Si hay un director genuino e inherente al verdadero
“Exploitation”, ese es sin duda Dwain Esper que, absolutamente adelantado a su
tiempo, consiguió esquivar a la censura con sus películas-denuncia. Es decir,
la mejor forma de mostrar actitudes sensacionalistas en una pantalla, es
denunciando la situación que en ella se nos muestra, en este caso, y casi en su
mayoría, las películas anti-drogas. Podemos ver en la pantalla un individuo
inyectándose heroína en una película, pero eso es porque por debajo hay una voz
en of que nos advierte de lo pernicioso que es hacerlo… tipo listo Esper. Aún
así, soteaba la censura –porque en sus películas de corte sensacionalista no
solo se veía gente drogandose, sino también operaciones quirúrgicas de lo más
desagradable o tías en pelotas ¡en plenos años 30!- además, haciendo una
reformulación de las vías de exhibición. Si podía exhibía en cines, si, pero
sobretodo, proyectaba sus películas en infectos clubes privados dónde, previa a
la proyección de alguna de sus películas, el espectador podía ponerse a tono
presenciando un tórrido Strip- Tease.
Así pues, años más tarde, con un público ya consciente de la
cara dura que se gastaban estas películas-denuncia, se crea un absoluto culto
en torno a lo que sin temor a ningún tipo de duda, podíamos denominar un
subgénero.
Dwain, que supo sacar beneficio a este tipo de cine (y de
documentales) es famoso porque estrenó
la película que denunciaba el consumo de marihuana “Tell Your Children” de
Louis Gasnier, cambiándole ese título, del todo alentador y prohibitivo, por otro más comercial y sugerente como es
“Reefer Madness” (traducido “Locura de porros”, maravilloso título) –En España
editada en DVD bajo el título de “El cigarro de la locura”-. E hizo dinero con
ello.
Y en su faceta como director, mientras se rumorea por ahí
que contrataba directores para que dirigiera películas que luego él firmaría
como suyas, tenemos unas cuantas de esas películas, relevantes unas, olvidadas
otras, que si que dirigió él, como la que nos ocupa, esta “Narcotic”, una de
las primeras.
Narcotic es un despropósito de padre y muy señor mío, porque
otra cosa que hay que decir, es que estas películas eran malas en intenciones,
pero también en resultados, y cualquiera de ellas podría formar parte de esa
categoría que es “malas que son buenas”.
“Narcotic” es graciosísima. Y sencilla, cuenta el declive de
un poderoso médico, que instado por las malas artes de un Chino –en realidad un
Caucásico al que han maquillado para que parezca un chino, muy malamente- acude
a un fumadero de Opio en el cual, se pega una fumada de órdago. A partir de
ahí, la cosa va para abajo, llegando el medico a humillarse a sí mismo, cuando,
adicto al opio, no le queda más remedio que hacer eco de lo que él cree una
milagrosa medicina, en barracas de feria custodiadas por pequeños negros
deformes y monstruosos. El resto de drogas, un taxista yonkie y las malas
actitudes de aquellos que se drogan hacen el resto.
Un clásico indiscutible de las películas de drogas, que más
allá del mensaje que encierran, la historia que se encuentra detrás de ellas y
las maneras en que son ejecutadas, resultan todas ellas delirantes, cómicas
involuntariamente, divertida, y contra todos los pronósticos, entretenidísimas.