
Un pajarraco de gran tamaño (y ojo, rodeado de antimateria, por lo que se deduce que es extraterrestre!!!) llega a la tierra dispuesto a criar a su retoño y comerse unos cuantos seres humanos. Suerte del almidonado prota, la repipi de su novia (que sale de la habitación para que él pueda ponerse los pantalones!, y encima a petición del varón... no me creo que en esa época fuesen TAN gilipollas) y los militares buenchas de siempre que lucharán para detenerlo.
A ver, la lista de sandeces es tal que no sé si lograré resumirlas todas. Naturalmente la palma se la lleva el monstruo... de un aspecto tan y tan patético que a uno le despierta la compasión. Casi parece un personaje de dibujos animados por su grotesco aspecto y esa cara de tonto a la que, encima, le dedican numerosos primeros planos (No he podido evitar dejarles una foto para que lo disfruten). Las secuencias de ataque aéreo son la risa, pero ya no sólo por las maquetas (o los muñecos de soldaditos en paracaídas

Pero lo mejor para el final. Tras una hora intentando cazar al bicho de marras, y tras conseguir derribar su "escudo de anti materia" gracias a un ridículo aparato que parece que lance pedos, le meten un par de tiros y, sin expresión alguna (lógico) el monstruo mete un graznido y, ¡flop!, se muere... vamos, ni 5 segundos... y de ahí a la aparición del "The End" tampoco crean que tardan mucho. Vamos, que la peli termina cuando aún te estás descojonando de la última patochada. Una hora y cuarto que dura... por eso se aguanta entera y sin avance rápido.
Es mala a flipar, pero también chorrea ingenuidad por todos sus poros y, después de todo, no aburre!, así que...