionado, pero como aquél que se va poner una película de serie Z con amigos para echarse unas risas. “Historias del Kronen” no decepciona, así como se trata una obra cumbre del elitismo, estupidez, ignorancia, arrogancia y subnormalismo, de lo que vengo denominando desde el principio de la reseña, “culturilla” española de principios de los 90.
Ah, y Montxo Armendáriz, que mal dirige.

miércoles, 6 de junio de 2018

LOS (DOS) FOTOCROMOS DE "DEMENCIA"

"Demencia" está considerada la mejor película del italiano Aristide Massaccesi, que para la ocasión firmaba con su pseudónimo más popular, Joe D´Amato. Se trata de una historia sórdida y enfermiza protagonizada por un chaval que se flipa con la necrofilia. Han pasado ya muchos años desde que la vi, pero recuerdo que me pareció increíblemente chapas y que la truculencia era generosa, desagradable y realista, cosa esta que dió leves dolores de cabestro al amigo Aristide. Recibió acusaciones de haber usado cadáveres reales para las escenas de autopsias, y él siempre alegó que era piel de cerdo previamente afeitada.
Únicamente dispongo de dos fotocromos que son los que les dejo aquí para mayor alegría de sus enfermos ojos.




lunes, 4 de junio de 2018

TEROR EN EL ÁTICO

Conocida originalmente como “Horror in the Attic”, pero también con el título de “The Attic Expeditions”, “Terror en el ático” llega a nuestro país directamente a DVD en aquellos años locos del videoclub de primeros de este siglo, en los que llegaban  a las estanterías toda suerte de títulos de serie B, en una época que no volverá a repetirse y que el fandom parece que se resiste a reivindicar. Tal vez sea porque aquellos títulos tienen poco de memorable.
Como fuere, “Terror en el ático”, parida por Jeremy Kasten, que forjado como ayudante de producción de un sinfín de películas costrosas de bajo presupuesto, se hizo popular durante una temporadilla por realizar el remake de “The Wizard of Gore”, el clásico de Herschell Gordon Lewis que con el mismo entusiasmo que se habló de él en la prensa extranjera en su momento, se le dio de lado una vez este fue editado en DVD. Y Kasten pasó a ser, de nuevo, un directorcillo de serie B sin mayores méritos.
Pero antes de esto, Kasten, realiza este Terror en el ático que le costó casi 10 años de su vida desde el momento de su concepción hasta que finalmente vio la luz en las pantallas.
El guion de “Terror en el ático” se escribió en 1991 como encargo, ya que en realidad se trataba de un guion perpetrado para convertirse en la cuarta película de la franquicia “Witchcraft” —saga esta que cuenta hasta hoy con la friolera de ¡¡16 películas!!— cuyos films no guardan demasiada relación entre sí. Sin embargo Jeremy Kasten consideró que el argumento de esta película era estupendo, una gran premisa como para desperdiciar el material escrito en una entrega más de la costrosa serie de películas, por lo que Kasten se reunió con los productores para ver si podía realizar esta película independientemente de la saga a la que en un principio pertenecía este guion. La respuesta fue positiva.
Sin embargo no fue hasta 2001 que  Daniel Gold y Dan Griffiths, los productores de la película, consiguieron el millón de dólares que necesitaban para financiar el “ambicioso” proyecto que tenían entre manos, por lo que el guion, desde los 90 hasta que se llevó a cabo, dio más vueltas que una noria y poco quedaba ya de lo que este era cuando este iba a ser “Witchcraft 4”. Entre tanto, Kasten fue trabajando en otras cosas.
Una vez comenzada la producción todo se reducía a economizar gastos, por lo que, ambientada en un psiquiátrico, los productores encontraron un hospital abandonado donde se rodarían todas las escenas ambientadas allí, mientras que para el gran caserón donde transcurre el resto de la película localizaron una enorme mansión casi en ruinas cuyos propietarios les dejaron utilizar para el rodaje de la película a cambio de que les pagaran las obras de remodelación de la misma. Así lo hicieron, y además de servirle al equipo para rodar la película, sirvió para que el protagonista, Andras Jones (al que ya vimos en “Pesadilla en Elm Street IV”), viviera allí durante el rodaje.
Y sin más. La película es tan pequeña que una vez rodada se movió por los festivales y canales de distribución habituales de este tipo de productos y a estas alturas ya no la recuerda absolutamente nadie.
Su único aliciente es un reparto encabezado por Jeffrey Combs, interpretando por enésima vez a un medico chiflado en un film que parece diseñado para su lucimiento. Y es que Jeremy Kasten es un absoluto fan de género y quería nombres más o menos míticos en su cinta. Por ello, acompañan a Combs en el reparto, nombres como los de Alice Cooper, Seth Green o Ted Raimi, nombres estos por los que la cinta cobra cierto interés.
Y una vez saciada la necesidad del aficionado de ver en pantalla a estos actores, en cierto modo, icónicos de un estilo concreto, se acabó lo bueno, porque no existe película más cochambrosa y aburrida que “Terror en el ático”.  En ese sentido, destaca la poca habilidad que tiene Kasten de contar una historia, porque cuesta horrores enterarse de que está pasando en la película. Vemos a Combs, intuimos que la cosa va hospitales psiquiátricos, que hay coqueteos con la brujería… pero más allá de eso, no entendemos mucho más. Mala como el mismo diablo.
Una curiosidad como otra cualquiera…

