lunes, 30 de abril de 2018

GEMELOS SIN CURA

Pedro Villanueva Branda, más conocido popularmente en su Perú natal como “Melcochita” es un comediante de 83 años de edad cuyo estatus y popularidad en su país, sería similar a la que tuviera en España Chiquito de la Calzada.
Procedente de la corriente de cómicos ambulantes, Mecolchita de hace popular por sus chistes y la manera peculiar que tenía de contarlos, así como por sus canciones, en las que mezclaba rock y salsa, alcanza su cenit en el mundo de la televisión dónde nunca desciende su fama y dónde da el relevo a varias generaciones de cómicos sin retirarse nunca.
Lo lógico y natural es que acabara haciendo cine como todo comediante que se precie. Sin embargo, no es Perú un país que tuviese facilidades a la hora de hacer cine por el caro coste de las producciones… hasta la era del vídeo y de las cinematografías emergentes de los países latinos.
Ahora, en esta última década, con la llegada del HD, el 4K y los bajos costes de producción, es hora de hacer esas películas que debían haber hecho estos cómicos en su momento. Como muestra les remito a la reseña de “Macho Peruano que se respeta” al servicio del humorista Carlos Vilchez, dirigida, al igual que esta, por el realizador Carlos Landeo.
Pero el caso de esta “Gemelos sin cura” tiene más miga que la anteriormente mentada, aunque solo sea porque es la primera vez que un señor con una carrera de más de 60 años tiene la oportunidad de protagonizar su primera película. En todos los demás aspectos, es muy parecida a la otra con un cómico de la las últimas hornadas.
“Gemelos sin cura”, es la típica película de individuo fuera de su hábitat y de intercambio de personalidades. Todo más visto que el tebeo, al menos en europa.
Dos hermanos gemelos muy distintos, uno cura, el otro un buscavidas, acaban intercambiando personalidades en el momento en el que, por una serie de trapicheos al hermano macarra le persiguen unos mafiosos por un asunto de un maletín lleno de dinero. Al ir a pedirle ayuda a su hermano cura, mientras la cosa se soluciona, el ejercerá de sacerdote. Mientras el embrollo de desenmaraña, investigación policial mediante, el cura se las tendrá que ver en las cantinas con borrachos y gente de mal vivir, mientras que el buscavidas tendrá que dar las misas, o peor aún ¡practicar exorcismos! Naturalmente, todo acabará bien para ambos.
La película tiene la ingenuidad y el cutrerío propio de las cinematografías emergentes, si bien los peruanos, con más de 10 años de tradición do it yourself gracias al cine regional peruano sacan ventaja a las cinematografías de otros países vecinos, por lo que, curiosamente, y a pesar de sus casi dos horas de duración “Gemelos sin cura” va bastante bien de ritmo, y como toda comedia tontorrona, independientemente del país del que provenga, se deja ver estupendamente.
Por otro lado, junto a Melcochita, tenemos en el reparto a otro viejo conocido del humor peruano que ya tardaba en hacer cine: Cachay. Mientras esperamos la que será su gran puesta de largo, podemos verle aquí, en un suculento secundario dando vida a un mafioso de tercera.
Por supuesto, ni el director Carlos Landea, ni la película, tienen su respectiva ficha en imdb ¡Qué se le va a hacer!
En la actualidad Melcochita está viviendo momentos polémicos en perú tras verse involucrado recientemente en un accidente automovilistico en el que un motociclista ha resultado muerto y por el que será procesado judicialmente, si para cuando lean esto no ha sido ya sentenciado.

viernes, 27 de abril de 2018

LOS NUEVOS ESPAÑOLES

Roberto Bodegas, irregular director más conocido por la gente de mi generación por haber dirigido en los 80 la película “Matar al Nani”, es un director muy politizado, siempre con unas películas con cierta denuncia social, que sin embargo pertenece a una escuela puramente populista, es decir, no se rige por los cánones del cine de autor, sino por los del de consumo usando este para mostrar metáforas y alegatos. “Los nuevos españoles” es un claro ejemplo de esto.
Bodegas se sirve de una comedia al uso, con actores muy de ese determinado momento, para criticar, en plena dictablanda, lo que viene siendo la imagen de las grandes corporaciones el como un trabajador se puede tornar robot al servicio de una empresa. En defínitiva, nos enseña y critica el nacimiento de los individuos de “las hipotecas de plazo fijo”, para que me entiendan.
Escrita en colaboración con  José Luis Garci y el productor de la misma, José Luis Dibildos,  “Los nuevos españoles”, que toma su título de un slogan creado por la compañía aérea Iberia en la época, bien podría ser una de esas películas progresistas adscritas a aquella corriente de finales de los setenta a la que llamaron “Cine de la tercera vía” que proponía propuestas más politizadas, concienciadas y de autor, eso sí, sin perder la estructura de este tipo de comedietas al estilo “Mi mujer es muy decente… dentro de lo que cabe” con la que comparte tono y maneras.
La película cuenta como una empresa que trabaja en los seguros es absorbida por la Brewster, una corporación americana que someterá a sus trabajadores a duros cursillos en los que les harán perder toda personalidad en pro de la eficacia, motivándoles en el trabajo con premios por sus méritos. Asimismo, conviertes a las esposas de estos individuos en  vulgares criadas que complacerán a sus maridos en todo lo necesario.
Si bien puede que su punto de partida sea interesante, “Los nuevos españoles” se ve lastrada por un efecto reiterativo de lo que nos expone, es decir, que nos presenta la situación y una vez presentada, esta se estanca secuencia a secuencia, contándonos lo mismo durante la mayoría del metraje, para luego el desenlace, casi inexistente, importarnos un bledo.
Floja y con una comedia soterrada que en ningún momento funciona, porque Bodegas en realidad no quiere hacer una comedia, sino un drama social.
Lo bueno es el estupendo plantel de actores compuesto, principalmente, por José Sacristán, Antonio Ferrandis, Rafael Hernández, Maria Luisa San José, Josele Román, Amparo Soler Leal, Manuel Alexandre, ManoloZarzo, Lone Fleming

miércoles, 25 de abril de 2018

LOS FOTOCROMOS DE "GRANUJAS A TODO RITMO"

Es curioso lo austeros que son los fotocromos de una película tan alocada. Una película que en su momento resultó un batacazo pero que el tiempo se ha encargardo de darle el estatus de clásico, Belushi, Aykroyd.... The Blues Brothers. Aquí, "Granujas a todo ritmo".
Sin más, sus fotocromos.












