En un momento en el que Jackie Chan hace las Américas, con mas o menos éxito, Samo Hung, mejor que Chan en todo lo que haga, vuelve al cine clásico de kung fu, en una película actual, tremendamente original, entretenida a rabiar y con la que no podemos evitar que nos entre hambre durante el visionado.
Lógicamente, y como suele pasar en todas las películas de Hung, lo mejor, es el. Aquí, más entrado en años, en carnes y en arrugas, pero con la agilidad y el buen hacer de siempre.
Pero ojo, no estamos ante una peli de Kung Fu convencional, estamos ante una película sobre cocina China. Apliquen el Kung Fu a sus maneras de cocinar, y obtendrán platos exquisitos, vendría a ser la moraleja de esta maravillosa película.
La trama es la típica de una peli de kung fu, pero aplicada al mundo de la cocina. El maestro toma al alumno, le enseña a cocinar, este se inscribe en un concurso para ganar el titulo de mejor cocinero de china y lo gana. De entre medias, un sobrino de Hung un tanto mafioso, hará todo lo posible por hacérselas pasar putas a nuestros protagonistas.
Pero los fans del kung fu, se estarán preguntando “¿Hay Peleas en esta película?”, si, también hay de eso, lo justos. Recuerden que es una película de Samo Hung, no de Ferran Adriá...
Lo cachondo de la peli, es que con un montaje muy videoclipero, y tirando a veces de innecesario CGI, su primerizo director Wing Kin Yip, consigue medio acercarse a las estructuras clásicas de las comedias de kung fu ochentenas, darle un toque moderno a la película, cambiar combates de kung fu por combates de cocinar, hacer que Samo Hung se cargue sin problema a todos los malhechores, y encima, sale airoso del guiso tan arriesgado que nos propone.
Y es que aunque a mitad de película hay un paroncillo de ritmo, que nos confunde un poco, estamos ante uno de los mejores títulos orientales de los últimos años.
Anoche la vi entera; esta mañana, me he vuelto a poner los mejores trozos.
Lógicamente, y como suele pasar en todas las películas de Hung, lo mejor, es el. Aquí, más entrado en años, en carnes y en arrugas, pero con la agilidad y el buen hacer de siempre.
Pero ojo, no estamos ante una peli de Kung Fu convencional, estamos ante una película sobre cocina China. Apliquen el Kung Fu a sus maneras de cocinar, y obtendrán platos exquisitos, vendría a ser la moraleja de esta maravillosa película.
La trama es la típica de una peli de kung fu, pero aplicada al mundo de la cocina. El maestro toma al alumno, le enseña a cocinar, este se inscribe en un concurso para ganar el titulo de mejor cocinero de china y lo gana. De entre medias, un sobrino de Hung un tanto mafioso, hará todo lo posible por hacérselas pasar putas a nuestros protagonistas.
Pero los fans del kung fu, se estarán preguntando “¿Hay Peleas en esta película?”, si, también hay de eso, lo justos. Recuerden que es una película de Samo Hung, no de Ferran Adriá...
Lo cachondo de la peli, es que con un montaje muy videoclipero, y tirando a veces de innecesario CGI, su primerizo director Wing Kin Yip, consigue medio acercarse a las estructuras clásicas de las comedias de kung fu ochentenas, darle un toque moderno a la película, cambiar combates de kung fu por combates de cocinar, hacer que Samo Hung se cargue sin problema a todos los malhechores, y encima, sale airoso del guiso tan arriesgado que nos propone.
Y es que aunque a mitad de película hay un paroncillo de ritmo, que nos confunde un poco, estamos ante uno de los mejores títulos orientales de los últimos años.
Anoche la vi entera; esta mañana, me he vuelto a poner los mejores trozos.