Siguiendo el orden natural de las cosas, el exitazo en los setenta de la saga "Aeropuerto" desencadenó la inevitable ristra de imitaciones, entre ellas telefilms, el "exploit" italiano de rigor y, cómo no, la parodia oficial. Fíjense que es un camino que se repite a lo largo de la historia del cine. Ya sea la fiebre "slasher", ya sea la superheróica.
Precisamente, mi vetusto y atrofiado cerebro recordaba una escena en la que un avión de color rojiblanco alcanzaba la estratosfera. Estaba convencido que lo había visto en una pantalla de cine, tanto como que no era ninguno de los títulos gordos de la franquicia "Aeropuerto". Deduje que sería el italiano, porque según mis datos, los efectos especiales eran un poco chapuzas. Así, me agencié "Concorde Affair", dirigida nada menos que por Ruggero Deodato. Obviamente, tratándose del subproducto que se trataba, la acción catastrofista del avión enfrentado a sendos problemas se reducía, básicamente, al tramo final. ¿El resto? pues lo habitual en estas lides made in Italy, una trama desarrollada en tierra firme y, a poder ser, un país tercermundista, por aquello de abaratar. Resumiendo: No era la que buscaba. Entonces ¿cuál, maldita sea, cuál? Finalmente, y tras someter mis meninges al grado máximo, hallé la respuesta: "Aeropuerto 78, vuelo supersónico" ("SST: Death Flight" en v.o.). Al instante reconocí el avión rojiblanco y grité entusiasmado "¡¡Esta es!!" Curiosamente se trataba de una producción norteamericana para la caja lerda. Ahora solo faltaba reverla.
Asistimos al primer vuelo comercial de un super avión. El futuro de la compañía depende de que todo vaya como la seda. Lástima que no cuenten con la presencia de un jefe técnico amargado y lleno de manías dispuesto a sabotear el asunto. Tampoco como para matar a nadie, solo pretende que el bicho de media vuelta y quede fatal de cara a los medios (más que nada porque él mismo forma parte de la tripulación) Sin embargo, el piloto se toma el aviso a chufla y decide seguir... hasta que, ¡catapum! se produce una explosión en la parte baja del avión. ¿Problemas? pues esperen, porque resulta que entre la carga hay una serie de virus experimentales, la gripe del Senegal, nada menos. El petardo los liberará y hará que, no solo el personal comience a enfermar, también impidan al parato aterrizar en cualquiera de los muchos aeropuertos disponibles.
Pues al final ha resultado que, contra todo pronóstico, la película no está ni tan mal. Lo más flojo son, sí, los efectos especiales (de hecho, el accidentado aterrizaje de emergencia ni lo vemos, pasamos directamente a sus consecuencias. Y eso, en una película de semejante subgénero, suena bastante ruin). Pero, por lo demás, gasta un ritmo notable, va a piñón desde buen principio, entretiene bastante y uno se puede deleitar viendo la notoria galería de rostros, casi todos televisivos, que van cruzando frente a sus ojos (encarnando, además, a personajes no especialmente repugnantes, algunos incluso se marcan diálogos bien escritos), gente como Lorne Greene, Doug McClure, Burgess Meredith (¿qué clase de nombre es Burgess?), Brock Peters, Susan Strasberg y un ultra-jovencito Billy Crystal como azafato. Aunque el más llamativo en este caso es Peter Graves, que dos años después interpretaría al piloto de risa en "Aterriza como puedas", la maravillosa parodia oficial a la que aludía.
El director, David Lowell Rich, ya había rodado otro telefilm de aviones en apuros unos años antes, solo que en plan de terror -tampoco demasiado mala- "The Horror at 37, 000 Feet". Tanto avión y tanta mandanga le valieron para que, finalmente, en 1979 fuese fichado como máximo responsable de la última entrega de, esta vez sí, la genuina franquicia, concretamente "Aeropuerto '80". Sin embargo, el consiguiente fracaso crítico y comercial le devolvió a la televisión, de donde prácticamente ya no se movió hasta su muerte en 2001.
Decía al inicio de la reseña que recordaba haber visto "Aeropuerto 78, vuelo supersónico" en una gran pantalla... ¿siendo un telefilm? Evidentemente, y como ha pasado antes con, por ejemplo, las series setenteras de "Spider-man" o "La Masa", en Europa se estrenó en salas, además con un simpático aliciente extra, el desnudo de la actriz y modelo erótica Misty Rowe, dando vida a una rubia tonta, pero tontísima. Material este que los yankis no pudieron apreciar en su día. Les dejo una imagen promocional del film con la moza... eso sí, tapadita para la ocasión.