martes, 31 de diciembre de 2024

CHAINED GIRLS

Clásico del "sexploit" sesentero camuflado, en cierto modo, de película educativa para así esquivar la censura, que por un lado pretende mostrar al mundo algo tan extraño como podía resultar entonces las relaciones sexuales no normativas entre mujeres y, por otro, hacerlo de la manera más explícita y sensacionalista posible.
Producida por el inefable George Weiss, uno de los gerifaltes de cine de explotación y serie Z más relevantes de los años 50 y 60 —cuyas artimañas se encargó de mostrar al mundo convencional Tim Burton en su master piece “Ed Wood”—, mentor y padre espiritual del matrimonio formado por Michael y Roberta Findlay y popular por producir nada menos que “Glen or Glenda” entre otras cintas del considerado peor director de la historia, “Chained Girls” se sirve del falso documental (y la falsa cámara oculta) para mostrar el decadente y oscuro mundo del lesbianismo, pintando esta tendencia sexual poco menos que como una enfermedad mental. Su intención es aleccionar al respetable sobre lo perniciosas que pueden llegar a ser las prácticas sexuales entre mujeres, comparándolas con las ya de por sí aberrantes prácticas homosexuales entre caballeros, y situándolas un peldaño por encima en el escalafón de lo aberrante. Según el fuero de “Chained Girls”, si lo de los maricas clama al cielo, lo de las lesbianas es ya directamente obra del mismísimo diablo.
Por supuesto, con esta ideología conservadora por bandera, en realidad la película no tiene ninguna moralidad y cualquier acusación no sirve más que para filmar toda suerte de situaciones sexuales entre señoritas, con fragmentos que rozan la ciencia ficción como aquellos en los que un grupo de lesbianas viola a otra pobrecilla que se está iniciando en esta inclinación sexual. Todo ello visto hoy resulta muy naif, inocente y tontorrón, consiguiendo, al menos por la parte que me toca, una buena ristra de risotadas. Pero en plenos años 60 este era material bien duro. La voz en off se encarga de explicarnos lo que estamos viendo, o de exponer una suerte de estadísticas —afirmando cosas como que el 90% de las lesbianas mayores de 40 practica el sexo más veces a la semana que las lesbianas de 20— que más que escandalizarnos provocan nuestra hilaridad.
La película sería exhibida en cines de tercera regional donde la visionarían el público de pajilleros habitual de estos subproductos, para pronto ser olvidada y, ya en los 90, rescatada en formato doméstico para los coleccionistas y cinéfilos inquietos por parte de "Something Weird Video".
“Chained Girls” es una de tantas películas que se estrenaron en su momento del mismo rollo, pero tiene especial gracia, porque se recrea en actitudes totalmente inventadas que muestra como reales. Y puesto que el visionado apenas dura una hora, no se hace cuesta arriba.
El director, Joseph P. Mawra, tiene una escueta filmografía, con films al servicio de Weiss, en los que prácticamente no se sale de los parámetros marcados por “Chained Girls”, dejando para la posteridad clásicos como “White Slaves in Chinatown” o algunos títulos de la célebre saga de films sobre bailarinas "burlesque" “Olga”. Vista una vistas todas.

