viernes, 5 de junio de 2015

CORSARIOS DEL CHIP

Estúpido, ridículo e incompetente vehículo para el lucimiento de la familia Guillén, mezcla del cine español que se hacía en la época, con  las películas de Parchís, que se estrenó de tapadillo y que congregó a unos miserables 30.000 espectadores en los cines. Daba lo mismo, porque en esa época se estrenaban las películas por estrenar. Con los chanchullos que se traían –maldito cine español-, una vez acabadas y quedando los gastos cubiertos más que de sobra, con rollos entre productoras y ministerio de cultura, el estreno y si iban  o no a verlas los espectadores, era lo de menos.
Cuenta como un muchacho gana, constantemente, un concurso de televisión de preguntas y respuestas,  que hace sospechar a los directivos que hace trampas. Contratan a una agencia de detectives para que miren a ver que pasa, y estos descubren que se trata de unos chavales hackers informáticos que se meten en los ordenadores de toda España. Esto desembocará en una trama, que entre la falta de interés que suscita la película entera y que es mala y aburrida de pelotas, ya no me enteré muy bien de por donde iban los tiros. Pero en el fondo da igual.
Aquí tenemos a Fernando Guillén Cuervo haciendo de ciego ¡fatal! Hay momentos en los que, a juzgar por ciertos gestos de Fernando, parece que el personaje en realidad se esté haciendo pasar por ciego… y no, lo que sucede es que es un espantoso actor, y lo hace fatal. Por otro lado tenemos a papá Guillén, que como era buen actor, afronta su papel sin más, con solvencia y automáticamente, mientras que la pizpireta Cayetana Guillén Cuervo, aquí jovencita y muy follable, da grimilla de lo mucho que ríe, del entusiasmo general de aquellos primeros papeles. Huelga decir, que como esto es una comedia familiar, no le vemos las amígdalas, como si lo hacíamos en aquella oda al mal gusto y a la vergüenza ajena que era “Hazlo por mí”.
Y tenemos también a Karra Elejalde haciendo de un macarra de vuelta de todo, que no obstante, tiene una dicción perfecta para ser un macarra periférico, y hasta se permite el lujo de improvisar unas líneas de diálogo en un momento de la película (ja, ja, ja, que gracioso soy).
Por otro lado, tenemos a un grupo de adolescentes, jóvenes que deambulan entre el retraso mental más absoluto y el poco talento, que a día de hoy, seguro, serán actores en paro, buscando un puesto de frutero, lo más probable. Y si no lo son, deberían.
Esta chorrada, la dirige Rafael Alcázar,  director de carrera más bien discreta que en las cuatro peliculillas que rodó, combinó el cine pretencioso y pedante español ( “El laberinto Griego”) con los géneros, como esta que nos ocupa o “Besos de gato” con Juanjo Puigcorbé, película para darle de comer aparte, también.
Actualmente, rueda en vídeo HD -que a los inútiles les hace parecer más inútiles que el 35 mm.-  bodrios pedantes como “Caleidoscopio”, que no se llegan a estrenar en cines nunca.
Lo que me revienta de esta película, que presenta a Karra Elejalde y a Fernandito Guillén Cuervo, es que igual aquí se gestó aquella unión que idiotizo al cine español y a su platea con aquella mierda horrible y vomitiva que fue “Airbag”, y todo lo que vino  después, -“Año Mariano”, etc..- que por suerte, duró lo que tenía que durar: dos telediarios.
Recomendable para masoquistas que gusten experimentar la vergüenza ajena, ya no solo en la mala ejecución del cine y/o las interpretaciones, sino en la moda de los noventa, década que data esta mierda.