Curiosamente, Keanu Reeves, uno de los rostros más deseados
de la década de los 90 y que, ya se moviera en terrenos independientes, como en
vehículos meramente mainstream, siempre
dio talla de galán, siempre fue el chico guapo de las películas. Aquí no, aquí
representa ser un nerdaco de tres pares de cojones que es usado y vilipendiado
por la jefa de animadoras. Aunque claro, es nerd porque en la película se
encargan de recordárnoslo cada dos por tres, porque en realidad, no lleva,
Keanu Reeves, ningún atrezzo, ni desarrolla alguna seña identificativa a tal
efecto; sigue siendo guapo y en la película parece guapo. Al margen de esta
intrascendente observación, decir que el parecido que se marca Reeves en esta
película con el contemporáneo Justin Long, es incluso alarmante. Aunque,
siempre, Long, es mejor actor que Keanu
“cara de palo-muévete-hostia” Reeves.
La cosa va de un individuo que se despierta de repente en
medio de la noche, en la gran ciudad, con un smoking blanco y lleno de mierda y
sin saber dónde está ni recordando una maldita cosa, por lo que tendrá que
averiguarlo. A base de flashbacks, comprobamos que se trata de la noche del
baile de graduación y que, siendo parte de una apuesta entre chicas, se dispone,
nuestro protagonista, a pasar una noche de mierda. Por suerte para todos, de
camino al baile, la cosa se complicará.
Ciertamente, y por no restarle uno de los pocos méritos que
tiene la cinta, se adelantó a “Resacón en Las Vegas” en aquello de contar una
historia a través de la falta de memoria de un individuo y tirando para atrás
en el tiempo, como también ocurría en “Memento”, sin embargo la destreza de
esta película para contar detalles que el espectador de primeras no ha visto,
es terca si la comparamos con la de las películas ahora citadas. Y es que “La noche antes”, es bastante
pesadita. Un poco plomo, aunque tan ligerita, que nos ponemos a verla y la
completamos, aunque durante el trayecto nos detengamos ante el móvil un par de
veces para consultar facebook.
Dirigida por Thom Eberhardt, responsable de la extraña “La noche del cometa”, se trata de una película consecuencia de un año bastante
ajetreado para el director, porque ese 1988, estrenaba dos películas que
incluso llegaron a compartir fecha en
las salas; una esta, la otra, mucho más divertida, “Sin Pistas”, la enésima adaptación de Holmes y Watson a la
gran pantalla, esta vez en tono de comedia, y con los rostros de Michael Caine
y Ben Kingsley. No tardaría, no obstante, en quedar Eberhardt relegado al mundo
de la televisión, dónde tampoco destacaría especialmente, ni donde
desarrollaría una fructífera carrera; si acaso un par de series y un par de telefilmes.
“La noche antes”, se estrenó en nuestro país directamente en
vídeo, y tampoco tuvo un paso dulce por los videoclubes. Siempre ha pasado
bastante inadvertida y ni siquiera se le profesa cierto culto por el hecho de
tratarse de una de las primeras películas de Keanu Reeves, como sí se le profesa
a la súper sobre valorada “Las Aventuras de Bill y Ted”, también de esa época.
Para ver después de la sobremesa y antes de la paja. Eso si,
para la siesta, ha de ser cojonuda.