viernes, 1 de junio de 2018

SNAKE OUTTA COMPTON

La decadencia absoluta del “spoof” americano llega de la mano de esta tontería supina que es “Snake Outta Compton”.  Puesta a la venta en el American Film Market, el único país que se ha dignado en estrenarla en cine ha sido Alemania. Asimismo, está claro que se trata de un producto carne de plataformas digitales.
“Snake Outta Compton” es ya el rizar el rizo del oportunismo y la tontuna cinematográfica, el ir de guay por ir de guay mezclando todos los conceptos de moda dentro de la actual  serie Z. Por un lado, tenemos el “Spoof” que de manera natural se mofa de los, muy en boga, biopics de raperos legendarios como puedan ser la obvia “Straight Outta Compton”, “Notorious” o “All Eyes On Me”, pero también otros éxitos negratas como “Dope” o “Training Day”, mezclado con las películas de bichos made in “The Asylum” como por ejemplo la saga de “Sharknado”. Se trata de buscar lo más improbable, lo más rebuscado. Así funciona hoy por hoy la serie Z, rigiéndose por unos cánones absolutamente impostados.
La cosa va de un grupo de rappers que están esperando su oportunidad para firmar un contrato mientras que tienen problemas con los matones del barrio. Por otro lado, una serpiente embarazada se cae de un avión, despanzurrándose en pleno Compton, uno de los ghettos más peligrosos del mundo. Un negrillo que pasa por ahí, un sosias de Steve Urkel, coge uno de los huevos que alberga en su interior esa serpiente y se la lleva a casa. Allí, la altera genéticamente hasta convertirla en una serpiente gigante.
Los raperos se las tendrán que ingeniar para eliminarla a base de cantarle sus raps, puesto que el ejército y la policía no ha sido capaz de hacerlo.
Una chorrada como un templo.
La gracia puede radicar únicamente en el juego de palabras del título, ya que tomando como referencia el del biopic de NWA, “Straigth Outta Compton”, traducido, “Directos desde Compton”, al cambiar la palabra “Streight” por “Snake”, la cosa queda “Snake Outta Compton”, lo que vendría a significar “Serpiente, fuera de Compton”. Vamos, que la ordenan que se marche…
Al margen de eso y de su mera existencia, lo peor del “Spoof”, los peores gags, la más vergonzante poca gracia, se encuentra entre el metraje de “Snake Outta Compton”. Sí, es una cosa tan demencial que por algún lado, en algún momento, te tienes que reír, pero la mayoría del tiempo pasas vergüenza ajena. No obstante, que combatan a la serpiente gigantea través de rapearle que se marche, no deja de parecerme relativamente gracioso, mientras que la parodia a “Training Day” me parece poco menos que una puta mierda.
No sirve ni para saciar la curiosidad, pese a algún momento más lúcido y unos resultones F/X cuando estos no son infográficos.
Esta maldición está perpetrada por auténticos desconocidos. El director Hank Branxtan, no obstante, es una figura legendaria de las “Fan Movies”, ya que es el responsable de mierdecillas caseras rimbombantes como la famosa “Freddy Vs. Ghostbusters”  o “Returnd of the Ghostbusters” ambas desde su productora Branxtanfilm, que da el salto al cine profesional (que no mainstream) en 2014 con “Chemical Peel” de Lionsgate, que no es más que un remedo del “Cabin Fever” de Eli Roth, y ahora, le da al “Spoof” de cuarta categoría con esta mierdecilla que va moviendo por los mercados de cine.
En cuanto a los actores, nombres tan ridículos como la propia película, componen el cast; Ricky Flowers, Maurice Motown, Donte Essien…