Robert Aldrich, director de prestigio y responsable de
incontestables clásicos como puedan ser “Doce del patíbulo” o “Veracruz” en la
recta final de su carrera (murió en 1983 por una insuficiencia renal) se
desmelenó sin importarle las
consecuencias. “La patrulla de los inmorales” es la película más nihilista y
salvaje que he visto jamás.
Obviamente, sabía de la existencia del film de marras desde
que era niño, por eso me cuesta tanto creerme como no he podido descubrirla
hasta el presente 2018. Quizás porque se trata de una cinta maldita y olvidada,
una película que, tras su estreno, todas las entidades biempensantes en torno a ella se han
cuidado de darle una visibilidad posteriormente. La película fue un fracaso
absoluto, la crítica se cebó con ella y después tan solo apareció en alquiler
en su época sin que haya habido ninguna reedición. De hecho, en DVD
sigue inédita salvo porque en los USA algunos fans se han hecho con masters lo
suficientemente buenos como para vender la película bajo demanda en DVD-R
casero, como suele pasar con todos estos films malditos tipo “The gong show movie”.
En España, la película se estrenó en salas en 1979 (en los
USA lo hizo en el 77) con una taquilla aceptable de casi 700.000 espectadores y
luego apareció en vídeo de alquiler unos años después, a la vez que “Loca academia de policía” convirtiéndose injustamente en un título más, entre
italianos y apócrifos, a engrosar las listas de las películas a rebufo de la de
Hugh Wilson. Gracias a eso, y a algún pase televisivo, podemos encontrarla en redes P2P sin mayor problema.
Por otro lado, a más de 42 años de su concepción, de repente
aparece en el catálogo de la plataforma digital Netflix, en los USA, durante un
corto periodo de tiempo. Rápidamente, es retirada sin dar más explicaciones ¿Qué ocurre con esta película qué nadie quiere
darle visibilidad? Los blogeros yankis llevan tiempo investigando el por qué se la oculta sin llegar a conclusiones claras (aunque ahora está a la venta y alquiler en Amazon video).
Yo creo que es más sencillo que todo eso. Es una
película libre y antiacadémica, eso es ya más que suficiente para que sea menospreciada, pero si añadimos que sus protagonistas son
sexistas, misóginos, racistas, asesinos y completamente lelos, pero que además,
la película no se posiciona ni critica estas actitudes, sino que tan solo nos
las muestra siendo además esta caterva de salvajes, los héroes de la función,
yo creo que son motivos más que suficientes para que los poseedores de los
derechos la oculten y la entierren en el fango hasta hacerla desaparecer,
máxime con la ola de corrección política que nos asola en la actualidad. Para
más inri, tratado todo desde una perspectiva cómica.
“La patrulla de los inmorales” prescinde de un argumento al
uso para mostrarnos, tan solo, una serie de escenas, una tras otra, en las que
vemos a un grupo de policías comportándose como auténticos garrulos. Abriendo tramas que nunca llegan a concluir, eso sí, sin cortarse en las actitudes
inmorales —muy bien traído el título castellano— ni en lo explícito de la
violencia y el sexo que se nos pueda mostrar. En la recta final, un cuarto de
hora antes de que acabe, si que hay una trama en la que uno de los policías,
traumatizado por la guerra de Vietnam, entra en una situación de pánico y mata,
por accidente, a un homosexual que está en el parque donde este grupo de
policías suele emborracharse tras acabar su jornada. Sus compañeros le tapan.
El jefe de estos, extorsiona a uno de los policías, uno que se va a jubilar,
para que le de los nombres de los agentes que había allí la noche del
suceso, cosa a la que el interfecto se niega. Cuando le amenaza con
retirarle la pensión, da nombres. No diré que ocurre al final, pero sí que
el cuerpo entero de policía aparece retratado como corrupto, todos se salen con
la suya, y aún así, el final es feliz y esperanzador…. Menos para el marica
asesinado. Para más inri, todo concluye con una carcajada por parte
de cada uno de los miembros de esta patrulla de inmorales. No olvidemos
que se trata de una comedia.
Yo creo que, aunque en ningún momento se juzga a los policías, esta película es en realidad una feroz y
provocativa denuncia de los cuerpos policiales, que resulta que —mira tú por
dónde— actúan así en todo el mundo, o incluso peor (huelga decir, que no me
gusta la policía tampoco). Creo que Aldrich fue muy valiente haciendo lo que se
le pasó por los cojones, volviéndose lo que trataba de contar en su contra, al
interpretar los espectadores que estaba haciendo una apología de lo que en
verdad estaba criticando. Les diré por qué.
Resulta que “La patrulla de los inmorales” es la adaptación
cinematográfica de un best seller, la novela “The Choirboys” escrita por Joseph
Wambaugh quién a su vez había firmado el guion de la película. Wambaugh había
sido un policía que en sus ratos libres escribía novelas sobre sus vivencias y
que abandonó el cuerpo para dedicarse a la escritura en cuanto esto le fue
bien. Cuando vio la adaptación de su novela, removió Roma con Santiago para
desvincularse de la misma. Denunció a la producción y consiguió que se retirase
su nombre, alegando que en su novela todos los actos reprobables
de los que hacían gala los policías eran consecuencia de la tensión y
hostilidad a la que debían enfrentarse cada día y que en la película se les pinta
como poco menos que retrasados mentales sin moral alguna. Amén de que Aldrich
había filmado un final que nada tenía que ver con el de la novela. Ganó el
litigio y retiraron su nombre de los créditos.
Al respecto, Robert Aldrich dijo que la novela de Wambaugh
era una novela vulgar, y que en
consecuencia, él había rodado una oda a la vulgaridad.
O sea, que en cierto modo, lo que era amoral era la novela
de Wambaugh y no la película de Aldrich. Lo que si se le puede achacar a
Aldrich es la poca pericia que tuvo para
mostrarnos la película como una crítica pareciendo que es todo lo
contrario. Claro que Robert Aldrich ya había dado señales de sexismo y racismo
con anterioridad. Así que a saber las intenciones con las que está hecha en
verdad. Lo que si que es cierto, es que es una autentica joya, una
comedia como solo se podría haber rodado en los setenta, un catálogo de
atrocidades y, como muy bien dijo Aldrich, una oda a la vulgaridad.
Todo eso sumado al desorden narrativo, lo deslavazado de
todo lo que cuenta, y la crueldad general, le valieron las peores críticas que haya podido tener una
película, que fue tachada de sensacionalista y barata. A mí me ha parecido una
comedia que borda la obra maestra.
Al margen de todo esto, es condenadamente
entretenida, y es tan fiera, pero tan fiera, tan fiera, tan fiera, que la
comedia, los gags, no llegan a funcionar por lo mucho que se pasa de la raya con estos.
Una maravilla.
Además está llena de caras conocidas como las de James Woods, Louis Gosset Jr., Charles Durning o Burt Young.
Estupenda.
En su momento colgué en su correspondiente sección, los pertinentes fotocromos.
En su momento colgué en su correspondiente sección, los pertinentes fotocromos.