viernes, 4 de agosto de 2023

CUANDO ALMANZOR PERDIÓ EL TAMBOR

Era tendencia en nuestro cine popular de los años 80, que cuando una fórmula funcionaba bien, fueran varios los que la copiaran copando la cartelera de títulos de similares características. Y, mira tú por donde, el que solía traer esa fórmula solía ser siempre Mariano Ozores, que abría la veda para que directores, no necesariamente segundones, se sumaran al estilo que en ese momento cultivaba Mariano. Cuando Ozores se metió de lleno en aquellas películas con el divorcio como telón de fondo, por ejemplo “¡Qué gozada de divorcio!”, pronto llegaría Summers a hacer los propio con “El primer divorcio” y, copiando descaradamente, Juan Bosch con “Caray con el divorcio”.
“Cristóbal Colón… de oficio descubridor” fue el pistoletazo de salida que dio inicio a la popular trilogía de parodia histórica, el spoof autóctono, tres títulos de gran tirón popular producidos por José Frade, y en los que la mayor baza cómica consistía en los anacronismos y los chistes de política de la transición. Las tres películas partían de hechos históricos que, con cierto rigor a la hora de ser planteados, acababan siendo destrozados por los chistes sobre UCD o Alianza Popular. La mejor de todas, naturalmente, sería “Cristóbal Colón… de oficio descubridor”, por supuesto, dirigida por Mariano Ozores. A esta le seguirían, más mediocres, “Juana La Loca… de vez en cuando” con Lola Flores y dirigida por José Ramón Larraz, y “El Cid Cabreador” de Angelino Fons y protagonizada por Ángel Cristo. A este combo podíamos sumarle esa joya del cine valenciano parido desde la contracultura como fue “Que nos quiten lo bailao” de Carles Mira, no nos olvidemos de “La Biblia en Pasta” de Summers y la que nos ocupa, “Cuando Almanzor perdió el tambor”.
Pese a tener en plena forma a toda la plana mayor de la comedia popular española, esto es: Antonio Ozores, Juanito Navarro, Florinda Chico, Quique Camoiras, Luis Varela, Vicente Parra, Ricardo Merino.., sin lugar a ninguna duda “Cuando Almanzor perdió el tambor” es la peor de todas estas películas. Un intento de Luis María Delgado por recoger los frutos sembrados por la trilogía de Frade a destiempo y cuando la fórmula ya estaba más que agotada.
La acción se traslada al año 1002 cuando Almanzor tenía bajo su yugo a los cristianos y estos debían pagarle el pertinente tributo. Almanzor pide en pago doce doncellas y, a no tener ninguna disponible, lo que los Reyes Cristianos le envían es a doce putas. El festival de lo vulgar, lo chabacano y lo soez, está servido.
Una parodia histórica de menos de hora y media, con mucho menos presupuesto del que este tipo de películas solían contar y una dirección bastante apocada y perezosa por parte de otro de nuestros artesanos más exitosos, Luis María Delgado. Una metralleta de chistes de fútbol, política y guardias civiles que pierde fuelle a medio camino. Suerte que la presencia de Antonio Ozores, que suelta chascarrillos e improvisaciones a cascoporro, salvan de la quema una película que es de lo peorcito de aquellos años. Cosas como el memorable comienzo, con un plano de Ozores vestido de Almanzor subido a caballo y limpiándose las gafas con un Kleenex (y de la marca Kleenex como reza la cajita que lleva), consiguen que el espectador se ría. Pero nada más. Cuando no está Ozores en plano, el resto es terriblemente tedioso. Y, para más inri, no tenemos NADA de destape. Desde luego, “Cuando Almanzor perdió el tambor” es una auténtica rara avis de la época. Sin chispa, sin gracia, pero una rareza.
También resulta positivo, aunque cutre, que, nada más comenzar la película, una voz en off nos va introduciendo en la historia, acompañándose por una serie de bonitas ilustraciones hechas para lo ocasión por José Ramón Sánchez. El póster original de cines también es cosa suya. Y Sánchez siempre ha sido una maravilla.
El resto ¡No se toca! ¡Caca!