sábado, 28 de diciembre de 2024

CAMPAMENTO SANGRIENTO 3

Aquel fue un sábado intensamente lluvioso, lo que me condenó a un enclaustramiento total y el visionado de hasta tres películas en busca de la más desesperada evasión. Vi "Indiana Jones y el dial del destino", "Hellboy: El hombre retorcido" y "Campamento Sangriento 3". La primera sabía que cumpliría su función, y cumplió (me gusta más incluso que la previa, la de la calavera de cristal), la segunda fue un varapalo de tres pares de cojones que ni terminé y la tercera... reconozco que la puse ya entrada la medianoche con el fin de coger el sueño. Paradójicamente, acabé consumiéndola entera y fue la que me gustó más de la extensa velada. No digo que sea mejor que la del arqueólogo del látigo, pero, no sé, creo que su procedencia del año 1989, su brutal honestidad y ese look de cine-cine, sin la frialdad digital hoy día como parte de la norma, contribuyeron.
A estas alturas no es necesario entrar mucho en detalles. Hablamos de la tercera entrega de la saga "cult" de slashers segundones "Sleepaway Camp", con una ensalada de títulos (o, mejor dicho, de numeraciones) algo liosa. Hablé de todo ello cuando reseñé la primera, la fundacional. Luego vinieron la productora "Double Helix", el director Michael A. Simpson y la actriz Pamela Springteen (siiii, hermana de...) y se sacaron dos entregas más de la manga, rodadas back-to-back en un periodo de seis semanas. Sobre la segunda ya di la brasa cuando fue de menester, "Campamento Sangriento" (e, insisto, que no lleve el 2 tras el título tiene su explicación), a esta tercera la mencioné de pasada tras fracasar en un primer intento de deglutirla. Iba siendo hora de darle un segundo muerdo.
La famosa asesina "trans" (¿¿se consideraría hoy ofensivo??) Angela se carga a la monitora de un campamento. Haciéndose pasar por ella, acude al susodicho donde formará parte de un "experimento social". Por un lado están los campistas pijos, y por otro los menos favorecidos. Naturalmente, estos responden a una serie de estereotipos exagerados, casi de dibujo animado, un rato graciosos. No hace falta decir que, aprovechando una acampada bosquil, Angela se los irá cepillando uno a uno, en riguroso orden, sin considerar clase social pero sí maneras (el motivador homicida de la muchacha sigue siendo su recta moral, solo que, en ocasiones, se pasa de exigente)
Es muy evidente que Michael A. Simpson y la "Double Helix" abordaron "Sleepaway Camp 3: Teenage Wastland" a piñón, asaco, sin plantearse ofrecer mucho más allá de los mínimos requeridos. El mismo director reconoce la escasez de tiempo para todo y su preferencia por la entrega previa. "Campamento sangriento 3" es tosca, cutrona, elemental como ella sola y tira de diálogos de mierda... pero hay muchas tetas (nada más comenzar vemos dos, y luego tenemos las increíbles perlas de Stacie Lambert, actriz que no volvería a rodar nada más) y no menos asesinatos. Eso sí, poco sucosos. Por desgracia, la censura metió mano, a lo bestia, llevándose por delante material gráfico y truculento. Era una práctica muy común entonces, ya terminando los ochenta y con los temibles noventa a la vuelta de la esquina. Sin embargo, y eso no dice nada bueno de mí, actualmente lo percibo hasta como entrañable.
La ausencia de chicha -es decir, la razón de ser de un slasher- contribuye a incrementar la sensación de que la peli se hizo por hacer. De que el equipo responsable no estaba para puñetas. Había prisa y, total, aquello era basura. Ellos lo sabían, la futura audiencia lo sabía... ¿para qué complicarse? Déjate de florituras y pijadas, julai. Todo hace suponer, pues, que estamos ante una sagrada puta mierda sin el más mínimo elemento redentor. Y no vale la pena ni verla. Mmmmmh... sí, pero no.
Ese escaso interés de sus autores acaba beneficiándola porque, al no molestarse en humanizar a los personajes, ni sorprender con giros, ni, por supuesto, abusar de guiños a los clásicos añejos (salvo una graciosa cita de manual a Jason / "Viernes 13". Angela encuentra una máscara de hockey y, cuando alguien le pregunta de dónde la ha sacado, exclama "De una cloaca"), dicho de otro modo, al no currárselo ni unos mínimos, pues les sale un slasher en el que, cuando se mata, no importa si está justificado o no, si la víctima lo merecía o no, si era buena gente o no, o si era un padre en busca de venganza por la muerte de su hijo en la peli previa, cosa que, por norma, se incluiría en el guion con la intención de sacarle alguna clase de jugo narrativo. ¡¡Pa un personaje con enjundia que hay!!. Pos no, hija. Ni eso.
Alguien se quejaba en redes porque, decía el infeliz,  Angela mataba a "campistas majos". Nos han acostumbrado demasiado a que en los slashers modernos las víctimas sean tan irritantes y gilipollas que casi celebremos su muerte (ejemplo: "Black Friday"). Pero en 1989 eso todavía no pasaba. Y menos en manos de unos mercenarios del cine. Así pues, a lo tonto, se podía decir que "Campamento Sangriento 3" "sorprende". O, cuanto menos, no nos resulta tan previsible y monótona. Eso es bueno.
Cumplida la papeleta, Michael A. Simpson continuó su errática trayectoria hasta que dejó la dirección para ejercer solo en producción, y la cosa le fue mejor (podemos ver su nombre como tal en "Corazón Rebelde" o "El caso Heineken", ambas muy buenas). Pamela Springteen hizo una película más, una comedia que nadie recuerda, y dejó la interpretación para convertirse en fotógrafa de músicos (vamos, que aceptó el enchufe de su hermano). Es por ello que nunca llegaría a protagonizar el "Sleepaway Camp 4" que "Double Helix" estaba decidida a facturar (en la que tampoco iba a intervenir el director de las dos previas). Rodó algunas escenas de prueba y se fue a la quiebra, dejando el asunto en ascuas. Años después, ya con el fandom descontrolado (especialmente el dedicado a la franquicia en cuestión. Tanto es así que dispone de hasta dos páginas web oficiales) alguien se hizo con el material y contrató nada menos que al temible Dustin Ferguson para que, montaje mediante, y a base de reciclar escenas de las entregas precedentes, se cascara un largometraje con todo ello. Uno del que nadie dice nada bonito.
Finalmente existió otro "Sleepaway Camp 4", con parte del equipo original -incluido director y la auténtica Angela, Felissa Rose- que ignoraba las secuelas. Fue una decepción tocha para los devotos. También entonces Simpson se planteó parir tardíamente una nueva dosis de SU porción de la saga, adentrándose en terreno sobrenatural. Pero de ello únicamente quedó la intención. Que extraño e incomprensible es todo este mamoneo en torno a los "Sleepaway Camp", oiga.
Volviendo a la tercera parte, cabe mencionar que, en su condición de producto desalmado y crematístico, dispuesto a complacer sin cansarse demasiado los más bajos instintos de su público teenager, tiran de lo facilón trufando la banda sonora a base de heavy metal cutre. No niego que queda de lo más chulo.
En el reparto destacan algunas caras curiosas (de las tetas ya he hablado) Comenzando por una bien fea, Michael J. Pollard quien, a pesar de ello, y su ya edad considerable (seguramente la mía), se enrolla con la campista de ubres bonitas (tal vez fuese ello un guiño al tono vicioso del "Sleepaway Camp" original, en el que también teníamos a una jovencita pirrándose por los huesos de un vejestorio, aunque allí nunca pasaban a la acción) Le sigue, en el terreno de los veteranos, Sandra Dorsey. Estuvo en "Grizzly", la del setentero oso encabronado, y sus últimas dos películas las firmaban nada menos que los hermanos Farrelly (anda que no debe molar formar parte del rodaje de una producción medianamente mainstream, y descubrir que el actor o actriz entrado/a en años de al lado participó siendo joven en sendas y oscuras películas "cult") Centrándonos en el reparto de menor edad, destaca Kim Wall, quien hizo algo de carrerilla posterior, podemos verla -por los pelos- en "La niebla" de Stephen King o "American Pie: El reencuentro", donde se marca un rol algo más destacado.
A la hora de elegir una imagen ilustrativa, en lugar de echar mano de la caratula yanki, muy llamativa ella, preferí rescatar la española en su edición para DVD -nunca la hubo en VHS- por lo feísima que era. Al final resultaron ser dos.... ambas idénticamente horribles. Imposible resistirse a colarlas juntitas. Menudo país el nuestro, amigos.

miércoles, 25 de diciembre de 2024

MARATÓN NAVIDEÑA

Como amante de la Navidad que soy, el finde pasado decidí meterme una maratón de películas recientes acordes al tema con el fin de rejuntarlas todas tal día como hoy. Por aquello de celebrarlo a nuestra manera, la cinéfaga. Y ahí les dejo el resultado al experimento...


EQUIPAJE DE MANO (CARRY-ON): Después de sus ultra-mediocres y muy olvidables deslices junto a "The Rock", mi compatriota Jaume Collet-Serra vuelve a aquello que más y mejor domina, el thriller (como bien demostró en su día asociándose con Liam Neeson), además, situándolo en un aeropuerto el día de Navidad (¿"La jungla 2"? sí, añada unas gotitas de "A la hora señalada" y ¡listo!). Para ello, cuenta con un héroe (el típico "fracasado" sin pinta de serlo, futuro padre dispuesto a enmendar su existencia, al que da vida Taron Egerton de la saga "Kingsman") y un villano carismático y que "cae bien", incluso con toda su maldad (Jason Bateman). Este quiere colar una bomba a base de terrible gas venenoso en un avión, y para lograr cruzar la seguridad chantajea al prota, asegurándole que si no hace la vista gorda, su mujer -preñada-, palmará. El muchacho se las verá y deseará para evitarlo a la par que resuelve el entuerto, acaba con las malas artes de su némesis y asciende a ganador. Todo muy de manual (incluida la moralina y el forzado final feliz), pero a buen ritmo, bien facturado y, por supuesto, entretenido.

RED ONE: Y hablando de "The Rock" y su jodido mal gusto a la hora de elegir vehículos para lucirse. Aquí tenemos otro, su apuesta para la Navidad 2024. Lo cierto es que tenía mis dudas. Me daba algo de pereza exponerme a la formula de los seudo-blockbusters modernos para todos los públicos, donde impera un abuso de CGI y una sobredosis de moralina. Pero asumiéndolo, en mi deseo de poder completar esta entrada especial, tragué saliva y le di al "play". Claro, asín, preparado para el hostiazo, "Red One" me entró medianamente bien. Sí, no falta nada, efectos informáticos hasta la nausea e historia de padre ausente (los yankis andan obsesionados con eso, menudo trauma deben tener) apunto de reencauzar su vida y bla, bla. Está todo, pero bien cocinado, por lo que, al final la cosa se aguanta y entretiene sin provocar sarpullido. Además, siempre mola ver a Chris Evans y J.K.Simmons. Y la idea de un Santa Claus entre figura presidencial y medio superhéroe, tiene su guasa.
El inevitable mensaje de la película incluye una leve contradicción que llamó mi atención. En un momento dado, la ex de Chris Evans le acusa de no querer crecer. Ya saben, el típico "peterpanismo" de la comedia yanki. Al final, con Evans ya "curado", te hacen entender que ha recuperado a su niño interior. Entonces ¿en qué cojones quedamos? ¿es malo no crecer o es peor hacerlo? aclárense, moralistas de Hollywood.

