“Revuelo en las aulas”, película cargada de buenas intenciones, es una comedia con mensaje social que trata de hacer partícipe al espectador del tipo de dictadura y totalitarismo al que están sometidos muchos estudiantes americanos por culpa de un sistema docente retrogrado que censura las artes y, peor aún, la educación sexual. El film intenta mostrar como los centros de enseñanza suelen estar, en muchos casos, regidos por absolutos ignorantes. Una comedia cuya principal premisa es concienciar al espectador, incluso por encima de que se ría.
Cuenta la historia de un grupo de adolescentes de escuela secundaria que, ante una serie de injustos suspensos ajenos a su nivel de estudio y sí con una serie de cuestiones de índole íntima, se organizan, ayudados por un profesor comprometido con sus causas, para reivindicar sus derechos e intentar cambiar el rectorado de su instituto. Entre medias, se sucederán los amoríos y los romances propios de las “teen movies”.
Se inspira en un caso real y las tres jóvenes en los que se basa el film, que incluso salen entrevistadas al final (resumiendo sus casos con breves pero certeros comentarios), fueron injustamente evaluados en sus colegios, sin ningún fundamento, por sus examinadores. Lanessa Riobe, una muchacha cuya madre tenia Sida, concienciada por el asunto comenzó a ponerse en el instituto una camiseta en la que una inscripción instaba a quien la leyera a usar preservativos. Ese motivo fue más que suficiente para que le suspendieran porque su comportamiento "no era el adecuado". Asimismo, Natalie Young fue suspendida por llevar una camiseta en la que decía “Barbie es lesbiana”, en reivindicación a la opción sexual. En clase de literatura, Rache Boim, fue suspendida por escribir una historia en la que una niña sufría una pesadilla violenta. Y solo por eso ya no le vale el aprobado. Su talento literario en realidad daba lo mismo a los docentes.
Tomando como base estos hechos, se construye la película.
Con un presupuesto de 700.000 dólares, una cantidad tan baja que lo natural es que a poco que estuviera un par de semanas en cartel sacara el doble de beneficios, fue un absoluto fracaso de taquilla. Recaudó tan solo 500.000 dólares. Por otro lado, la crítica fue demoledora con ella y eso acabó de truncar su carrera, aunque lo cierto es que la película, por sí misma, tenía todas las de perder; es un pastiche de conceptos a los que cuesta cogerle el hilo, amén de resultar aburrida como pocas. Por otro lado, todo el asunto de denuncia social resulta poco menos que cargante. Además, si el reclamo principal es el cartel, con su protagonista masculino en posición chulesca, rodeado del resto del reparto femenino y bajo las faldas de una animadora, el espectador se puede hacer una idea errónea de lo que va a ver, y cuando se encuentre con lo que de verdad ofrece “Revuelo en las aulas”, sin duda, se decepcionará.
Como curiosidad, decir que esta película tiene el récord "Guinness" por incluir en los títulos de crédito el beso más largo mostrado en pantalla, de seis minutos de duración. Antes de que nuestros protagonistas procedan, una voz en off nos anuncia que pretenden batir dicho récord, que estaba en tres minutos y medio... o algo así. Verdaderamente infantiloide, cursi y patético, además de demostrar una cobardía supina al mostrarlo en los créditos finales, en lugar de incluirlo en el metraje de la cinta, rompiendo así el ritmo. Puede que, si lo hubieran hecho, “Revuelo en las aulas” hubiera sido, al menos, osada.
El reparto, lleno de desconocidos, se completa con cameos de menos de un minuto de gente muy famosa como Rosanna Arquette, Adam Arkin, Elisabeth Perkins o Samantha Mathis, que dan vida a padres y profesores de los alumnos.
Dirige, como el que no tiene otra cosa mejor que hacer, Josh Stolberg, dueño de una filmografía de lo más prescindible —incluido un “spoof” de los de la ultima hornada, esto es, más malo que pegar a un padre, “Los juegos del resacón”—, aunque es el guionista de cosas mucho más refrescantes que esta “Revuelo en las aulas”, como pueda ser “Piraña 3D” de Alexandre Aja.
Ni que decir tiene que, en nuestro país, la vimos gracias a los últimos años del videoclub, directamente en DVD.
