sábado, 26 de septiembre de 2015

VISITANDO LA EXPO DE "CUARTO MILENIO"

Aunque probablemente la mayoría de ustedes conocen "Cuarto Milenio", déjenme que me explaye -como dirían los gabachos- "un peau" al respecto por si queda algún despistado, moderno que no ve la tele o accidental visitante extranjero.
Bien, "Cuarto Milenio" es un popular programa de televisión emitido desde hace una década por el canal "Cuatro" y dedicado íntegramente a temas paranormales, semi-científicos y de misterio en general. Lo presenta un tipo con mucho carisma y gran talento para lo suyo nacido Iker Jiménez y que ha sabido darle a todo el asunto un rollo cinemático, post-moderno y espectacular que lo ha sacado del gueto habitado por tipos raros con caspa en los hombros de su roída americana de pana, para llevarlo hasta un público amplio que disfruta de los reportajes sobre marcianos o fantasmas como si vieran una película. Pasan miedo, se ríen y básicamente se entretienen que, después de todo, es de lo que va este rollo.

Yo comencé a ver "Cuarto Milenio" por ahí  2006 o 2007. Desde entonces he seguido siendo un cliente más o menos satisfecho. Solo una vez me sentí defraudado. Bueno, tres veces. La primera vino propiciada por el silencio obtenido tras enviarles un email proponiéndoles un reportaje en torno a cierto cruento crimen real cuyo conocimiento me traumatizó la infancia en su momento. La segunda, enterarme que una rémora del mundillo "contra-cultural" de los 90 que no mentaré curraba para ellos rodando esas recreaciones peliculeras de supuestos hechos verídicos a veces tan ridículas y otras tan acongojantes (suerte que no tardó mucho en desaparecer, hecho este probablemente ligado a su mala fama de incumplidor, jeta y hasta mangante). La tercera y última, mucho más dolorosa, descubrir que toda aquella aparente obsesión de Iker y los suyos por mostrarse como gente seria, formal, ecuánime, imparcial y para nada alucinada, se fue al garete cuando los vi engañar sin remordimientos a la audiencia colando la falsísima imagen de un fantasma aterrador en el avance de un reportaje que al emitirse íntegramente no lo incluía por ninguna parte. Pero como las más hermosas y apasionadas historias de amor, ni siquiera eso destruyó nuestra relación y, superado el disgusto, seguí viendo "Cuarto Milenio", no fielmente, ni tan siquiera atentamente, solo de vez en cuando, si me daba el punto y con un ojo en la tele y otro en el computador. Y ahí sigo.
El día que anunciaron por primera vez lo de la exposición, pensé "Ostras, pues molaría ir si la traen a la Ciudad Condal". Y la trajeron.
Cabe decir que el lugar elegido para montarla estuvo muy acertado. El monumental cine/teatro Coliseum, uno de los pocos que quedan en Barcelona que aún conservan su recargada, pseudo-barroca y hermosa arquitectura (y donde he visto un puñado de películas a lo largo de mi vida, pero la única que recuerdo ahora es "Superman Returns"), transformado para la ocasión en una sala de exposiciones a base de cubrir las butacas con suelo falso (lo que daba poca estabilidad a algunas de las materias expuestas). Molaba especialmente que parte del recorrido incluyera pasar por el mismo escenario cruzando previamente las grandes cortinas rojas que lo envuelven.
El caso es que mi querida pareja y yo acudimos un sábado al medio día pensando que estaría medio vacío, pero no. Por lo visto la cosa anda funcionando cojonudamente bien, algo que me alegra mucho (al llegar me encontré con el famoso actor de cine casero Eddie Rosall. Dios nos cría y nosotros nos rejuntamos). ¿Y en qué consistía la expo de las narices?, pues en la compilación de todos los objetos creados de forma expresa para ilustrar tridimensionalmente los casos y las cosas de las que habla Iker en su show (no recuerdo ahora el nombre del artista facturador). Ese fue uno de los primeros shocks que tuve al adentrarme en la efeméride: hacerme a la idea de que no estaba viendo nada de verdadero valor histórico o monetario, ni figuras arcanas encontradas en grutas, ni restos de naves marcianas, ni ectoplasmas metidos en potes de formol, ni extrañas criaturas disecadas. Todo lo que tenía ante mis peludos morros era de mentirijiilla, reproducciones a veces mejores, a veces peores, lo que, en esencia, les desprendía de encanto. Una vez aclarado y asimilado, comencé a gozar de la movida y a superar la debutante y poco halagüeña impresión que me llevé con la primera sala en la que te adentras, bañada de luz solar y, por lo tanto, excesiva calor y pululada por unas figuras algo chapuceras y poco llamativas. Supongo que por ello mismo eran las que abrían el sarao
