Por otro lado, mencionar la absurda asociación que se hacía
con otro personaje del cómic (del que también se editaron tiras en horizontal
en españa) argentino, en este caso la Mafalda de Quino, que llegó de ir de la
mano del perro para la sociedad española de los ochenta, ninguneando al
verdadero protagonista del universo Snoopy, que era Charlie Brown, o como se le
conoció en España y Latino América, simplemente, Carlitos.
Con esta perorata nostálgica, solo quiero decir que ¿Cómo no
voy a ver la última película de Snoopy, si desde que tengo uso de razón este
personaje ha estado presente en mi memoria? Quiero decir, que efectivamente,
este personaje me acompañó durante la infancia. No con los cómics, que no
recuerdo haber leído Snoopy, pero si con el merchadising –muñequitos, tarjetas
de cumpleaños, camisetas- y sobretodo, los largometrajes de animación. Recuerdo
ver setecientas veces en beta la ñoña
“Snoopy vuelve a casa”, y tantas otras cuyos títulos la memoria no me alcanza a
recordar.
Pero ahora ha tocado enfrentarse a la adaptación del cómic
de Schulz de 2015, con animación generada por ordenador, en 3D y en los tiempos
que corren.
Entonces, teniendo en cuenta que a mí la animación no me
gusta nada –pero nada de nada- y que la película tiene pinta de estar concebida
para niños muy pequeños, he de decir que “Carlitos y Snoopy: La película de
Peanuts”, me ha parecido horrorosa.
Por un lado, se cuenta el enamoramiento de Carlitos hacia su
nueva vecina, una niña pelirroja, y las inseguridades que le asolan y no le
dejan desenvolverse como a él le gustaría. Por otro lado, el perro Snoopy, lo
flipa en el tejado de su caseta, imaginando que la pilota por los aires y se
enfrenta al mismísimo Barón Rojo –no me refiero al grupo de heavy-.
Con estas dos tramas como base, los personajes secundarios,
tan atractivos o más que Carlitos y Snoopy, quedan relegados a la mera
presentación, para centrarnos en estas dos premisas, que resultan flojas a
todas luces. Porque los papás, más o menos pueden fliparlo recordando su
infancia, pero, realmente, la película está ideada para que los niños de hoy
conozcan a los personajes –que no les gustarán por ñoños- y sin embargo nos los
muestra como si todo el público ya tuviera que, por narices, conocerlos de
sobra a todos. Pues no. Suspende.
Sin embargo, y aún pensado que una nueva adaptación de los
personajes al cine, siempre va a ser mejor si usan animación tradicional,
quiero romper una lanza a favor de la animación C.G.I. usada en la película,
porque en lugar de hacer cutres readaptaciones al 3D, como pasó con algunos de
los recientes largometrajes de Popeye, o de Grafield, se apuesta por un tipo de
animación muy curioso, en el que el 3D intenta imitar la animación tradicional,
dando una serie de esferas y texturas nunca vistas antes en una pantalla –o eso
creo-. Entonces, no es que sea mejor que la animación tradicional, pero al
menos veo a los personajes y los reconozco sin que chirrien. De hecho, los
cuatro trazos que se usaron en la creación de los mismos años atrás, se respeta
en esta nueva versión, siendo, también, cuatro trazos sobre las esferas en 3D
que representan sus caras.
Por todo lo demás, un autentico coñazo que aburre a las
vacas, salvando únicamente, algunos pasajes aéreos protagonizados por Snoopy,
que no justifican el visionado completo de la película.
Realizada por la factoría de animación de la Fox, que ya
hizo la saga de “Ice Age”, dirige el mismo que dirigió las otras, el tal Steve
Martino.
Muy mala, pero véanla, igual les despierta la siempre bonita
nostalgia.
752.000 espectadores. No corren buenos tiempos para el cine,
en cualquiera de sus facetas.