martes, 24 de abril de 2018

5 HOMBRES SALVAJES

Aunque la violencia contra la mujer ha estado desde siempre presente en las películas del oeste, no sería hasta el estreno a finales de los 60 de un título tan emblemático como “Grupo salvaje” cuando los ya decadentes westerns comenzaron a incrementar sus niveles de violencia, así como a introducir de manera explícita todo tipo de vejaciones al mal llamado sexo débil, tanto psicológicas, físicas, como, sobre todo, de índole sexual. De hecho, tal sería la importancia que algunas de estas películas llegaron a otorgar a esas escenas que muchas de ellas no sólo alcanzaron la categoría de motor argumental de los propios films, sino también el mayor reclamo a la hora de que los espectadores pasaran por taquilla.
De esta manera, películas como “Soldado azul”, “Caza implacable”, “Chato, el apache” o “Los últimos hombres duros” llegarían a unas cotas de violencia, crudeza y sadismo a los que ni siquiera el propio spaghetti western se había atrevido, usando en mayor o menor medida los brutales abusos a las novias, esposas, hermanas, hijas y/o amigas del protagonista como principal acicate a la hora de que éste acabara con los malos; recurso dramático éste que, por otra parte, había sido utilizado hasta la saciedad en títulos como “El vengador sin piedad”, protagonizado por Gregory Peck, o en tantos otros ejemplos paradigmáticos del período clásico del género, en el cual no era tan necesario mostrar las escenas de violación ya que éstas se daban por sentado, tanto por parte del director como del espectador. Seguramente para enmascarar su carácter puramente explotativo, y quizás con el objetivo de conectar con el público rebelde y contracultural de la época, los films antes citados hacían gala sin embargo de un claro componente pro-indio que en cierta forma conseguía redimirlos. Asimismo estas películas contaban además con el atractivo de representar al hombre blanco como al auténtico salvaje que gobernaba los territorios del oeste, como la figura que subyugaba tanto a las minorías étnicas (negros, asiáticos y, sobre todo, indios) como al género femenino en su totalidad, en una clara transposición de la sociedad americana de finales de los 60 y principios de los 70, en la cual las mujeres y los afroamericanos veían reconocidos cada vez más, aunque no sin esfuerzo, aquellos derechos de los que se habían visto privados durante décadas.
Entrando ya en el ámbito del exploitation, y seguramente debido a la propia decadencia que el género acusaba a comienzos de los 70, en realidad son muy pocos los westerns de bajo presupuesto que podamos encontrar en el cine americano de la época que se adscriban a esta tendencia concreta, aunque entre ellos destaque por su carácter pionero este “5 hombres salvajes”, film que se anticiparía en varios años al rape & revenge y a títulos tan representativos del subgénero como “Ana Caulder”, la sueca “Thriller - en grym film” o “La violencia del sexo”.
Escrita y producida por el actor Richard Bakalyan (“Chinatown”, “Delicado delincuente”), y dirigida por el televisivo Ron Joy (“Superagente 86”), “5 hombres salvajes” cuenta la historia de una joven maestra, Alice (Michele Carey), la cual tiene la mala suerte de compartir viaje en diligencia con Pudge Elliott (Keenan Wynn), un agresivo preso que por el camino será rescatado por su banda, un grupo de forajidos no menos violento integrado por borrachos, violadores y ávidos consumidores de peyote. Tras matar a todos los ocupantes del carruaje, y hacerse con el oro que éste transportaba, la banda de Elliott violará a Alice bajo la atenta mirada de Chatto (Henry Silva), un apache que se encuentra de manera casual con la escena y que, posteriormente, curará a la mujer de sus heridas, la adiestrará en el manejo de las armas y que, asimismo, la ayudará a llevar a cabo su venganza. Y esta es prácticamente toda la historia de la película… sin más.
Tomando como modelo desde sus mismos títulos de crédito el oeste roñoso de Sergio Leone, y a los personajes histéricos y depravados propios del cine de Sam Peckinpah, lo más interesante del visionado de esta película es justamente los curiosos resultados que arroja su fallida emulación del estilo de otros, en especial de la música de Ennio Morricone, al que aquí se intenta plagiar descaradamente a base de guitarras eléctricas y unos primitivos sintetizadores, dando como resultado una banda sonora estridente y desasosegante que, antes que pertenecer a una partitura del autor de “La muerte tenía un precio”, parece más bien salida de un film de terror de serie Z.
A pesar de estos puntuales, y, como ya digo, totalmente fortuitos aciertos, la película por desgracia se hunde tras un prometedor inicio para no volver ya a levantar cabeza. Y es que “5 hombres salvajes” está estructurada de una manera tan básica que todo lo que no tenga que ver con la violación y/o con la venganza de la protagonista se revela como totalmente accesorio, siendo por lo tanto eliminado sin contemplaciones de la trama. De esta manera, tras unos primeros veinte minutos que detallan el clásico momento del ataque a la diligencia, así como la violación grupal de la joven, el film entra durante el resto del metraje en una monótona dinámica de tiempos muertos que, además, se verá agravada por la relación prácticamente muda que se establece entre Alice y el personaje encarnado por Henry Silva.
Así las cosas, asistimos durante casi noventa minutos a una película no especialmente violenta ni tampoco demasiado explícita en el aspecto sexual: hay una castración, sí, pero ésta es mostrada fuera de plano. De este modo, la película ofrece bastante menos de lo que se espera de ella, representando casi lo único destacable de su visionado la sobria y muy convincente interpretación como Chatto del todoterreno Henry Silva (intérprete que, casualmente, figuraba en el reparto de la antes citada “El vengador sin piedad”) y la presencia como villano del estupendo Keenan Wynn, un actor tan capaz de trabajar para Leone, Kubrick o la Disney como de asomar su poblado bigote en la más costrosa producción de bajo presupuesto. Precisamente de boca de Wynn oiremos el diálogo más políticamente incorrecto de toda la película: tras abusar de la maestra, el personaje de Pudge Elliott le pregunta a uno de sus esbirros, “¿Sabéis que tenemos una virgen?”, a lo que éste le responde, “Dirás que TENIAMOS una virgen”.
Debido a su pobreza visual, a un desarrollo argumental excesivamente moroso y a su acusada falta de originalidad (características por otro lado inherentes a este tipo de cine) en realidad poco más habría que añadir al respecto: si acaso rescatar y destacar un final pesimista y desesperanzador que entronca directamente con el de “La noche de los muertos vivientes” y en el que el personaje de Henry Silva será castigado por el color de su piel y no por sus actos. A pesar de estos detalles, y de resultar una película simpática dentro de su asumida y evidente insignificancia, “5 hombres salvajes” es puro material de relleno para programas dobles y cines de sesión continúa, una película de lo más mediocre sin absolutamente ninguna característica especial que la distinga del resto de sus coétaneas: un film lento y aburrido la mayor parte del tiempo pero que, pese a todo, se sigue con más o menos interés, representando así la película perfecta para ver mientras uno piensa en sus asuntos y en la que, incluso, te puedes permitir el lujo de pegar una cabezadita de vez en cuando con la absoluta seguridad de que tampoco te perderás nada importante.
El típico film, en definitiva, que ves sin mayores problemas pero del que te olvidas antes incluso de que terminen los créditos finales. Aún así, sería un título recomendable para aquellos rastreadores infatigables de rarezas y/o para los fanáticos completistas del género... del género del oeste, claro, no del de violaciones.

lunes, 23 de abril de 2018

COLOQUIO EN "HISTORA DE NUESTRO CINE" CON LA PRESENCIA DE VÍCTOR OLID

El pasado Viernes se emitió en La 2 de RTVE, el coloquio sobre cine de parodia perteneciente a la parrilla del programa "Historia de nuestro cine". Participé en el mismo, y si se lo perdieron el día de su emisión, esta es una ocasión estupenda para verlo. Ahí se lo dejo
El embed del programa no funciona, así, que les dejo con el enlace. Y una foto, para que esto no quede tan soso...