SANTA ¿ERES TÚ? (SANTA ISN´T REAL): Para la noche, pues inevitablemente una de terror navideño. Lo fácil hubiese sido recurrir a clásicos (esa maravillosa "Navidades Negras" que, seguramente y como cada año, termine revisando) pero sería hacer trampa. Tocaba sufrir producto moderno. Lo siento, amigo, son las reglas. Así que me senté a ver "Santa ¿eres tu?" cargado de paciencia infinita. Y soporté unos 40 minutos hasta quedarme frito. Me gustara o no, debía terminarla.
El día de Navidad una chica es agredida por un Santa psycho. Se pasa un año en coma y, cuando despierta, además de seguir estando muy guapa, se pirra por saltar de la cama, hacer vida social y echar un caliqueño con su novio que, obvio, ahora se folla a su mejor amiga. El Santa chungo no tardará mucho en aparecer... espera, sí, sí tarda mucho. Demasiado.
Estética fría y sintética, poco aunque llamativo gore, diálogos estupidísimos y situaciones ridículas para la risa. Ahí van mis dos favoritas: 1- La prota pilla a su maromo comiéndole todolpotorro alegremente a la amiga, al verla, él suelta "¡no es lo que parece!" ¡¡ja ja ja!! ¿¿no, entonces qué es?? 2- Cuatro en una cabaña aislada por la nieve. La del coma abre un regalo, y dentro hay un cuchillo. Ante la ofensa, los otros tres aseguran que no han sido ellos. Vale, lo dejan estar, pasando a otros quehaceres. ¿En serio? pero entonces ¿de quién ha sido el regalo, y por qué un cuchillo? ¿hay un quinto oculto por ahí? ¡¡¿¿a nadie le preocupa??!! En fins.
Lo cierto es que da la sensación que ni los responsables de la peli se la toman demasiado en serio, y mucho de ese despiporre podría ser semi-intencionado. Al final no sabía si pensar que era una puta mierda como un piano o, simplemente, curiosa.

QUERIDO SANTA (DEAR SANTA): Después del buen regusto que me dejó la última de los Farrelly, "Ricky Stanicky", sentía franca curiosidad por ver su nueva aportación a la comedia, a pesar de, en general, no disponer de referencias demasiado prometedoras. El punto de partida mola, un niño disléxico, metido de lleno en un hogar roto con padres peleándose cada día (otra vez la obsesión del yanki medio), escribe una carta a Santa Claus. Pero, por su condición, pone Satán en lugar de Santa. Y ese es el que se le presenta en su habitación, un Jack Black ideal para el papel y tan histriónico y excesivo como se espera. Así que le ofrece tres deseos a cambio de su alma, y el niño, aunque se resiste, los pide y pasan cosas. Es la menos navideña del pack y, aunque tiene su chispilla, desde luego brilla poco. No abundan las risas y todo va a medio gas. Ya saben como son los Farrelly últimamente, hago chistes transgresores (incluso de pedos) pero con extremo cuidado para no pasarme de la raya.
Imaginen eso con niños por protagonistas.

¡Que tengan todos una Feliz Navidad!

martes, 24 de diciembre de 2024

ENCIENDE MI PASIÓN

El cine español de los 90, el que menos brilló en pantalla, es un cine a descubrir porque, más allá de “Fotos” de Elio Quiroga, está lleno de películas horribles que se sostienen únicamente por las altas dosis de delirio que contienen, la comedia involuntaria y, en definitiva, por lo horrorosas que son. Aunque puede que en su momento todo ese despropósito pasara inadvertido para el espectador porque, quizás, responde a ciertas estéticas y maneras de hacer propias de la época. Es el caso de esta “Enciende mi pasión” a mayor gloria del Miguel Bosé de 1994, cuando era un fantoche igual que ahora pero lo camuflaba con un impostado halo de intelectualidad, y hasta Almodóvar osaba incluirlo en sus películas. Pasó por salas sin pena ni gloria, con apenas 80.000 espectadores que desfilaron por taquilla (hoy sería considerada un éxito) y, tan rápido como se estrenó, pasó a ser olvidada por el respetable hasta casi enterrarla en el ostracismo. Y es algo incomprensible porque estamos ante una película que, a parte de estar fatalmente hecha, es un muestrario de desvaríos, incongruencias, misoginia y estupidez. O sea, según mis fueros, una maravilla.
En realidad no hay mucha diferencia en lo que a niveles de calidad y dejadez se refiere entre esta “Enciende mi pasión” y “Supernova” de Juan Miñón, solo que la reseñada tiene más mérito porque, mientras que la otra se abrazaba a la psicotronía y el posmodernismo que definía al fandom mayoritario de entonces, "Enciende mi pasión" tiene intención de melodrama serio y en la línea del primer Juanma Bajo Ulloa (el de “Alas de mariposa” o “La madre muerta”), sin conseguirlo en absoluto. Es una bufonada. Han tenido que pasar 30 años para, al verla, exclamar aquello de “¿pero qué coño es esto?”.
Un científico botánico obsesionado con su trabajo, heredero de una fortuna, conoce a una joven muy bella pero con escasa cultura con la que se casa. Una vez unidos, la confina en su castillo y, mientras él investiga, ella se aburre. No hacen el amor porque el botánico es incapaz de excitarse, sin embargo por la noche la atiborra a somníferos para, una vez sedada, practicar sexo con sus pies, la única manera de la que el tipo es capaz de tener una erección, porque asocia las piernas y los pies de las mujeres a los tallos de las plantas.
Hay otras dos subtramas igual de idiotas que esta, en una de ellas el botánico contrata a un antiguo profesor para que eduque a su esposa y la convierta en una dama refinada —motivo este que el profesor aprovechará para follársela ya que ella está dispuesta a calmar sus apetitos jamás colmados por el personaje de Bosé— y otra en la que un proxeneta maltrata y amedrenta a una de sus putas, porque quiere abandonar la vida lumpen. En algún momento de la película, estos personajes se cruzarán con los principales.
Todo ello adornado con las peores interpretaciones que se le puede sacar a sus interpretes (Miguel Bosé está para matarlo, sobre todo en un par de momentos rozando el "slapstick" que se cuelan en la trama sin venir demasiado a cuento y en los que el cantante tiene que poner caras…) Emma Suarez, Ana Álvarez (pre-operaciones estéticas), Karra Elejalde (con pelo y melenas), Enrique San Francisco o Juan Luis Galiardo, que como hace de sí mismo, se prodiga como lo menos ridículo de toda la película. Igual que Rosa María Sarda, que también aportaría algo de dignidad a esta locura  sobre un tipo que folla pies y encierra a su esposa en un castillo.
Karra Elejalde, con ese look que se gasta de proxeneta setentero, tuerto y dando puñetazos y patadas a sus prostitutas también es para verlo una y otra vez, igual que el incomprensible final que, por más vueltas que le he dado, no he logrado entender de ninguna de las maneras, llegando a la siguiente conclusión; o esto no tiene ningún sentido, o yo soy deficiente mental. Probablemente ambas cosas.
Dirige el artesano José Miguel Ganga, cuyo momento de mayor gloria fue con la película “El cianuro ¿Solo o con leche?” pero también tiene una película anterior bastante ignota, “Rumbo Norte”. Después de “Enciende mi pasión” se dedicó a hacer televisión de corte comercial siendo uno de los responsables de series tan populares como “Canguros” o “La casa de los líos”. Se cubrió de gloria con esta “Enciende mi pasión”.
Ahora, es tan marciana, tan tonta, tan desquiciada, que, por supuesto, la recomiendo y hasta reivindico.

