
Me imagino el impacto que causaría, a finales de los 60, la
irrupción de Salvatore Samperi y su cine erótico en las pantallas de medio
mundo y su gusto por realizar aquellas películas que deambulaban entre el
erotismo más exacerbado y el más absoluto sensacionalismo en las que, en el
mejor de los casos, la trama principal la sostenía la relación sexual que
pudieran mantener una señorita adulta y un mocoso adolescente salido como un
mono. La cosa se ponía más tensa cuando, además, la señorita madura era miembro
de la familia del adolescente salido. Amén de esa cantidad de desnudos que en
sus películas nos ofrecía, desprejuiciadamente, una estupenda —y
desmesuradamente bella— Laura Antonelli.
Semperi, iba para erotómano de prestigio, sin embargo, el
éxito de la película que nos ocupa, “Malizia”, le encasilló de tal manera que
la posibilidad de convertirse en una suerte de autor se desvaneció para devenir
en una especie de padre de la comedia sexy italiana. Obviamente, los
paralelismos entre la comedia sexy y el cine de Semperi es notorio, y si bien
se vio abocado finalmente a llevar unos niveles de calidad nimios a medida que
su carrera avanzaba, con “Malizia”, supo marcar la diferencia. Para mí, una de
las mejores películas del cine italiano. Una divertida comedia, pero también es
un drama. E incluso juguetea con el terror. Y, por supuestísimo, a Salvatore
Semperi, teniendo películas divertidas e interesantes, ninguna le salió tan
buena como esta.
Parte de la culpa de lo estupenda que es “Malizia”, la tiene
el director de fotografía Vittorio Storaro, recién salido de fotografiar “El
último tango en París” y que quizás, sin él tras la cámara y la iluminación,
“Malizia” podría haber resultado otra pobretona y chabacana película
sexual italiana más de la época. La fotografía
de Storato, la dota de cierta clase.
“Malizia”, podría entrar de lleno en esa categoría que en mi
libro “Screwballs, 101 comedias sexuales” tuve a bien bautizar como “películas
de graduados” y que directa o indirectamente serían una consecuencia de “El
Graduado”, en las que el único requisito sería
que una mujer adulta seduzca a un jovencito —o viceversa—. Sin embargo
con “Malizia”, los tiros van por otro
lado, porque más allá de la seducción que pueda ejercer una mujer adulta sobre
un jovencito, aquí lo que se trata es el brutal acoso sexual al que somete un
adolescente a su futura madrastra, sin que esta actitud sea condenable o
denunciable en ningún momento, sino que lo normaliza.
En otro orden de cosas y al margen de alguna actitud
reprobable (que me la suda), “Malizia” cuenta en su haber con algunos de los
desnudos (de Laura Antonelli) más sugestivos y excitantes de la historia del
cine.
Tras la muerte de su mujer, un empresario de la industria
textil se plantea como va a llevar su negocio, la casa y sus tres hijos, cuando
su mujer, poco antes de morir, dejó contratada a una empleada del hogar,
Angela. Ella es una absoluta belleza,
súbitamente pulcra y se ocupa de los quehaceres de la casa de manera
extraordinaria, motivo por el cual su jefe se enamora perdidamente de ella. No
solo eso; dos de sus hijos, un veinteañero y un adolescente —que está más
salido que un mono y que ya tiene un buen historial en lo que a meter mano a
señoras talluditas se refiere— también beben los vientos por ella, lo que
acarreará la discordia entre los miembros de la familia, máxime cuando el padre
de los chicos y Angela deciden casarse. En represalia, el adolescente comienza
su particular y brutal acoso sexual, acoso que Angela consiente y que parece
incluso excitarla, por lo que entran ambos en una extraña espiral sexual.
Se trata de una película imperecedera, un clásico
absoluto del cine italiano, un producto
injustamente infravalorado pero con un asombroso culto alrededor del mundo. La
película tiene locos a un buen sector de los cinéfilos más erotómanos del globo
terraqueo.
Estrenada en el prestigioso festival de Berlín de1974, tanto
Laura Antonelli como Turi Ferro (el padre del pequeño chimpancé salido), se
alzaron con los premios a mejor actriz y mejor actor respectivamente.
Antonelli, a posteriori, se convirtió en uno de los mitos
eróticos mas importantes del cine italiano, combinando producciones de mayor
prestigio con otras de carácter meramente exploitation. Sin embargo, ya en su
ocaso, Antonelli fue relacionada con el consumo y tráfico de drogas, por lo que
ya no levantó cabeza.
Asimismo, peor suerte correría su partenaire masculino en
“Malizia”, el adolescente Alessandro Momo que contaba con tan solo 15 años cuando
rodó la película. Tras “Malizia”, y siendo uno de los actores jóvenes más
prometedores del cine italiano, repitió al año siguiente con Semperi y
Antonelli en la película de similar
temática “Me gusta mi cuñada” para ese mismo año hacer un papelón junto a
Vittorio Gassman en “Perfume de mujer” siendo su ultima intervención en
pantalla. A finales de ese mismo año, con tan solo 17 años, fallecía Alessandro
Momo víctima de un fatal accidente de
moto. Una pena.
Como Semperi ya solo hacía productos de baja alcurnia, 20
años después, trató de recuperar el tirón de su mayor éxito y rodó, sin mucho
sentido, una secuela donde sus protagonistas han envejecido notablemente y tan
absurda que el espectador se sonroja por momentos; “Malizia 2000”, donde
repetirían Laura Antonelli y Turi Ferro. Un despropósito fílmico.
Por otro lado, la película “Sueños eróticos” con Sylvia
Kristel, se comercializó en algunos países como si fuera una secuela de esta bajo
el título de “Malizia 2”. Cosas de la época.
“Malizia”, es verdaderamente una película estupenda. Muy,
muy buena.