http://www.rtve.es/alacarta/videos/historia-de-nuestro-cine/historia-nuestro-cine-coloquio-parodias/4575988/



jueves, 19 de abril de 2018

THE DEMOLISHER

Existen como mínimo tres caminos a seguir para todos aquellos realizadores que deseen homenajear en su cine algún género en concreto: por un lado tendríamos a los que asumen con todas las consecuencias las reglas codificadas de un género determinado, representando por desgracia una minoría aquellos que optan por no recurrir ni a posmodernismos ni a demás zarandajas tarantinianas y/o grindhouseras; éste sería, por ejemplo, el caso de S. Craig Zahler, director de las magníficas “Bone Tomahawk” y “Brawl in Cell Block 99”. Por otra parte, estaría la muy extendida alternativa de abordar los géneros, sobre todo aquellos característicos de la década de los 80, desde una perspectiva nostálgico-paródica (“Turbo Kid”, “Hobo with a Shotgun” y derivados), y, ya como última opción, tendríamos aquella que toma como modelo una variante cinematográfica (acción, terror, western, etc…), para, a continuación, ofrecer algo diferente y pretendidamente más elevado a nivel intelectual y/o visual: ésta sería precisamente la filosofía por la que se rige el cine de, entre otros, Nicolas Winding Refn (“Drive”) o Peter Strickland, el responsable de “Berberian Sound Studio”.
Más por intenciones que por talento, en este último grupo podríamos incluir asimismo al responsable (¿o sería mejor decir culpable?) de “The Demolisher”, el canadiense Gabriel Carrer. Carrer ya demostró con su ópera prima, “If a Tree Falls”, ser por encima de todo un pedantuelo que filma con la aspiración de quedar constantemente por encima del género que, según la película, se le ocurra abordar en cada momento. Además, y lo que es aún peor, el director ha evidenciado desde sus inicios ser un exploiter puro y duro, un oportunista que saquea sin el menor reparo hallazgos e ideas ajenas: de este modo, y si ya en su primer film abordaba el género survivalincorporando a su vez toques de ese torture porn que tan en boga estaba hace una década, Carrer dirigiría en lo sucesivo un par de sucedáneos de la saga “Saw” (“Kill” e “In the House of Flies”) para rodar tras “The Demolisher” la demoníaca “Death on Scenic Drive”, una película que, de acuerdo con el alarde de originalidad del que hace gala el director en cada uno de sus trabajos, parece que se mira más en “La casa del diablo”, de su coétaneo Ti West, antes que en ejemplos más representativos del cine satánico de anteriores décadas.
De esta manera, resulta más que evidente que los referentes manejados por el canadiense están muy lejos de ser el exploitation o el grindhouse setenteros: si conoce estas películas, y dudo mucho que lo haga, es única y exclusivamente a través del trabajo de terceros como pudieran ser Ti West o el antes mencionado Winding Refn, al que, por cierto, se llega a citar en los agradecimientos de esta “The Demolisher”. Desafortunadamente, y al contrario que el director de "Bronson", Carrer carece del talento y de la erudición cinéfila necesarias para reinterpretar u ofrecer una visión personal de los géneros de toda la vida, y eso resulta dolorosamente obvio en “The Demolisher”, su particular aproximación al cine de vigilantes y justicieros urbanos.
En ella se nos cuenta la historia de Bruce (el espantoso Ryan Barrett), un técnico informático que decide convertirse en “El demoledor” (una figura vengadora con ecos de El castigador) cuando su mujer, que fue agente de policía, queda paralítica en acto de servicio al intentar impedir que una secta satánica sacrifique a un bebé recién nacido. Por muy atractivo que pueda resultar este punto de partida, y por más simple que sea su argumento, Carrer lo echa todo por la borda al optar por un estilo de cine contemplativo y arty que no encaja en ningún momento con el género y/o con la historia que pretende contarnos: de hecho, este debe ser el único film de justicieros de la historia donde su protagonista no sólo no dispara un solo tiro en toda la película, sino que, además, se pasa más tiempo sentado en el sofá de su casa que patrullando las calles. De este modo, el director no duda a la hora de recurrir a todos los truquitos propios de las películas de prestigio de última hornada para alargar el metraje hasta la náusea y poder alcanzar los noventa minutos de rigor: aquí no faltan el uso indiscriminado de la cámara lenta para las pocas (y mal rodadas) escenas de acción, así como la vacua experimentación con el montaje, la irritante música de sintetizadores o el añadido de una serie de escenas oníricas, no quedando demasiado claro de si éstas últimas son ensoñaciones del poco carismático protagonista o si se tratan simplemente de flashbacks.
En última instancia, “The Demolisher” es un film que se avergüenza tanto de su condición de simple película de género que, de no ser por su título, nos resultaría muy difícil adivinar que nos encontramos ante un film de vigilantes. De hecho, y con el propósito de demostrar que él juega en otra liga diferente del resto, Carrer llega a exhibir en cierto plano, y de forma nada disimulada, un libro del poeta y músico Nick Cave y otro de Chuck Palahniuk, el autor de “El club de la lucha”, para que le quede claro al espectador que sus modelos a seguir no tienen nada que ver con el fascistoide y descerebrado cine de acción. Quizás esta frialdad de la que hace gala Carrer se pueda achacar al hecho de su origen canadiense, pero no creo que debamos caer en el error de confundir contención con inutilidad: “The Demolisher” es una película sin redención posible, un título inaguantable de principio a fín que representaría la antítesis, a pesar de pertenecer en teoría al mismo género, de la infinitamente más honesta “El justiciero” de Eli Roth, estupenda película que, afortunadamente, se encuentra en las antípodas de esta aproximación al cine popular repugnantemente pomposa y hipster.
Y si "The Demolisher" acaba salvándose por los pelos del más absoluto de los desastres es debido al hecho de que Carrer sabe, o, mejor dicho, cree que intuye el aspecto que debe tener una producción respetable, un film festivalero en definitiva, consagrándose con ahínco a la hora de intentar imitar en lo posible su propio concepto de esta idea de cine de prestigio. El canadiense es un director nefasto, pero tampoco creo que sea tonto: sabedor de su incapacidad, intenta disimularla a toda costa con el propósito de que el asunto no se le salga de madre. Básicamente es este control lo que acaba evitando que “The Demolisher” caiga en el más absoluto de los ridículos y llegue a convertirse en un nuevo “The Room”: y es que, por no servir, ni para echarse unas risas sirve… ni para eso vale la hija de la grandísima puta. ¡Ni os acerquéis a ella!

miércoles, 18 de abril de 2018

VÍCTOR EN "HISTORIA DE NUESTRO CINE"



En representación de este blog y de Vial of Delicatessens, asistí al coloquio semanal que organiza el programa de La 2 de RTVE "Historia de nuestro cine".
Lo emiten el próximo Viernes 20 de Abril en la 2, pero para verlo en directo o streaming a través de la red, aquí les dejo la dirección de su web:
http://www.rtve.es/television/20180414/semana-dedicada-parodia-historia-nuestro-cine/1713924.shtml

Sin más, les dejo con un corta y  pega de la info que viene en la web de RTVE.

‘Historia de nuestro cine’ revisará la próxima semana el género de la parodia a través de las películas ‘La pandilla de los once’, ‘Crimen imperfecto’, ‘Yo hice a Roque III’, ‘Que nos quiten lo bailao’ y ‘La gran aventura de Mortadelo y Filemón’. El viernes, en el coloquio que modera Elena S. Sánchez, participarán el director y guionista Javier Fesser, el cineasta Víctor Olid y la crítica de arte Mery Cuesta. Junto a ellos, el crítico de cine y colaborador habitual del programa Jordi Costa.
El lunes se emitirá ‘La pandilla de los once’, de Pedro Lazaga, que analizará el crítico, escritor y director, Fernando Méndez-Leite; el martes, ‘Crimen imperfecto’, de Fernando Fernán Gómez, que introducirá el historiador cinematográfico y coordinador del programa Luis E. Parés; el miércoles, ‘Yo hice a Roque III’, de Mariano Ozores, que comentará el crítico de cine Javier Ocaña; el jueves, ‘Que nos quiten lo bailao’, de Carles Mira, que presentará el crítico de cine Jordi Costa.
El viernes, ‘La gran aventura de Mortadelo y Filemón’, de Javier Fesser, que presentará la crítica de cine Andrea Gutiérrez. En el coloquio sobre parodias en el cine español participarán el director y guionista Javier Fesser, que acaba de estrenar en cines ‘Campeones’, participada por RTVE y que se ha convertido en el mejor estreno de cine español del año; el cineasta “underground” Víctor Olid, también actor escritor y locutor, que analiza el cine de Pajares y Esteso en su libro ‘El descacharrante cine de Pajares y Esteso’; y la crítica de arte, comisaria de exposiciones y dibujante de cómics Mery Cuesta. Junto a ellos, el crítico de cine y colaborador habitual del programa Jordi Costa.