Feliz Navidad, por cierto...

sábado, 21 de diciembre de 2024

CREEPSHOW TV (4ª TEMPORADA) 2ª PARTE Y FINAL

Segunda y última dosis de este repaso a la cuarta temporada del "Creepshow" televisivo. Aquí disponen de la primera.

"Meet the Belaskos" nos sitúa en una especie de realidad alternativa en la que los vampiros se consideran algo medianamente normal... aunque no para todo el mundo. Como el tipo que ve instalarse a los Belasko, familia de chupasangres, en la casa contigua. Ahora son sus vecinos y los detesta. Así que imaginaos el percal cuando su hijo y la hija de aquellos se enamoran perdidamente.
Si hay algo que chirría en el "Creepshow televisivo" es cuando les entra la vena panfletera. Y en este capítulo se gastan una evidente metáfora en torno al racismo y la intolerancia. Cambien a judíos o niggas por vampiros y, ¡voilá!. Encima, lo revisten todo de historia de amor trágico. Ugh!!... La culpa la tiene John Esposito. Productor ("Abierto hasta el amanecer", "Policía de acero"), guionista ("La sombra del faraón", otros capítulos de temporadas previas) y, pal caso, director debutante.
En "Cheat Code" un "fricazo" de los videojuegos, ahora papá viudo, localiza un antiguo juego supuestamente maldito. Se lo muestra a su hijo y este comienza a darle al joystick junto a unos amigos. Descubren que existe una clave para lograr terminarlo. Al aplicarla, acaban atrapados entre píxeles, enfrentados al "jefe supremo".
Otro capítulo que me deja algo confundido. Por un lado, la historia de base es interesante, incluso entretenida. Por otro, al final se les va la olla, rozando el ridículo. Pero, así en general, resulta consumible aunque, una vez más, casi sin gota de "creepshowismo". Como ocurre con "Meet the Belaskos", las truculencias y, pal caso, las típicas virguerías visuales propias de la saga, se notan muy muy forzadas. En la peli original estaban perfectamente integradas, formaban parte del pitote. Aquí es solo un adorno más que, si no estuviese, nadie echaría en falta.
Repite Justin G. Dyck en la dirección y el protagonista adulto es un rostro medianamente familiar, Lochlyn Munro, casi especializado en roles de policía de distintos rangos. Lo has visto en un millón de productos televisivos y cinematográficos. Destacan el "Predator" de 2018, "Dance Movie: Despatarre en la pista", "Hack! (Corten!)", "The Tooth Fairy", "Dos rubias de pelo en pecho", "Freddy contra Jason", el primer "Scary Movie" (donde se haría amigo de los Wayans, a tenor de sus siguientes colaboraciones) y... ¡"Sin Perdón"!.

Vale, comencemos la casa por el tejado: Si "
Something Burrowed, Something Blue" destaca por algo, es por la presencia de un grande, uno, además, ligado total y completamente al universo "Creepshow", Tom Atkins (o, dicho de otro modo, el padre que en 1982 abroncaba a su hijo por leer tebeos macabros) Aquí, más mayor, obvio, interpreta a un anciano millonario que, consciente de su final, reclama el amor y las atenciones de una hija que le detesta. Aunque tras todo ello haya algo más: Una bestia innombrable que el tipo esconde en su sótano y a la que debe alimentar cada quince años o saldrá al exterior a liarla. En breve toca proceder, así pues el abuelo intentará convencer a su futuro yerno para que siga la tradición.
Nada nuevo bajo el sol. La verdad es que si algo caracteriza a esta cuarta temporada es la similitud de todos sus capítulos, en lo estético, lo formal y lo narrativo. No maravillan, pero son lo suficientemente amenos como para evitar acabar tirándose de los pelos. Alguien diría que es la peor forma de "arte", la normalidad... aunque a mi, eso de que no me saquen de quicio, me vale. Repite en la dirección John Esposito. El guion lo firman un par de medio-novatillos, Todd Spence y Zak White. Los tres siguientes son también cosa suya.
"Doodles" no se mata mucho y recurre a una idea ya muy explotada, aunque siempre efectiva, el dibujante (aquí LA dibujante) cuyos garabatos se tornan realidad. En este caso para castigar a aquellos que la han tratado malamente. Pero ¡cuidao!, que como no atine la cosa se puede volver en su contra.
Interpreta a la muchacha Anja Savcic, con esa curiosa cara entre angelical y de lerda que me sonaba de algo. Salía en la divertida comedia "Ricky Stanicky". Pero también en otro producto no demasiado alejado de "Creepshow", el "Tales from the darkside" de 2015, o el fracasadísimo intento de Joe Hill por revivir la serie "cult" que George Romero apadrinó en su día. No cuajó, quedando todo en un piloto. Y si no lo digo, reviento: otra de las joyas que la Savcic tiene en su filmografía es "Chupacabras vs. El Álamo" junto a Erik Estrada.
Pero no perdamos los papeles. Regresemos al "Creepshow" televisivo y este "Doodles". Que sí, tiene su coña... un gore llamativo... pero al final te quedas igual que con el resto, bien, del montoncico. Reincide en la dirección P.J. Pesce.
¡Siguiente!

Comentaba antes que, a pesar de su sosería formal, esta cuarta temporada había logrado evitar que me arrancara los ojos de ira. Y que la ausencia de comidas de polla al fandom era algo agradecido y positivo. Pos bien, parece que han esperado a la dosis final para arrasar con todo ello. Y, además, por obra y gracia de Greg Nicotero, que no dirigía desde el primer capítulo -en esta cuarta temporada, digo-. Claro que, pal caso, le toca muy directo, al corazón, porque la cosa, la historia, gira en torno a George A. Romero himself. Tanto como para titularla "George Romero in 3D".
En una vieja librería apunto de chapar encuentran una misteriosa caja. Y no, no hay monstruos dentro, sino añejos tebeos en tres dimensiones sobre zombies, apadrinados por el director de "La noche de los muertos vivientes" in person. En eso que el hijo de la dueña se pone las gafas rojiazules para verlos y, pumba!!, uno de los zombies cobra vida. ¿Cómo solucionarlo? pidiendo ayuda al mismo señor Romero, versión dibujada.
¡¡Ouch!! ¡¡Ay!!! ¡¡Uf!! El visionado de este capítulo fue doloroso. Pura vergüenza ajena. Evidentemente por la comida de rabo, claro, pero también porque es increíblemente tonto y casi ridículo. E inexacto. Oye, ya que vas a tributar a tío Georgie, y lanzas un montón de coñetas que solo el fan reconocerá (como la insistencia del cineasta en llamar "ghouls" a sus criaturas en lugar de zombies) y recrear, sin florituras, momentos icónicos de "Dawn of the dead" (el zombie / ghoul con la cabeza partida por una hélice), al menos se más cuidadoso con otros detalles. No me cuela que, en los tiempos de "Image Ten" -la primera productora de Romero, a la que se alude alegremente, y época en la que sitúan la confección de los tebeos-, nadie hubiese pensado en facturar comics de zombies / ghouls de aspecto tan moderno y referencia equivocada (el uso de la palabra "Brains" retrotrae más a la competencia) Por entonces Romero solo buscaba un éxito financiero, y robó la esencia de la novela "Soy Leyenda" para facturar su primer legendario largometraje. Dudo mucho que se planteara a los muertos revividos como estrella de la función, ni el convertirse en un especialista del género. Así pues, asumir todo ello me suena más a insulto que tributo. ¡¡Ya, ya, lo sé, son chuminadas propias de pajero!! Pero, cojones, eso es justo lo que soy.... Ya que nos ponemos, hagámoslo en serio y bien. ¿Se nota que no disfruté de la experiencia?
Claro, ante semejante panorama, nada de lo que viniese después podía disgustarme. Cualquier cosa sería mejor, incluso este "Baby Teeth" del que apenas entendí un "caralho" (como dicen los brasileños) pero tampoco me desagradó. La cosa va de madre sobreprotectora de una hija adolescente la mar de estúpida y detestable. Dicha actitud -la de la mamá- viene justificada por la existencia de una especie de hada de los dientes con muy mala gaita y que, aprovechando que a la chavala le han extraído sus últimos piños de leche, aparecerá dispuesta a reclamarlos.
Mmmmh... como lo digo... "Baby Teeth" es un caos, pero tiene algunas cosas chulas. El look del hada diabólica mola, resulta casi aterradora -ver imagen-. Y los toques truculentos son bastante sabrosos. Amena, sin más. Reincide en la dirección John Harrison.

