miércoles, 30 de julio de 2014

NURSE 3-D

Una enfermera se dedica a seducir a hombres casados, los cuales, si acceden a las proposiciones de esta, serán asesinados. El caso es que la tía se quiere cargar a tantos hombres infieles como pueda. Entre tanto se  encapricha de una compañera suya a la que emborrachará y con la que se acostará, mientras se va cepillando a todo macho que, valga la redundancia, quiera cepillarsela. Y, como no, esta obsesión por los hombres infieles, viene dada por un trauma de la infancia.
Asquerosa e hipócrita película feminista –de boquilla, porque ni tan siquiera lo es. Es machismo camuflado- en la que, no obstante, no se pierde la ocasión para mostrar al publico masculino el culo, las tetas e incluso el coño depilado de la protagonista, para  que así este convoque a Onán en la privacidad del hogar.  La jamelga, mata hombres infieles, como si el concepto de infidelidad no existiera en el caso de las mujeres. Y claro, esta salvajada se justifica hacia el final de la película, cuando nuestra protagonista hace una masacre en el hospital donde trabaja, matando a todo enfermo que se le pone a tiro. Verdaderamente repugnante.
Por otro lado, es una película cuya estética recargada, a medio camino entre “Matrix” y el cómic filmado a los “300” o “Sin City”, pero en pobre, resulta harto crispante. Una película para contentar a aquellos espectadores que conocen el concepto “Grindhouse” solo porque Tarantino lo puso de moda.
Mogollón de sangre y efectos gore, si, pero la mayor parte de ellos generados en C.G.I.
Y la actriz protagonista, Paz de la Huerta, que entra en el casting tras rechazar el papel Dita Von Teese, es una mongola recauchutada, además de mala actriz que trabajó para Jim Jarmusch. Es decir, que Jarmusch necesitaba una zorra que no hablara para que se despelotara un segundo en una de sus películas y por eso la llamó. Pero es la tipeja más fea y desagradable que una cámara se ha dignado en filmar. Y en un intento de hacérnosla resultar sensual, lo que se consigue es el efecto contrario.
Judd Nelson, actor que a principio de los noventa medio despuntó, pero que ya tiene la carrera acabada dos veces, asoma por la película para morir a las primeras de cambio, y se cuenta con un cameo de segundos en el que  Kathleen Turner parece querer dejarnos claro, sin apenas abrir la boca, lo mayor y entrada en carnes que está la otrora sex symbol con algo de estrabismo. Una presencia acreditada (¿Para atraer a los fans que le queden a la Turner?) que aparece en la película como podía no haber aparecido.
Este pedazo de mierda, no obstante, bien podía existir para blanquear dinero, o váyanse ustedes a saber, porque se trata de un proyecto que Lionsgate dejó aparcado en 2011, para luego en 2013, sin motivo aparente, volverlo a retomar, rodando un par de escenas muy cutres y salchicheras en 3D y estrenarla a través de canales VOD (Vídeo bajo demanda), a la vez que se estrenaba en salas de cine especializadas por un tiempo limitado. A saber.
El director de esta puta mierda responde al nombre de Douglas Aarniokoski, que como todos los malos directores de cine acaban filmando esas series que tanto gustan a la plebe, pero antes firmó títulos tan cochambrosos como “Los inmortales: Juego final”.
Y su manera oficial de ganarse la vida, es como asistente del director  o de segunda unidad de populares películas, tanto independientes, como mainstream.
A la película, igual alguno de ustedes pueden encontrarle cierto valor a la hora de hacerse pajas, pero, por lo que a mí respecta, la protagonista me da bastante asco.