sábado, 2 de septiembre de 2023

THE HOPEWELL HAUNTING

El caso de "The Hopewell Haunting" es muy muy curioso. No estamos ante una gran película de terror, desde luego, pero sí algo distinto, singular y con mucha personalidad. Uno de esos títulos que no se lo ponen fácil al espectador medio, de ahí que, si proceden como yo y buscan opiniones por la red (jamás en suelo patrio, aquí solo localizarán paletos e ignorantes vociferando en youtube gilipolleces sin sentido), descubrirán que despierta pasiones y odios. Y eso, como suelo decir, nunca es malo. Luego, dependerá de los gustos de cada cual que la película le funcione. Conmigo lo ha hecho.
Todo comienza por ahí 2006, cuando Dane Sears descubre que su tatarabuela se enfrentó en 1919 a un espíritu enfadado y decide rodar un corto superochero inspirado en los hechos. Sin embargo, no queda saciado, así que, una década y pico después, se lanza con la versión largometraje.
Nos situamos en los años cuarenta. Un hombre de dios, tremendamente amargado -por causas que iremos descubriendo a medida que la trama avanza-, recibe en su iglesia la visita de una pareja que no puede vivir tranquila por culpa de una indeseada presencia. Le piden al religioso que vaya y bendiga su hogar. Este, muy a regañadientes, accede. Pero no parece servir de mucho. Así que, presionado por el ricacho del pueblo, decide pasar allí la noche e intentarlo de nuevo. Esta vez sí, dará con el espíritu, que se lo hará pasar canutas. A él y a nosotros.
¿Historia genérica y simple? Cierto. Pero en este caso dichos adjetivos adquieren un tono harto positivo. Precisamente, si al cine moderno algo le sobra, especialmente el de terror -y muy especialmente el de fantasmas-, son excesos. Todo está sobre-producido. Aturde. Los efectos especiales CGI, el sonido a volumen desatado, sustos y más sustos. Y esos desenlaces, siempre verbeneros, inflados como globos. Agotadores. Por eso uno agradece la ultra sencillez de algo como "The Hopewell Haunting", una película de terror.... o, mejor, una de miedo en la que no hay CGI, no hay sustos, no hay fanfarria de ninguna clase, no hay adolescentes histéricos que salen de acampada, no hay humor tonto... por no haber no hay ni sangre, ni tramas enredadas y complicadas en busca de una forzada originalidad. Nada, cero. Todo es elemental y cristalino, comedido, termina cuando y como debe terminar.
Vale, sí, suena muy bien. Pero, si no hay sangre, sustos y demás desmanes ¿donde está la gracia? pues, justamente, en que, como producto de su género, da miedo. Y para lograrlo se vale, ante todo, de aquello que es fundamental: el sonido. Muchas de las mejores escenas de la película, las que proporcionan más yuyu, se limitan a un señor mayor, encerrado en una casa vieja, rodeado de oscuridad. Escuchando pasos en el piso superior, cuando no debería haber nadie. Asomando por puertas que se abren misteriosamente, con un crujido. O escaleras adentrándose en la penumbra más absoluta. Créanme si les digo que todo ello te pone el culo prieto. Sentí escalofríos recorriendo mi espinazo unas cuantas veces. Y la presencia misteriosa, cuando se deja ver, da jodido canguelo. Es decir, si te van estas movidas, si te va el terror de atmósfera pura y dura, de sutilidades.... porque, si no, te aburrirás como un demonio. Vale, lo reconozco, eso mismo estuve bordeando yo tras la primera escena genuinamente terrorífica. Pero no caí. Y para cuando volvió a pasar, el "The End" ya se encontraba cerca, muy cerca. E, igual que el prota, lo recibí con una sonrisa de satisfacción.
Otra de las muchas manías del terror moderno es el aluvión de guiños y referencias a títulos considerados clásicos. Bien, en "The Hopewell Haunting" también los hay, pero, acordes a su naturaleza atípica, no los encontrarán en la trama. Ni el casting. Los localizarán en el diseño de los créditos y, sobre todo, el mentado uso de sonidos. O la extraña música, que más bien podríamos tildar de ruido. Ello retrotrae mucho, muchísimo, a "La matanza de Texas" original. Incluso casi podríamos usar la palabra hurto. Pero uno bien aplicado y altamente beneficioso para el conjunto. Tanto como los zooms setenteros y ese "Fake Shemps" en los créditos finales, etiqueta esta que inventaron Sam Raimi y los suyos durante el rodaje de ya saben cual.
Los productores de "The Hopewell Haunting", Duane Graves y Justin Meeks, tienen en su haber varias películas de bajo presupuesto como directores, todas de horror. La primera de ellas es "The wild man of the Navidad", reseñada por Víctor en su día.
Cuando escribí sobre "The Comic", maldije el llamado "cine digital". Bien, la película de Dane Sears me devuelve ciertas esperanzas, recordándome que generalizar nunca es una opción recomendable. Consumir "The Hopewell Haunting" sí lo es.