‘Historia de nuestro cine’

‘Historia de nuestro cine’ se estrenó en mayo de 2015 en La 2 para revisar en prime time gran parte del cine español desde los años 30 hasta finales del siglo XX y recuperar muchas películas que no se habían emitido en muchos años en otros espacios de cine de RTVE. Presentado por Elena S. Sánchez, coordinado por el historiador cinematográfico Luis E. Parés y dirigido por Francisco Quintanar, el espacio cuenta con un equipo de expertos que introducen cada película.

lunes, 16 de abril de 2018

EL SULFATO ANATÓMICO

Benito Pocino, cartero de profesión, se sacaba un sobresueldo gracias a su extraño físico actuando el films como “¡¡Semos peligrosos!! (Uséase, Makinavaja 2)” o “Atolladero”. Y así, se hizo semi popular.
Cuando Javier Fesser estaba desarrollando el casting de su versión en imagen real de Mortadelo y Filemón, y no había forma de encontrar al actor que pudiera dar vida al de las gafas con veracidad, alguien sugirió a Pocino mostrándole una fotografía. Rápidamente,  lo contrató. No había otro Mortadelo posible.
Pocino pasaba de ser un actor aficionado a ser un protagonista absoluto en “La gran aventura de Mortadelo y Filemón”, película que fueron a ver al cine poco menos de 5 millones de espectadores. Se le abrían así un montón de puertas. Una mala gestión de sus malos representantes, y un ataque de ego como solo pueden tenerlo quienes han protagonizado una película de éxito, quisieron que Pocino mandara su carrera al traste.
“Mortadelo y Filemon: Misión salvar la tierra” era la secuela directa de la película de Fesser. Esta vez dirigía Miguel Bardem quien, poco amigo de los actores no profesionales, de primeras tenía reticencias a trabajar con Pocino. Aún así, sabía que no podía hacerla sin él. ¿Qué sucedió? Que Pocino, o sus representantes, sabedores de que era un ente absolutamente necesario para el correcto funcionamiento de la película, se subieron a la parra, y pidieron la friolera de ¡¡dos millones de euros!!. Obviamente, no contaron con sus servicios actorales y  contrataron a Edu Soto, actor que físicamente nada tenía que ver con Mortadelo y motivo por el cual, sin estar esa secuela mal del todo, tan solo la vieran 1.300.000 espectadores. Que tampoco es moco de pavo.
Así, Pocino se creó fama de pesetero y problemático, y tras su gran película, tan solo apreció en un par  más, “Déjate caer”, producto de corte cómico-realista que no vio prácticamente nadie, y “La máquina de bailar”. Después, su carrera se sumió en el más absoluto olvido.
Pasados 10 años, el actor asume que no volverá a trabajar en el cine “de verdad” y es el momento en que la gente del porno tiene a bien rescatarle para la pantalla. Así llega esta “El sulfato anatómico”, una adaptación libre, paródica, apócrifa y guarrindonga de la película de Javier Fesser. Se inspira en el universo creado por el realizador para fabricar el suyo propio. El responsable es un actor y director porno de última generación —y tercera categoría— llamado David El Moreno, al que no le falta inventiva ni contactos, ya que “El sulfato anatómico” es una de esas películas porno que cuantos más personajes famosos incluya, tanto mejor. Un producto de condición amateur realizado por un individuo sin ninguna noción cinematográfica. David El Moreno es el responsable del tan cacareado vídeo porno que se grabó en plan guerrilla dentro de un lavabo durante la ceremonia de los Goya de 2013. Una mamarrachada.
La gracia está en que el Mortadelo de esta cinta porno de baratillo está encarnado por el propio Benito Pocino, repitiendo con un vestuario de mierda el papel que le daría fama casi internacional. Eso si, cobrando un salario muy inferior al que proponía, prepotente, en “Mortadelo y Filemón: Misíón salvar la tierra”. Obviamente, no participa en la jodienda activamente. Sus compañeros famosos de reparto son El Dioni, dando vida a Filemón, El Sevilla, haciendo lo propio con el Profesor Bacterio, Juanmi, ex esposo de Karina, y la estrella del porno más mediática del momento, Amarna Miller.
La cosa va de un sulfato creado por Bacterio que vuelve irresistible para el sexo contrario a todo aquel que se lo aplica. Un escuadrón de mujeres que pretenden la erradicación del sexo masculino lo roba. Mortadelo y Filemón se las tendrán que ver con esta organización, obligados a rociarse dicho sulfato en los momentos de mayor peligro. Momentos que se aprovechará para pegar el cambiazo, y que Pocino y El Dioni sean sustituidos por sendos mazas rapados al cero ataviados con las indumentarias de los personajes de Ibáñez. Ellos pegarán los respectivos polvos a las cachondas de turno. Todo esto a ritmo de tecnaco crispante y un montaje inexperto que a duras penas ensambla bien el material grabado en vídeo HD.
Existen en la red dos versiones: la hard y la concebida para todos los públicos. Esta se limita a mostrarnos las escenas rodadas entre medias del porno, con Mortadelo y Filemón haciendo el canelo por las calles, en plan guerrilla, a lo largo de media hora espantosa que no hay por dónde cogerla y cuyo aburrimiento nos embarga hasta el punto de imposibilitarnos completar el visionado. Mucho mejor es la versión porno, en la que al menos vemos follar al personal.
Con todo, es la peor parodia porno conocida, la peor película porno a secas y la peor situación en la que ver al entrañable Benito Pocino. Me gustaría saber si le engañaron con malas artes para aparecer aquí.
Como nadie paga derechos de ningún tipo, jamás se menta a Mortadelo y Filemón por su nombre. Salen acreditados como “El calvo con dos pelos” y “El calvo con gafas”, quedando así exentos de toda infracción del copyright. Se les podría meter un puro por plagio…. pero, tras ver la película, los poseedores de los derechos pensarían aquello de "da igual, que les den por culo”.
“El sulfato anatómico” no sirve ni para mofarse de ella.

