Nos encontramos ante una obra menor surgida durante la segunda mitad de los 80 y de la que casi nadie parece acordarse. Esencialmente se trata de una comedia, o una comedia de acción con amplios ribetes fantásticos. También encajaría de perlas en la etiqueta de "buddy movie de la vieja escuela".
“Dead Heat” cuenta con una muy buena idea de base algo desaprovechada por culpa de la carencia de medios. Dos polis, uno más conservador y seriote (armado con una magnum 44) y el otro más golfo y despreocupado, se quedan asombrados al acribillar a un par de delincuentes que parecen indestructibles. La investigación del caso les lleva hasta una gran corporación farmacéutica que cuenta con una máquina capaz de revivir a los muertos. Uno de estos ronda por allí y, durante la inevitable pelea, el poli encorbatado fallece. Su colega y la chica guapa de la peli (a la que le espera un final realmente impactante) le devuelven a la vida por tiempo limitado, oportunidad esta que el tipo aprovechará para acabar de resolver el entuerto, llevándose a unos cuantos por delante.
Quizás lo más logrado de "Estamos muertos... ¿o qué?" sea la parte final, en la que, casi a modo de "Terminator", el poli zombie, visiblemente desmejorado tras recibir un baño de fuego, se presenta en la guarida de los malos y la emprende a tiros con todos sin inmutarse (a pesar de los muchos que también recibe). Resulta que entre estos se encuentra nada menos que el inmortal Vincent Price en la que sería una de sus últimas actuaciones para el cine. Le acompaña otro nombre entrañable, Darren McGavin, más conocido como "Kolchak", el periodista especializado en casos sobrenaturales que tanta huella dejó en su pase por las televisiones del mundo civilizado por ahí los 70.
A los polis les dan vida/muerte Treat Williams, actor de irregular carrera que descubrí gracias a esta película, y Joe Piscopo, un comediante surgido de la cantera del "Saturday Night Live", con sus músculos, su "mullet" y su cara de pasmao, del que no sabía nada entonces y que poco ha hecho después.
Completan el reparto en escuetos roles Robert Picardo (habitual de Joe Dante), Keye Luke (el Master Po de la serie "Kung-Fu", pero que los de mi quinta conocerán sobre todo por ser el anciano cuidador del gremlin "Gizmo") y Shane Black, guionista de "blockbusters" y director de "Iron Man 3". Por ahí aparece sin acreditar la "scream queen" Linnea Quigley, que poco después se liaría en plan serio con el tipo que se encargaba de buena parte de los maquillajes, Steve Johnson.
Terry Black, guionista, posteriormente firmaría un buen puñado de los manuscritos del "Tales from the crypt" televisivo.
Del director ya he hablado con anterioridad, Mark Goldblatt, montador de primera división a quien debemos el corta y pega de varias cult-movies ("Piraña", "Humanoides del abismo", "Aullidos") y tantos otros estandartes del cine de acción ochentero ("Terminator", "Rambo", "Commando"). Debutaba como mandamás en el caso que nos ocupa, lo que le llevó a dirigir la injustamente mal tratada pero apreciable "The Punisher/Vengador" con Dolph Lundgren. Esta última, y salvo un desliz televisivo, significaría el fin de su carrera como director.
En definitiva, estamos ante una película sencilla, nada deslumbrante, trufada de errores (se supone que los zombies no sangran, pero los impactos de bala que recibe Treat Williams son bien rojos), aunque medianamente entretenida y simpática.
En cuanto a los fotocromos, llama la atención la notable cantidad de imágenes que luego NO aparecen en el largometraje. Veamos: Ese zombie verde estrangulando a la chica o Joe Piscopo echando babas son dos momentos que yo no vi cuando me la puse hace un par de días, y tampoco cuando la consumí de chaval. Raro. Pinta a caos durante la producción y remontaje desesperado. A saber dónde está ese material y porqué no fue finalmente utilizado. Algún día conoceremos la historia completa. De mientras les invito a gozar de lo que sigue, que no carece de gracejo, especialmente el póster, con esos dos polis ¿descabezados? que, para variar, se unen al carnaval de grotesquerías propias de nuestra distribución cinematográfica.
Pero no acaba aquí la cosa, queridos.
Dadas las fechas en las que nos encontramos, y dado lo muy Navideños que somos en este blog -además de verdad-, he decidido finiquitar con la sorpresa que me llevé al darle la vuelta a los fotocromos para ponerlos en el escaner. Está claro que el dueño del cine -el "Retiro" de Sitges- no valoraba mucho el material, porque lo usaba para otras funciones más allá de colgarlos en las vitrinas. En este caso se trataba de anunciar una curiosa doble sesión que el hombre se sacó de la manga para la platea infantil: "Estamos muertos... ¿o qué?" y "Abyss". Habría que debatir si estas dos pelis podrían considerarse adecuadas para un público de esa edad (una por violenta y la otra por "demasiado seria"... ¡o demasiado aburrida!), pero no deja de resultar curioso que ambas tengan dos puntos de conexión: Que sus directores venían de la factoría de Roger Corman y que en ambas participaba en los efectos visuales Ernest D. Farino, quien gracias a Cameron dio el salto al cine de gran presupuesto, pero que en sus inicios curró para Don Dohler, Jim Wynorski o en pelis tan oscuras como "Extraño" (y no lo digo porque se desarrolle en los interiores de una gruta). ¡¡Que maravilloso es el mundo del cine fantástico, amigos!!... ¡¡y qué maravillosa es la Navidad!!.
¡Felices Fiestas a todos, putos!.
Dadas las fechas en las que nos encontramos, y dado lo muy Navideños que somos en este blog -además de verdad-, he decidido finiquitar con la sorpresa que me llevé al darle la vuelta a los fotocromos para ponerlos en el escaner. Está claro que el dueño del cine -el "Retiro" de Sitges- no valoraba mucho el material, porque lo usaba para otras funciones más allá de colgarlos en las vitrinas. En este caso se trataba de anunciar una curiosa doble sesión que el hombre se sacó de la manga para la platea infantil: "Estamos muertos... ¿o qué?" y "Abyss". Habría que debatir si estas dos pelis podrían considerarse adecuadas para un público de esa edad (una por violenta y la otra por "demasiado seria"... ¡o demasiado aburrida!), pero no deja de resultar curioso que ambas tengan dos puntos de conexión: Que sus directores venían de la factoría de Roger Corman y que en ambas participaba en los efectos visuales Ernest D. Farino, quien gracias a Cameron dio el salto al cine de gran presupuesto, pero que en sus inicios curró para Don Dohler, Jim Wynorski o en pelis tan oscuras como "Extraño" (y no lo digo porque se desarrolle en los interiores de una gruta). ¡¡Que maravilloso es el mundo del cine fantástico, amigos!!... ¡¡y qué maravillosa es la Navidad!!.
¡Felices Fiestas a todos, putos!.