lunes, 9 de julio de 2012

MANOS, THE HANDS OF FATE

Según la crítica especializada, y los listados de “Peores películas de la historia”, los primeros puestos siempre de lo disputan los clásicos “Plan Nine from outer space” de Edward D. Wood Jr. y este “Manos, the hands of fate”. Desde luego, a mí me gusta más la segunda, porque considero, que mientras que “Plan 9”, es simplemente una aburrida película de ciencia ficción de bajo presupuesto, “Manos” es un claro ejemplo de lo que puede hacer un autentico manazas cuando le dejan una cámara.
De un culto atroz, “Manos” es un autentico festival de risas, que funciona igual tanto por separado como en comandilla, sin que ni una sola de esas risas fuera planeada por parte de su principal artifice. Un despropósito de la mano de un director que desconoce por completo las normas establecidas, y por lo tanto hasta la persona menos acostumbrada a ver cine, detecta que ante lo que estamos, algo falla. Una familia formada por papá inútil, mamá estúpida e hija border line, deciden irse de vacaciones (sin maletas ni nada), pero se pierden por el camino, yendo a parar a una sucia casa custodiada por un tal Torgo. La casa pertenece a una especie de brujo que tiene confinadas ahí a sus seis esposas, y según el dios al que adora, un tal Manos, ahora tiene que desposar también a la nueva mujer que ha llegado a la casa. La cosa se complica cuando Torgo, decide que su amo ya tiene demasiadas esposas, y que esta le vendría muy bien a el.
Ineptitud en todo, en el rodaje, en el montaje, en la escenografía. Tiene unos desenfoques y unos desencuadres que son una delicia. La banda sonora a base de ritmos Jazzis, sin embargo, es muy bonita, pero intuyo que lógicamente, esta es robada. Pero en lo que “Manos, the hands of fate” destaca a un nivel de retraso mental absoluto, es en las interpretaciones y en los diálogos.
Se lleva la palma el guardián de la casa, Torgo, es una especie de vagabundo que no cesa de gesticular, que no para de cojear y de moverse… intuimos que tiene parkinson, si no fuera porque ya avanzada la película, el tipo deja de moverse de esa manera, y gesticula algo menos. El actor en cuestión es John Reynolds, un yonkie en la vida real que murió poco después del rodaje. Cuenta la leyenda, que el motivo de su sobreactuación, es porque en momentos puntuales del rodaje, Reynolds estaba sufriendo el mono. Verdad o no, me gusta creérmelo.
En cuanto al director Harold P. Warren, interpreta también al patriarca de esa estúpida familia, otro ejemplo de idiotez, tanto delante como detrás de las cámaras. A este le pasa lo contrario que a Torgo, que no se mueve. Tampoco movía la cámara… P. Warren, después de esta película, no volvió a hacer nada, ni de cine, ni de nada. No me extraña en absoluto, pero hubiera molado ver la evolución del director, si le hubiera dado por volver a meterse en uno de estos berenjenales.
Sin embargo, quien le iba a decir a el, que su película, ninguneada en su momento, se iba a convertir en una de las películas más famosas del cine Trash universal, que iba a ser seguida por miles de fans, y que a día de hoy goza de una potente edición en DVD y de montones de proyecciones a lo largo y ancho de Estados Unidos.
Y es que estamos ante un clásico único e irrepetible, que para deleite del aficionado español, lleva un tiempo circulando con subtítulos por la red, que yo hasta hace poco la vi en inglés y a pelo, y la experiencia no es igual de satisfactoria.