Afortunadamente, a medida que te adentrabas en las entrañas del Coliseum, la cosa iba ganando puntos. Lo primero que me hizo cosquillas en la psique fue el pasillo dedicado a supuestos extraterrestres reales avistados por creyentes, casi todos ellos luciendo un aspecto hilarantemente propio de añeja B-movie de ciencia ficción. Pero lo siguiente, dedicado a criaturas monstruosas, unas mitológicas, otras prehistóricas y las de más allá elucubrando con la posible evolución milenaria de nuestros actuales animalillos, me caló bastante. Eso sí, nada comparado a cuando nos metimos en terrenos estrictamente cinematográficos, cosa esta cuyo punto de partida se produjo con el visionado de Annabelle, la famosa muñeca de "Expediente Warren". Es decir, la cutre de trapo, que no es tan aterradora como la de la peli. Ahí es cuando le dije a mi acompañante que me hiciera la primera foto de la velada (cosa esta que el resto de visitadores hacían sin descanso). Me llamó la atención que la peña dejaba notitas junto a la muñeca pidiéndole permiso para fotografiarse con ella, esperando no despertar su ira, acto este gracioso pero absurdo si tenemos en cuenta que aquella era una reproducción, una copia, no era la Annabelle real... aunque sí el más popular de los muñecos infernales presentes. ¡El poder del cine, amigos!.
¿Que qué clase de personal rulaba por allí?, pues de todo. De hecho, era bastante normal. Familias, niños, adolescentes, parejas... la mayoría con una perenne sonrisa en los labios y el gatillo fácil a la hora de sacar instantáneas de absolutamente todo. Da que pensar qué clase de audiencia ve y disfruta "Cuarto Milenio". ¿De verdad son creyentes de la causa paranormal o, como decía arriba, simples mortales amantes del eventual escalofrío que han cambiado la peli de terror de la noche del Domingo por el programa de Iker?. En fin, ¡¿qué más da?!... a fin de cuentas los organizadores se prestaban gustosamente a ello ambientando el sarao con música indudablemente inquietosa. Fuese lo que fuese, nada podría superar en abominación a algunos de los llamativos "hipsters" que rulaban por allí, mostrando sus enormes y limpias barbas, sus camisetas chanantes de temática "cool"/tureta y, que no falte, una pose altiva y arrogante en plan "Vamos a reírnos de todo esto, que somos más listos que vosotros". ¡Malditas ovejas esclavas de tendencias!. Buagh!!!!.
Tampoco fue moco de pavo el penúltimo pasillo de la expo, repleto de estupendas criaturas, muchas de ellas famosas gracias al séptimo arte (incluida el arca de la alianza que tanto se esforzó en localizar Indiana) y que son las que ilustran este reportaje. Al salir te encontrabas la paradita de rigor donde podías comprar toda clase de "merchandising" y libros escritos por Iker. Llamaban la atención dos cosas, que los tenderos eran todos del género gótico "in extremis" (probablemente los únicos auténticos creyentes allí presentes) y que las camisetas de "Cuarto Milenio" eran muy chulas y sorprendentemente graciosas. Un yeti de aspecto simpático comiendo un polo, un marciano verde cabezón de los más cuco... elección esta curiosa que podría "contradecirse" con el tono serio y respetuoso del programa, pero al mismo tiempo genuinamente agradecida, tanto como para que mi acompañante y yo nos compráramos una cada uno.
Y eso fue todo. La verdad es que, aunque de entrada la cosa no pintaba demasiado bien, terminé gozando mucho de la exposición. Es interesante, curiosa, divertida, delirante y francamente disfrutable. Desde aquí se la recomiendo si les tira el rollo paranormal, si les gusta "Cuarto Milenio" y si, en definitiva, son gente inquieta con ganas de pasar un buen ratico.

Fotos de Marichochel.