Y aunque la crítica fue dispersa en cuanto a la película,
y aunque funcionó bastante
bien en la taquilla española, en el resto del mundo, y en particular en México,
la película fue un fracaso sonado. De hecho, cuando se hacen retrospectivas
sobre la carrera de Cantinflas, se suele obviar este film.
Sin embargo, es condenadamente entretenida y
sale airosa tanto como adaptación del Quijote, como película independiente de
Cantinflas, sabiendo el director, Roberto Gavaldón, separar la paja del grano en todo momento, y
combinar ambos conceptos a la perfección sin que nada chirríe. Es más, yo que
no soy en absoluto devoto de Cantinflas –más bien me repele- he disfrutado de
la película en general, y de su presencia en particular.
Es más, las licencias que se toma el film –que Cervantes
aparezca en escena como espectador de lo que acontece, tomando notas para lo
que será su próxima novela o que pase por alto los pasajes más populares para
centrarse en las dos tramas principales
en las que se centra (el juicio del Quijote y el nombramiento como gobernador
de Sancho)- se antojan lo mejor de la película, así como las interpretaciones,
todas soberbias, y todo lo referente al diseño de producción, ambientación y
fotografía. Una factura técnica impecable. Y, como ya he dicho antes,
condenadamente entretenida, vaya, que es buena de cojones, muy a pesar de las
mierdas que durante años se han dicho de ella por ahí. También hay un
sector de la crítica, no obstante, que la tildó de mejor adaptación del Quijote
de cuantas se han hecho. Para compensar.
En defínitiva, que me ha gustado mucho y considero que
debería figurar como un clásico a tener en cuenta, y no como la cinta olvidada que, tristemente,
es en lo que se ha convertido.
El reparto es tan extenso, que les invito a consultar las
diferentes fichas que sobre la película, co-producción entre España y México,
existen en la red, y así me ahorran a mí un enorme listado.