sábado, 31 de octubre de 2009

CHRISTINE

El pasado Jueves revisé "Christine". Pero lo hice de un modo un tanto especial. Los moderniquis del Diba organizaban durante unos días proyecciones de películas de terror con temática automovilística. Lo divertido del caso es que el emplazamiento era, justamente, el parking del centro comercial Maremagnum (en Barcelona, of course) donde habían construido una especie de sala a base de cortinas y sillas de plástico. Tu ibas, te atendía un tipo maquillado de zombie, te daban palomitas y entrabas. Todo gratis. Una iniciativa muy curiosa y apreciable. Fueron las -muy- buenas gentes de "Los Criticonos" (especial mención al gran Goblin) las que me dijeron de ir a ver el film de Carpenter. Y claro, accedí. Allá donde haya buen -y mal- cine de terror, estaré. La verdad es que el emplazamiento en si no era ni mucho menos el ideal para ver una peli... el eco... los ruidos continuos de coches entrando y saliendo... pero, claro, al mismo tiempo ello jugaba a favor en cuestiones de ambiente hasta el extremo que casi terminaba transformándose en un "gimmick" a lo William Castle. ¿Cómo?, pues a base de coincidencias sonoras (motores rugiendo) o lumínicas (faros y tal). En más de una ocasión veías cabezas girándose "espantadas". Lo dicho, divertido.
En cuanto a la peli de John Carpenter... pues bueno, ya sabéis de qué va, una adaptación de Stephen King (cuando estaba de moda llevarlo a la gran pantalla) sobre un coche con vida propia y la que lía. El resultado hace gala de un ritmo desigual. A ratos se alcanzan momentos muy logrados (el coche recomponiéndose, los asesinatos -el del pandillero jefe fue aplaudido por los asistentes-, el enfrentamiento final, las canciones que el auto utiliza para comunicarse, todas clásicos de los cincuenta absolutamente gozables) y a ratos la cosa desciende muchos puntos (las trifulcas amorosas entre el prota, su coche y su novia o movidas del estilo), a lo que ayuda un ritmo más bien reposado, lejos muy lejos del tono video-clipero que abunda actualmente (tengo entendido que por esa época Carpenter estaba un poco hasta las pelotas de su encasillamiento en el género... de ahí que la peli resultante sea muy contenida en aspectos como lo sobrenatural -dentro de lo que cabe, se entiende-, lo sangriento, etc). También hacen lo suyo para incordiar el trío juvenil protagonista, sin ir más lejos, Keith Gordon es horripilante, sobreactúa hasta el paroxismo y resulta ridículo. Se salva muy por los pelos John Stockwell, entonces futuro director de "Turistas". La música, firmada también por el director junto a Alan Howarth, es estupendísima. Y ya que hablamos de partituras, destacar la presencia nada más arrancar el film de ese clásico del macarrismo que es el "Bad to the bone" del gran George Thorogood.