Probablemente “Santa Claus” sea la película más popular y querida de René Cardona padre, un film navideño que supuso un éxito de taquilla en México donde fue proyectada en salas durante años y comprada por productores americanos —más concretamente, por K. Gordon Murray— para alterarle el metraje, pegarle algún que otro corte y estrenarla en cines yankis allá por 1960. Es muy curioso porque, mientras que en México la película recibe un tratamiento de clásico patrio incuestionable, en los USA, más condescendientes, la tienen por una de las peores películas de la historia, cómo no. Es por eso que se le rinden cierto culto, y más desde que la gente de "Mistery Science Theater 3000" la descubrió para los suyos y se pitorreó de ella. Mientras, por otro lado, recibía un premio de cine familiar en un festival de cine de San Francisco.
Asimismo, historiadores y estudiosos del cine de Cardona destacan este “Santa Claus” como una de las más extrañas películas rodadas sobre el personaje, no solo por el diseño de producción (Santa vive en una especie de palacio en medio del espacio), sino también por tratarse de una película que, pese a la marcada paleta de colores de la que hace gala su technicolor, era un pelín siniestra, y combinaba un tema absolutamente infantil, como es Santa Claus, con elementos propios del cine de terror, género este en el que más adelante se especializarían todas las películas que, al igual que esta, se diseñaban y filmaban en los estudios "Churubusco". Obviamente, no la vean buscando terror, porque aunque sí es cierto que es un poco oscurilla, al final se trata de unas pinceladitas muy ingenuas y naíf.
El argumento es, cuando menos, curioso. Santa Claus se prepara para realizar su trabajo en Navidades, ayudado por una serie de niños de todo el mundo (en una secuencia eterna en la que se nos presenta a cada grupo de críos según su correspondiente estereotipo. Imagínense pues, como retrata a los africanos…), cuando, desde el infierno, Lucifer envía a uno de sus demonios con el fin de destruir la Navidad. Y ya de paso, si se tercia, matar a Santa Claus. Para ello irá convenciendo a los niños de que hagan el mal durante esas fechas. Por suerte, Santa es colega del mago Merlín, que con unos polvos mágicos le ayudará a poner todo de nuevo en su sitio, y acabar de una vez por todas con ese satanismo caprichoso y dañino. Lo conseguirá, pero por el camino las pasará putas.
Lo cierto es que, si obviamos un par de secuencias muy largas y aburridas, la película, rancia, añeja, de mensajes dudosos y extraños, se deja ver perfectamente. Porque al final es tan rara y perturbadora que uno no puede dejar de mirar lo que sucede en pantalla, máxime si se tiene el placer de ver la copia que yo vi. Y es que resulta que, para cuando esta película se comercializó en DVD ya en la década de 2000, el negativo del que extrajeron el master para transferir a vídeo estaba ya muy deteriorado y apenas se distinguían los colores. Así que, lejos de restaurarla por la vía básica y elemental, se optó por colorear ese negativo de manera digital, con unos tonos absolutamente vivos y de videojuego. En consecuencia, tenemos una copia rara y marciana que, lejos de estar restaurada, está estropeada, dando la sensación de que estamos viendo una película de dibujos animados a partir de imagen real. El resultado de esto la convierte en una cosa más loca de lo que ya de por sí es y, por momentos, produce dolor de cabeza, sin embargo desconozco ninguna otra película que haya sido alterada de esta manera, por lo que la insensatez al hacer esto, torna esta versión, directamente, en un aborto fílmico.
Por supuesto, “Santa Claus” en el terreno actoral tiene alma de superproducción. El niño que acompaña a Claus en sus cosas no es otro que Cesáreo Quesadas “Pulgarcito”. El chaval, chaparro de tamaño, protagonizó la versión made in Cardona del cuento de Perrault “Pulgarcito” y a partir de ahí ya empezó a llamarse al niño como al personaje, llegando a ser este su nombre artístico. El muchacho funcionó como un tiro en el cine, hasta que se hizo adolescente y le cambió la voz, pero durante el periplo llegó a venir a España para intervenir junto a Marisol en “Ha llegado un Ángel”. José Elías Moreno, fue un actor clásico mexicano, pero se hizo terriblemente popular y querido precisamente por dar vida a Santa en esta producción, y luego tenemos a toda suerte de personalidades habituales en el cine mexicano de la época, que no dejan de llamarme la atención porque hacen acompañar a sus nombres, en los créditos, con sus respectivos motes. Entonces, igual que nosotros tenemos a José Sazatornil “Saza”, “Santa Claus” tiene, además de Cesáreo Quesadas “Pulgarcito”, a José Luis Agirre “Trotsky” como ese malvado demonio que tienta a los niños, y Armando Arriola “Arriolita” como el mago Merlín.
Si creen que ya lo han visto todo en cine navideño, comprobarán como este “Santa Claus” les sorprende. Está relativamente fácil de conseguir, así que, si gustan…
Y ¡Que pasen muy felices fiestas!