Recapitulemos: Tono general tirando a soso, pocos nombres "cult", escasa comida de polla al fandom, Greg Nicotero menos activo y "creepshowismo" prácticamente nulo. Procediendo de ese modo, el "Creepshow TV" va perdiendo su identidad para convertirse en otra serie más de historias de terror. ¿Contradicción por mi parte, considerando lo mucho que he rajado de todo ello? Pos no, porque casi que lo prefiero así, oiga (aunque, puestos a soñar, lo ideal sería que jamás hubiese existido). Ahora bien, la cuestión es ¿¿seguirán por esos derroteros, la desprenderán todavía más de su esencia en la quinta temporada?? Pues tal vez nunca lo sepamos, porque de momento no hay nada anunciado y abundan los rumores de una cancelación. Veremos.

Y por si quieren empaparse con el resto de temporadas, ya saben....
PRIMERA, SEGUNDA y TERCERA.

Creepshow TV (4ª temporada)

martes, 17 de diciembre de 2024

H6, DIARIO DE UN ASESINO

La primera vez que los Garridos —Martín G. Ramis y Martín Garrido Barón— tienen un estreno en cines a nivel nacional, con más o menos cara y ojos, es en verano de 2006, año en el que se estrenó esta “H6: Diario de un asesino” en salas. Se nos presentaba una cinta de bajo presupuesto con intención comercial, escrita por Martín Garrido padre y producida y dirigida por Martín Garrido hijo. Una película sobre un asesino en serie de lo más cruento interpretado por Fernando Acaso, entonces popular por ser uno de los co-presentadores de “Pasa la vida”, o lo que es lo mismo, chico María Teresa Campos, así como segundo de abordo en un par de ediciones de “Gran Hermano” al lado de Mercedes Milá. Como presentador de televisión, Acaso ganó cierta popularidad, pero era ya un consumado actor de doblaje con reconocibles trabajos a sus espaldas (a bote pronto le sitúo rápidamente como el tío Joey de la sitcom “Padres forzosos”), lo que se traduce en solvencia delante de una cámara, muy por encima de los actores de cine convencionales. Pero claro, ver una película de terror protagonizada por ese presentador de la tele, a priori hizo que nadie se la tomara muy en serio. Sin embargo, es su interpretación, así como su físico vulgar y corriente, lo que sostiene un film que, tal y como está el patio, es de los que ha mejorado 20 años después de su rodaje.
La sinopsis es sencilla: un joven un tanto celoso y posesivo acaba asesinando a su novia tras una acalorada discusión. 25 años después sale de prisión y recibe la noticia de una herencia, un viejo edificio que en tiempos fue una pensión en pleno lumpen de alguna ciudad indeterminada y que ahora es propiedad suya. Reanuda su vida casándose y, tras la llamada del “dios del bien”, aprovechará las ausencias nocturnas de su esposa enfermera para atraer prostitutas y gente de mal vivir a la habitación 6 de la pensión, violarla, torturarla y descuartizarla.
Al ser una película de género con distribución de una "major" (Aurum), consiguió ser exportada al extranjero sin demasiados problemas, pese a que en los cines españoles, donde fue estrenada en periferias y más o menos de tapadillo, pasó inadvertida con apenas 53.000 espectadores. Pero se trata de una película de contenido sádico y gore malrollero, por lo que en países como USA se estrenó directa a vídeo con una frase promocional que rezaba: «la respuesta española a “Hostel”», mientras que en Alemania se convirtió en una película de culto, muy del gusto de los aficionados germanos al género, que cuenta con las dos únicas ediciones en Blu-Ray que existen, una de ella en formato de lujo.
Como ya he dicho, lo mejor de esta rareza del cine español es la presencia de Fernando Acaso que hace muy bien de ese asesino en serie con jerseys de lana y ejecuta sus crímenes sin salir de casa, en la habitación 6, pero, al margen de eso, es una película que ya me gustó mucho el día de su estreno, cuando la vi en el madrileño cine "Lido" sin saber demasiado sobre ella, me gustó igualmente al revisarla posteriormente en formato DVD y me ha gustado, más todavía que las anteriores veces, hace un rato que la he visto por última vez.
Se trata de un revoltijo de conceptos vertidos en una sola película y, tomando buena nota de las tendencias de la década 00 en lo que a terror se refiere, pilla prestadas algunas pinceladitas de “American Psycho”, del cine festivalero de serial killers de aquella época, y de la otra corriente imperante en  el terror esos años, el efímero “torture porn” a la que se adscribe descaradamente. Todo ello a la española y con hedor a potaje de garbanzos, y un rollo malsano, que a día de hoy impacta más que hace 20 años, bien servidita de sangre, salpicones, vísceras, misoginia y un diario leído “en off” por el asesino que da título a la película, con reflexiones baratas sobre la vida, la bondad y la maldad. Un poco cutre, pero ya le va bien al conjunto.
Desde luego, es una de las mejores obras conjuntas de los Garridos (el padre es un viejo conocido de este blog, como pueden ver) y el debut para la gran pantalla de Martín Garrido Barón que empezó la casa por el tejado; su primera película con ventipocos años es una producción para cines comerciales en toda regla, para luego forzosamente verse inmerso en el semi-amateurismo con una serie de títulos que no dudo que puedan estar tan bien como esta, pero no he podido ver porque jamás contaron con distribución de ningún tipo. Las del padre sí. De la filmografía de Martín Garrido Ramis hemos dado buena cuenta en este blog, así como editado la gran mayoría de sus películas en formato DVD bajo nuestro sello Vial of Delicatessens.
En el reparto, a parte de Acaso, al que lamento no haberle podido ver más en el cine, y una serie de actrices algo feas y de talento más bien limitado, tenemos las interpretaciones de Antonio Mayans en un rol escueto, Martín Garrido Ramis haciendo de comisario en clara alusión al personaje al que también dio vida en su película más conocida, “Mordiendo la vida” y que, quizás porque tiene una voz bastante nasal que acompaña poco a su imagen de tipo rudo, aparece doblado para la ocasión. Decisión de su hijo, que también se reserva un papelito y ya no se decir si es su voz, la de un actor de doblaje o si se dobla a sí mismo.
En definitiva, que le tengo bastante estima a esta película, y no comprendo como no es alabada, reivindicada y vitoreada  por los fans del fantástico español. Quizás porque Martín Garrido padre es un individuo odiado en esos círculos a raíz de unas controvertidas declaraciones que hizo en torno a la figura de Paul Naschy.

