Andy Copp es un personaje muy interesante. Artista. Fanzinero. Blogero. Entregado aficionado al cine de género, con especial devoción por el terror y las películas bizarras. Llegó a realizar programas para la televisión de acceso público o video-reseñas subidas a youtube, siempre en torno al tipo de materia que le molaba. Paralelamente desarrolló una carrera en estas cosas del cine independiente de cero presupuesto, underground o auto-producido. Llámenlo como quieran.
Copp ralizó varios largometrajes y cortometrajes. Moviéndose entre la narración convencional según los cánones del “exploitation” de los 70 y la experimentación pura. Títulos como "Black Sun" (sobre un hombre convertido en máquina), "The atrocity Circle" (un especie de "rape and revenge") o "Quiet Nights of Blood and Pain" (dos veteranos de guerra que le pillan gusto a matar más allá del campo de batalla), son un buen ejemplo. Sin embargo, su obra más conocida posiblemente sea la primera en formato largo, “The Mutilation Man”, rodada en súper 8, 16 mm y vídeo.
“The Mutilation Man” tiene todos los tics propios de los que hizo gala el cine fantástico noventero de línea dura, aquel oculto en la sombra mientras en las salas triunfaban cosas más descafeinadas. Es decir, narración fragmentada, banda sonora a base de estridencias, apabullante aluvión de imágenes a ritmo videoclipero y gore supuestamente brutal. Todo condimentado con material documental (y real) de crímenes de guerra, por aquello de incrementar el mal rollo deseado. Táctica a larga perjudicial, ya que le resta potencial perturbador a la ficción, por mucho que esta intente chocarnos. Resumiendo: Que con la moto del "experimentalismo" y/o lo arty, por aquello de "otorgar méritos intelectuales a la obra", te cuelan un festival de atrocidades que es lo que el fan verdaderamente busca (importándole un pimiento el resto). Cortometrajes como "Alicia" o "Aftermath", y largometrajes como "Subconscious Cruelty" son otro buen ejemplo de tan irritante tendencia.
“The Mutilation Man” es rara, aburrida, ingenua en su provocación y se ve anticuada. La influencia de Jodorowsky y “El Topo” canta como una almeja, por el look de “el hombre mutilación” y su continuo caminar entre ruinas encontrándose con personajes de lo más estrambóticos a los que les encanta comerse al prójimo o martirizar a chicas desnudas encerradas en zulos. Influencia esta reconocida por el señor director (junto a otra bien evidente, “Tetsuo, the iron man”). De por medio, sadomaso high-tech e imágenes de un chaval sufriendo el maltrato de su alcohólico padre (interpretado por el cineasta cult Jim Van Bebber, responsable de "Gore en las calles", "My sweet Satan" o "The Manson Family". Concretamente en estas dos últimas el dire de la peli reseñada colaboró en los efectos especiales... o no se qué polladas).
Bien, ese niño sufriente se supone que es el mismo Andy Copp, quien vivió una infancia de pesadilla por culpa de un progenitor que mamaba demasiado. Él se refugiaba en sus queridas películas de terror para sobrellevarlo. Desafortunadamente no lo logró y cuando cumplió los 40, se quitó la vida. Descanse en paz.
Eso no significa que “The Mutilation Man” sea la obra de un genio, como muchos van vitoreando por ahí. Ya saben, estando en vida, ni caso. Fallece, y todo son homenajes y entusiastas críticas desmedidas (y más aún si se trata de algo raro, "No entiendo ni torta, ergo, esto es la obra de un visionario"). La peli sigue siendo un rollo. Un sinsentido gratuito. Lo que, a su vez, tampoco significa que a estas alturas de la reseña Copp haya dejado de ser un personaje interesante, por supuesto.