sábado, 14 de abril de 2018

MISIÓN A MARTE

En otra de esas típicas y curiosas peleas tan hollywoodienses en las que dos productoras distintas se lanzan a parir películas de idéntica temática en plan carrera de galgos, a ver quién es el guapo que estrena primero, surgió la inquietud por facturar algo relacionado con lo que a finales de los 90 era tema de moda en el media: Marte. ¿Se podrá colonizar algún día?, ¿habrá vida allí?, ¿fue como la tierra antes de un cataclismo?, ¿es el verdadero origen de lo que hoy somos todos aquí en este planeta?. Esa es la premisa tanto de la peli en estos momentos reseñada como de su competidora, "Planeta Rojo". Las comparaciones son odiosas, pero a pesar de las prisas es posible que "Misión a Marte" sea mejor, y ello se debe a quién se encargó de dirigirla, el talentoso Brian De Palma en plan currelas firmando un genuino producto alimenticio, aunque no carente de sus señas de identidad.
Los primeros seres humanos que pisan Marte se quedan todo pillados cuando un rojo día captan unas extrañísimas señales provenientes del famoso monte que hay en la región de Cydonia, ese con supuesta forma de cara (que ná de ná, puro efecto de sombras. ¡Qué idea más facilona!). Acuden y se encuentran que de este surge como un gusano de arena que se los carga a CASI todos (uno de ellos es hecho pedazos de forma bastante espectacular). El que sobrevive se comunica con la estación espacial que hay junto a la tierra, y esta manda a un equipo al rescate. Después de sendos problemas y algún sacrificio de carne, aterrizarán en Marte y se pondrán a investigar qué diantres ocurre.
¿Había dicho que "Misión a Marte" es mejor que "Planeta Rojo"?. Sí, lo es... salvo por un detalle, el desenlace. Absolutamente patético. Mucho me temo que esta es una de aquellas películas que, si no fuese por su parte final, arrastraría mucha mejor prensa. Desde el principio hasta la llegada del momento fatídico, lo que tenemos está más que bien. Destaca en especial toda la parte del viaje que se marca el equipo de rescate, por lo que narra (un porrón de problemas técnicos causados por micro-meteoritos), por cómo lo narra (puro suspense desatado), por las imágenes resultantes (teniendo en cuenta que en aquella época el CGI aún estaba en bragas, los efectos están muy bien. La parte que la tripulación queda flotando en el espacio chana un rato) y porque De Palma marca paquete con la cámara. El legendario Ennio Morricone pone la guinda con una partitura excelente.
Pero entonces... ouch!!! llega el desenlace. Y ahí es donde diría yo que cantan más las prisas. Cuando vi "Misión a Marte" en el cine ya me pareció chapucero. Pensé que consumirla 18 años después me haría cambiar de opinión. Muy al contrario, hoy me parece incluso peor. Es en ese tramo de la película donde más se exprimen la ideas antes mentadas respecto al pasado de Marte, pero está hecho todo a un nivel maternales, explicado a viva voz por los personajes por si alguien no pilla la ya de por sí elemental y simplificada narrativa en imágenes. Es donde el CGI más apesta y sale un marciano que es pa darle collejas al que lo diseñó. Todo muy lamentable. ¡Qué pena!.
El reparto está muy potente: Gary Sinise y Tim Robbins en su mejor momento, Don Cheadle, la guapa Connie Nielsen, los ojos super azules de Armin Mueller-Stahl y Jerry O´Connell en plan novatillo y con un supuesto futuro repleto de éxitos que luego no fue.
Si puedes aceptar todo lo malo y verla sin tenérselo demasiado en cuenta, el resto es perfectamente disfrutable y, en general, uno no se aburre demasiado, lo que siempre está muy bien.

viernes, 13 de abril de 2018

VICO C, LA VIDA DEL FILÓSOFO

Desde el pepino que supuso el biopic de N.W.A.Straight Outta Compton”, se han puesto de moda los biopics de raperos legendarios. Es de recibo puesto que, al contrario que otras estrellas de la canción, sus vidas han sido dramones llenos de drogas y muerte. Resulta así un producto muy agradecido.
Después del fracaso del biopic de 2Pac “All Eyez On Me”, flojo drama de estructura televisiva que en los USA no ha interesado a nadie —y cuyas críticas han sido feroces—, a los ejecutivos les ha parecido coherente, que el subgénero de Biopics de raperos, funcionarían mejor en la caja tonta            que en las pantallas de cine (lo de “Straight Outta Compton” fue la excepción), y así lo ratifica el reciente éxito de “Roxanne, Roxanne”, biopic producido por la plataforma Netflix que cuenta la vida de la mítica rapera cuya azarosa y dramática vida no le permitió triunfar por todo lo alto en el mundo de la música. Este ha ido bien, y ya son varios los biopics de raperos que se preparan para estas plataformas.
Como fuere, están de moda. Y lo que es mejor y más interesante, esta moda ha llegado a las cinematografías emergentes latinoamericanas.
Entonces, para los países de lengua hispana, Vico C Rapero newyorkino de nacimiento, pero criado  en Puerto Rico donde desarrolló su carrera, es el rapero más legendario que hay en lo referente al rap en español. Y por supuesto, el cine portoriqueño tenía que hacer su propio biopic raperil.
Para ello, con guion, música y asesoramiento del propio Vico C (“Vico C, la vida del filósofo” no deja de ser una gran masturbación), se encomienda esta misión al director Eduardo “Transfor” Ortiz (lo de “Transfor” debe ser el mote) que es uno de los directores de cine emergente más importantes. Tanto lo es, que se le ha encargado también la dirección de “Sanky Panky 3” saga Dominicana que venimos reseñando aquí desde la primera cinta. Además, también recientemente fue acusado de plagio como ya les contaré en otra ocasión.
Obviamente, esta película está rodada con muy pocos medios, rozando lo amateur. Pero teniendo muy presente siempre la estructura narrativa de “Straight Outta Compton” a la que tiene muy presente (y de la que es una obvia consecuencia) y cebándose con lo dramático a base de bien (porque se sabe que el drama raperil vende y además el latinoamericano tiende siempre al sensacionalismo), tenemos un biopic muy entretenido, muy folletinesco y dramático, que básicamente nos habla del origen de un estilo, el rap en español, la subida y auge de una estrella, la caída por culpa de un accidente de moto y el posterior enganche a las drogas (Vico C no tiene el más mínimo problema en mostrarnos su adicción a la heroína, eso si, justificando ese enganche a través del consumo de calmantes en el hospital. Según él, una cosa llevó a la otra), de nuevo auge, y otra vez caída con paso por prisión.
Todo eso, y un especial cuidado en lo que es mostrarnos las escenas concernientes a las canciones de rap, el momento en el que fueron creadas y su ejecución, amén de tratarse, como ya he dicho, de una muestra de la emergencia portorriqueña, hacen de “Vico C, la vida del filósofo”, sino una de las mejores, al menos, de las más interesantes propuestas del subgénero.
Al igual que en “Straight Outta compton” —y una vez más, fijandose en ella— a Ice Cube lo interpretaba su propio hijo, O’Shea Jackson Jr., aquí, interpreta a su padre  Luis A. Lozada Jr. hijo del propio Vico C, que demuestra ser un actor con algo de casta, que tiene un parecido asombroso con su padre y me temo que hasta rapea mejor.
Recomendable, siempre que tengamos una apertura de miras mínima.

miércoles, 11 de abril de 2018

LOS FOTOCROMOS DE "BLUE IGUANA"

"Blue Iguana" en su momento, no fue a verla ni dios al cine, sin embargo, en los videoclubes estaba en todos. Si se alquiló o no, lo desconozco. La verdad es que nunca la vi, ni nunca me ha generado interés su existencia... Pero ahora que me topo son sus fotocromos, quién sabe, quizás un día la vea.
Hasta entonces aquí tienen sus respectivos fotocromos.















