Ya he dicho unas cuantas veces que lo mío no es leer ficción. Solo rompo la norma en ocasiones especiales puesto que, generalmente, mi déficit de atención suele dificultármelo mucho. Claro, con semejante curriculum es lógico pensar que nunca antes había puesto los ojos sobre alguna de las obras de Jack Ketchum, reputado escritor especialmente conocido por sus duras aportaciones al género del horror. Muy al contrario, sí que había visto películas basadas en sus labores, ¿cómo cuales?, pues la odiosa "The Woman", la normalita "Red" y la olvidable "The girl next door". Digamos que ninguna me dejó precisamente con ganas de buscar libros de su autor. Salvo el de "Off season". ¿Motivo?, pues que desde hacía años retumbaban en mi cabestro un montón de palabras favorables al respecto, centradas siempre en su contenido ultra-violento, sangriento y pavoroso. Ya una vez hice un amago de ver si había edición patria, pero no localicé nada. El empuje definitivo vino recientemente, leyendo una entrevista con el malogrado Chas.Balun quién culpó al trabajo de Jack Ketchum, y especialmente a "Off season", de su súbito interés por escribir ficción. La calificó como ejemplo de lo que deberían ser todas las novelas de terror. Directa, cruda, sin florituras ni excusas. Ya no pude más, ¡tenía que saciar mi curiosidad!, así que volví a buscar y esta vez, ¡bingo!, di con ella, en castellano, bajo el título de "Al Acecho" (nada que ver con esto) y editada por "JP Libros". Solo costaba diez euritos, así que dije "¡Trae pacá!". Y me llegó (¡que maravilloso servicio el de Amazon!) y leí.
"Al Acecho" narra las trifulcas de un grupo de amigos que se encuentran en una casita junto a la costa para pasar el finde, sin saber que en las grutas que hay al lado del mar vive una extensa familia de salvajes caníbales que planean atacarles esa noche para cazarlos y devorarlos. Por ahí rula un sheriff, típicamente gordo, que hará algo por ayudar, pero no mucho.
¿Suena verdad?. "Off Season" originalmente se publicó en 1980, tres años después del estreno de "Las colinas tienen ojos", con la que guarda inevitable parecido. Y es que ambas se inspiraban en el caso escalofriantemente -y supuestamente- real de Sawney Beane, del que ya hemos hablado en otras ocasiones.
Cuando llegó a las librerías, se armó una buena por su "escandaloso" contenido. Imagino que en esos tiempos todavía no se aceptaba que un libro de terror lanzado y distribuido a "gran escala" pudiese reunir tantas atrocidades crudamente narradas. Y eso que antes había sido sutilmente censurado por sus editores, obligando al autor a poner un final feliz. Bien, la versión que yo he leído es una reedición publicada en 1992 que se vende como integra. Incluido su final trágico. Sin embargo, el contenido macabro hoy día se encuentra dentro de lo común y corriente. Nada que no hayamos leído y, sobre todo, visto cientos de veces. Así que por ahí me sentí defraudado.
Por lo demás, hombre, pues le cuesta arrancar un poco. Más de la mitad está centrado en contarnos rollos sobre sus protagonistas que, al menos a mí, no me interesan nada de nada. ¡¿Por qué las putas novelas siempre pierden tanto tiempo explicándonos esa clase de chorradas?!, ¿por rellenar?. Algún experto diría que es para humanizar a sus personajes y que el lector cree vínculos con ellos... pero a mí me aburre... tal vez he visto demasiados "slashers".
Superada esta parte, llega lo realmente interesante, que arranca con el ataque de los caníbales. Ahí sí, ahí Ketchum hace gala de una narrativa vigorosa y dinámica, llena de brío que, por unos momentos, incluso logró engancharme y hasta emocionarme. Pero solo es un rato. En general se mantiene el tono ya hasta el desenlace, pero se relaja levemente y no se anima hasta que uno de los protas entra en la cueva donde viven los salvajes y la emprende a disparos y hostias con todos ellos, lo que incluye niños con la cabeza pisoteada y otras delicias.
¿El veredicto?, pues hombre, no ha sido una agonía, está bien, se deja leer, lo que ocurre es que ni es tan fuerte y horrorífica como me esperaba ni ha despertado en mí un súbito interés por leer más libros del género. Y eso que quería recuperar lecturas de juventud que seguramente no supe apreciar debidamente entonces, como las de Richard Laymon o Shaun Hutson... pero me temo que tendrán que seguir esperando.
Curiosamente "Al Acecho" se cierra con un relato hasta entonces inédito, "Hija del invierno", y que salvo por su anodino desenlace creo que me gustó más que la novela entera que le precede. Incluso daba un poco de miedo. No mucho. Y es que, estamos con lo de siempre, al final las cosas cortitas son como más agradecidas porque van directas al grano... salvo los cortometrajes, claro, que a esos los detesto.