miércoles, 19 de junio de 2013

VAMPIR CUADECUC

Hacía ya tiempo que le tenía yo ganas a esta película.
Pere Portablella, director de corte experimental, que como tal hacía cosas muy interesantes, pero también piezas absolutamente insoportables (un tío tocando el piano y similares), es el culpable.
Y en cuanto tuve conciencia de la existencia de "Vampir Cuadecuc", quedé completamente enamorado del concepto. Una película en 16 mm a partir del rodaje de “El Conde Drácula” de Jess Franco. ¡Ojo! No es un making of, es... otra cosa. Con lo cual tenemos a Portabella no documentando la creación del film sobre el vampiro, sino experimentando y filmando lo que al señor, en esos momentos, le sale de los mismísimos. Pero, muy a mi pesar, "Vampir Cuadecuc" me ha decepcionado profundamente. Aunque quizás  sea injusto decepcionarme con esto.
El caso es que, cuando vi por primera vez imágenes de esta película (Christopher Lee quitándose las lentillas de vampiro y mostrándolas a cámara), me la imaginé de determinada manera, luego al verla, nada tenía que ver con lo que esperaba, que básicamente era un diario de rodaje. Al estar filmada con dos cámaras, Portabella rueda desde otro ángulo las mismas escenas que Franco y lo monta de tal modo que se convierten en conversaciones eternas en las que no oímos los diálogos, tan solo excentricidades tales como martillos hidráulicos.
Todo esto compaginado con escenas donde, efectivamente, vemos al equipo de "El Conde Drácula" trabajando (maravilloso cuando cubren a Lee con telarañas, usando una máquina con aspecto de ventilador que las fabrica) pero de manera mínima. Digamos que de un 100% de "Vampir Cuadecuc", solo el 3% está dedicado a lo que ocurre detrás de las cámaras o a otros menesteres.
Al final volvemos a lo de siempre con este tipo de cine: Mola muchísimo el concepto, pero el verlo, eso ya es otra cosa. Esto aburre a las vacas. Con todo, el granazo del 16 mm y momentos como el único de toda la película con audio, cuando Christopher Lee lee a cámara un fragmento del “Drácula” de Stroker, son merecedores de tragarse el ladrillo. Además, mientras observamos al actor, da la sensación de que está muy satisfecho con esta versión de Jess Franco (al que, por cierto, nunca vemos dirigiendo pero sí actuando) que, se supone, era por entonces la más fiel a la novela que se había rodado nunca.
Recomendada a esnobs y culturetas recalcitrantes... el resto, mejor ir bien preparados.