lunes, 25 de septiembre de 2023

SUEÑOS TORTUOSOS

“Sueños tortuosos” es una de tantas consecuencias del éxito de “Pesadilla en Elm Street”, y que vendría a ratificar lo original e imaginativa que era la película de Wes Craven: Todos su exploits son poco menos diarrea en comparación. Y “Sueños tortuosos” es especialmente aburrida y está especialmente desangelada. Un tostón de los buenos.
La película se agarra a la estructura del slasher convencional, que es más sencillo a la hora de rodar, pero, con el fin de asemejar a su villano con el inmortal Freddy Krueger,  añade esos elementos sobrenaturales tan de moda en la época que, por problemas presupuestarios, más que mostrársenos en pantalla, se las ingenian para que algún personaje nos lo narre, y de este modo ya sabemos que nuestros protagonistas se las tienen que ver con entes paranormales. Sin embargo, paradójicamente, parece ser que la película está rodada en el mismo set en el que se rodó “Viernes 13 Parte III”. Así, tenemos a un muchacho homosexual y deficiente mental que sufre el bullying al que le someten unos jóvenes descerebrados en un campamento de verano. Apesadumbrado por todo esto, se va al granero y, allí, muere en llamas por obra y gracia de ¡La combustión espontánea! Dos años más tarde, la hermana del interfecto recibe una invitación para ir al campamento de verano donde murió su hermano y reunirse con sus antiguos compañeros, los mismos que se reían de aquel. Allí serán masacrados de las más variopintas formas, hasta que, hacia el final, el espectador será partícipe de uno o dos descubrimientos.
Mal horror ochentero de manual. Un espanto sin apenas iluminación, un asesino exento de todo carisma, crímenes bastante insulsos y demasiados tempos muertos. Lo que se dice un coñazo.
No es de extrañar que “Sueños tortuosos” (“Twisted Nightmare” en su versión original, título que, sin duda, mola bastante más. Vendría ser algo así como “Pesadilla retorcida”) sea uno de tantos slashers de segunda categoría ochenteros que no ha trascendido ni lo más mínimo. El culto o seguimiento que tiene en la actualidad la cinta es más bien tirando a discreto, por no decir nulo, cosa que, tras un visionado, no me extraña ni lo más mínimo.
Los perpetradores de todo esto son Charles Philip Moore al guion y Paul Hunt a la dirección. Al primero podemos reconocerle por ser el director de otra película con intenciones similares a la que nos ocupa, solo que en esa ocasión expoliaba a “Posesión Infernal”, que era “Viento del infierno”, mientras que Hunt provenía del mundo del nudie y desarrolló una carrera en la que tocaría diferentes palos y en la que, lastimosamente, “Sueños tortuosos” sería probablemente su film más popular.
“Sueños tortuosos” tuvo un estreno regional en los Estados Unidos antes de ser pasto de los cines del Deuce neoyorquino, pero a nuestro país llegó, como no, directamente en vídeo, eso sí, curiosamente distribuida por la división videográfica de una major como era RCA-Columbia Pictures al igual que su prima-hermana “Viento del infierno”.
Por lo demás, como a la mosca, tenle miedo… mucho miedo…
Curiosos, disponen aquí de la mini-reseña que Naxo, con la excusa de un visionado grupal de varias películas, le dedicó a "Sueños Tortuosos". Básica e inevitablemente, viene a decir lo mismo que esta.