sábado, 14 de diciembre de 2024

CREEPSHOW TV (4ª TEMPORADA) 1ª PARTE

Ya la tenemos aquí, la cuarta temporada del "Creepshow" televisivo. Ha costado, pero por fin, gracias en parte a mi querido amigo Enorm, me la he zampado entera... y en castellano, por primera vez, cosa que se me hizo graciosamente extraña. No obstante, y porque soy un puto esnob, mantendré los títulos de cada episodio en inglés.
Aunque suene trillado y poco original, comentar que esta nueva dosis es, hasta ahora, la más escasa en lo referente a "creepshowismo". ¿Que qué cojones quiero decir? Pues ya lo he contado antes. Si quieren saber más, disponen de una INTRO, así como las temporadas previas perfectamente anal-izadas capítulo a capítulo, la UNO, la DOS y la TRES.
Vayamos a por materia, pues...

En "Twenty Minutes with Cassandra" una especie de punki-seudogótica se presenta en casa de la protagonista anunciándole que por la zona ronda un monstruo dispuesto a matarla.
El primer capítulo de esta cuarta temporada es todo un sorpresón, porque se aleja bastante de los códigos formuláicos del terror. Sí, hay bicho. Hay gore. Y algún susto. Pero, en esencia, es más una comedia dialogada y "profunsda". Muy loable ello aunque, por desgracia, no termina de cuajar. El desarrollo es de lo más pelma y tontaina. Y al final terminas echando de menos los ingredientes clásicos. Vale, también era dialogada -y limitada a un solo actor- el de las cucarachas del "Creepshow" original pero, leñe, Greg Nicotero y Jamie Flanagan (director y guionista) no son George A. Romero y Stephen King, desde luego. Buen intento, por lo menos.
Más "normal" -y con mejores resultados- es la siguiente, "Smile". En ella un fotógrafo de guerra es laureado por una estampa angustiosa en la que un padre intenta rescatar a su hijo del ahogo. Al salir de la entrega de premios, su señora y él serán acosados por un misterioso fotógrafo relacionado con aquel acontecimiento... y no parece muy contento.
Vale, todo en este capítulo resulta algo predecible, pero no por ello aburre en exceso. Está majo, y más tras el previo y su naturaleza atípica. Dirige un clásico de la casa, John Harrison.
Lo más llamativo de ambos es que la habitual comida de polla al fan a base de guiños, homenajes y demás, no asoma por ningún lado. Ni siquiera los actores disponen de un currículum llamativo en ese sentido. Únicamente Ruth Codd, y su fea faz, en "Twenty Minutes with Cassandra", que venía de interpretar un rol en "La caída de la casa Usher" según Mike Flanagan (hermano del arriba citado Jamie... ¡¡uuuuh, enchufeee!!), y por mucho que me gustase esa serie, tampoco podemos considerarlo méritos "fandomistas" (al menos no hasta dentro de quince o veinte años, cuando la nostalgia actúe).

Un escritor falto de ideas tiene acceso al sombrero que su héroe novelista solía usar cuando se encontraba ante un bloqueo creativo. Efectivamente, es "mágico" y, al ponérselo, se convierte en una máquina de fabricar best-sellers. Pero, claro, todo tiene un lado oscuro e insalubre.
Con "The Hat" recuperamos cierto espíritu "creepshowiano". Salvando prudentes distancias, sí vería esta historia como parte de su padre cinematográfico, no solo por lo narrado y el tono, también porque, a diferencia de la tanda previa, aquí se usa/abusa de los truquitos visuales habituales del clásico, aquellos que nos recuerdan que estamos leyendo un tebeo.
La comida de polla al fan es de lo más obvia, pero lógica dado el caso: el supuesto novelista, héroe del aspirante (quien luce un aspecto que ¿recuerda a Edgar Allan Poe?), se hace llamar "Stephen Bachman".... ¿lo pillan? Si no, son ustedes indignos.
Kailey y Sam Spear dirigen "The Hat" y la que sigue, "Grieving Process". Hermanas y gemelas, desde luego resultan harto peculiares y, visto lo visto, talentosas... aunque en su segunda intentona, la cosa brilla un poco menos.
La mujer de un chef famoso es asaltada por la calle y, a partir de ahí, se vuelve mala como el demonio, contrayendo un deseo incontrolable por devorar carne humana. Ello nos lleva al típico escenario del amante incondicional que sale en busca de víctimas para alimentarla. Nada nuevo. El resultado es decentillo, nomás.

En un arranque de ira, un pijillo mata a sus exigentes e inquisidores padres. Al poco reaparecen como fantasmas y siguen dándole la murga. El chaval conocerá a una antigua vecina con la que se liará para mayor disgusto de sus plasmáticos progenitores.
"Parent Death Trap" es una comedieta negra, medianamente simpática, pero poco más. Sigo sin localizar ningún nombre destacable, ni entre el reparto, los guionistas (que ya firmaron libretos de capítulos previos) o el director, Justin G. Dyck, con mogollón de subproductos navideños y románticos en su haber, y -creo- una única incursión previa en el terror con "Todo por Jackson", que he visto pero de la que no recuerdo absolutamente nada (mala cosa). Para completistas y devotos, señalar el sutil guiño al film original cuando el prota está de compras y localiza el cenicero con el que "Tía Bedelia" mató a "Nathan Grantham". Luego lo devuelve despectivamente a la estantería.
En "To Grandmother's House We Go" una palurda se casa con un anciano por su dinero. Cuando palma, la tipa cree que va a ser millonaria pero no, la hermana del muerto se interpone y, casi a modo de revancha, le encasqueta a su nieta para que ejerza de mamá. Años después, la hermana cae gravemente enferma y pide ver a la cría, así que esta y la palurda emprenden el viaje. A medio camino se llevarán la sorpresa de su vida encontrándose cara a cara con un licántropo.
Aunque no podamos acusar a la historia de simplona y lineal, lo cierto es que también resulta un pelo confusa y tontaina, con cita muy directa al cuento de "Caperucita Roja" y un final que no acabé de pillar. Todo ello es culpa/mérito de un personaje la mar de interesante, William Butler. Director eventual ("La caldera del infierno", "Mad House" y un porrón de roña digital para "Full Moon") y actor en reconocidas muestras del género ("Leatherface: La matanza de Texas 3", "La noche de los muertos vivientes" de 1990, "Ghoulies 2", "Viernes 13 - 7"...). También fue el guionista de las dos últimas entregas de "El regreso de los muertos vivientes", lo que oficializaría su ajustado talento para las letras.... pero no seamos tan duros, "To Grandmother's House We Go" se deja ver, es medianamente imprevisible -algo siempre agradecido- y el diseño del hombre lobo mola un rato. Dirige P.J. Pesce... pofale.

