martes, 13 de octubre de 2009

DÉJAME ENTRAR

La película que ganó el "Meliés de Oro" del año pasado en Sitges fue "Déjame entrar", del sueco Thomas Alferdson. Por pura casualidad la vi ayer junto a mi señora. No influyó lo de que hubiese estado en Sitges ni nada de eso, simple y pura casualidad. Y como la casualidad es simple y pura, también diré que simple y puramente me pareció una mierda "asín" de grande (hagan el ademán de tamaño enorme como ustedes gusten)
Con la última frase del anterior párrafo puede que me esté convirtiendo en la diana de miles de defensores de esta película, y es que buscando el cartel he podido ver qué pensaba la gente de ella, y me sorprende ver que muchos la consideran una obra maestra del género. Lo que yo generé al verla es una verdadera obra maestra, pero se quedó en el fondo de mi inodoro, ya lo siento. Aquí va un pequeño resumen de lo que trata....
Empieza bien, un chico de 12 años está rabioso por ser víctima del acoso escolar. Colecciona recortes de prensa que tratan sobre asesinatos, y se le ve durante toda la película hacer el "chorra" con un cuchillito. Parece que tenemos a un psycho-killer en potencia, pero que va, los tiros no van por ahí. Se mudan junto al piso que habitan un padre y su hija, que ronda la misma edad que el protagonista y resulta ser una vampiro. Se hacen amigos y será ella la que dé alas a la venganza contra los que acosan al chaval en el colegio.
Lenta es un adjetivo que le va de perlas, pero aburrida y estúpida son dos que le van mejor. Aburrida porque lo es. Estúpida porque en los asesinatos se ve que hay algo vampírico, pero nadie cae en ello. ¿Es que son todos gilipollas? Con "El Secreto" tenia expectativas y fueron estas las que me llevaron a la decepción, con "Déjame entrar" el trailer me engañó como a un chino, y lo que parecía una de terror, es un drama humano-social que va de intelectualoide porque si fuera en serio con el género no se habría comido un colín. Que triste es que todo dios quiera hacer cine de terror o fantástico, envolviéndolo en un halo de gafapastismo. 
Así vamos mal, joder, muy mal.