sábado, 23 de septiembre de 2023

EL JUEGO DE LA MUERTE / DEPORTE MORTAL

Cuando Roger Corman requería de nuevos cachorros a los que explotar en sus rodajes, con la excusa de una primera oportunidad laboral, corría a las aulas universitarias en busca de hambrientos estudiantes de cine. Rara vez confió un curre, especialmente la dirección de un largometraje, a un creador puramente autodidacta. O surgido de movimientos contra-culturales (por mucho que el cineasta se subió al carro de estos cuando el mercado lo demandaba, claro). Es lógico, Corman siempre ha sido un tipo bastante conservador, por lo menos en lo creativo, y no querría fichar a peña dispuesta a salirse del camino recto (la única vez que dio una oportunidad a alguien surgido del underground, se decantó por el más moldeable, menos arriesgado y rompedor de todos, Curtis Harrington) Era su manera de asegurarse el tiro. De no liarse con gente problemática, rebotona y que gastase ínfulas autorales, especialmente porque solía confiarles trillados y despersonalizados productos de género destinados a contentar a toda suerte de audiencias, les gustara o no. Aunque a veces la fórmula fallaba.
Ahí tenemos el sonado caso de Nicholas Niciphor. Cuando Corman vio sus cortos universitarios, se enamoró de él y raudo lo puso a las riendas de "Deathsport", "El juego de la muerte" en España (conocida también como "Deporte Mortal"), una especie de secuela en espíritu de uno de sus mayores éxitos setenteros, "La carrera de la muerte del año 2000". De hecho, contaba con el mismo protagonista, David Carradine.
Sin embargo, el rodaje fue un desastre. Niciphor se veía incapaz de controlar nada, probablemente por la imposibilidad de conectar con lo que estaba contando. No tenía puesto el corazón en el proyecto, incluso tal vez lo detestara... a él y al género al que pertenecía. Se sabe que, antes de aceptarlo, nunca jamás había oído hablar de Roger Corman y desconocía lo que significaba el término "serie B". Todo su conocimiento se limitaba a David Lean y Akira Kurosawa, algo muy propio de un graduado de la Universidad de Califronia.
Sus peleas con el elenco principal eran tal que Carradine llegó romperle la napia de un certero piño (aunque hay quien lo desmiente). Tras 21 días de rodaje, una barbaridad para los estándares habituales de Corman, este echó al aspirante (al que ocultó en los créditos bajo seudónimo de Henry Suso) y puso a su pupilo Allan Arkush como cabeza de buque. Pero "Deathsport" ya estaba condenada, a lo que no ayudaban mucho los excesos porreros de David Carradine y los cocaino-alcohólicos de la actriz, Claudia Jennings, quien palmaría muy poco después en un accidente automovilístico. Y hablando de accidentes, de estos hubo unos cuantos durante la confección de la película. Si la consumen atentos, serán testigos del más impactante, cuando un doble en llamas cruza demasiado cerca de otro figurante y, básicamente, le prende fuego. Este corre como un loco, se tumba frente a la cámara y llegamos a ver el humo del extintor entrar en el cuadro antes del corte. Jevi, jevi.
La cosa va de un futuro pos-nuclear. Los villanos de turno quieren entrar en guerra con la ciudad vecina, para lo que inventan unas "máquinas de la muerte" que no son más que jodidas motos mal tuneadas. La idea es convencer a la atontada plebe de su eficacia, así que se sacan de la manga unos juegos en los que se caza a "criminales" condenados. 
Pa  la ocasión, se han agenciado como presas a dos guerreros místicos que, claro está, les harán la puñeta. Escaparán pero serán perseguidos, en una carrera que no termina nunca y con la que acabas hasta el gorro de ver motos subir y bajar colinas.
Teniendo en cuenta que el mega-hit "La guerra de las galaxias" lo había petado apenas un par de años antes, Corman quiso incorporar pequeñas cositas de este a su "Deathsport" (fechada en 1979), tanto ideas (la fuerza mística de la que se valen los guerreros), como estéticas (esas ropas blancas, esas espadas que, a falta de ser láser, son como de cristal) y sonoras (literalmente llegamos a oír la respiración de Darth Vader y los zumbidos de algunos cazas intergalácticos) Y el resultado pues.... bueno, es lo que es. Una cosilla muy cutrona, como muy dejada, en la que a ratos asoma la risa involuntaria y cierto tedio, pero tampoco nos induce al suicidio. Con un poco de paciencia, se deja ver y hasta resulta medianamente entrañable. En el momento de su estreno fue un batacazo tremendo y nunca pudo dar pie a la continuación que Roger Corman tenía en mente. Casi mejor. Aquello no lo iban a salvar ni Arkush (que se avergüenza de ella) ni un milagro.
Al villano le pone -quemado- rostro nuestro querido Richard Lynch. Una jovencísima Linnea Quigley corretea por ahí -no acreditadamente- haciendo de cortesana. El todoterreno Gary Graver se encarga de la fotografía. Y nada menos que Jerry Garcia de "The Grateful Dead" colabora en la banda sonora, gracias a la conexión de Allan Arkush con la música rock. Sin embargo, según he leído, su trabajo queda diluido entre sintetizadores.
En cuanto al patata de Nicholas Niciphor, lo intentó de nuevo poco después con una comedia ("Adiós mundo loco"), pero fue sustituido a medio rodaje, ¡¡gafe!!. No volvió a probar suerte como director nunca más, centrando el resto de su carrera en escribir guiones (
entre los más curiosos el "Tusk" de Alejandro Jodorowsky) muchos de ellos destinados al mercado Germano. Supongo que ya no le querían en suelo norteamericano y tuvo que buscarse alternativas... algo así como Brian Yuzna... ¡chas-pun!

A continuación, les dejo la caratula del VHS editado por Icaro. Obviamente, los dos barandas motorizados que posan al pie NO aparecen en la película (deben pertenecer a alguno de los muchísimos seudo-exploits de "Mad Max 2" paridos en Italia o Filipinas) Y, si se fijan, casi se diría que a la hora de escribir el apellido Carradine, han cambiado la C por una G, lo que nos trae a la memoria aquel célebre sketch de "Martes y 13" donde rebautizaban al actor como Guarradine. Probablemente solo sea un efecto visual... ¿o no?