Continuará...
Creepshow TV (4ª temporada)

martes, 10 de diciembre de 2024

BEN & ARTHUR

No conocía yo este pequeño clásico del cine homosexual de más baja alcurnia. Resulta que, a pesar de tenerlo todo en su contra, posteriormente a su estreno consiguió un culto más o menos considerable, no ya entre su público natural (el gay), sino entre el público de cine malo. Por supuesto, se encuentra en la dichosa lista de peores películas de la historia. En cierto modo no es justo, ya que, más que una de las peores películas, “Ben y Arthur” es, en todo su esplendor, una película amateur.
Un joven con sueños Hollywoodienses llamado Sam Mraovich decide poner todos sus esfuerzos en triunfar en la meca del cine. No lo consigue, pero cae en la cuenta que existe algo llamado cine independiente que, para su ópera prima, decide que quiere probar. Así, toma su cámara de vídeo, su trípode y sus ahorros para escribir (en seis meses) dirigir, producir, protagonizar y musicar, lo que en el papel es una dramática historia con un desenlace desgarrador. Paga sueldos a los actores que ha de utilizar y durante el rodaje se da cuenta que, igual, hacer una película no es tan fácil, pero, lejos de tirar la toalla, la lleva a buen puerto, montándola en un ordenador vulgar y corriente con la ayuda de su hermano, Chris Mraovich, que se desenvuelve bastante bien con las computadoras. El siguiente paso es enviar su película a los distintos distribuidores sin que, naturalmente, ninguno de estos le haga caso.
Ni corto ni perezoso, Mraovich juntó más dinero, a pesar de todo lo que había gastado, con el fin de alquilar una sala de cine, de este modo proyectaría su película para mostrársela a otra decena de productores a los que invitaría a la "premiere", y al público que quisiera verla.
Y no le salió mal la cosa porque, una pequeña distribuidora especializada en cine gay, "Ariztical Entertainment", decidió moverla y editarla posteriormente en dvd. ¿Por qué?, probablemente no sea por el raccord asesino que posee la película, ni por el audio sin solapar en un solo "frame", ni por la absoluta negación para la dirección (e interpretación) que se gasta Mraovich, sino porque en aquella proyección hubo risas en todas las latitudes. Y es que no es para menos; Cuenta la historia de dos pizpiretos homosexuales que, entusiasmados, planean un viaje a Hawaii con el fin de celebrar allí su boda tras recibir la noticia de que, en ese estado, por fin es legal que dos hombres se unan en matrimonio. Su gozo cae en un pozo cuando, tras sacar los billetes de avión, el gobierno decide recular en la decisión de legalizar el matrimonio homosexual, quedándose ambos chavalotes para vestir santos. Aprovecharán que no viajan a Hawaii para que uno de ellos pida el divorcio a su esposa a la que hace tres años que no ve (!). Finalmente se van a Vermont, lugar donde la boda gay sí es legal, y se casan.
El Arthur del título decide ir a visitar a su hermano, un tipo con el pelo oxigenado que parece homosexual y redomado, pero no; resulta ser un fanático religioso heterosexual decidido a sacar el demonio del cuerpo a Arthur y Ben por las vías más elementales: agua bendita y exorcismos. No lo consigue.
En una de estas, el padre de la iglesia que frecuenta el fanático religioso decide echar a su feligrés por miedo a que, al ser hermano de un homosexual, se le llene la parroquia de demonios. Y como este muchacho no quiere que le repudien, le dice al párroco que está dispuesto a lo que sea con tal de quedarse. Y con lo que sea, se refiere a asesinar a su hermano. La cosa acabará como el mismísimo rosario de la aurora.
Desde que se estrenó, “Ben & Arthur” ha sido motivo de ira y mofa, pero Mraovich agradece el que su película haya engrosado las filas del cine malo porque, de otra manera, jamás habría recibido la atención, incluso internacional, que esta ha recibido.
Como digo, es una película amateur y como tal yo creo que merecía otro tratamiento, pero al margen de eso, lo delirante del argumento, la paja mental que supone una trama en torno a la homosexualidad, fanáticos religiosos, demonios y todo ello aderezado con unos toquecitos de thriller, no me ha dejado indiferente en ningún momento, máxime cuando el único personaje heterosexual, un beato, villano que, como todos los buenos villanos, engrandece la película, es en realidad un homosexual con más pluma que un pavo real; el actor de cine porno gay Michael Hashboush, incapaz de convencer como heterosexual ultra religioso. Los americanos esto lo ven como un gran motivo de mofa, cómo no. Mraovich se defiende diciendo que buscaba que el público lo identificase con un homosexual que odia su propia condición.
Por otro lado, destaca el gran ego de Mraovich, que no solo no sale de plano en la película, sino que su nombre aparece 20 veces en total durante los créditos. No está mal. Asimismo, resulta desconcertante la carátula de la película, con el co-protagonista (no Mraovich) en primer término, mientras al fondo, difuminado, vemos al actor/director sosteniendo una pistola… Y bueno, alguna vez vi en algún lugar esta carátula, no llamándome en absoluto la atención al suponer que se trataba de una vulgar película indie de la era Wenstein. Mi madre, lo que me perdí.
Uno ya ha visto de todo, y no voy a decir que esta película, a la que en USA llaman el “The Room” de los gays (esto es mucho peor que la de Wiseau), me haya fascinado como tantas otras películas de factura similar, aunque “Ben & Arthur” es genuina e ingenua, cine malo en todo su esplendor. Pero sí la he visto sin pestañear, me he echado unas muy buenas risas y, lo más importante, contiene momentos, situaciones e interpretaciones que, todavía hoy, me han sorprendido. Y solo por eso, merece ser tenida en cuenta, pero sin rasgarme las vestiduras en absoluto.
“Ben & Arthur” es de 2002; Mraovich tardaría 18 años en rodar su segunda película que, si mal no me equivoco, todavía no tiene distribución. En fin.

