martes, 20 de octubre de 2009

LA SERPIENTE Y EL ARCO IRIS

A Wes Craven deberían darle un premio al director con más fluctuaciones a lo largo de su carrera. Suena a porno, pero no van por ahí los tiros (aunque de joven el viejo Wes estuvo muy metido en el mundo del peliculismo guarro). En varias ocasiones, Craven ha caído en picado como cineasta para renacer, para volver a caer, renacer de nuevo y caer... situación en la que se encuentra actualmente (eso significa que el día menos pensado ¿volverá a resurgir con alguna peli cojonuda?... es posible).
Una de estas nuevas oportunidades la tuvo cuando, tras varios años de telefilms chusqueros, parió "Pesadilla en Elm Street" y, a pesar de dos leves tropiezos intermedios, tiró parriba con cosas como "Amiga Mortal" o "Shocker". Entre estas firmó "La serpiente y el arco iris", un film que podría haber sido mucho mejor de lo que fue.
Basado en los estudios sobre el vudú que hizo Wade Davis, el sr.director nos cuenta la historia de un antropólogo encarnado por el simpático Bill Pullman, siempre con esa cara sufriente, que viaja a Haití para descubrir el secreto del fenómeno zombie, lo que le dará un montón de problemas, sobre todo con la mano derecha del dictador de turno, que encima es un brujo de esos.
"La serpiente y el arco iris" mola durante 65 minutos. Luego, ¡plof!, se va al carajo. Antes de que eso ocurra tenemos una historia bien narrada e interesante, con buena ambientación y algunas secuencias de pesadillas muy inquietantes.... sin estridencias... a partir de la hora y cinco, la tortilla se gira por completo y Craven asalta nuestros sentidos a base de pirotecnia barata y agotadora que se carga todo el realismo mágico y toda la sobriedad precedentes.
Una verdadera lástima, pues podría haber sido un clásico moderno del terror serio y adulto.
Luego, Craven volvió a tirar pabajo hasta que conoció a Kevin Williamson y se armó la jarana. Pero esa es otra historia.