Estrenada en el Fright festival de Londres, “Cult of Chucky”
venía precedida de críticas notorias. También había quién afirmaba que
cualquier séptima parte de la saga que fuese, podía permitirse el lujo de ser
como le diera la gana. Una justificación como otra cualquiera por parte de un
fan que ha de justificar de la manera que sea que la película sea mala.
Continuando las tropelías de “La Maldición de chucky” donde
las dejaron, “Cult of Chucky” tiene montones de detallitos que gustarán mucho a
los seguidores de la franquicia, pero, sin llegar a las cotas de mierdismo de
aquella, lo cierto es que es un aburrimiento de tres pares de cojones que se
salva, única y exclusivamente, por los asesinatos en esta ocasión más gráficos
y sanguinolentos que en cualquiera de las películas anteriores. Un gore de
primera categoría como máximo punto a su favor.
En su afán por contentar al fan, Don Mancini, que retoma una
vez más la dirección, introduce
elementos reconocibles de cualquier título anterior de la saga, y más loco
todavía, vuelve a introducir en la historia a Andy, el niño de la trilogía
original que regresa interpretado ¡¡por el propio Alex Vincent!! quien ya lo
interpretó siendo niño. Tenemos hoy aquí a todo un mocetón de cuarenta palos
muy obsesionado con Chucky y haciendo un montón de cosas raras en su nombre.
También repite Jennifer Tilly como Tiffany, que con 60 espléndidas primaveras
continúa siendo una mujer de bandera.
“Cult of Chucky” parece establecer a Fiona Dourif, la hija
del propio Chucky, Brad Dourif (que es clavadita
a su padre) como nueva heroína de la franquicia.
Y aunque el tono de la película es serio como se marcó en la
anterior entrega, Chucky se reserva unos cuantos chistes a lo largo del film,
que marcan un equilibrio entre el horror y la comicidad muy sereno, que le
viene bien a una franquicia como esta.
En la parte negativa decir que el argumento es un pifostio
de la hostia en el que hasta el meridiano del mismo no sabemos que es real y
qué ficción —dentro de la ficción de la película, por supuesto—, o si hay uno o
varios Chuckys cometiendo las fechorías.
Nica, la protagonista de la anterior entrega de la saga, es recluida
en un sanatorio mental dónde pasará terapia con otros enfermos. La gracia del
asunto están en que ella está allí convencida de que Chucky está solo en su
cabeza y que los asesinatos que le achaca al muñeco diabólico, en realidad los
ha cometido ella. Pronto, para hacer terapia de choque, se les colará por ahí
un “Good Guy” que una de las reclusas acogerá como si fuera un hijo propio.
Para terminar de redondear el asunto, llegará Tiffany para dejar otro “Good
Guy” en el hospital psiquiátrico, por lo que el festival de muertes está
servido, a la par que Nica deberá averiguar cual de los dos muñecotes es el que
está poseído por Charles Lee Ray… o descubrir si es ella la asesina.
Por otro lado, tenemos una subtrama que nos presenta a Andy
ya de mayor, que atesora en una caja fuerte una cabeza medio destrozada con
otro “Good Guy” que tiene al propio Charles Lee Ray… tratando de demostrar que
la cabeza tiene vida, se monta el belén, el espectador se pierde con tanto
“Good Guy”, y Mancini introduce tanta elipsis que vuelve tarumba al espectador.
Pero al final se enmienda la cosa en un desenlace digno de una tira del Popeye
de Bobby London.
Al final, lo mejor de la película son los muchos y
entrañables auto homenajes que contiene la cinta, que al final son pequeños
regalitos para el fan de los personajes.
En definitiva: resulta muy floja, pero claro, se trata de un direct-to-video. Digamos que es demasiado
mala para tratarse de una película de la franquicia Chucky, pero que no está
mal para ser una videoclubada. Una cosa intermedia.
Yo me compraré el Blu Ray por completísmo puro y duro, pero
si no, no creo que malgastase mi tiempo con un segundo visionado.
Con todo, es Chucky. Y vemos a Chucky.
Don Mancini ya anda preparando la octava parte, seguramente
también para el mercado del vídeo. Aunque con esta gente, nunca se sabe… Igual
luego viene una novena parte otra vez para cine…