sábado, 7 de diciembre de 2024

ANTROPOPHAGUS II

La premisa de esta película es sumamente ridícula: Un grupo de estudiantas, todas chicas jóvenes atractivas luciendo palmito, y su profesora (MILF, por supuesto), se adentran en las entrañas de un tétrico y viejo bunker / museo, dispuestas a confinarse todo un fin de semana. Las guía un tipo de siniestrísimo aspecto y actitudes. Ya de noche, y encerradas a cal y canto, una de ellas comenta lo perfecta que sería la situación para una historia de terror, con mozas siendo atacadas por alguna clase de demente oculto en los túneles. Tu lo has dicho, querida. Eso es justamente lo que veremos los siguientes minutos (afortunadamente no excesivos, la cosa queda en 87). El susodicho empiezan siendo dos, luego es uno, y al final son ¿tres? No importa, la cuestión aquí es que se trata de un caníbal, y uno muy glotón. Cada vez que caza a una chica, y la somete a toda suerte de gráficas y detalladas mutilaciones, devora alguna parte de su cuerpo con ansia y delectación, lo que empuja a que nos preguntemos de dónde saca tanta hambre (y cómo logra conservar la delgadez). ¡¡Pero si hace cinco minutos ya te has papeado el cerebro de otra, muchacho!! contrólate o al final tendrás diarreas.
Y sí, estamos ante la supuesta secuela oficial -y tardía- de "Gomia, terror en el mar Egeo". Obviamente, no cuentan aquí aquella especie de seudo-segunda parte firmada en su momento por Arsitide Massaccesi himself bajo el alias -según donde- de Peter Newton, "Terror sin límite / Absurd", ni tampoco el espantoso remake del espantoso Andreas Schnaas, afortunadamente retirado desde hace años, "Antropophagus 2000". ¿Y cuela esta nueva secuela como genuina continuación? Hombre, pues no mucho. Lo cierto es que "Antropophagus II" es un slasher bastante rutinario que no guarda ninguna clase de vínculo, ni narrativo, ni estético, "ninada" con el film de 1980. Lo único, pues la extracción de un feto por la vía bestia, pero incluso ello se muestra de modo menos bruto e imaginativo que como procediese George Eastman en aquella.
Abundan las salidas absurdas, en consonancia con la misma trama: huyendo del horror experimentado, una chavala decide separarse del grupo para descansar un ratico -y, claro, pasa lo que pasa- o esa otra que se presta a ejercer de cebo y, en lugar de salir por patas en cuanto ve al asesino echársele encima, se queda ahí, paradica, esperando -y, claro, pasa lo que pasa-. No obstante, y aunque suene a lo contrario, he consumido cosas mucho peores que este "Antropophagus II" (sin ir más lejos, "Antropophagus 2000"). Es medianamente soportable y en cuestiones técnicas cumple decentemente. De hecho, me sentí algo defraudado porque esperaba más cutrismo, más desvergüenza y un grado muchísimo mayor de gore y crueldad, siguiendo un poco el modelo germano (salvo el de Schnaas, por supuesto). Y no. Sangre y mutilaciones las hay a cholón, pero nada que el aficionado medio no haya visto antes.
Dario Germani, director, comenzó su carrera con comedias, dramas y documentales. A partir de la reseñada, se especializa en terror y thriller. Lo más curioso es ver cuales son algunos de sus próximos lanzamientos: nuevas aventuras de la Emanuelle con una eme que, esperemos, contrarreste mediante nociones exploitativas las maneras finolis, respetables y feministoides de la reciente readaptación de la "Emmanuelle" original -con dos emes- y, ojo al dato, otra del caníbal glotón: "Antropophagus Legacy".
Hablando de emanuelles y erotismos, por si se lo preguntan, el nivel de este en "Antropophagus II" está peligrosamente próximo al cero absoluto. Especialmente contando con bambinas más que sexys (entre las que destaca, a gusto personal, la maggiorata Chiara De Cristofaro) Los pocos desnudos se producen a medio gas y en situaciones nada sensuales. No se puede tener todo.
A la hora de ilustrar esta entrada, en lugar del soso póster italiano, me he decantado por el mucho más gráfico y malicioso -pero honesto, no engaña ni lo más mínimo- que luce el blu-ray Alemán (¡putos Krauts enfermos!), donde se conoce a la película como "Man-Eater". Curiosamente, así se tituló el film de Massaccesi en esos mismos lugares, lo lógico pues hubiese sido bautizar "Man-Eater 2" al de Dario Germani... vamos, digo yo
 (¡putos Krauts chalados!)

jueves, 5 de diciembre de 2024

FRUSLERÍAS VIDEOCLUBISTAS

Aunque con el transcurrir de los años (y el notorio descenso de la economía) mi devoción por el formato VHS ha perdido intensidad, en mi fuero interno sigo amándolo -y añorándolo- como siempre, y como tantas veces he demostrado en este ciber-antro. Por ello, cuando caen en mis manos un par de papelotes relacionados con esos tiempos, y esas prácticas, me urge el acto de escanearlos y mostrárselos a aquellos de ustedes que compartan mi enfermedad, es decir, dar valor a dos chorradillas fútiles como estos certificados de origen / garantía según "RCA / Columbia Pictures" y "Lauren Video Hogar" -cedido amablemente por el bueno de Tío Vicente-, que acompañaban a las respectivas cintas, bien metidos en sus estuches, calentitos y resguardados del vil exterior.
Mírenlos atentamente, regodeense en ellos.... ¿verdad que casi pueden tocarlos, incluso olerlos? ¿verdad que sienten como su adrenalina se altera mientras una sensación entre devoción y dolor va arremolinándose en su cerebro? Enhorabuena, son ustedes unos fanáticos de los mágicos tiempos en los que las estanterías repletas de caratulas coloridas, sitadas junto al señor antipático de mostacho y camisa amarillenta que les atendía, formaban parte de su normalidad. Dicho de otro modo, son ustedes nostálgicos incurables de una época dorada que ya no volverá.... pero tuvieron el infinito privilegio de vivir en su apogeo.
Son ustedes... somos todos nosotros... unos suertudos.



martes, 3 de diciembre de 2024

LA PRIMERA MIRADA

Luis E. Parés, aparte de amigo de esta casa, es historiador cinematográfico especializado en cine español, divulgador y director artístico de "Cineteca Madrid". Pero, además, es actor ocasional y director de cine vocacional que, tras su experiencia con varios cortos, debuta en el largo documental con una de esas películas para las que no hace falta rodar ni un solo plano, construidas a base de material de archivo que, según cómo las montes, o según el ritmo, la voz en off, etcétera, quedará mejor o peor porque el material de base ya lo rodaron otros en su momento. Y hay que ser muy hábil para que, en cualquier caso, el resultado de una película de estas características no acabe siendo un absoluto coñazo. Parés lo es (hábil), hace un uso del "off" casi minimalista, pero más allá de eso, su película parte de un material lo suficientemente interesante e ignoto como para que su trabajo no se vea resentido, ni se pueda poner en duda su labor como director / seleccionador / montador del puzzle al que el espectador se va a enfrentar.
Y es que en “La primera mirada” Parés pone a nuestro servicio su labor de historiador / investigador, montando una película en la que se nos enseña todo un muestrario de extractos de cortometrajes, prácticas y trabajos de fin de carrera de muchos de los más destacados miembros del "Instituto de Investigaciones y Experiencias Cinematográficas", creado en una España pobre y asolada por los horrores de la guerra (y el franquismo) en 1947, y por donde pasaron una buena parte de los directores más relevantes de la historia de nuestro cine —Bardem, Berlanga, Martín Patino o Saura—, pero, también, otros con la misma relevancia pero anclados en su carrera posterior en los márgenes del cine convencional, como puedan ser Jess Franco o José María Zabalza. Con lo cual vemos trocitos muy bien combinados de todos estos trabajos prácticamente amateur según esos interesantes cineastas. Parés pone orden y contexto, nos lo cuenta sin necesidad de mostrar nada que no sea material de archivo, con un uso somero de las voces en off que nos explican lo que vamos viendo de una manera harto didáctica y, lo que es más importante, entretenida. Por lo que disfrutamos y aprendemos durante la escasa hora y cuarto que dura la cinta. Una película estrictamente “Paresiana”; lo que podemos esperar de un realizador como Luis E. Parés.
Por supuesto, el valor, el arte, el talento están en cómo combina, narra, explica y da ritmo a esta serie de imágenes añejas. El cineasta lo hace de manera exquisita, elevada si me apuran. Pero seamos serios: Con buena picha bien se jode. Considerando todo el material a disposición, muy necio o torpe tiene que ser uno para no montar una buena película… Sin embargo, está bien que se trate de Parés, aunque únicamente sea por su trayectoria, quien se haya encargado de parir algo como esta “La primera mirada”. Por supuesto, la película ha pasado por festivales como el de Rotterdam o la Seminci, pero, en cierto modo, tampoco deja de ser esto una película a los márgenes de lo convencional.
Contamos, así mismo, con las voces en off de Aitana Sánchez Gijón y Pedro Casablanc narrándonos de forma aséptica lo que Parés tiene que contarnos sobre la que es la primera escuela de cine en España. Está muy bien, qué coño.