martes, 10 de abril de 2018

WON TON TON, EL PERRO QUE SALVÓ A HOLLYWOOD

Dicen los expertos en el tema que "El justiciero de la ciudad" fue un éxito en su momento debido sobre todo al hecho de que su estreno tuvo lugar en agosto, un mes en el que a mediados de los 70 apenas se estrenaban títulos de importancia en los Estados Unidos, viéndose así el film de Michael Winner beneficiado de esta falta de competencia en la taquilla. Curiosamente uno de los pocos títulos que a punto estuvo de hacerle sombra aquel verano al film de justicieros protagonizado por Charles Bronson fue una película diametralmente opuesta a ésta, la deliciosa “Érase una vez en Hollywood”, film que recopilaba los mejores números de los musicales rodados bajo el amparo de la MGM en los primeros cincuenta años de historia del estudio. De esta manera, “Érase una vez en Hollywood” representó, al igual que el primer “Death Wish”, un éxito inesperado: con un coste total de poco más de 3 millones de dólares, este recopilatorio presentado por, entre otros, Gene Kelly y Fred Astaire, acabaría recaudando casi 27, propiciando una secuela un par de años más tarde (“Hollywood, Hollywood”), y originando asimismo que se desatara, acto seguido y momentáneamente, cierto interés dentro de la industria por manufacturar films sobre el nacimiento, el asentamiento y la consolidación de la industria del cine hollywoodiense, en un variopinto ciclo de películas que tendrían como nexo en común el ofrecer una mirada al pasado entre nostálgica y desmitificadora.
De esta manera, en el siguiente par de temporadas irían llegando a los cines títulos como “Los ídolos también se aman”, “El último magnate”, “Inserts”, “Así empezó Hollywood” o “Como plaga de langosta”. A esta moda pasajera se sumaría asimismo el director de “El justiciero de la ciudad” tras declinar un sinfín de tentadoras ofertas, entre las cuales destacarían el ofrecimiento de dirigir “Lápiz de labios” (una variante femenina de “Death Wish”), o hacerse cargo de la entrañable pero fallida versión del 76 de “King Kong”, proyecto que también rehusaron realizadores tan dispares como Roman Polanski, Sam Peckinpah o Steven Spielberg. El británico Winner se permitiría también el lujo de rechazar la jugosa oferta por parte de la Fox de ponerse al frente de “La profecía” cuando ésta iba a estar protagonizada por Charlton Heston, y no por Gregory Peck como sucedió finalmente.
En lugar de abordar cualquiera de estos proyectos el director toma la determinación de no encasillarse en el género en el que parecía haberse especializado hasta ese momento en su periplo yanqui. Según comentaba el propio Winner, “Tras rodar “El justiciero de la ciudad” quise aprovechar mi condición de director cotizado para volver a la comedia, pero cuando acepté hacer “Won Ton Ton” el estudio me dijo que yo no era el hombre adecuado para el proyecto porque era un director de acción. Tan sólo cinco años antes, cuando propuse hacer el western “En nombre de la ley”, el estudio me acusaba en cambio de no ser capaz de rodar acción porque yo era entonces por encima de todo un director especializado en comedias. Pero tras el éxito de “El justiciero de la ciudad” rechacé nada menos que diecisiete películas de acción. Me pasé todo un año rechazando este tipo de films en un intento deliberado por mi parte de cambiar la dirección que, por entonces, estaba tomando mi carrera y poder así regresar a la comedia.”
De este modo Winner opta por volver a sus orígenes cómicos y rueda “Won Ton Ton, el perro que salvó a Hollywood”, película de época ambientada en la Meca del cine y situada en lo temporal en los años 20 del pasado siglo. En ella Bruce Dern (“Los odiosos ocho”) interpreta a Grayson Potchuk, un conductor de autobús que sueña con llegar a convertirse en director de cine; por otro lado, la maravillosa Madeline Kahn (“Sillas de montar calientes”) encarna a Estie del Ruth, una ingenua aspirante a actriz que además representa la única persona a la que hace caso el pastor alemán protagonista de la película, en una relación que linda con la zoofilia (o, más bien, con la “humanofilia”) ya que el perro no duda en atacar a cualquier hombre que se atreva a ponerle la mano encima a Estie, en el que supondrá el running gag más recurrente a lo largo de la hora y media que dura el film.
La comedia de Winner toma así como principal modelo al que parodiar el caso real de Rin Tin Tin, asimismo un pastor alemán, basando la mayor parte de los gags en lo absurdo del hecho de que un animal no sólo llegase a recibir una estrella en el paseo de la fama, sino que también dispusiera de coche propio, de cuenta corriente en el banco y que, además, fuera votado en 1925 por los estadounidenses como la estrella más popular de su cine. De hecho, su fama llegaría a alcanzar tal magnitud que sus películas lograron salvar  de la bancarrota a la Warner Bros en la era de la Gran Depresión. Así, la película de Winner iba a titularse en un principio “Won Ton Ton, el perro que salvó a la Warner”, pero al pasar el proyecto a la Paramount se optó por cambiarle el nombre.
Hablando de desastres económicos, y para desgracia de las ansías de cambio de su autor, “Won Ton Ton” representa un absoluto fracaso comercial en su momento, como por otra parte lo fueron todos y cada uno de los films adscritos a esta efímera corriente revisionista de la edad de oro de Hollywood. En palabras de Bruce Dern: "Michael es un tipo muy, muy, muy divertido, pero no creo que la persona que dirigió “El justiciero de la ciudad” fuera la más adecuada para ponerse al frente de un film de estas características."
Es evidente que los años transcurridos desde que filmara su última comedia no han pasado en balde para el director, ya que en momento alguno parece que Winner tenga demasiado claro la clase de película que se trae entre manos: por ejemplo, y aunque el británico toma como obvio referente las parodias que entonces rodaba Mel Brooks, hecho reforzado por la presencia en el reparto de Madeline Kahn y Teri Garr (“El jovencito Frankenstein”), el resultado es, sin embargo, tan desangelado y falto de timing cómico que se encuentra mucho más cerca de olvidables sucedáneos del estilo de “El mejor amante del mundo”, de Gene Wilder, antes que de la brillantez  y del riesgo conceptual de “La última locura”, por citar dos films ambientados asimismo en la industria del cine. Siguiendo esta línea de indefinición, a causa del protagonismo canino se podría incluso llegar a pensar que estamos ante una película infantil, y aunque “Won Ton Ton” recurre la mayor parte del tiempo a una concepción del humor más bien ingenua, tampoco duda por otra parte a la hora de salpicar su trama con chistes sobre violaciones, travestis, prostitutas y homosexuales. Incluso nos llegamos a encontrar en su tramo final con una secuencia bastante larga que detalla los diferentes intentos de suicidio en los que incurre el perro protagonista y que, por supuesto, producen cualquier cosa excepto risa.
Rodada tan sólo un año antes que “The Kentucky Fried Movie”, la película de Winner incluye asimismo su cuota de spoof  y también del slapstick heredero del cine mudo, atreviéndose incluso a emular el ritmo de la screwball comedy clásica, aunque en un intento desesperado por tocar todos los palos posibles el director añade también chistes sobre fluidos corporales y eructos, o rueda estampas con tan poca clase como ese Bruce Dern que simula follarse una silla cuando describe al magnate encarnado por Art Cartney (“Harry y Tonto”) que el próximo film que protagonizará Won Ton Ton será una película romántica. Winner y sus guionistas recurren incluso al anacronismo al hacer coñas a costa de éxitos de mediados de los 70 como pudieran ser “El padrino”, “Terremoto”, “El exorcista” o “Tiburón”: de esta manera, Grayson Potchuk le va proponiendo a lo largo de toda la película a su productor proyectos tan improbables para la época como un film sobre un escualo gigante que aterroriza a una ciudad de Nueva Inglaterra u otro sobre una niña que es poseída por el diablo.
Así las cosas, y en su desesperado intento por hacer reír a todo tipo de público, Winner mezcla en su heterogéneo cóctel, de manera por lo general bastante desafortunada, el humor adulto y el infantil y la comedia clásica y la moderna, tanto en su variante negra como en la paródica que en aquellos años representaban los Monty Python o el ya citado Mel Brooks. Aunque por encima de todas estas corrientes prevalece el tono de farsa despiadada con la que el director retrata al Hollywood de la época y a sus habitantes, con unos jefes de los estudios que, para ganar tiempo, reciben a las actrices directamente en calzoncillos, o pintando a las propias starlettes como unas bobas e inútiles criaturas que no dudan en echarse a la calle para ejercer la prostitución cuando no logran colmar sus expectativas de triunfo en el negocio cinematográfico (¿?) Yendo aún más lejos, cuando en un momento dado a Won Ton Ton le deja de sonreír el éxito los protagonistas se verán forzados a emigrar a México, país donde el pastor alemán y el personaje de Madeline Kahn protagonizarán para subsistir toda una serie de cortos de aspecto inequívocamente erótico, por no decir pornográfico, y destinados al uso y disfrute del público local (¿¡!?)
Para que el visionado de la película resulte, si cabe, aún más bizarro, “Won Ton Ton” cuenta además en su reparto con multitud de breves apariciones de ajadas figuras del Hollywood clásico como Victor Mature, Yvonne De Carlo, Johnny Weissmuller, Virginia Mayo, Broderick Crawford o John Carradine, actor que, por cierto, volvería a colaborar con Winner en “La centinela”. Con toda lógica, y debido a la avanzada edad con la que ya contaba la mayoría del reparto, “Won Ton Ton” supondría la última aparición en el cine de la mayor parte de los intérpretes aquí congregados. Según recordaba Winner, “La idea de incluir a todas estas viejas glorias fue cosa del productor, no mía, aunque al final la acogí con entusiasmo. Lamentablemente muchas de las estrellas que quisimos incluir en la película no estaban disponibles. Algunas ya hacía tiempo que habían muerto, mientras que otras fallecieron justo cuando intentábamos dar con ellas. A otras simplemente no las pudimos encontrar, como fue el caso de Hedy Lamarr, la protagonista de la clásica “Sansón y Dalila”. De todas formas, no creo que la idea de tener a tantas estrellas en pequeños cameos ayudara precisamente al éxito de la película.” De hecho, el número de leyendas reunidas era tan elevado que al final nombres como los de Mickey Rooney o Groucho Marx, nada menos, se tuvieron que quedar fuera por problemas de tiempo.
En cierta manera “Won Ton Ton” pertenece a la misma estirpe que films como “1941” o “Mars Attacks!”, significando así una producción de gran aparato y repleta de caras conocidas, pero que, sin embargo y por desgracia, cuenta con un único chiste que, con ligerísimas variaciones, se va repitiendo una y otra vez. Una comedia en definitiva más ruidosa que graciosa, aún contando con la ventaja de poseer el ritmo suficiente como para que el espectador no se percate de lo flojito que en realidad es su guión.  Como era de esperar, y al igual que les ocurriría a los títulos anteriormente citados de Spielberg y Burton, “Won Ton Ton” representa asimismo una enorme decepción en taquilla.
Obligado por los malos resultados económicos de esta última película, y seguramente también condicionado por su frustrada experiencia con “La profecía”, Winner decide a continuación cambiar de nuevo de registro y opta por pasarse al terror en su siguiente proyecto: el británico se encuentra enfrascado en la escritura de “Madame Celeste”, un guión sobre una médium que nunca llegará a filmarse, cuando en una fiesta un ejecutivo de la Universal le propone que lea un libro del que posee los derechos con vistas a una posible adaptación. Esa novela acabaría dando lugar a “La centinela”, film que también se estrelló en las taquillas estadounidenses y que obligó al director a volver a Inglaterra hasta que, a comienzos de los 80, sería reclamado por Bronson para que regresara de nuevo a Hollywood y le dirigiera en la primera de las secuelas de “El justiciero de la ciudad”. Pero eso, y recurriendo al manido tópico, ya es otra historia.

