Sea como fuere, la película ya está en la red. Como
resistirse.
Y ciertamente, no decepciona en cuanto a lo que espero ver
cuando me pongo a ver una película de Martín Garrido padre.
Cuenta la historia de un funcionario cojo que vive con su
madre paralítica la cual es una autentica arpía. Ante tal tesitura, decide
poner en marcha un maléfico plan. Esa sería
grandes rasgos la sinopsis. Porque para comprender la película no basta
con verla, he tenido que consultar un argumento en la red, porque lo que yo he
visto tiene que ver con esto y no. En primer lugar por la confusión que genera
la película en si misma; no sabemos si nos está contando una serie de
flashbacks, si es que los actores hacen varios papeles que se repiten en
historias entremezcladas o que demonios estamos viendo. Porque “El hijo Bastardo
de Dios” es un caos argumental absoluto. Y no digo esto como motivo de
denuncia, sino para ensalzar las virtudes de la película. Porque allí donde los
demás ven una mierda, yo veo surrealismo puro –no el de la película, si no el
del propio Garrido-, unas ganas tremendas de contar algo retorcido hasta
limites extremos que se ve truncado por el limitado presupuesto –de hecho en
una habitación ruedan de día, y aún así, tienen que encender las luces de
dentro para que la escena se ilumine bien, y eso se muestra en la peli sin
disimulo alguno- pero también por las limitaciones de Garrido como director. A
lo que voy es; con poco dinero para la producción y con nociones básicas de
dirección ¿por qué enrevesar tanto el argumento? Encima monta la película de
manera desordenada cronológicamente, con lo cual ese caos es mayor aún. Pero es
que Garrido, o lo enrevesa o revienta, porque así funciona él. Y además le
gusta el resultado. Y se gusta él. Y a mí me encanta su universo. Y me encanta
la película.
Entonces decir que esta película es malísima, como he leído
por ahí, es no hacer justicia a una película que si es mala, al menos tiene dos
cojones, que si es rara, celebro que así lo sea, y si es una tomadura de pelo
no es por voluntad propia. Garrido crea y ahí nos lo muestra. El resto, emitir
juicios a esta peli con la misma mentalidad con la que enjuiciaríamos cualquier
otra película española, no solo es cosa nuestra, sino también, es ser un
ingenuo. Tampoco me vale la actitud esa de “Esta película es tan mala que es
buena”, porque hay un complejo universo detrás de ella – la mente de su
creador- que la convierte en otra cosa. Garrido sabe que tiene que jugar
siempre con el San Benito que se le ha colgado de que es muy malo todo lo que
hace, y procurando salir airoso en eso, ha creado la película más rara del cine
español.
Y provocando, poniendo sus ojos en el “Torture Porn” de la
década pasada, e incluso en el cine de su hijo, Martín Garrido Barón del que
también mama –ambos se retroalimentan-, crea una película violenta y perturbadora que
consigue convertirse, salvando las distancias, en el “A Serbian Film” de Martín
Garrido. Sin tener nada que ver, claro.
Entonces, si le he de poner una pega (que las tendrá a
millones, pero me FASCINA el cine de Martín Garrido) a la película, son los actores. Son
espantosos. Pero ni tan siquiera eso merma el resultado. Si los actores fueran
buenos o creíbles, igual “El hijo bastardo de dios” no sería tan espantosa, y
por lo tanto no sería tan única y especial. Porque que quieren que les diga;
para mí una puta mierda es la familia Trueba, Fernando, David y Jonás Groucho,
para mí una puta mierda es Alejandro Gonzalez Iñárritu, y no Martín Garrido.
Porque cuando el hecho de rodar se convierte en una odisea en todos los
sentidos, tu película se convierte en una carta de amor al cine. Y “El hijo
bastardo de Dios”, lo es.
Y si, sería la mejor película de Martín Garrido, aunque a
estas alturas no sepa todavía que para dotar de ritmo las conversaciones es
mejor hacer un plano contra plano, que un plano fijo.
En definitiva: Asombrosa.