Mark Millar es uno de los mejores guionistas de comics, pero no es lo que se dice 100% original. Sus historias suelen partir de una base ya asentada a la que su mente da un nuevo giro y es, a partir de ahí, que empiezan sus historias. Por ejemplo (hablando de sus cómics llevados al cine) "Wanted" se basa en que los supervillanos han acabado con todos los superhéroes del planeta y ahora gobiernan el mundo sin que nadie lo sepa, en "Kick Ass 1 y 2" se baó en el fenómeno del superhéroe reales pero llevándolo a límites extremos, en "Némesis" (que tiene prevista su adaptación a cine) nos cuenta que pasaría si un inteligentísimo multimillonario como Bruce Wayne en vez de en Batman se convirtiese en su versión terrorista, y en esta "Kingsman, servicio secreto" reinventa, más que dar ese giro, el género de espías.
Matthew Vaughn ha adaptado ya dos cómics de Millar, "Kick-Ass" y esta "Kigsman" que nos ocupa. Las dos tienen la misma peculiaridad, la sangre que hay en ellas es un recurso cómico, nunca algo feo y desagradable. También sus coreografías de lucha y movimientos de cámara son similares, teniendo predilección por uno especifico que en pantalla luce muy bien, el protagonista salta por encima de un enemigo con las piernas abiertas mientras boca abajo, y en el aire, descerraja varios tiros a otros masillas, véase carne de cañón. Todo en pos de la espectacularidad y del momento “¡¡Guaaaau!!” ese en el que el espectador se queda con la boca abierta y los ojos como platos.
Los Kingsman son una organización secreta que no está al servicio de su graciosa majestad, sino que al del bien global. Unos James Bond cuyos nombres código son los de los caballeros de la mesa redonda. Cuando uno de ellos fallece, se organizan unos entrenamientos para seleccionar a quien ocupe su lugar. Cada Kingsman presentará un candidato, y si pasa las pruebas, lo que conlleva sobrevivirlas, ocupara su lugar en la mesa.
Hay una nueva vacante, así que Harry Hart (Colin Firth) elige como su protegido y candidato al hijo de un excompañero que le salvó la vida. Este es Eggsy (Taron Egerton) un cockney (un cani ingles) que la mala vida que ha llevado le ha hecho así, porque realmente es un muy buen atleta y un tío avispado. La tradición manda que los candidatos a Kingsman sean de sangre azul, por lo que desde el principio Eggsy es el objetivo de las burlas de sus compañeros. Como no podía ser de otra forma acaba llegando a ser de los mejores, y al final salvará al mundo del malvado y alocado plan de un magnate de internet interpretado por Sammuel L. Jackson y su ayudante, una mujer que en vez de piernas lleva dos espadas.
Como adaptación es un 98% fiel al cómic, no como pasó con "Wanted", así que, si has leído el cómic, ya sabes todo lo que va a ocurrir, pero aun siendo este el caso, su visionado es muy recomendable, no solo por lo espectacular de la película o sus toques de humor, sino por ver a un Colin Firth, en su etapa ya madura, que no tiene que envidiar a ningún actor de acción con 20 años menos. Sus escenas son sencillamente sublimes, desde simplemente estar ahí de pie, algo que ya su pose británica le confiere cierto halo de magnificencia, hasta los momentos en los que pelea y dispara como si estuviera dentro de la cabeza de John Woo.
Entretenidísima y muy muy divertida, de las mejores películas estrenadas este año en nuestro país.
Matthew Vaughn ha adaptado ya dos cómics de Millar, "Kick-Ass" y esta "Kigsman" que nos ocupa. Las dos tienen la misma peculiaridad, la sangre que hay en ellas es un recurso cómico, nunca algo feo y desagradable. También sus coreografías de lucha y movimientos de cámara son similares, teniendo predilección por uno especifico que en pantalla luce muy bien, el protagonista salta por encima de un enemigo con las piernas abiertas mientras boca abajo, y en el aire, descerraja varios tiros a otros masillas, véase carne de cañón. Todo en pos de la espectacularidad y del momento “¡¡Guaaaau!!” ese en el que el espectador se queda con la boca abierta y los ojos como platos.
Los Kingsman son una organización secreta que no está al servicio de su graciosa majestad, sino que al del bien global. Unos James Bond cuyos nombres código son los de los caballeros de la mesa redonda. Cuando uno de ellos fallece, se organizan unos entrenamientos para seleccionar a quien ocupe su lugar. Cada Kingsman presentará un candidato, y si pasa las pruebas, lo que conlleva sobrevivirlas, ocupara su lugar en la mesa.
Hay una nueva vacante, así que Harry Hart (Colin Firth) elige como su protegido y candidato al hijo de un excompañero que le salvó la vida. Este es Eggsy (Taron Egerton) un cockney (un cani ingles) que la mala vida que ha llevado le ha hecho así, porque realmente es un muy buen atleta y un tío avispado. La tradición manda que los candidatos a Kingsman sean de sangre azul, por lo que desde el principio Eggsy es el objetivo de las burlas de sus compañeros. Como no podía ser de otra forma acaba llegando a ser de los mejores, y al final salvará al mundo del malvado y alocado plan de un magnate de internet interpretado por Sammuel L. Jackson y su ayudante, una mujer que en vez de piernas lleva dos espadas.
Como adaptación es un 98% fiel al cómic, no como pasó con "Wanted", así que, si has leído el cómic, ya sabes todo lo que va a ocurrir, pero aun siendo este el caso, su visionado es muy recomendable, no solo por lo espectacular de la película o sus toques de humor, sino por ver a un Colin Firth, en su etapa ya madura, que no tiene que envidiar a ningún actor de acción con 20 años menos. Sus escenas son sencillamente sublimes, desde simplemente estar ahí de pie, algo que ya su pose británica le confiere cierto halo de magnificencia, hasta los momentos en los que pelea y dispara como si estuviera dentro de la cabeza de John Woo.
Entretenidísima y muy muy divertida, de las mejores películas estrenadas este año en nuestro país.