viernes, 6 de abril de 2018

TERRIFIER

El principal problema de “Terrifier” es, por otro lado, su principal virtud; El asesino, Art The Clown. Y es que en 2013, irrumpió en el mercado del vídeo (en el de nuestro país un par de añitos después) una estupenda y entretenida películita con estructura a base de episodios llamada “La víspera de Halloween” que nos presentaba a un nuevo, terrorífico y carismático monstruo, este Art The Clown al que antes he hecho referencia. La película, que carecía de presupuestos dignos como para tomársela  muy en serio, funcionaba a todos los niveles: daba miedo, era entretenida a rabiar y lo que ocurría generaba interés. De entre todo lo que ocurría en la película, el hilo conductor de la misma, este Art The Clown, llamaba especialmente la atención, por lo que se quedó en la memoria del fandom y de su director, Damien Leone.
Claro, que tampoco era la primera vez que este personaje aparecía en uno de sus trabajos; “Terrifier” nos remite a un cortometraje del mismo título facturado en 2011, que a su vez incorpora en el metraje de “La víspera de Halloween” al tratarse la película de una colección de sus cortometrajes.
Entonces, queda claro que el payaso de marras tiene gancho y pegada, a los fans les gusta.
Entre tanto se lanza una secuela de esta “La víspera de Halloween” en la que Leone poco o nada tiene que ver, y su segunda película, “Frankenstein Vs. The Mummy”, una infamia que no había por dónde cogerla.
Y por fin, Leone, vuelve a sacar su mejor creación en “Terrifier”, que no es más que el corto que ya habíamos visto en “La víspera de Halloween”, pero adaptado al largometraje volviéndolo a rodar de nuevas.
Entonces ¿qué tenemos aquí? Un mata, mata, un “Slasher” de los de la nueva hornada sin más alicientes que el poder ver de nuevo en acción a Art. Pero ni este, ni las toneladas de gore que asolan el metraje, salvan de la quema una película aburrida y llena de clichés, que no es ni mejor ni peor que cualquier “Slasher” de serie Z de los que pululan hoy en día por ahí. Incluso, los hay más decentes que este “Terrifier”.
A su favor diré que el gore es bruto cual arao y altamente efectivo (vemos una decapitación a machete sobradamente gráfica que es asombrosa) y que a veces, la ambientación pone algunos pelillos de punta. Pero por lo demás, pura rutina.
Yo pienso que este payaso (me refiero al personaje, no al director) tiene que darnos algún que otro buen momento —o al menos, mejor que este— y que le queda vida para rato, pero, “Terrifier” es una muestra que la gracia de “La víspera de Halloween” no fue más que pura potra. La potra de saber hilar un largo con los cortos que ya tenía hechos el tal Leone.

