viernes, 4 de febrero de 2022

EROS HOTEL (EL HOTEL DEL AMOR)

Según se cuenta, el trasfondo de esta película durante su preproducción era político, tratando de emular las películas exploit americanas que usaban ese tipo de reivindicaciones a la hora de mostrar teta en pantalla, darle un poco de enjundia al producto, no solo peludos coños y turgentes senos. Sin embargo, “Eros Hotel”, una vez rodada, resultó ser una más de las muchas películas “S” que se exhibieron en salas acondicionadas a películas de tal categoría antes de que el porno se legalizase, una mediocridad. Por otro lado, al tratarse de una co-produccion hispano- italiana, y al no existir en Italia una categoría como esa, el erotismo de esta película se queda un tanto descafeinado en comparación con otros títulos “S” de producción eminentemente española, para amoldarse al tipo de cine erótico italiano que se llevaba entonces en el país de la pizza, un poquito más comedido.
El argumento, como no, es una tontería: Con la excusa de mostrar carne y escenas de sexo,  tres parejas de distinta nacionalidad deciden ir a pasar una temporada a un hotel en Turquía —obviamente, para abaratar costes a la producción— y así resolver allí sus diferencias sexuales. Pero una de estas parejas acude con una joven sobrina de 18 años que dice ser muy liberada, lo que acarreará la discordia sexual entre todos ellos. Por otra parte, en el hotel hay una especie de sátiro con bigote, que tirará la caña a todas las hembras que por allí pululan, llegando a mojar en alguna que otra ocasión con algunas de ellas.
Nada. Una película de folleteo vacía y sin un atisbo de reivindicación política como se preveía —gracias a dios—.
Sin embargo llama poderosamente la atención que la película entera es un vehículo para el lucimiento del palmito de la actriz Violeta Cela, secundaria habitual del cine español en la era “Ley Miró” que aparecía en “Amanece que no es poco”, “El año de las luces” y tantas otras películas de prestigio, que ganó cierta popularidad a finales de los setenta por interpretar a un personaje del programa infantil “La mansión de los Plaff”, y que aseguró a la prensa que era sobrina de Camilo José Cela. Nadie puso en duda esto hasta que, años más tarde, se descubrió todo el pastel y se supo que no era sobrina de Cela, que se lo había inventado para darse importancia, pero sí lo era del director de las películas de Joselito, Antonio del Amo. También era prima de la vedette Paloma Cela. El caso es que me llama la atención, que con una carrera ascendente en televisión durante los primeros 80 que se tradujo luego en la regularidad que ofrece el ser una actriz secundaria, combinó esa faceta televisiva de marcado carácter infantil con los protagónicos en el cine “S”, apareciendo pizpireta en lo de “La mansión de los Plaff”, a la vez que de despendolaba, más pizpireta todavía, como Dios la trajo al mundo y completamente desinhibida en películas seminales del subgénero tales como “¡Susana quiere perder… eso!”, “Suave cariño, muy suave” y, más tarde, la que nos ocupa. Cosas de la época.
Por lo demás, un producto de lo más miserable, la típica película “S” que cubre el cupo de escenas picantonas y, para rellenar, construye un par de tramas insaboras y pretendidamente cómicas que en absoluto resultan eficaces. El cine menos autoral y menos eficaz de cuanto se hizo en nuestro país tras la muerte de Franco, que únicamente sirvió para cubrir la demanda pajera de la época, o para rellenar la programación de madrugada en canales de dudosa procedencia como 8 Madrid, a partir del nuevo milenio.
En esta ocasión, al ser una co-producción y ser el reparto procedente de distintos puntos de la geografía europea, se le encomienda la tarea de dirigir a todo un artesano de la serie B/Z italiana, Sergio Bergonzelli, que comenzó con el spagueti western, se paseó por el cine erótico y la comedia bobalicona, siendo una se sus películas más célebres una que co-dirigida con Carlos Aured, ni tan siquiera le da a Bergonzelli crédito como tal ; “Apocalipsis Sexual”.
Para completistas muy completistas.