Esta extraña comedia, de desmedida mala hostia y particular
sentido del humor, básicamente se sustenta de dos tramas que se entrelazan; por
un lado, tenemos una mujer que acaba de
enviudar, porque por ir a sacar unas fotos en un safari, su marido es devorado
por un león. Como la deja viuda y sin un duro, contrata al novio de la chacha
para que se cargue al león, cosa a la cual accede, no sin ciertas reticencias.
Por otro lado, tenemos a un joven al cual su novia lo deja
por no tener un padre reconocido. Así que la madre de este le enrolla con la
viuda del comido por la fiera, a cambio de que estos le solucionen la vida en
lo referente a lo económico.
Muy curiosa, muy divertida y muy negra, resulta esta
película del mítico Luis María Delgado, que en hora y pocos minutos se saca de
la manga una de esas comedias atípicas dentro de la cinematografía española.
Sin duda se trata de una de las películas más autorales de Delgado, y la más
personal ya que es su película más pura, y no al servicio de alguna celebridad
como acostumbraba. Por eso se rodea de nombres como Pedro Osinaga, María José Cantudo o Rafael Hernández, y la cosa queda, por lo menos, curiosa y simpática.
Y aunque tuvo otras películas personales, Delgado, al igual
que Álvaro Sáenz de Heredia, era conocido por hacer películas para el
cantante o humorista de turno, siendo
las más destacadas “Hamelín” con Miguel Ríos, “La Garbanza Negra que en paz
descanse” con Tip y Coll, “¿Dónde estará mi niño?” con Manolo Escobar, “Loca
por el circo” con Teresa Rabal, “Chispita y sus gorilas” con Chispita y el Tito
y el Piraña, o esa maravilla que es “Ni se te ocurra… dejar de verla” con Cruz
y Raya.
Por eso, y aunque me encantan todas estas películas, yo creo
que “Los hijos de…”, por otro lado tan ignota y desconocida, es una cosa aparte
para poder juzgar a Luis María Delgado en su justa medida y calibrarlo
debidamente.
Entretenida y diferente, amén de, por un lado, tener una
dirección encomiable a la par que chapuceras maneras de solventar según que
situaciones, yo creo que bien merece la pena echarle un vistazo.
Aunque es una película que apenas ha trascendido después de su estreno en salas, lo cierto es
que en su momento llegó a meter en cines 359.000 espectadores del año 1976. Un
moderado éxito en su época, que coño.