Interesados, AQUÍ tienen la reseña alternativa -y positiva- de Naxo.

miércoles, 4 de abril de 2018

LOS FOTOCROMOS DE "MOROS Y CRISTIANOS"

La única película de Luis García Berlanga en la que intervino Andrés Pajares. Interpreta a un retrasado mental con una enorme verga.
Por lo demás, los planos secuencia, y los elencos corales propios de Berlanga.
Aquí tienen los fotocromos de "Moros y Cristianos".












lunes, 2 de abril de 2018

EL JUSTICIERO

Una breve sinopsis y entramos en materia: A un medico honrado, un buen día, le entran unos delincuentes en casa con la intención de robar y en el periplo acaban asesinando a su mujer y dejando parapléjica a su hija. Como la policía no hace lo suficiente, este médico decide armarse y buscar a los asesinos de su familia, mientras por el camino se lleva por delante a tantos delincuentes como se encuentra.
 Desde luego, en unos años en los que es tendencia el remakear todo lo remakeable, con según que  películas, el material a rehacer es su principal aval, pero también, su principal lastre. Una película como “El Justiciero” tiene que pelear con la sombra de la película en la que se basa, “El justiciero de la ciudad” de Michael Winner, y además, tiene que salir airosa en el intento. Es injusto, pero es lo que sucede. Las hordas de fans van a mirar con lupa cualquier movimiento en falso y se van a tirar a la yugular del director, cuando no, directamente, su trabajo va a consistir en destruir esa obra (en sentido figurado).
Sin embargo,  cuando yo era jovencito y vi por primera vez “La Cosa” de John Carpenter —por poner un ejemplo—, la vi virgen. Quiero decir, que no tenía ni pajolera idea de que se trataba de un remake de “El enigma de otro mundo”, un pequeño clásico de la serie B más añeja. Sin embargo, a la película se la atacó por los mismos motivos que se ataca hoy cualquier remake de una película con notable fandom. Lo de siempre.
Ahora, nostalgias y fanatismos a parte, imagino que las nuevas generaciones no tendrán ni pajolera idea de que “El Justiciero” está remakeando un clásico de los 70… ¿Qué opinión tendrán ellos, que llegan vírgenes a la justicia impartida por Paul Kersey? Me gustará saberlo.
Por otro lado, yo soy un fan incondicional de la saga de “Death Wish”, me flipan esas películas, y marcan momentos de mi vida inolvidables, por lo que la nueva  versión de Eli Roth, con Bruce Willis como Kersey, de primeras lo tenía complicado conmigo. La sombra de Charles Bronson es alargada. Y decidí ir al cine a verla intentando juzgarla desde cero, como si las películas de Bronson no existieran. No pude hacerlo. Comparé de principio a final.  Y obviamente, esta nueva versión, si la comparamos con “El Justiciero de la ciudad” sale perdiendo. ¡Ojo! sale perdiendo, sí, pero en absoluto es una mala película. De hecho es muy buena. Incluso, sería mejor que algunas de las secuelas de la saga madre, sin lugar a dudas.
Entonces, aunque parezca mentira, “El Justiciero” consigue mantener el listón de “Death Wish” bastante arriba. No se ha suavizado la formula, no elude los clichés, es consciente del material que está tratando, y lo moderniza sin dejar sus discutibles valores morales a un lado, quiero decir, que si Paul Kersey se supone que es un personaje amoral porque se toma la justicia por su mano, aquí, Willis supera a Bronson en amoralidad y hasta se permite una escena de tortura, cosa que el Kersey original no hacía. Y me parece estupendo.
Por otro lado, Bruce Willis no me cuadraba a mí en este papel.  No me gustaba de hecho. Hasta que le veo las arrugas y como afronta el personaje. Primordial es que Bruce Willis se despoja de su carisma. No es una peli de Bruce Willis, es una peli del justiciero. Además ya es demasiado viejo, ya no es un héroe de acción, por lo que resulta de lo más creible como Kersey.  Y no es un personaje especialmente simpático, es un pijo, un tontolapolla. Lo hace tan bien… le vemos tan desvalido al principio de la película… rápidamente me ganó.
Entonces, tenemos buenas escenas de acción, macarrismo, frases lapidarias tan en desuso, pero sin abusar, y un Paul Kersey que mola. ¿Qué resulta?  Entretenida de cojones. Estupenda.
Por otro lado, entra el factor Eli Roth. Mucha gente hecha pestes de él, sus películas no acaban de cuajar en el fandom. A mí sin embargo, me gusta Eli Roth, me gusta “El infierno verde” y me gusta “Toc, Toc” y ese tono que le da a sus películas como de serie B de lujo. Me gusta su estilo, me gusta su última etapa, y su cadencia. En ese sentido, “El justiciero” es puro Eli Roth. Ha cogido el material, le ha dado un limpiado de cara y ha puesto al personaje en su universo, por lo cual, la película se torna bastante violenta y gore. Y algo que es de agradecer; en manos de Roth, todo este material corría el peligro de resultar paródico. No lo es. Impregna todo de una seriedad que le viene muy bien a una película de justicieros que en pleno 2018 puede pecar de desfasada. Todo en sus dosis justas y de la mejor manera. De hecho, Roth se tomó el proyecto en serio. Incluso, pasó jornadas junto a la policía de Chicago con el fin de empaparse del ambiente policial al cual era completamente ajeno.
Claro, haters, a Roth y al remake, no le han faltado. He leído de todo. Las opiniones, pues ya se sabe. Es más, las críticas han sido espantosas en la prensa yankie, además de influir el hecho de que se estrenó tan solo unos días después del tiroteo en el instituto de Stoneman Douglas. Ya saben como son los americanos para estas cosas.
Por otro lado diré que me hace mucha gracia el cambio de profesión de Paul Kersey con respecto a las  de Bronson; aquí es médico ¡Como en el exploitation de Paul NaschyLa noche del ejecutor”! obviamente, eso es producto de la casualidad, pero no sería raro que Roth conociera la película de Jacinto Molina. Me gusta fantasear con que ha tomado ese detalle prestado.
Otras licencias, para nada molestas, son el hermano que le encaloman a Paul Kersey, que la película transcurre en Chicago (como en alguna de las novelas en las que se basa todo este pifostio) y no en Nueva York,  o la sustitución de otro de los personajes míticos de las películas originales,  el teniente Frank Ochoa interpretado por Vincent Gardenia,  que aquí pasa a llamarse Kevin Raines, y tiene una acompañante femenina. Vincent D’Onofrio sería el hermano de Kersey, y Dean Norris y Kimberly Elise, la pareja de policías que investiga el caso del justiciero.
Como esposa de Kersey, tenemos a Elisabeth Sue, que está muy bien. Lástima que esté ahí solo para morir.
Muchas vueltas dio el proyecto desde el día que Silvester Stallone se pondría con él hasta que este parecía que iba a ser cosa de Joe Carnahan —quién escribiría finalmente el guion, y que, dicen, que aunque así aparece acreditado en el film, no hay ni una sola página de su guion que permanezca en la película, al ser este rescrito por Roth y otros guionistas— hasta acabar en manos de Eli Roth, quien finalmente lo llevó a buen puerto. Sin duda, me gusta más lo que he visto que la idea inicial de Stallone, en la que quería que Kersey fuera un policía que jamás había tocado un arma, y me gusta más Bruce Willis que Stallone, o cualquiera de los que aspiraban al papel  (desde Will Smith a Brad Pitt) siendo el favorito de la crítica Lian Nelson, el actor que lo iba a interpretar en la versión de Carnahan, y del que dicen que hubiera sido el actor adecuado. Joe Carnahan, de hecho, se salió de la película cuando la producción decidió sustituirlo por Bruce Willis. Me sigo quedando con Willis.
Distribuida por la siempre en mala racha Metro Goldwin Meyer, en España se encarga de hacerlo la Filmax, que hacía tiempo que no daba señales de vida. Y como anécdota al respecto, decir que en el poster promocional, ponen una franja roja en el lado superior en el que asegura que ha tenido “Más de 30.000.000 de recaudación”, como si eso fuera un mega taquillazo… ese es su presupuesto. Mientras escribo esto, ya ha superado los 40 millones, pero a duras penas ha recuperado la inversión y se puede hablar de fracaso de taquilla.
En definitiva, no sabía muy bien con qué me iba a encontrar y lo que me encontró me dejó satisfecho, no solo en lo referente a la saga de “Death Wish”, sino también en lo concerniente al cine de acción, que hace años que no me motiva lo que veo. “El Justiciero”, sí.