La película cuenta la historia de un presentador de
televisión de “Late night”, Wally Sparks, de lo más políticamente incorrecto,
que conduce un programa en el que no tiene inconveniente en hacer humor de tono
sexual y de lo más grosero. Esto implica que tenga una fiel audiencia pero que,
por el contrario, los publicistas retiren
sus anuncios del programa pensando que lo cáustico del contenido manche
el buen nombre de sus productos, por que avisan a Wally de que tendrán que
cancelar su programa. Ante tal tesitura, Sparks pedirá una oportunidad para
seguir en antena, a cambio de llevar el
programa hacia otros derroteros más acordes con la América bienpensante.
Por otro lado, el gobernador, aspirante a una reeleción, se
la tiene jurada a Sparks, por lo que hará todo lo posible para que este
programa no continúe.
Cuando este se ve implicado en un escándalo sexual, Wally
Sparks y su programa, se implicarán a la hora de demostrar la inocencia del
gobernador.
Lo primero de todo; para aguantar bien esta película, hay
que sentir, al menos simpatía por el humor de Rodney Dangerfield, que es
bastante cazurro y de sal gruesa, no siendo el ingenio, precisamente, el fuerte
del humorista. Si Dangerfield cae mal, directamente, ver “Los Líos de Wally
Sparks” es lo más parecido a un suicidio lento.
Incluso gustándonos Dangerfield, esta película se antoja
como una tortura, primero porque tiene una duración de -¡agárrense!- 105 minutos, de los cuales, unos 60 trascurren
en una cena de gala a la que Wally Sparks ha sido invitado sin consentimiento
del gobernador. El ir y venir de Dangerfield en esa fiesta, soltando
chascarrillos y poniendo caras, componen el grueso de una película, que resulta bastante aburrida. Básicamente,
nada de lo que ocurre en ella, nos interesa. A eso añadan un par de niños
repelentes que darán la nota babosa a la trama, y tendremos un mejunje de lo
más pringoso y de difícil digestión
Y el es que el hecho de que un comediante sea bueno en
directo o en televisión, y que su mera presencia sea un éxito no quiere decir
que sus películas tengan que tener la misma calidad que él; a las pruebas me
remito. Las películas de Rodney Dangerfield, a rasgos generales, son bastante
flojas y sosainas. Hasta su mejor película “Regreso a la Escuela”, con Harold Ramis detrás y un estudio amparándola, resultaba ser, a fin de cuentas, algo
descafeinada y sosilla.
“Los líos de Wally Sparks” se gana a pulso la calificación
de puta mierda. Por sosa, aburrida, poco interesante y laaaaarga.
Por otro lado, la película cuenta con infinidad de cameos,
muy poco aprovechados, como puedan ser lo de Roseanne Barr, Tim Allen, Bob
Saget, el cantante Michael Bolton, o el rapero Sir Mix-A-Lot.
Dirige la función, con muy poca soltura, Peter Baldwin,
quien no se prodigó mucho en cine, pero que dirigió episodios de la mayoría de
series de televisión y sitcom de los ochenta y noventa, con bastante eficacia
en ese campo. De hecho, piensen en cualquier serie añeja, la primera que se les
venga a la memoria; Seguro que la ha dirigido.