lunes, 28 de mayo de 2018

LA PATRULLA DE LOS INMORALES

Robert Aldrich, director de prestigio y responsable de incontestables clásicos como puedan ser “Doce del patíbulo” o “Veracruz” en la recta final de su carrera (murió en 1983 por una insuficiencia renal) se desmelenó  sin importarle las consecuencias. “La patrulla de los inmorales” es la película más nihilista y salvaje que he visto jamás.
Obviamente, sabía de la existencia del film de marras desde que era niño, por eso me cuesta tanto creerme como no he podido descubrirla hasta el presente 2018. Quizás porque se trata de una cinta maldita y olvidada, una película que, tras su estreno, todas las entidades biempensantes en torno a ella se han cuidado de darle una visibilidad posteriormente. La película fue un fracaso absoluto, la crítica se cebó con ella y después tan solo apareció en alquiler en su época sin que haya habido ninguna reedición. De hecho, en DVD sigue inédita salvo porque en los USA algunos fans se han hecho con masters lo suficientemente buenos como para vender la película bajo demanda en DVD-R casero, como suele pasar con todos estos films malditos tipo “The gong show movie”.
En España, la película se estrenó en salas en 1979 (en los USA lo hizo en el 77) con una taquilla aceptable de casi 700.000 espectadores y luego apareció en vídeo de alquiler unos años después, a la vez que “Loca academia de policía” convirtiéndose injustamente en un título más, entre italianos y apócrifos, a engrosar las listas de las películas a rebufo de la de Hugh Wilson. Gracias a eso, y a algún pase televisivo, podemos encontrarla en redes P2P sin mayor problema.
Por otro lado, a más de 42 años de su concepción, de repente aparece en el catálogo de la plataforma digital Netflix, en los USA, durante un corto periodo de tiempo. Rápidamente, es retirada sin dar más explicaciones ¿Qué ocurre con esta película qué nadie quiere darle visibilidad? Los blogeros yankis llevan tiempo investigando el por qué se la oculta sin llegar a conclusiones claras (aunque ahora está a la venta y alquiler en Amazon video).
Yo creo que es más sencillo que todo eso. Es una película libre y antiacadémica, eso es ya más que suficiente para que sea menospreciada, pero si añadimos que sus protagonistas son sexistas, misóginos, racistas, asesinos y completamente lelos, pero que además, la película no se posiciona ni critica estas actitudes, sino que tan solo nos las muestra siendo además esta caterva de salvajes, los héroes de la función, yo creo que son motivos más que suficientes para que los poseedores de los derechos la oculten y la entierren en el fango hasta hacerla desaparecer, máxime con la ola de corrección política que nos asola en la actualidad. Para más inri, tratado todo desde una perspectiva cómica.
“La patrulla de los inmorales” prescinde de un argumento al uso para mostrarnos, tan solo, una serie de escenas, una tras otra, en las que vemos a un grupo de policías comportándose como auténticos garrulos. Abriendo tramas que nunca llegan a  concluir, eso sí, sin cortarse en las actitudes inmorales —muy bien traído el título castellano— ni en lo explícito de la violencia y el sexo que se nos pueda mostrar. En la recta final, un cuarto de hora antes de que acabe, si que hay una trama en la que uno de los policías, traumatizado por la guerra de Vietnam, entra en una situación de pánico y mata, por accidente, a un homosexual que está en el parque donde este grupo de policías suele emborracharse tras acabar su jornada. Sus compañeros le tapan. El jefe de estos, extorsiona a uno de los policías, uno que se va a jubilar, para que le de los nombres de los agentes que había allí la noche del suceso, cosa a la que el interfecto se niega. Cuando le amenaza con retirarle la pensión, da nombres. No diré que ocurre al final, pero sí que el cuerpo entero de policía aparece retratado como corrupto, todos se salen con la suya, y aún así, el final es feliz y esperanzador…. Menos para el marica asesinado. Para más inri, todo concluye con una carcajada por parte de cada uno de los miembros de esta patrulla de inmorales. No olvidemos que se trata de una comedia.
Yo creo que, aunque en ningún momento se juzga a los policías,  esta película es en realidad una feroz y provocativa denuncia de los cuerpos policiales, que resulta que —mira tú por dónde— actúan así en todo el mundo, o incluso peor (huelga decir, que no me gusta la policía tampoco). Creo que Aldrich fue muy valiente haciendo lo que se le pasó por los cojones, volviéndose lo que trataba de contar en su contra, al interpretar los espectadores que estaba haciendo una apología de lo que en verdad estaba criticando. Les diré por qué.
Resulta que “La patrulla de los inmorales” es la adaptación cinematográfica de un best seller, la novela “The Choirboys” escrita por Joseph Wambaugh quién a su vez había firmado el guion de la película. Wambaugh había sido un policía que en sus ratos libres escribía novelas sobre sus vivencias y que abandonó el cuerpo para dedicarse a la escritura en cuanto esto le fue bien. Cuando vio la adaptación de su novela, removió Roma con Santiago para desvincularse de la misma. Denunció a la producción y consiguió que se retirase su nombre, alegando que en su novela todos los actos reprobables de los que hacían gala los policías eran consecuencia de la tensión y hostilidad a la que debían enfrentarse cada día y que en la película se les pinta como poco menos que retrasados mentales sin moral alguna. Amén de que Aldrich había filmado un final que nada tenía que ver con el de la novela. Ganó el litigio y retiraron su nombre de los créditos.
Al respecto, Robert Aldrich dijo que la novela de Wambaugh era una  novela vulgar, y que en consecuencia, él había rodado una oda a la vulgaridad.
O sea, que en cierto modo, lo que era amoral era la novela de Wambaugh y no la película de Aldrich. Lo que si se le puede achacar a Aldrich es la poca pericia que tuvo para  mostrarnos la película como una crítica pareciendo que es todo lo contrario. Claro que Robert Aldrich ya había dado señales de sexismo y racismo con anterioridad. Así que a saber las intenciones con las que está hecha en verdad. Lo que si que es cierto, es que es una autentica joya, una comedia como solo se podría haber rodado en los setenta, un catálogo de atrocidades y, como muy bien dijo Aldrich, una oda a la vulgaridad.
Todo eso sumado al desorden narrativo, lo deslavazado de todo lo que cuenta, y la crueldad general, le valieron  las peores críticas que haya podido tener una película, que fue tachada de sensacionalista y barata. A mí me ha parecido una comedia que borda la obra maestra.
Al margen de todo esto, es condenadamente entretenida, y es tan fiera, pero tan fiera, tan fiera, tan fiera, que la comedia, los gags, no llegan a funcionar por lo mucho que se pasa de la raya con estos. Una maravilla.
Además está llena de caras conocidas como las de  James Woods, Louis Gosset Jr., Charles Durning o Burt Young.
Estupenda.
En su momento colgué en su correspondiente sección, los pertinentes fotocromos.